-La Tortuga Búlgara-

Uno de los mejores libros de 2024 se llama Contragolpe. Lo firma José Ferreras con manos manchadas de barro. Manos dentro de guantes o, mejor todavía, vendadas, pero vendadas mal, como con prisa porque hay que usarlas, vendadas sin cuidado, sino como para poder servir y ya. Manos sabias, forjadas en experiencias, en escrituras, en combates con y contra la vida.
Suena la campana con un prefacio versado memorable, escudo, insignia o emblema de lo que vendrá detrás, del pelo de voz que conoceremos y al que escucharemos fieles con asentimiento perenne. Puño americano, navaja y botas con punta metálica. Y un buen par de cojones. Nos alcanzarán diez asaltos, un nocaut y una coda (un poema espectacular dirigido al fallecido poeta gijonés David González, in memoriam). Traemos la toalla dispuesta para ser extremadamente sudada, destrozada gota a gota.
Los asaltos son ciclos de entre uno y tres poemas estrechamente ligados en tono y mensaje. Asistimos a tamaña lucha: disfrutamos de un poemario realmente combativo a estadio sociopolítico, con los faros fijos sobre terreno escurridizo, infame, atentos a detectar el ácido, la trampa, con epicentro esencial en las raíces y la familia, esquivando, chocando contra este mundo cárcel en el que vivimos controlados, cercados, amancillados por mercados, turismos masivos a lo bestia, pérdidas de la belleza y la armonía en nuestras huellas yéndose con el agua ignorada.
Ferreras abandera de manera magnánima, encorajinada la necesidad de supervivencia en un mapa vital violento y cruel y frío contra nosotros, un sistema realmente jodido a través del cual deseamos elevar, apenas mantener quizás lo fértil, esa luz, ese provecho, esa brisa en la orilla del mar. Caminamos por un sendero muy bruto, sobre todo hacia el final (ese riquísimo nocaut), con escenas e imágenes crudas, bestias, escatológicas. Nos encanta el ritmo del compendio, cómo oscila como brazos cambiando de guardia.
Contemplamos una gama de imágenes protagonizadas por el puño -especialmente destaca abriendo con un poema el quinto asalto-, símbolo y ejecutor, enemigo íntimo del miedo que se halla dando un golpe de estado. Un puño que se torna mano abierta para cuidar, para mimar y hacer prevalecer lo bueno, lo sano, lo limpio, lo natural, como el mejor árbol de la ciudad que aparece en el primer asalto, en uno de nuestros poemas fetiches de la saga completa.
Pero es el octavo asalto el que nos concede uno de los poemas personales con mayor cumbre, con mayor cima: el dedicado a los avatares forofos del padre culé, en un retrato impresionante sobre memoria, amor, pérdida y formas de seguir tras el adiós, tras el pitido final. Esa manera moderadamente dulce de trabajar la relación tan visceral con el otro apuntala una de las mayores virtudes poético-expresivas de Ferreras desde el ángulo para lo auténtico, para el pecho descubierto que no requiere de más palabras que las exactas. Un autor que escribe con la fuerza de lo hendido, mientras critica cómo ”sobra un lenguaje que no nos dirige la palabra”.
Se establecen en la superficie, a plena vista, el averno, la opresión, la “gente-mercancía” (vacíos), en un durante vital en el que estamos fallando, olvidando, ignorando nuestra tierra por fantasear con lugares paradisíacos, en el que estamos dejando de cuidar lo que ya tenemos y es hermoso, mientras nos devoran las amenazas de los plásticos y los terabytes.
Contragolpe es en esa línea una reivindicación transparente, desde el acto, desde la convicción. Ferreras no se arredra en su modo de conectar micrófono empuñado con nuestras almas más despiertas, pendientes de las alertas, pendientes de los truenos y las posibles estrategias para parar y protegernos. La Tortuga Búlgara contiene en su muestrario una receta muy apetitosa para lavarnos la cara de la ponzoña sistemática que nos atrofia.
Larga y fructífera vida a José Ferreras, poeta de cuadrilátero, uppercut y K.O.
Ferki López, codirector de Altavoz Cultural
Entrevista a José Ferreras

Bienvenido a Altavoz Cultural, José. Nos gustaría comenzar preguntándote por cómo nace Contragolpe en términos de concepto y de desarrollo: ¿por qué Contragolpe, qué buscas con él, y cómo fueron esos primeros pasos de escritura del conjunto de los poemas?
Bueno, en realidad algunos de los textos del libro fueron poemas que fuí escribiendo en los últimos años, después de mi anterior libro (La Fábrica de Arañas, InLimbo Ediciones), aunque creo que son mayoría los que elaboré expresamente con la idea ya preconcebida. Me interesa mucho la idea de la poesía entendida como herramienta, como arma para el combate. Al menos mis intenciones van hacia una literatura que se aleja de la comodidad en pos de la denuncia, la crítica y la transformación. Vivimos una época muy complicada y a la vez muy clara en su futuro, que no es nada halagüeño. En esta tesitura no podemos mirar para otro lado. Es este un proceso de colapso autoinfligido, y los máximos beneficiarios de este sistema apocalíptico viven muy cómodamente viendo cuánto pueden aún sacar de entre las ruinas, las presentes y las venideras. No es, desde mi punto de vista, el momento de recrearse en los típicos ripios onanistas de la poesía de redes sociales (por ponerle un nombre). Sin renunciar a las formas artísticas, yo creo que es la hora de escribir con los dientes apretados de rabia o, por decirlo de otra manera, con los guantes de pelear.
Creo que fue con el fallecimiento del poeta David González donde la idea de este libro, aunque ya preconcebida, toma su impulso. Es obvio que también David se enfundaba los guantes de pelea para escribir, y creo que abrió un camino para una poesía descarnada y comprometida que merece la pena continuar. En parte Contragolpe es mi aportación a ese sendero, o al menos esa es su pretensión, que espero no suene en exceso pretenciosa. No en vano está tan presente David en este libro, literalmente de principio a fin: desde la dedicatoria a la coda final.
¿De dónde surge la decisión de la estructura interna del libro montada en esos asaltos, el nocaut, la coda…? Sobre todo nos interesa saber qué buscabas aportar a la experiencia lectora dividiendo así el texto y distribuyendo de esa manera los poemas. ¿Reescribiste y/o rediseñaste algo durante el proceso creativo?
Casi desde el principio tuve clara la forma del libro como una contienda de boxeo. A riesgo de ser repetitivo, la idea de la poesía de combate era en la preproducción de este libro muy importante para mi. Creo además que dividir el conjunto en asaltos de tres poemas (como los tres minutos de un round de boxeo) ayuda a la lectura y la comprensión. En mi cabeza, después de cada asalto, se debería dejar un momento para la reflexión de los versos leídos . Intenté en un principio que la “pelea” tuviera un ritmo creciente, pero al final pensé que era mejor establecer cierto equilibrio. Lo que sí que mantuve fue el final abrupto. Al fin y al cabo, si el poemario debe entenderse como un trasunto del combate contra el sistema que tenemos por delante, es más que obvio que esta pelea no puede decidirse a los puntos.
El desempeño constante contra el sistema y sus múltiples opresiones es el vehículo discursivo que vertebra la obra. ¿Qué referencias socioculturales te acompañan para el desarrollo de ese ciclón?, ¿qué lecturas, visionados o manifestaciones artísticas pueden detectarse en tu verbo?
Bien, durante muchos años fui militante y activista en diversos colectivos y grupúsculos anticapitalistas, colaborando en diversas campañas, publicaciones marginales y redactando panfletos. Puede ser una tarea un tanto desesperante y compleja en estos tiempos de derrota. Y es complicado no acabar en el desánimo, el aislamiento y el hartazgo, cuando no todo a la vez. Quizá por eso hoy estoy un tanto alejado del activismo. Pero han sido muchos años de compartir experiencias y reflexiones que han dejado un poso indefectible. He devorado durante mucho tiempo textos y ensayos de autores como Gilles Dauvé, Anselm Jappe, Robert Kurz, Jaime Semprún o Guy Debord, y revistas como Cuadernos de Negación o Todo Por Hacer. En todo caso siempre creo que hay que otorgarle el máximo valor a la acción directa, a los actos de rebeldía en muchas ocasiones improvisados. Como bien dice en alguno de sus escritos el colectivo francés Comité Invisible, cualquier disertación académica sobre la opresión del sistema queda empequeñecida ante la visión del cristal hecho añicos de una sucursal bancaria. He intentado, aunque no sé si con éxito, traspasar ese compromiso a mis versos.
¿Cuáles consideras que son las urgencias más importantes a las que se enfrenta el escritor hoy en día? ¿Cómo sientes que se inserta Contragolpe en el panorama de la poesía actual?
La urgencia más fundamental es sin duda la realidad totalitaria e injusta del capitalismo, y su irrevocable camino hacia el desastre. Es innegociable para mí poner el foco en los males de esta sociedad cada vez más lesiva, individualista y destructora. En este paisaje desolado de apocalipsis ecológico, climático y asesino no veo otro objetivo que la confrontación radical. No es sólo que la literatura como evasión no me interese, es que considero que puede resultar incluso contraproducente. Vivimos en un planeta abocado al genocidio global, que hoy podemos ver en su vertiente más inmediata y espectacular en Oriente Medio, pero que no tardará en invadir de una u otra manera nuestras vidas de forma mas directa. No es otro tiempo este que el de levantarse y señalar esta guerra en ciernes que llevamos tantos años perdiendo, y que amenaza con llevarnos por delante mientras visionamos insulsas imágenes virtuales con una sonrisa impostada en nuestros rostros.
Y el lenguaje, la palabra, es, según creo yo, lo más importante. Soy de la opinión de que el lenguaje es por encima de todo lo que nos define. En primer lugar por su capacidad comunicativa entre nosotros, pues somos animales sociales. Pero también porque nuestra interacción con lo que nos rodea es también así un lenguaje. Al fin y al cabo nuestro propio pensamiento se articula como lenguaje. Así que si hemos de afrontar una transformación radical de nuestro pensamiento, de nuestra visión del mundo, de nuestra civilización y nuestro pensamiento, es el lenguaje el que debe ser el principal motor de cambio. Y en ese sentido, los escritores, los escultores de la palabra y de la imagen escrita, adquieren una importancia fundamental.
En cuanto al panorama actual de la poesía no soy ni mucho menos un erudito, ni lo pretendo. No sé siquiera si puede adscribirse Contragolpe en ningún tipo de corriente o escuela, y desde luego no es esa su intención. Aunque no me atrevería a generalizar en lo que se refiere a la actualidad de la poesía, sí creo que hoy por hoy predomina la teatralidad impostada de los recitales tipo slam y derivados, y el individualismo infantil y superficial del inmediatismo de las redes sociales. No obstante siempre hay voces más que interesantes en los márgenes, como las de Jorge Riechmann, Eladio Orta, Sara Prida Vega, Gsús Bonilla, Enrique Falcón, Maria Angeles Perez Lopez o Ana Gorría, por poner unos cuantos ejemplos.
¿Cómo ha sido tu experiencia editorial de la mano de La Tortuga Búlgara?
La labor que hacen Marco, Maria y el resto del equipo editorial de La Tortuga Búlgara es encomiable. Es extraordinariamente original traer a nuestro idioma los versos de lenguas tan poco transitadas por estos lares y, además, dar cabida a voces tan particulares y nada acomodaticias de nuestro panorama poético. La pasión y el cariño que ponen en su tarea es evidente, con ediciones cuidadisimas y un diseño que es una pasada.
Yo por mi parte no puedo menos que sentirme honrado y agradecer que nos hayan acogido tan bien a mi y a mi Contragolpe, que estamos encantados de haber encontrado acomodo dentro de su catálogo, tan catártico y revelador, al que invito a todos a echar un vistazo.