-Amor de madre-

Con una voz omnipresente entramos en acción presentándonos a nuestra protagonista que atrapada en el pueblo donde nació que es un pueblito pequeño interior de A coruña está dando un paseo porque está agobiada por no saber qué hacer y sentir que no vale para nada, prácticamente y que ve que el tiempo se le echa encima cuando oye un maullido.
Y esta es la premisa de la que partimos y como un gato en un coche nos va presentado a varios vecinos del pueblo. Maruja que se dedica a pasear porque su familia piensa que tiene potestad para quitarle el coche porque es demasiado mayor y un accidente de tráfico que guarda una historia de como la tercera edad intenta hacer entrar en vereda a un párroco nuevo que es un ladrón y que se piensa que sus feligreses no importan. Una familia madrileña sin pueblo que llevan veraneando allí varios años por sentirse de algún lado con una hija adolescente y otro a las puertas que piensa que ha engañado a sus padres por hacer la comunión por la Nintendo Switch. Aparece Silvia la mejor amiga de la infancia de nuestra protagonista que llevan 10 años sin hablarse por un beso que no se sabe si fue correspondido o no. Ánxela es por sorpresa la nueva amiga de nuestra protagonista, otra mujer joven perdida entre oposiciones y encerrada en su pueblo que recientemente ha llevado al a empresa del pueblo de transportes a junta municipal para llevarse un susto de muerte al comprobar que se iba a jubilar el dueño y venderlo a una multinacional con sede en Madrid que seguramente no sepa cómo funcionan las carreteras entre aldeas gallegas y la necesidad de sus vecinos. Y llegamos al grupo de chavales del pueblo que como siempre tienen unas dinámicas super chungas entre ellos y son la mar de violentos. Pero en ese grupo, hay dos amigos de toda la vida que se echan de menos y que su vida está a punto de cambiar pero que necesitaban tener la conversación más importante de su vida hasta ahora.
Y es en los pueblos pequeños donde los equipos de dirección de gobierno más trampas hacen y como pasa en este pueblo en nuestra Españita hay bastantes. Y el alcalde que solo quiere ser feliz después de todo el caos y como esta historia nos sirve para presentarnos que la juventud está teniendo problemas de agotamiento y expectativas. Y luego llegamos al dueño del coche que es un joven camionero que parece ser que ha tomado muy malas decisiones en esta vida, como meterse a esa profesión que a psar de que sea familiar no termina de llenarle y que llega al coche con nuestra protagonista y Anxela para verificar que el gato está bien y que es porque tiene un hueco de una pieza que se le cayó y que hace que los gatos se metan en su coche pero que normalmente salen corriendo cuando oyen las puertas del coche.
Y esta agradable historia de una vida rural entrelazado por un correctísimo gato al que le encanta el fiambre, pero le hace tener unas digestiones pesadas conocemos a unos agradables vecinos que tocan temas tan importantes como el feminismo, la amistad, el duelo, el amor y la precariedad.
Un libro muy ameno que os hará pasar un rato y que no puedo dejar de recomendar.
Rut Alameda, directora de Altavoz Cultural
Entrevista a Sara Riveiro

¿Cómo nace la historia detrás de ‘Hay un gato’? ¿Cómo ha sido el proceso de creación de esta obra?
La historia detrás de “Hay un gato” no tiene ningún tipo de misterio, me gustaría fingir que se me ocurrió de la nada en un alarde de originalidad, pero la verdad es que me pasó algo parecido hace unos seis o siete años. Un día, volviendo a casa, me encontré con un gato atrapado dentro de un coche y decidí quedarme a su lado hasta que apareciera el dueño.
En ese momento, al margen de la preocupación obvia por el éxito de la cuestionable operación de salvamento, no dejaba de pensar en lo teatral que era todo, tener a una persona esperando, anclada a un gato y a un coche, que iba interactuando con personajes secundarios que venían, hacían algo y se iban. Me gustaba la idea de coger ese esqueleto para jugar con diferentes historias, creando personajes, tramas y subtramas que fueran jugando con la (in)acción principal.
Durante cinco años, esta idea se quedó en la nevera. Cada cierto tiempo volvía a retomarla, creaba algún personaje más, daba algunas pinceladas, pero no me puse a escribirla en serio hasta que me llegó la propuesta por parte de Amor de madre.
Soy consciente de lo poco común que es que una editorial venga a ti, en vez de tener que ir tú detrás de ellas hasta la extenuación, y me siento muy afortunada por haber recibido esta oportunidad, pero también me alegro de haber estado rumiando esta historia durante tanto tiempo que cuando llegó el momento perfecto yo tenía algo relativamente sólido que ofrecer.
En esta obra entrelazas la vida de varios personajes para contarnos temas de cómo el feminismo, la precariedad y sobre todo la amistad, que es uno de los temas más importantes de la obra ¿Porque has elegido estos temas en concreto y cómo fue para ti escribir estas escenas que se entrelazaban?
A la hora de crear a los personajes y sus historias me inspiré en la gente que me rodea y me ha rodeado toda mi vida. No tenía una lista de temas o “nichos” que tocar, simplemente escribí sobre las cosas que me afectan a mí y a la gente a la que quiero.
Si en la novela tienen un peso importante el género y la clase es porque estoy rodeada de mujeres talentosísimas que se tienen que enfrentar todos los días al capitalismo y a la misoginia. No podía no hablar de la precariedad laboral cuando la mayor parte de mis amigas pasan de los 25 años y siguen viviendo en casa de sus padres. Era muy importante para mí reflejar esas realidades y trasladar esas frustraciones.
La amistad es también un pilar fundamental de la novela porque es lo que nos salva de esas injusticias. Al final, toda la novela gira en torno a la comunidad. Desde la trama principal, que nos habla de una protagonista que se siente muy sola y acaba recibiendo ayuda de un montón de personas distintas, hasta cada una de las tramas secundarias, en las que vemos a personas que están pasando por momentos complicados y necesitan que alguien les eche una mano y les saque del bucle.
En ese sentido, conectar las tramas y los personajes se acabó convirtiendo en una especie de juego y una broma interna conmigo misma. No tenía un corcho lleno de hilos, pero sí tenía muchos esquemas de quién era nieto de quién, quién había ido a clase con la hermana mayor de quién y quién había coincidido un día en la biblioteca. Quería que todos los personajes, en mayor o menor medida, tuvieran algún tipo de relación, porque al final, eso es lo más representativo de vivir en un pueblo, esa idea de que todo el mundo se conoce entre sí y todo el mundo te conoce, formando una red a tu alrededor que dependiendo de tu estado de ánimo puede convertirse en un apoyo o en un agobio.
¿Cuál era tu intención como autora de no nombrar a la protagonista, pero sí nombrar al resto de participantes de la obra?
La protagonista, o como la llamo cariñosamente “la chica”, era el personaje más complicado de toda la historia. Al principio, cuando todavía no tenía claro ni desde qué perspectiva escribiría el libro, era un personaje mucho más sólido, que cargaba con todo el peso de la narración y contaba en todo momento cómo se sentía.
A medida que fui trabajando los personajes secundarios, me di cuenta de que me parecía mucho más interesante que la chica fuera, como el propio gato, una excusa para contar otras historias. Al final, el protagonista de la novela no es ni la chica, ni el gato, ni el coche, sino todo un pueblo lleno de gente muy distinta pasando por diferentes etapas y procesos.
Quería que cualquier persona pudiera sentirse esa chica perdida en la vida que no sabe muy bien qué es lo que tiene que hacer. Y también quería que el público fuese conociéndola poco a poco, a través de sus interacciones con otra gente. Por eso, me parecía interesante que no tuviera nombre.
El resto de los personajes son fáciles de conocer, todas tienen un capítulo entero dedicado a contar su historia y explicar qué les pasa y por qué son así, pero la chica no. La chica va dejando miguitas, si quieres conocerla y entenderla, tienes que quedarte hasta el final, con ella y con el gato.
¿Qué es para ti lo más importante para poder escribir una buena historia?
Algo que he tenido que aprender a la fuerza en el proceso de escritura es que para crear algo tienes que poder aburrirte. Tienes que tener tiempo y estabilidad emocional y mental como para coger una libreta y decir “me apetece hacer algo”.
En mi cabeza, divido mis etapas en “modo supervivencia” y “modo creativo”, como si fuera un videojuego. Cuando estás en modo supervivencia, tienes que ir lidiando con las cosas a medida que te llegan y vives apagando fuegos para poder salir adelante. Esto es aplicable a épocas mucho estrés en el trabajo, compromisos, exámenes, cursos, problemas familiares, crisis, fechas de entrega…
El modo creativo llega cuando puedes pararte a pensar. Cuando estás relajada, no hay monstruos acechando y la prioridad ya no es solo sobrevivir, sino vivir. Cuando empecé a escribir esta historia llevaba años pensando en ella, sin ningún tipo de presión más que las ganas de que algún día, si hubiera suerte, saliera adelante. Esa fue para mí la clave, entender que es imposible crear cuando estás en modo supervivencia y tener la suerte de poder aburrirme y cogerlo con ganas.
¿Has tenido alguna banda sonora que te haya acompañado? ¿Cuáles han sido tu inspiración para escribir esta historia?
Hay una playlist entera de más de nueve horas en Spotify que igual comparto algún día, pero puedo adelantar que está llena de artistas que hablan de tener una relación complicada con su lugar de origen, el mundo entero y su propia identidad.
Hay muchísimo Noah Kahan, porque sus canciones, a pesar de que hablan de su experiencia concreta creciendo en un pueblo de New England, describen a la perfección ser adolescente y estar enfadado y con todo y con todos y darte cuenta años después de que gran parte del problema estaba en tu cabeza, y esforzarte por hacer las paces con el mundo.
Hay muchas canciones de Lorde también, que tienen este punto de tener veinte años y estar confusa y sentir que ni has empezado a vivir y ya lo has hecho todo mal.
Hay artistas gallegos, por supuesto, como Fer, The Rapants, Grande Amore o Ataque Escampe, que comparten un estilo de melodías alegres con letras agridulces que creo que encajan mucho con lo que es la novela.
También hay mucho Taylor Swift porque al final soy una chica de veintitantos años y no soy ajena a sus encantos, aunque vaya en jet privado. Todas tenemos contradicciones.
¿Estás actualmente escribiendo otro libro? ¿Cuáles son tus próximos proyectos?
¡No! No estoy escribiendo absolutamente nada, aunque sí estoy apuntando muchas cosas en notas del móvil que igual dejo macerar durante cinco años hasta que se acaben convirtiendo en algo.
Mi próximo proyecto es estar tranquila. Salir del modo supervivencia y aburrirme hasta volver a tener ganas de hacer algo y pasármelo bien haciéndolo.