-Continta Me Tienes-

El libro de Sarah es increíble, está compuesto por partes que a su vez están compuestas por capítulos que a su vez cada uno se centra en una crítica social hecha desde un punto de vista feminista y es que desde mi punto de vista y como lectora puedo decir que Sarah se deja poco en el tintero, porque analiza todas las etapas y con ello la situación actual de las relaciones sociales, de la sociedad y de puntos de vista. Vamos, un libro que no os podéis perder. Y ahora vamos a ir viendo parte por parte.

En la parte de la infancia entramos en una ‘casa’ donde encontramos a una madre y a su hija en un semisótano enano en el que se vive siempre con prisa, para pasar a una crítica al estado de la vivienda en nuestro país, que ahora a los más jóvenes, a las familias, los niños no entienden qué pasa mientras tenemos más alquileres vacacionales que casas de alquiler y la vida nos ahoga. Pasamos con la niña a su ‘escuela’ para ver que el sistema es decadente, las escuelas infantiles son tan necesarias y tan precarias al mismo tiempo que da rabia. Que cuidan de los hijos de esta sociedad y a veces son personas las que los cuidan bajo condiciones de mierda. Pero ahí está nuestra protagonista navegando en su escuela, con su tranquilidad y su visión del mundo. Cuando la recoge la abuela y se van juntas a ‘casa de la abuela’ ese rincón del mundo de nuestra protagonista donde puede hacer un poco lo que quiera mientras pasa un rato con una de sus personas favoritas hasta que la abuela tiene un despiste y nuestra prota se sube a una ventana a ver las flores, y con ello pensamos en qué mundo estamos como para que nuestros hijos estén siendo criados por gente precaria y abuelos cansados que sienten que sus nietos son obligación. Hasta que llega nuestra madre y se lleva a la criatura al ‘parque’. Allí la madre y la hija disfrutan de un momento que debería ser eterno, el disfrute de la menor mientras la madre la vigila en la distancia. Y es esta parte donde nos permite entrar en que a veces nos molesta tanto la infancia, la inocencia, porque lo criticamos cuando no nos toca tan cerca si lo que deberíamos hacer es protegerla, y cuidarla porque infancia solo tenemos una.

Ahora damos paso a la adolescencia, y volvemos a entrar en ‘casa’ pero esta vez de un muchacho adolescente que está intentando explicar qué le pasa a la vida, mientras solamente está enfadado. Eso nos lleva a configurar de donde viene la adolescencia y como de complicada puede ser si no tenemos los medios suficientes para estar a la altura de nuestro grupo de amigos, o es el momento en el que se empieza a dividir entre gente que triunfará por los medios de sus padres y los que se lo tienen que currar. Y es que como sabemos la adolescencia es muy complicada. Demasiado a veces. Y es muy hostil, la verdad, eso lo sabemos ya todos los adultos que no querríamos volver ni en pintura. Y con ello paseamos por el ‘parque’: el protagonista de esta parte se tiene que llevar al parque a su hermano, y mientras en el grupo se tienen las dinámicas típicas de los primeros escarceos amorosos vitales podemos desentrañar que la adolescencia es una etapa difícil, donde empezamos a construir cómo seremos mañana, a crear vínculos, donde somos vulnerables pero empezamos a construir un futuro que será para todos incierto. Seguimos con la rutina diaria de ir al ‘instituto’ y aquí descubrimos que la adolescencia está superando a nuestro prota, que se auto lesiona, que no sabe controlar sus emociones, que se cree totalmente fuera de su piel… y es que la adolescencia también nos enseña que da miedo, nos emparanoia, es que el racismo, la misoginia. están a la orden del día. Y nuestra última parada con nuestro protagonista es ‘la casa de Carlos’: aquí nuestro protagonista se está comparando todo el rato con su amigo, la casa, la madre, la silla de escritorio, y esto le hace ir al baño a estar a punto de auto lesionarse y es que esta adolescencia doliente y frustrante en la que todo se nos viene encima y no podemos controlarlo y queremos ser adultos y no contar nada… es muy dura. Y como dice Sarah en la reflexión final de este capítulo: ojalá una adolescencia que nos enseñe a ser diferentes pero con sabiduría.

Ahora vamos con la juventud, y como siempre empezamos en ‘casa’ y aquí encontramos a una pareja de 25-30 años que se acaba de mudar a un piso minúsculo que les costará un ojo de la cara, y esto nos lleva al tema de la vivienda, a esa generación que está viviendo que una caja de zapatos salga el alquiler a precio de salario mínimo interprofesional. Que se especule con un derecho como es el de la viviendo mientras se lucran cuatro gatos y los demás vivimos ahogados. Porque tener 30 años y querer no compartir piso es de persona privilegiada, porque no tenemos los sueldos tan altos, porque no nos podemos comprar una casa, porque nos suben el IVA, las facturas de la luz son estratosféricas… pero sonríe, que vives en la gran capital del estado y tienes cuatro paredes aunque estas se caigan abajo. Y de la casa pasamos a ‘la oficina’ y es que para pagar una casa necesitamos dinero y muchas veces vivimos esclavos de trabajos precarios que mantienen nuestras casas y que nos permiten socializar un poco mientras vivimos siempre con el agua al cuello. Y es que en las grandes urbes encontramos que todo está preparado para gastar y ser productivos, y es que la rueda del capitalismo nos atropella a todas. Después de la ofi, llegamos al ‘bar’ donde después de un día de incesante trabajo gastamos el poco tiempo y dinero que tenemos en quedar con nuestros amigos allí, donde nos ponemos al día mientras el capitalismo sigue girando y manteniéndonos en una rueda fatal, a la vez que intentamos mantener activas nuestras relaciones sociales y nuestros amigos van tejiendo sus vidas, a veces sin molestar porque nadie tiene tiempo y nos enteramos de las cosas que les suceden tarde, y en esas redes de apoyo que mantenemos de telón de fondo vemos que la ciudad es un parque de atracciones del consumismo mientras nos va absorbiendo poco a poco. Y es aquí nuestra última parada de esta vida joven, ‘la ciudad’ nuestro escenario favorito, donde como hemos dicho anteriormente es un parque de atracciones: tienes que hacer la compra a las 12 de la noche, necesitas que alguien te traiga algo en un Glovo, que te lleven a casa… está todo preparado para que no pienses mucho y gastes a raudales mientras tu pobre vida pasa a velocidades de vértigo.

Y es aquí donde llegamos a la edad adulta, y a esa ‘casa’ nueva tras una separación y un nuevo status. En este capítulo analiza cómo son las relaciones adultas, en qué desigualdades se dan y el cómo afectan esas desigualdades a ambas caras de un divorcio. Y de ahí pasamos a la ‘oficina’ que gracias al nuevo rol que se adquiere con la separación, la edad y la jungla laboral nuestro protagonista de esta parte siente que va a ser reemplazado por no llegar a todo. Y es que es totalmente lógico, cuando siempre has triunfado a costa de pisarle el cuello con los cuidados no pagados a tu pareja, es fácil mantener un estatus laboral de trabajador del año, pero una vez que te tienes que poner al lío, ser una persona responsable de tu tiempo y de los cuidados, el odio es hacia esa pareja que ha decidido romper el status quo y no tuya por no saber cuidar. Y es que en este nuevo rol, con una custodia compartida, salir corriendo de una reunión para ir al colegio a por tus hijos hace que te venga un sentimiento de vértigo pensando que vas a perder el trabajo. Normal. ¿Cuántas mujeres tienen miedo de perder su trabajo por su jornada reducida, por tener que ir a por su hijo al cole? Y con este pensamiento nos vamos al ‘colegio’ donde el padre llega tan atropellado por el tiempo que casi se lleva a un niño por delante, y tras coger a sus hijos con los que no sabe confrontar, ni dialogar ni nada porque no está acostumbrado, se los lleva a una cafetería a hacer los deberes. Y es que a nuestro protagonista lo de comunicarse con los hijos no se le da bien, lo de tomar decisiones pensando en sus hijos tampoco y menos dialogar con su ex pareja en pos de sus hijos. Y es que cuando nuestro protagonista deje de mirarse el ombligo encontrará que en esta vida injusta hay que elegir: triunfar y no tener familia o tener familia y triunfar cuando se pueda. Que es lo que venimos haciendo las mujeres toda la vida, que parecemos las malas del cuento por querer triunfar, pero cuando hay una familia de por medio se nos hace difícil, que los hogares heteros no son equitativos. 

Y con ello llegamos al último capítulo de esta etapa que es ‘la cita’ donde después de una separación volvemos al mercado del amor. Y es que la cita va bien, y acaba en cama y esto nos lleva a la forma tan tóxica que tienen la mayoría de los hombres de relacionarse sexoafectivamente con las mujeres y como el no saber o no tener cualidades les hacen odiar. Y es que al ligoteo hay que ir con respeto, y sabiendo que no le vamos a gustar a todo el mundo y que algunas veces encontraremos a alguien más pronto y otras más tarde, pero los hombres tienen que dejar de culpar a las mujeres de su infelicidad, porque aquí cada uno se busca la suya.

Y con ello damos paso a la última parte, que es ‘la vejez’, y empezamos como siempre en ‘casa’ y la vejez nos pilla en una casa que no está preparada para nosotras, llena de recuerdos, con las penas guardadas en el corazón, con aburrimiento y hastío. Con un cambio de rol, de dejar de ser productivos en una casa que seguramente cada vez esté menos preparada para el paso de nuestro tiempo. Y con ello pasamos a ‘casa de la hija donde los hombres sentados en la mesa con los huevos bien calentitos hablando de sus mierdas mientras las mujeres están en la cocina y es en esta escena donde empieza a hervirte la sangre para terminar viendo como unos hijos egoístas no son capaces de ver más allá de sus necesidades diciéndole a su madre que deje de cuidar a su pareja para cuidar a sus hijos, básicamente. Y es que bastantes cuidados acarrean a sus espaldas las mujeres mayores, para que vengan los hijos a ser egoístas o que, de verdad, tenemos que pararnos a escuchar más a nuestras mayores, que aunque sean hijas de su tiempo tienen muchas cosas que aportarnos a las jóvenes. Las abuelas son necesarias, y muy revolucionarias. Y con ello, vamos a la ‘residencia’ a acompañar en una visita a su pareja de nuestra protagonista, que por cierto es una mujer, para seguir un poco con la revolución de la tercera edad, que es una realidad y es maravilloso. Y es que allí nuestra protagonista se encuentra con su pareja que vive en un estado senil y como siempre que tenemos a alguien cercano que podría estar sufriendo, hay un pensamiento muy humano de querer que deje de sufrir lo antes posible. Y en ese estado llegan los hijos de su pareja, que no saben que esa ‘amiga’ de su madre es en realidad su pareja y se quedan perplejos. Y es que en esta sociedad donde la tercera edad está puesta en la sombra, encontramos que son un pilar fundamental, de cuidados, de rebelión vecinal, de redes de apoyo…. Y es que tenemos que dejar de mirar a la tercera edad como algo inservible y empezar a darles el lugar que se merecen. Y es que con ello llegamos al ‘parque’ donde nuestra protagonista por fin va a coger las riendas de su vida, mientras el sol del invierno le da en la cara.

Con este viaje, Sarah nos permite ahondar en todos los rincones de nuestra vida con un pensamiento filosófico y feminista. Es un libro increíble, que no pararé de recomendar porque me ha atrapado, me ha encantado y creo que es muy necesario por todo lo que te hace reflexionar.

Mil gracias, Sarah, por este libro y a Continta por editarlo y enviármelo, ¡sois la caña!

Rut Alameda, directora de Altavoz Cultural

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