¿Cómo ha sido tu experiencia creativa en torno a Tan solos los muertos? ¿Qué ha sido lo que más dificultad te ha generado y qué ha sido lo que más has disfrutado?

Esta es la segunda vez que ilustro poesía. A diferencia de ilustrar una historia tipo álbum ilustrado o una novela, cada frase, cada párrafo puede ser interpretado de mil maneras. Todo y que este poema es bastante narrativo, de cada palabra, repetición o descripción se puede rascar y sacar bastantes capas. Te deja incluso (que no ha sido este el caso) ilustrar algo paralelo, distinto a lo que el autor o autora plantee en sus palabras.

Tan solos los muertos para mí ha sido un viaje a mi pasado. Me medio crié en un pueblo del pre-Pirineo llamado Argelaguer. Tengo en la memoria los aromas de la tierra húmeda, las mañanas frías de aires cargados de nieve que soplan de las montañas y te hielan las fosas. El canto del gallo de fondo mientras hueles a campo y estiércol. Recuerdo de pequeño, coincidí con el cambio del viejo cementerio al nuevo, que estaba algo más apartado del núcleo urbano. Familiares vestidos de negro desenterraban los restos de sus familiares, que no eran más que huesos desperdigados y ataúdes podridos en pilas y metidos en sacos. De ese camposanto quedó un solar detrás de la iglesia. Durante años, escarbando ligeramente con el pie, podías medio desenterrar un trozo de cráneo, alguna vértebra, costillas y falanges de manos y pies. Y nosotros en bicicleta yendo a jugar en donde se tiraron los restos inidentificables. Un barranco cercano al río donde se apilaban ataúdes carcomidos y partes de esqueletos más importantes, como pelvis, fémures, tibias… Pero nunca encontré un cráneo entero, fragmentos sí, pero no una cabeza de una pieza. Me quedaba mirando esas cajas de muertos, con manchas negruzcas en su interior, telas que en su día fueron elegantes y cómodas para el difunto, ahora hechas jirones y ennegrecidas por el paso del tiempo y los fluidos del cuerpo que ahí reposó.

Fue mi primer contacto directo con la muerte, o al menos con algo que acomodó la muerte durante años y vivió todo el proceso de descomposición del cuerpo. Yo era pequeño, y me fascinaba. Ahí entendí o fantaseé con esa pausa eterna, donde todo se acaba. Esas manchas eran alguien. Una persona que vivió experiencias, conoció gente, desconocía inventos actuales, se enamoró, pasó traumas, etc. Y ahora está ahí, en forma de moho.

Y por todo eso, volviendo al tema, creo que entiendo muy bien la visión del poeta de lo que en su día vivió. Una mirada de desamparo en un entorno que todavía no le acontece a la difunta. Y a la par el cómo alguien pasa a ser algo, metido en una caja y guardado en un cajón, apartado de su familia, de todo lo que amó, construyó y aborreció, entrando en ese modo pausa en la completa oscuridad y soledad que contienen esos cuatro muros, dentro de un nicho cerrado por años y años.

Al contaros todo esto, os respondo a la segunda pregunta. Dificultad, ninguna, las ilustraciones han salido como sudor un día caluroso de verano. A medida que lo leía y releía, las imágenes fluían solas, y más que hubiese puesto.

¿Qué representa Bécquer para ti? ¿Cómo consideras que se le reinserta en el panorama literario actual a través de esta obra?

La verdad es que no lo conocía mucho. Yo leo básicamente novelas, no soy muy ducho en leer poesía, prefiero la narrativa.

No conocía el poema, me lo sugirió Montse (Editorial Deméter), y fue al leerlo que dije un rotundo SÍ QUIERO. Sobre todo, por su temática, por ese romanticismo del XIX oscuro, y el aire de desamparo, congoja, y todo lo que despertó en mí que me recuerda a mi infancia en el pueblo. Es un poema muy narrativo, fácil de entender o reinterpretar para quien no esté acostumbrado a leer poesía. Para mí tiene un público especial.

¿Qué fragmento destacarías, por algún motivo especial, de entre el conjunto de texto que recorre las páginas de Tan solos los muertos? ¿Cómo has trabajado la obra desde ese punto de vista de la armoniosa sucesión de ilustraciones vinculadas a diferentes palabras?, ¿cómo fue tu rutina de trabajo dedicada a ese proceso?

Todos y cada uno de ellos son partes importantes de este duelo. Mezcla de tristeza por lo que acontece y lo que prevalece por la eternidad. No encuentro ninguno que destaque más que los otros. Una muerte y toda su ceremonia nos sucede tan solo una vez. Cada parte tiene mucha carga. Quizás, si tuviera que escoger una, sería la parte en donde el sepulturero cierra el nicho. Por eso seguramente la secuencio con ese último rayo de luz que poco a poco va apagándose. Es la última luz que dará calor a los huesos inertes. No sé a vosotros, pero a mí hablar de estas cosas me da cierto escalofrío en la espalda.

Insisto en que cada parte de este ritual tiene mucha carga emocional. Desde el amanecer con ese frío de la España profunda, en donde las primeras luces del alba azulean las calles de piedra. En la casa, unas velas iluminan la sala donde reposa el cuerpo. Imaginaos en esa tesitura. No se entra igual en una sala donde tienes a un pariente pelando patatas como lo haría en una sala medio en penumbra en donde se ha dispuesto un altar con un cuerpo inerte. Ya desde el rellano se respira esa pesada energía. Cruzas la puerta y todo es como moverte bajo el agua.

Uso todos esos momentos para enfocarlo desde tres puntos de vista:

-Cómo lo viviría yo.

-Cómo lo vive el poeta.

-Y cómo lo vive la difunta.

De estas tres maneras he querido representar este ritual.

Mi rutina es simple. Primero se lee y relee el poema muchas veces, te vas sumergiendo en esta piscina de lodo y musgo que describe Bécquer. Y cuando estás bien empapado, te dedicas a cada estrofa. Dedico una mañana en el bar a la primera estrofa. Esbozo, garabateo, y saco no solo al personaje principal, sino también a la composición. Voy a mi casa, me siento en la mesa, y en uno, dos o tres días saco el original, siempre al óleo. Ya tengo la primera página. Y así con todo el resto.

Una vez se acaban todas las ilustraciones, entre los tres que somos en el proyecto: Montse, Estela (la maquetadora freelance) y yo, damos forma a la arquitectura del libro. Como por ejemplo las pausas que tan acertadamente Montse supo ver. Es un libro para leerlo despacio, entender no solo sus imágenes, también la manera en la que ha dispuesto las diferentes pausas y páginas oscuras que interrumpen la lectura. Todo tiene un sentido.

Necesitamos detenernos en su magnífica cubierta, inolvidable para quien la contempla apenas un instante. ¿De dónde has extraído la inspiración, ese estímulo artístico para su elaboración? Asimismo, ¿cómo dirías que conectan el imaginario del autor con tu propio imaginario como creador? ¿Sientes que estáis en una sintonía natural o has debido adaptarte a ciertos parajes más oscuros o más líricos?

La cubierta es la parte más importante de un libro ilustrado. Es la carta de presentación. Un ligerísimo resumen de lo que te vas a encontrar dentro.

Quise plasmar ese viaje a un lugar no deseado de una mano hostil y amiga a la vez. La muerte no es enemiga, es la compañera que te lleva a tu después. Te hace cruzar ese limbo que a todos nos aguarda para llegar a quién sabe dónde, aunque no haya nada después.

Bécquer en este libro por eso no nos relata la pena que puede sentir por una muerte prematura. Su lamento va más allá de este entierro en particular. Él habla por la deshumanización de los muertos, por el paso de ser alguien a algo que esconder, que tirar tierra de por medio entre cuatro muros apartados de los tuyos.

Todo se resume en la mirada de la niña, donde no entiende nada, no sabe qué ocurre. No vivirá más experiencias ni tendrá novio, ni conocerá nuestra geografía, no experimentará el amor ni el desamor… Se agarra a la mano de esa desconocida, y entre sollozos, acepta su destino.

Con Bécquer y este poema, como he comentado en la primera pregunta, compartimos esos pensamientos sobre los muertos. Mi atracción por lo macabro y oscuro, por la muerte, e intentar entender cómo la cultura occidental ha ido apartándola de sus vidas, haciendo que la temamos aún más.

Suelo pasear mucho por cementerios. Viajo mucho y si me queda tiempo visito los cementerios de allí donde voy. En Italia son preciosos los cementerios antiguos. Cuando has paseado por muchos de ellos entiendes esos espacios, de cortinas negras gruesas y pesadas que separan esos lugares de los vivos. Un sempiterno dolor queda grabado por siglos en lápidas y mausoleos. Ya no salimos de ahí.

¿Qué proyectos confesables tiene Roger Olmos a corto y medio plazo después de esta maravilla publicada por Editorial Deméter? Paralelamente, ¿qué futuro le auguras a esta editorial?

Ahora mismo estoy… con demasiadas cosas creo. Hace tiempo que valoro el tiempo, este se escurre entre los dedos y no te das cuenta y ya pasó un mes.

Estoy ilustrando una serie de títulos de Jack London, todos ellos distópicos y apocalípticos. Acabando el segundo. Le sigue otro proyecto sobre la demonización de la mujer a lo largo de la historia. Cómo el hombre ha tildado de monstruos malignos en diferentes mitologías a todas las mujeres que quisieron ser como son, que quisieron romper barreras y salir del yugo del patriarcado.

Tengo un proyecto infantil con una editorial catalana. Seguir la trilogía que hace años empezamos con Calvino. Ilustrar una novela de un autor argentino muy apocalíptica…. Cursos, charlas…. ¿Entendéis lo que os digo sobre el tiempo? Solo espero que cuando venga esa mano huesuda a agarrarme la mía para acompañarme a vete a saber tú dónde, mi sensación sea de plenitud.

Y a Deméter solo le puedo desear lo mejor de lo mejor. Sacar adelante este proyecto siendo una sola persona es muy valiente con el panorama actual editorial. Y ese acto sólo me dice una cosa: Pasión por los libros, y eso en este campo últimamente falta. Las grandes editoriales están acaparando todo el terreno, solo se mueven por super ventas sin importar la calidad de lo que sacan y en cómo repercutirá en la educación de sus lectores, que cada vez cuestan más de conseguir. Lo veo en conversaciones, en cómo prescinden de figuras importantes para conectar con el público. Es muy triste.

Apuesto por las pequeñas, apuesto por aquellas que creen en la imaginación y en el poder de educar ya sea desde la ficción o la realidad. Apuesto por aquellos que creen que de los libros se pueden forjar mentes creativas que harán de esta mierda de mundo un sitio más apetecible. 

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