-Traducción de Irene de la Torre-

-Navona-

   Jennifer Down, asistida por la ducha mano traductora de Irene de la Torre, colisiona con su segunda novela en el centro del corazón hispanohablante. Impacta de lleno en la fibra más sensible, esa que se eriza, grita o desea huir. Cuerpos de luz es un turbulento viaje por los paisajes del trauma, la infancia derrotada, la herencia psicoemocional del horror, la inestabilidad mental, la culpa y la fuga, en su versión más extrema, de una misma.

   A lo largo de tres partes equilibradas, que funcionan como: llave, pólvora y renacimiento, visitamos los rincones de su vida que nuestra protagonista decide confesarnos, en primera persona, con un tono tan tembloroso por momentos, tan atractivamente lúcido, casi cruel, por otros. Un mensaje desde el pasado será la chispa que iniciará una retrospección feroz, inquietante, grotesca, cruda en el aspecto familiar especialmente. Ligada a un contexto sociocultural eminentemente australiano, pensamos en Desquiciada, de Juliet Escoria, y extraemos algunas similitudes, sobre todo en el periodo narrado volcado hacia la infancia-adolescencia, llamativas y demoledoras. 

   En este caso es Maggie la que representa una vulnerabilidad impresionante, ya desde su propio nido original, hasta incluso alcanzar sus cotas más adultas. La dedicación al esfuerzo descriptivista permanente, tan necesario para cimentar la historia, su entorno material/gráfico y su continente sociorrelacional, resulta merecedora de un reconocimiento extraordinario: el poder visual, tan milimetrado, complejo de afrontar en las escenas más potentes o delicadas, vertido por la autora y extendido por su traductora es espectacular.

   El sentido de eterno retorno, de bucle espinosamente cerrado, causa la ansiedad perfecta en el lector: buscamos la salida que no encuentra nuestra protagonista, incapaz de resetear -¿quién podría?- su ecosistema mental y comenzar de cero. Así atravesamos muchos momentos: incluso el de esperanza, el de la mínima alegría cuando palpamos cierta supuesta estabilidad, pero comúnmente sufrimos abrazados a ella los azotes de una primera parte insoportable, de una segunda explosiva y de una tercera y final que juega con nuestra ya maltrecha entereza para sostenernos entre noticias, secuencias y resoluciones que alternan los polos positivo y negativo sin conseguir encontrarse en el medio.

   Nuestro periplo implica la constante cuestión acerca de los límites del ser humano en tres coordenadas muy alejadas: hasta dónde podemos llegar como seres capaces de hacer el mal, de herir, de dañar; hasta dónde somos capaces de aguantar el dolor, la destrucción, la deshumanización; hasta dónde vamos a poder mirar, sin apartar los ojos, sin esconder las emociones que quieren saltar. La empatía está ridículamente infravalorada en estos niveles de impacto y huella. Cuerpos de luz es un fascinante ejercicio de resistencia mediante el padecimiento del otro, que tantas veces nos llama muy cerca y otras se escabulle sin que podamos -o debamos- siquiera atrevernos a intentar el consuelo.

   El volumen de la obra, casi quinientas páginas, debe tomarse como un acicate en lugar de como una invitación prejuiciosa al rechazo: la quietud, lo estático no existen en su interior, pues Down no afloja ni un instante el ritmo, no deja de cargar en brazos, de un lado para otro, a una Maggie nómada, rabiosa, frágil, imprevisible. 

   Recomendamos la lectura y lenta digestión de Cuerpos de luz como ese plato frío en su superficie más inmediata que alberga un calor difícilmente calificable, sabroso, reconfortante quizás, desde luego inolvidable. Prueben y compartan. 

Entrevista a Irene de la Torre

Enhorabuena por tu extraordinaria traducción de Cuerpos de luz. Nos gustaría comenzar esta entrevista preguntándote por cómo afrontaste el texto original una vez realizaste su lectura. ¿Qué ha sido para ti lo más complicado del proceso y qué ha sido, en el otro extremo, lo más satisfactorio de esta experiencia con la obra de Jennifer Down?

En primer lugar, muchas gracias por ofrecerme este espacio. No solo significa mucho para mí, sino para todos los traductores que hemos estado luchando por ganar visibilidad. Nuestro trabajo no parece estar lo suficientemente valorado y se suele subestimar, ya que muchos lectores leen traducciones como si estas salieran de la nada y la realidad es que hay una gran labor de una persona detrás para que el texto traducido pueda leerse como si lo hubiera escrito el autor o la autora en idioma original. Cuando se disfruta de un libro traducido se está disfrutando de la buena traducción de ese libro, y eso es algo que debería estar siempre presente.

Dicho esto, os contesto a la pregunta. En cuanto me dieron el texto original y leí las primeras páginas supe que estaba delante de un texto de enorme calidad literaria, y eso me dio mucha motivación y ganas de empezar a traducir.

Quizá las partes más complicadas del proceso de traducción de esta novela en especial han sido las partes en las que la protagonista narra los abusos sexuales que sufre a temprana edad. La novela está escrita en primera persona y tiendo a meterme de lleno en la mente de los personajes, empatizo mucho con ellos para poder dar con una voz acorde al texto que estoy traduciendo o narrando. Creo que esos pasajes son exigentes para el propio lector o lectora, así que para mí, la traductora, al haber tenido que sumergirme en la novela y en los personajes como si la estuviera escribiendo de cero en español, ha supuesto un reto mayor.

Lo más satisfactorio sin duda ha sido darle voz a una autora premiada que, además, encaja con mis gustos literarios y que es de mi misma generación. La novela tiene pasajes con descripciones muy potentes y muy poéticas que encajan con mi percepción del mundo y con mis gustos literarios. Aparte de traducir también me dedico a escribir, por lo que traducir a una autora tan reconocida y de tanto talento literario me inspira sin ninguna duda a la hora de ponerme con mi propia creación. Esta parte, por tanto, también ha sido muy satisfactoria. También genera mucha satisfacción cuando tienes la traducción acabada y, al dejarla reposar un tiempo y leerla de nuevo, te das cuenta de que se lee como si el texto se hubiera escrito directamente en español, porque has sabido esquivar los baches y hacer que suene a texto en español y no a traducción. En definitiva, cuando logras que al lector o a la lectora que se enfrenta a tu traducción en español le produzca el mismo efecto que si lo leyera un lector o lectora en el original en inglés, porque has sabido construir las frases de forma natural, rítmica y literaria.

¿Qué virtudes o puntos fuertes le atribuyes al texto original, tan exitoso y reconocido, y qué cualidades atractivas consideras que pueden seducir al público hispanohablante que se acerque a conocerlo ahora a través de tu versión en español?

El gran punto fuerte del libro es, en mi opinión, la estupenda capacidad que tiene la autora de estar narrando situaciones altamente complicadas e intimidantes de una forma magistralmente poética y con gran belleza en sus palabras. Esto es lo que hace que la novela de Jennifer Down sea especial y haya sido premiada. El hecho de poder abordar temas tan complicados es otra de las características clave de la novela. Es una novela exigente, el lector o lectora en español se va a someter a duras pruebas de empatía con la protagonista. Sin embargo, da una lección de vida, ayuda a relativizar, a ponernos en la piel de ella y pensar que existen muchas personas en situaciones de vulnerabilidad que logran salir adelante, porque lo más importante es saber valorar la vida en su conjunto, por encima de todo. A pesar de todas las desgracias que le ocurren a Maggie, la protagonista, es capaz de ver la luz en toda la oscuridad. También da un mensaje de superación porque destaca el hecho de que cuantas más desgracias te ocurran en la vida, más preparada estás para afrontar otras nuevas.

Considero que el sabor final que va a dejar la novela al terminarla es una sensación de esperanza y, en definitiva, un buen sabor de boca. El lector o la lectora sabrá que acaba de leer una novela excelente.

Hablemos de dos planos complementarios de la historia: el exterior o contextual, sobre todo de esa Australia, y el interior o mental de la protagonista Maggie. ¿Cómo ha sido para ti encarar esa ingente descripción del entorno y su contenido desde una cosmovisión probablemente bien diferente a la prototípicamente australiana? Desde el otro lado, ¿cómo fue tratar el tremendo huracán psicoemocional que habita en la protagonista, desde tus propias experiencias vitales y tu perspectiva como mujer, como hija, como trabajadora…?

Tal y como he mencionado en la primera pregunta, me ha resultado bastante complicada la traducción de algunas de las partes en las que Maggie pasa por situaciones traumáticas. En un momento dado del libro me resultó bastante difícil por el hecho de que me suelo meter en la mente de la narradora para poder dar una traducción lo más fiel posible a la protagonista. Desde el punto de vista de la descripción de Australia, cabe destacar que un lector en español suele estar bastante familiarizado con la cultura anglosajona, tanto la australiana como la de Estados Unidos o la de Reino Unido. Por este motivo, la traducción del contexto australiano ha supuesto un reto, pero no tan relevante como si el libro hubiera estado escrito en un idioma de cuyo país y cultura un lector en español no está familiarizado en absoluto. También traduzco del neerlandés, por lo que cuando me enfrento a temas muy culturales de Países Bajos o de Flandes este tipo de situaciones se hacen más complicadas.

Por otro lado, Jennifer Down ha querido dejar plasmada una realidad en Australia muy diferente a la que se le suele atribuir. En este caso me parece un acierto dar esta visión tan distinta a la prototípica, porque nos enseña a que las desgracias tienen lugar en cualquier parte del mundo. El caso de las violaciones en centros de menores es un tema verídico, y me parece muy valiente por parte de la autora haberle hecho frente sin miedo. También me parece algo destacado a valorar el hecho de haberlo abordado con una forma tan literaria y poética.

¿Cómo es tu rutina profesional, desde un punto de vista genérico, al margen de proyectos concretos, y cómo ha sido, qué has variado, incorporado o suprimido, durante ese proceso dedicado a Cuerpos de luz? ¿Qué puedes contarnos sobre la labor editorial de Navona, de su catálogo y el lugar que consideras que ocupa y puede ocupar dentro del panorama literario a través de obras como esta?

Desde un punto de vista genérico mi rutina atiende a proyectos de traducción de un tipo menos literario y más comercial. Los proyectos de traducción de literatura y de traducción editorial son más escasos. Dicho esto, cuando recibí el encargo de la traducción de Cuerpos de luz tuve que modificar mi rutina para poder hacerle frente del modo que se merecía. Le di prioridad, en pocas palabras. La traducción de textos literarios es muy distinta a la de textos más comerciales. Los literarios requieren una inmersión total en la voz de la autora y es necesario también disponer de varias horas seguidas sin interrupciones. Por este motivo, atendía a los proyectos más comerciales a primera hora del día, de ocho a diez de la mañana, aproximadamente, para después tener la mañana libre hasta al menos las dos o tres de la tarde. También me hice un Excel con las palabras totales, la fecha de entrega y el número de palabras diarias que iba traduciendo. Si me excedía, tenía más tiempo al día siguiente para dedicarlo a otras cosas, y, si no llegaba, tenía que ir añadiendo palabras cada día o, a veces, los fines de semana.

En cuanto a la editorial Navona, me parece que está editando libros muy interesantes y de actualidad en estos momentos. En concreto la Serie M es una línea que está muy al día de las nuevas voces de la literatura. En especial el libro de Euforia de Elin Cullhed (traducido por Ainize Salaberri) y La librera de París de Kerri Maher (traducido por Ana María Martínez) han sido dos libros destacados que han sido publicados por Navona recientemente y que han tenido una muy buena acogida.

La apuesta de Navona por una novela de la envergadura de la de Jennifer Down considero que añade valor al panorama actual de nuestro país. Existen infinidad de obras en lengua extranjera que vale mucho la pena traducir. Considero algo bastante complicado el hecho de traducir todo lo que se escribe por el mundo a un único mercado. Por eso me parece muy adecuado que en una editorial se apueste por traducir obra extranjera. Eso también abre la mente lectora, porque de esta forma se conocen otros mundos, pero lo mejor de todo es que aporta otra manera de ver las cosas, desde una perspectiva distinta a la nuestra. La capacidad de leer en idioma extranjero es a mi criterio la mejor forma de ponerse en la piel de la mirada extranjera, pero para quien no tenga esa suerte, es la obra traducida la que hace de puente entre culturas. Me parece muy importante que, al margen de publicar obra de autores y autoras españoles o nacionales, también se considere traducir obra de otros autores internacionales. En este sentido, la editorial Navona está aportando mucho. 

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