Formas de leer Madrid

-Altavoz Cultural, mayo 2024-

Llegó a nuestros altavoces la noticia de que un “taxista poeta” estaba arrasando por las calles de Madrid. Que tenía un par de libros en el mercado y se dedicaba a promocionarlos en su propio vehículo. Efectivamente, leímos algunas notas de prensa y una entrevista y nos enganchamos del carisma de Iker. Además de ello, sucede que consideramos absolutamente relevante, imperioso lo que hace: fomentar la lectura, la poesía, la literatura, la cultura en sus momentos con los clientes, estableciendo una conversación que sirve de ejemplo para ilustrar el bien inmenso que nos hace la palabra a las personas. No dudamos a la hora de contar con él en este especial Formas de leer Madrid, ansiosos por desentrañar las luces y las sombras de su poética. ¡Adelante!

Callejero – Ediciones Ruser

   Leemos la segunda edición de un libro que causó furor, que resonó en las calles madrileñas como un petardo de proporciones literarias: compuesto por un total de cuarenta y tres poemas, entramos en el mundo poético de Iker García Simón a través de un juego (“Este poemario se terminó de escribir…” y cinco opciones para elegir) resuelto al final del libro como magnánima estructura de continente que integra todo el texto entre ambas orillas agarrando al lector desde el primer minuto y soltándolo solo cuando la sonrisa queda dibujada. Buenísimo.

   Ya tan pronto descubrimos que a Iker le seduce la metaliteratura y derribar la cuarta pared a puñetazos, a mordiscos, con tal de mirar al lector-espectador cara a cara. Su función es de voz y personaje; leemos Callejero como si estuviéramos en su taxi, viajando por tantos puntos geográficos como los mencionados, deleitándonos con las diversas sagas de poemas que ramifican de forma espectacular la obra: Sabadell (dos poemas), Así me va (cinco poemas), Majadahonda (dos poemas), No entiendo (tres poemas), Cuarentena (tres poemas), cada una de ellas iluminada con un tono y un propósito diferentes, configuración que desde luego da cuenta de la heterogeneidad de temas, nudos y cámaras con los que cuenta el autor en su retrato de la vida.

   Detalles como el siguiente demuestran que el poeta es un camaleón muy astuto: observamos dos series más, no numeradas ni reiteradas desde un título, a saber: la confeccionada por A veces, Y a veces, Y raras veces, Y otras veces, Y muchas veces, Y otras cuantas veces; la generada a partir de la suma de plazas: Plaza de Castilla, Plaza de Isabel II, Plaza del Callao, Plaza de las Regiones, Plaza de Puerto Rubio. De objetivos muy dispares, las dos cadenas son tan sólidas como fundamentales para sentir con exhaustividad la semántica de un conjunto que brilla cuanto más se entrelaza y funde (como un arcoiris, como una salamandra, como un catálogo de miradas y paisajes, como una receta de emociones).

   El poema trece es ‘Callejero’, qué pertinente para el homónimo central, situado en un número muy importante en términos argumentales en su contexto. El prólogo es el espacio que utiliza el poeta para que conozcamos a Iker, la persona, y al taxista, a Iker desde la vida y la poesía, inseparable de su vehículo. En el otro polo, ‘Nuestra foto’ supone el texto final, brutal, uno de los más hermosos. Y del medio, de todo ese maremagnum de escenarios y estandartes, destacamos por pura debilidad en esta casa la dedicatoria al Templo de Debod, como nuestro lugar fetiche nuestro de todos los referenciados.

   A nuestro autor le gusta interpelar al lector, implicarle, preguntarle, hacerle partícipe, por eso le imaginamos conduciendo y charlando mientras leemos, por eso no nos sorprende esa disposición todoterreno, multifocal de la forma, desparramado el poema, que ocupa todo el espacio del papel con palabras dislocadas, fuerzas fónicas distintas para acentuar, gritar, susurrar… un monumento muy expresivo, muy poderoso.

   El Iker más amoroso y tierno aparece en dosis tamaño punzón entre renglones detonados con más gravedad que tacto. La mayor parte del tiempo nos confiesa avatares que demuestran que se trata de un superviviente -de los peores lodos compartidos debemos reseñar la indiscutible presencia de la época COVID-19, de la Madrid de la pandemia, en un testimonio brutal desde su experiencia, captada en miles de detalles, ese desgarro…-.

   El poeta tiende a la extrema brevedad: a veces son tres, cuatro o cinco los versos culpables del texto definitivo, punto estilístico propicio para el extraordinario regalo en forma de postales de Madrid, complemento fotográfico espléndido que acompaña en algunos puntos la corriente narrativa, manantial que sitúa el humor como escape, como técnica de fuga fuera de foco de un Iker que no habla apenas del taxista pero todo el rato es el taxista.

   Así las cosas, esta bienvenida a la obra poética de Iker García Simón no podría habernos gustado más. Nos conquistan su versatilidad, su honestidad -poesía de la verdad-, su riqueza y su propuesta visual -tan original si nos dejamos llevar por el sentimiento más espontáneo de viaje o trayecto-. Pueden subrayar todas, pues todas son correctas.

La batalla cruenta de los versos homicidas – Ediciones Ruser

   Nuestro autor hereda fórmulas, esencia y filosofía para confirmar su dedicación al arte del verso, pero esta vez viene acompañado de otras voces para las tareas de prologar y epilogar; en compensación nos entrega un prefacio genial en el que se desarrolla el diálogo entre sus obras, en el que Callejero pasa a ser personaje y parte de La batalla cruenta de los versos homicidas, diálogo que fomenta el alto grado en el que Iker es consciente de su seña de identidad, pues se reta a sí mismo a afianzarla, a hacerla reconocible, a plasmar una huella marca de la casa.

   Cambiamos monumentos madrileños por el monumento de papel y boli, protagonistas de las diapositivas integradas en nuestro recorrido por el libro, un volumen de poemas considerablemente mayor, plagado de formas que nos deleitan -como la de Hoja de ruta- y varias series encadenadas, entre las que podemos destacar la homónima La batalla cruenta de los versos homicidas, Microcuento, Lengua, Qué cosas… o Contradicciones, una de nuestras predilectas.

   Percibimos un Iker aún más rebelde y rebelado, más reivindicativo, crudo, emocionalmente convaleciente de retazos y ecos de la pandemia, más combativo, irreverente y amoroso en su perfil más descarado, que retrata una Madrid mucho más fragmentada y herida, en un poemario en el que los lugares señalados con equis en el mapa no pesan tanto por su nombre sino por su virtud para construir escenas o momentos.

   Sentimos cómo el poeta le ha cogido el gusto y el ajuste a eso de relatar mediante versos, a eso de producir fragmentos cada vez más complejos, valientes y rotundos; Iker se recrea en su propia obra para pulir los márgenes y sacarle todo el partido a una colección de textos que implican una consagración, una firma aceptación, una proclamación ante la mirada lectora.

   Conviene detenerse en los rincones de La batalla cruenta de los versos homicidas para captar los sabores que promete y cumple con creces. Conviene, de hecho, proceder a la búsqueda de respuestas a las preguntas más evidentes (como por qué ese título, como por qué este segundo tomo poético). No teman: ambas tienen solución -al modo de García Simón- en el interior de la cueva de papel, que por momentos prende y por momentos hiela.

   Más allá de crecimientos naturales y virtudes selladas con el beneplácito de la experiencia, la proeza de este libro redunda en el dominio del horizonte: el poeta nos dirige a los puntos cardinales de nuestro ecosistema psicoemocional una vez ha ganado nuestra confianza y le hemos prestado el temblor necesario que suscita cualquier arte. Así, ya no hablamos tanto del taxi, pero nunca nos hemos apeado de él. Ahora Iker lo utiliza -su taxi de versos- para ser inconformista y rasgar debates, reflexiones y visiones que lejos de merecer una réplica o un aplauso resultan ser gasolina para alimentar nuestra perspectiva. ¡Nunca discutas con quien conduce! Bueno, si es un poeta… O mejor: si es este poeta…

   Esta batalla la ganamos todos, porque celebramos el triunfo de la vida a través de los ojos de la poesía, porque he aquí un autor muy capaz al que auguramos muchos viajes para firmar libros, un autor que en un mundo justo sería adalid de los escritores de redes sociales que andan perdidos y requieren de un nuevo héroe. ¡Subíos a estas palabras! 

Altavoz Cultural

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