Damián Cordones

-Piedra Papel Libros-

   Damián Cordones posee una de las plumas más originales, poderosas e inclasificables del panorama literario hispanohablante. El género de lo turbio, lo insólito y lo grotesco le sienta muy bien, pues le permite explorar dos de sus mayores virtudes: su extraordinaria capacidad descriptiva, en la que se recrea y hasta regocija por momentos, explotando la fotografía detalle hasta el límite, insertando con cada pequeño avance este o aquel elemento o modificación sobre los ya mencionados, apabullando, de manera tremendamente cálida, a ese lector que se siente absolutamente transportado al lugar en cuestión; para la adecuada exhibición de tal habilidad cuenta con otro punto fuerte: un soberbio sentido de la pausa narrativa. Cordones cocina los textos como pocos autores. Les añade especias, necesidades estilísticas según moldea la masa, golpes de efecto que son como azúcar o pimienta, escalofríos no previstos en la receta, marca propia y mucha, mucha paciencia. El plato entregado al consumidor es delicioso: generoso, sabroso, cuidado al milímetro, presentado con una armonía admirable, rico al primer bocado y creado para dejar un recuerdo al limpiarse los ojos.

   La hemorragia de Constanza reúne cuatro relatos atravesados por el germen principal de nuestro autor a lo largo de su trayectoria literaria: la cuestión filosófica, en su sentido más humanístico, más existencial, que agita las raíces de temáticas y puntos de vista que nunca dejan indiferente a nadie, más bien todo lo contrario: Cordones invita a pensar, a detenerse, a tomar el espejo y mirarse; expone preocupaciones socialmente comunes, aristas del sistema, miedos y fobias civilizadas, monstruos que caminan en y con nosotros. Le fascina escudriñar el contexto de desarrollo humano, sus interrelaciones, sus motivos más hondos, sus miserias, sus pulsiones más animales. 

   Dispuestos en una secuencia de extensión cronológicamente descendente, estos cuatro relatos retratan escenarios densos, en la escenografía y en la nómina de personajes, pero también, desde luego, en su contenido más puramente discursivo, ese río caudaloso. Narrados en tercera persona -salvo durante un pequeño quiebre de últimas páginas en el cuarto, que juega maravillosamente con la perspectiva-, el autor concede al diálogo el foco vehicular de su formato expresivo, lo que además nos permite disfrutar de una pluralidad de voces trabajada de forma sublime, con una rueda de personalidades que no hace más que girar y girar para dotar de riqueza y dinamismo (un ritmo altísimo, que alcanza en ciertos momentos de las discusiones su máximo esplendor) a la natural continuidad de la acción. 

   Cordones detiene el tiempo a su antojo, sin despegarse ni un instante de dos mantenimientos deliciosamente inherentes a su método, básicos para el adecuado funcionamiento de esta propuesta: tono y atmósfera son innegociables y trascienden el cambio de trama y contexto. Lo sobrio y lo insólito son aquí un matrimonio perfecto. Las piezas que pisan sus inmutables lazos brillan con fuerza: Constanza, Greta, el prestamista… Bernabé el anfitrión, Koda-Giovanni, Pascual Terracota… El doctor Wenceslao, la joven e ingenua pareja necesitada de liquidez, la insigne gallina Irina…

   El amor es uno de los motores de esta cuádruple muestra de talento literario, en un marco que hace hueco y da cobijo a la magia, la obediencia, los límites de la realidad, la perversidad, la pasión cercana a la obsesión, la belleza espeluznante, el ingenio genial, el suicidio, la “dignidad física”… en un torrente de sensaciones y emociones que obra su máximo impacto en el culmen de la explicación de Koda el rutilante en la fiesta del alcalde y en el incesante intercambio de pareceres entre los asistentes a la velada en casa de Bernabé, antes y después de su misterioso ausentamiento. Creemos, a partir de esta involuntaria distribución de los relatos 2 con 4 y 1 con 3 [Koda el rutilante / El reloj de cuco; La hemorragia de Constanza / Expectativa y prosperidad. respectivamente], que, si bien La hemorragia de Constanza y Koda el rutilante poseen semejanzas más que interesantes respecto del tratamiento del (des)amor y el dolor afectivo, el acercamiento entre el primero y el tercero tolera mucho mejor la forma de entender el desarrollo de los hechos desde una óptica mucho más continental, descargando parte de la responsabilidad al entorno en el que acontece la trama, que adquiere una dimensión mucho más maleable. Por su parte, la historia del fascinante Koda y del impulsivo Bernabé manejan unos tiempos que se aceleran a partir del flujo conversacional forjado desde la masa de personajes implicados; una masa de la cual salen elevados sus grandes figuras para acaparar todo la impresión -el grito- final.

   “A qué sabe el amor”; “debajo del manto que vela la realidad hay otra capa”; discursos sobre el esfuerzo y la honradez; retorcimientos ad infinitum de la peliaguda cuestión del suicido -y sus “prohibiciones”-… Cordones siembra de esencia antropológica, sociológica y dramática (haciendo especial despliegue hacia la tragicomedia) el camino por estos cuatro relatos apasionantes. No escatima en severidad cuando el asunto lo requiere, tampoco desprecia la ocasión de sostener un buen villano algunos minutos más en pantalla, ni de remover la náusea del lector con imágenes que traspasan el cuerpo mucho más por su potencia sugestiva que por su gratuita explicitud; la elocuencia de determinadas voces -insistimos en Koda, pero no seamos injustos con el provechoso elenco de El reloj de cuco ni nos olvidemos de la fuerza terrible del choque dialéctico entre Terracota y el doctor, ese dúo antagónico que luce el primer cuento- es un brillante añadido a la propia grandeza de cada narración. ¿Cómo te comportarías tú si el prestamista sufriera…? ¿Y si el anfitrión desapareciera en las entrañas de su casa? ¿Es la misma persona la que ocupa el rostro bajo el parche?, y más importante: ¿merece ser amada? Toda una partida de ajedrez en la que cerebro y corazón juegan con negras en el mismo tablero. 

   La hemorragia de Constanza apunta directamente al estómago con una bala cuya capacidad de daño desconocemos pero advertimos como seria amenaza pese al amable diseño del arma en cuestión. Este libro de cuatro patas maulla y puede rugir, tanto como para tumbar el bosque. Damián Cordones se consagra como pluma que domina la distancia corta del relato breve y la hace explotar con un vigor escandaloso. Solo podemos desearle todo el éxito posible y agradecerle a Piedra Papel Libros su dedicación a esta fabulosa obra.

Altavoz Cultural

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