Tienes una obra de teatro y Suerte nos plantea que es un paradigma social por ser mujer en este capitalista misógino y patriarcal estado. Empieza contándonos que tiene un TCA y nos mete un poco en su existencia propia para contarnos cómo es todo lo que le ha llevado no desde el primer comentario de niña de que eres fea con siete años, alabando la paternal incluso a la violencia corporal expuestas solo por nacer y ser leídas como mujeres.

Es una obra de teatro ligera durante un poquito más de una hora y creo que es muy necesaria porque habla desde un punto de vista que creo que todas las que a día de hoy estamos cerca de los 30 podemos sentirnos muy representadas e incluso personas más mayores pueden sentirse que han habitado esas mismas circunstancias .

Todas hemos sido Suerte en monólogo en algún momento y creo que es lo bonito y además utiliza un lenguaje muy actual que creo que también es muy necesario, puesto que deja un poquito el lenguaje poético antiguo teatral para hacernos partícipes, en un monólogo para contarnos una cruda realidad con balde sonora de Estopa.

Y es que en el momento en el que escribo estas líneas, cerrando después de haber salido del teatro y haber sentido toda la energía de Suerte, de su protagonista, de todos los del recovecos de su historia, no sé si volveremos a tener la suerte en la escalera de Jacob cuando salgan estas líneas, lo que sí espero es que vuelva a Madrid, sea donde sea que esté, que vuelva Barcelona, que vuelva a todos los rincones de España, como hablar con ella porque creo que su monólogo tiene un peso muy necesario actualmente y que necesitamos representar nuestras vivencias desde otro punto de fiestas artísticas como puede ser el teatro.

El feminismo va llegando poco a poco al teatro y va surcando los tableros, nos va dejando muestras tan insaciables, tan bonitas como Ya nunca tengo hambre. 

Rut Alameda, directora de Altavoz Cultural

Entrevista a Suerte

 ¿Qué te llevas del público madrileño? ¿Cuál ha sido el feedback que has recibido?

El público madrileño es súper súper generoso. Como actriz, y siendo además un monólogo a público, las reacciones de platea son esenciales y en todas las funciones en La Escalera de Jacob la conversación con el público ha sido constante. Es maravilloso que el público se entregue tanto y decida confiar, darme la mano y dejar que los lleve a través de la historia. Después de cada función, desde que estrené la pieza en Barcelona hasta las últimas funciones aquí en Madrid, siempre he recibido mensajes ya sea de amigas ya sea de personas desconocidas donde me cuentan que Ya Nunca Tengo Hambre les ha atravesado, que ha puesto palabras a cosas que les pasaban pero que todavía no entendían. Es un privilegio que mi obra pueda interferir de alguna manera en la vida de las espectadoras, aportar algo a su camino. Es por eso que me dedico al oficio de contar historias, para generar algún impacto en lo íntimo, y estar consiguiéndolo es un sueño. 

¿Con qué retos te has cruzado a la hora de llevar la obra del papel al teatro? 

El máximo reto al que creía que me iba a enfrentar mientras escribía la obra hace tres años era si iba a poder ser actriz sobre una historia que había escrito yo misma y que hablaba de mi herida. Es decir, si iba a ser capaz de ejecutar la función cada noche sin hacerme daño a mí misma. Sin embargo, el hecho de que el proceso de creación durase tres años ha ido a favor. En el momento que tuve que empezar a trabajar la interpretación había pasado el suficiente tiempo como para que yo estuviese en otro momento vital, con las heridas sobre las que había escrito ya trabajadas, y poder ser solamente actriz y hacer un proceso creativo para poder disfrutar de las representaciones. Y así ha sido. Cuando salgo de hacer función es el público el que está compungido por la historia, no yo, y eso es imprescindible para poder hacer mi trabajo. 

¿Cuál crees que es la escena que te ha sido más difícil de ejecutar como dramaturga? 

La escena del principio de la obra en la que la protagonista da la bienvenida al público y cuenta una anécdota en tono stand up. Mi objetivo era que el público se relajase y se abriese para que luego entrase la parte dolorosa. En esa escena la escritura es desorganizada, con muchas subordinadas, muchos paréntesis dentro de paréntesis dentro de paréntesis…como los pensamientos que está teniendo el personaje en ese momento. No fue tan difícil de escribir como sí lo fue de interpretar. Tardé meses en encajar bien todas las piezas de esa escena en la interpretar. Es una escena difícil, pero cuando sale fluida es muy divertida, el público se ríe mucho. 

Después de estar en «La escalera de Jacob» ¿cuales son los próximos planes para «Ya nunca tengo hambre»?

Pues justamente el 19 de abril, el sábado de semana santa, vamos al Palacio de Congresos de Jaca, mi ciudad. Es bonito poder volver al sitio donde empecé a actuar con mi obra. Las personas que hemos huido de nuestros pueblos para poder desarrollarnos en libertad en algún momento sentimos la necesidad de volver al lugar donde todo nació. Es cerrar un círculo de alguna manera, y además con una obra tan personal y que me expone tantísimo…Me hace mucha ilusión poder contribuir al tejido cultural de Jaca y ojalá poder servir de inspiración para alguien. Ojalá la Suerte de 15 años que todavía vivía en Jaca hubiera visto esta obra. Estoy nerviosa, no te lo voy a negar, pero va a ser un paso importante en mi camino profesional y personal. 

¿Cuales son tus próximos proyectos a corto, medio y largo plazo?

Con respecto a mis proyectos de ficción a medio plazo no puedo decir mucho todavía, pero estoy trabajando en un proyecto muy muy guay para una plataforma y tengo muchísimas ganas, porque estoy pudiendo hablar de temas que no he explorado a través de Ya Nunca Tengo Hambre. Mi objetivo es seguir llevando Ya Nunca Tengo Hambre a todos los rincones de España, antes de escribir mi próxima obra de teatro, que hablará de la relación madre-hija.  

Deja un comentario