Noviembre 2025

Por Daniel María

ME MUERO, TE QUIERO, Perla Zúñiga

Blatt&Ríos, 144 pp., 14,50€

Después de leer el prólogo de Mariano Blatt, donde narra el contexto de escritura de este libro –el primero y el único que Perla Zúñiga fue consciente que escribiría, pues el cáncer iba consumiendo su tiempo y su energía–, pensé que no tendría fuerzas o ánimo para continuar el viaje, porque me sentía afectado por una emoción que me desbordaba, pese a que deseaba conocer a Perla, ir con ella a los espacios donde fue feliz y donde sintió que la fiesta, aunque estaba a punto de acabar, seguía siendo una celebración. Y que el cuerpo, con todas sus fatigas, nos contiene enteras, con nuestro resplandor intacto. Sin embargo, el título de la primera parte me arrancó una sonrisa inesperada y me situó en una calma sanadora. Perla había pensado en mí –es decir, en sus lectoras– como pensó en su entorno durante aquellos últimos meses. Y quiso aflojar la vivencia con un gesto de cuidado, que es tan generoso como el viaje literario que propone. Ha sido una lectura difícil y luminosa. Ha sido una lectura potente e incluso arrolladora. Bastaría con que hubiera sido literatura. Pero fue magia.

LEMEBEL SIN LEMEBEL. POSTALES AMOROSAS DE UNA CIUDAD SIN TI, Juan Pablo Sutherland

Alquimia Ediciones, 115 pp., 14€

El hilo de comunicación entre Sutherland y Lemebel es una llamada de teléfono que no terminará nunca, aunque hayan colgado los aparatos y se haya difuminado el rastro presencial de un cuerpo que sigue ardiendo. Sutherland es una joya de la literatura chilena actual (lean ya su Papelucho gay en dictadura y sus Grindermanías). Aquí nos entrega un híbrido feliz, un cántico de postales amorosas que, en su brevedad, parece no dejar nada en el tintero. Recuerdos sobre lo vivido, lo escrito y lo caminado conviven con la crónica de lo acontecido en una «escena literaria nacional» donde sus palabras y presencias incordiaban (lo siguen haciendo) desde el alboroto sublime de ser auténticas y arrasar con el fuego de la disidencia y la nocturnidad. Este «artefacto de cariño», como lo define el propio Sutherland, es una de las muestras más cercanas y cálidas a la figura de Lemebel, a su energía y su rastro de carmín. Y es también una narración marica y fraternal, un manifiesto político y una línea del tiempo, como las llamadas telefónicas. Como la venganza y los besos.

AUNQUE ME EXTINGA, Sofía Crespo Madrid

Candaya, 112 pp., 15€

Las fronteras no destruyen nuestros cuerpos. Las despedidas no hacen desaparecer nuestros cuerpos. La burocracia no logrará negar nuestros cuerpos. Un cuerpo vivo es siempre un presente que migra. Un cuerpo que sueña es siempre una posibilidad de refugio, de encuentro y de proyección. Un cuerpo que escribe, a lo largo y ancho de sus vivencias y sus dolores, con lo que queda atrás y lo que encuentra en el camino, es un cuerpo que narra, que origina memoria y que nos muestra los cuerpos que no queremos olvidar. El cuerpo, allá o acá, en el papel y en el agua, es una duda que late, que cuestiona y, por supuesto, que denuncia. La rabia mastica palabras, la inteligencia las escupe, la emoción las convierte en poemas. Este libro es literatura porque es un cuerpo, porque Sofía, en su instinto de aguacero y de poeta, salvó el fuego para que lo bebiéramos. Eso tiene ir siempre a favor del baile, que todas las canciones hablan de amor y de las amigas. Una poeta inmensa.

 

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