-Caja de rebajas-

Es oficial; es hora de hacer un repaso a lo que ha ocurrido este año. Echando la vista atrás, ha sido una absoluta locura. No tiene sentido que hayan pasado tantas cosas en tan poco tiempo. Pero, a decir verdad, es que no he parado. Ni literal ni figuradamente. Así que, vamos a hacer un repasito a lo que ha sido mi 2025 para poner todo en contexto:

EL FIN DE LAS PRESENTACIONES DE ‘INCENDIO

Algunos aquí ya lo sabrán, seguramente muchos de vosotros hayáis estado o bien participando o bien presenciando lo que fue Incendio y lo que significó para mí. De verdad, no tiene ningún tipo de sentido. En enero y febrero todavía coleaban un par de citas que estaban programadas para terminar de presentar este fanzine colaborativo cuya idea fundamental y mayor atractivo se basaba en hacer un cómic en veinticuatro horas. Las bases para esos tebeos se dieron a las diez de la mañana de un sábado y los cómics terminados se entregaron a las diez de la mañana de un domingo. Bastante loco.

Incendio tuvo lugar en agosto de 2024 y la cosa estuvo muy enfocada a ferias y presentaciones durante el otoño y el invierno de ese año y de lo que tocaba en 2025. A las últimas citas ya prácticamente no venía nadie. No es normal que un fanzine cuente con quince o dieciséis fechas de presentaciones y ferias. Es algo completamente anómalo. Pero, no sé, me lo quise tomar en serio. El grupo que se formó fue de cerca de doce personas para hacer el fanzine. A día de hoy guardo muy buena relación con personas que estuvieron ahí y a las que les tengo un especial cariño.

LLEGA ‘EL VAMPIRO

De repente, se hizo de día. Explicar con palabras lo que supuso ese Salón del Cómic de Valencia para mí es casi imposible. Después de unas presentaciones de Incendio que perdían cada vez más el interés, llega por la puerta grande mi primer cómic largo en editorial y distribuidora pequeña-mediana; el tebeo se llama El Vampiro. Llego a Valencia y conozco a Domingo, un torbellino. Una persona nerviosa y agitada que choca frontalmente con mi forma de ser apaciguada y mansa. Estamos los dos muy contentos, ilusionados y con ganas de reventar la feria. Queremos acabar los ejemplares que haya, venderlos todos.

Nuestra primera hora es por la tarde, comemos en un restaurante chino cerca del sitio y entramos al Salón de Valencia. No soy nadie, no he hecho nada en la vida, pero tengo un colgante mágico que me permite entrar y salir a voluntad por algo por lo que yo pagaba quince pavos. ¡Es una locura! Me creo un dios entre hombres, una especie de ente imparable. El primer día, Domingo me deja en mi hotel y me voy a cenar solo, con mariposillas en el estómago y cierta incertidumbre, porque vendimos más bien poco, pero el sábado siempre es el día grande.

Y así fue. No recuerdo las cifras exactas y, realmente, son anecdóticas, pero lo que sí recuerdo es que hubo que ir a por más ejemplares. De hecho, el domingo hubo que llevar más aún. ¡Lo habíamos conseguido! ¡Éramos los putos amos del cotarro! Con el pecho hinchado me acerco a información porque, según parecía, al ser autor, la organización puede ser que me pusiera taxi para ir a la estación del ave. Bof. Un taxi gratis. A mí. Eso era un triple que no entró y al final tuve que cogerlo por mi cuenta. 

Cuando llego a casa, reventado, no puedo borrar la sensación de imposibilidad de mí. La idea de que soy alguien importante por haber hecho un tebeo.

Ahora me río yo solo mientras escribo eso.

PREVIA A FANZIMAD 2025

Poco después del Salón de Valencia tuve que volver para presentar El Vampiro en el Fnac de Valencia, el que está en todo el centro. Allí volvía yo, triunfador. Salieron unos cuantos y me lo pasé muy bien con todo el mundo. Así que seguía en mi nube.

Dos semanas después, aproximadamente, ocurría el TBOMIC en Ugena, muy cerca de donde vivo yo. Se trata de una feria muy muy pequeñita organizada por la biblioteca local. Era y soy un flipado, pero creo que a veces tengo puntos buenos y, si quieres que el tebeo crezca, estas iniciativas hay que apoyarlas. Obviamente no vendí ninguno.

FANZIMAD 2025

Llega la camba. Posiblemente una de mis chambas favoritas del año. El baile inolvidable. Fanzimad, contigo empezó todo. En 2024, tenía ganas de mi primera feria de toda la historia de la humanidad, y me tiré un triple mesopotámico al Open Call de Fanzimad. Yo tenía editadas cuatro cosas, pero me las apañé para colarme.

En 2025, después de todo el revuelo de Incendio y lo que ocurría con El Vampiro, llegué a Fanzimad sintiéndome imparable. Un misil tierra-aire con destino el ojete de Netanyahu. Era mi momento. Llovía como llevaba lloviendo dos meses en Madrid, pero a los fanzineros y a su público nos importaba más bien poco. 

Fue arrollador. Pero, esta vez, a diferencia de las fechas previas, no estaba solo. Silvia, mi pareja, estaba conmigo. Los Davides, Jorge Puche y Belén, Javi (CMYKrtist), Penny Melgarejo y una miríada impresionante de autores arrolladores hicieron que Fanzimad me abriera los ojos y me sacara de mi ensimismamiento; las ferias no molan por vender mucho, que te conozcan mucho y te hablen mucho. Las ferias molan porque vienen todos tus amigos. Porque todo, todo, es mejor con compañía. Y todavía mejor si la compañía es la mejor que uno puede pedir.

Aun así, en ventas no me fue muy allá y yo no me había enterado todavía de que las ferias molan por lo que molan, así que se me pinchó un poco la burbuja del putoamismo, pero salí con el corazón calentito.

LA FERIA DEL CÓMIC DE MADRID

Ahora sí que sí. Esto explota. Repasad un poco lo que he contado. Me creía Jesucristo por haber vendido ¿60 copias en cuatro días? Vale. Sumadle estos dos hechos:

-De una manera totalmente rocambolesca, me cuelo y me consigo firmas para sentarme en stand de Tomos y Grapas unas horas a lo largo de toda la feria.

-Domingo y yo tenemos firma conjunta de chiripa el sábado todo el día.

Nadie, absolutamente nadie, esperaba lo que ocurrió en Matadero. Mis expectativas eran más humildes, no esperaba arrollar y, además, ya empezaba a notar el cansancio. Llevaba desde enero haciendo movidas casi todos los findes, mi casa la pisaba para notificar que aún seguía vivo y poco más y la cosa no iba a detenerse; de hecho, solo acababa de empezar.

El viernes y el domingo, mis firmas en solitario, fueron bastante tranquilas. Pero el sábado fue una barbaridad. Acabamos todos los cómics que había en la caseta. Hablamos de que habían llevado una cifra muy exuberante para tratarse de un tebeo de dos mendas irrelevantes. Yo me marché a mediodía, Domingo y sus libreras tuvieron que pedir ejemplares al stand de Tomos y Grapas y, aun con todo, Domingo se marchó antes porque ya no había más. Arrasamos.

La burbuja se volvió a hinchar, pero me di cuenta de que realmente eso era parte del trabajo; estaba agotado. No me lo había pasado especialmente bien salvo por la inercia del curro, la ilusión de ver que tu obra convence tanto y por algún encuentro rápido. Vaya, ahí empecé a entenderlo un poco más, aunque todavía no estaba todo claro.

EL SALÓN DEL CÓMIC DE BARCELONA Y ANA MARÍA DE SOTO

Mi despertar.

Bien. Imaginad que sois una persona normal que ha crecido con El Rubius y este tipo de gente. Los ves en sus vídeos y te ríes, son prácticamente amigos tuyos. Al final, pasas mucho tiempo con ellos. Un día comienzan a hablar del E3 o de Tomorrowland y al principio no sabes qué es eso. Poco a poco te vas enterando de cositas. Un día, El Rubius sube un vídeoblog hablando de su experiencia en el E3 o en Tomorrowland y dices: ‘Niño, ahí quiero ir yo’. Ahora imagina que te dedicas a hacer música/videojuegos de forma profesional y vas a estrenar tu movida en ese evento del que has oído hablar durante años a gente a la que respetabas y, ¿por qué no? Incluso querías.

Eso me ha ocurrido a mí con Ana María de Soto y el Salón del Cómic de Barcelona. Años y años con esa mística, con una fama de salón grande, del más relevante del país con diferencia. Y de repente me planto allí con Silvia. Le consigo una entrada, pero el resto de días tuvimos que pagarla (a pesar de estar yo acreditado como autor). Viene Sergio, el dibujante de Ana María de Soto, conozco a Zerkkal y a Rubén de Weird Cómics, me reencuentro con Harrypatos, amigo de hace tiempo. Y de repente el salón se convierte en una cosa que sucede de fondo.

El viernes tengo que salir del salón para ir a la única presentación que ha habido de mi última novela, Yongüein’s Massacre, en un bar a una distancia considerable. Estuve rodeado de amigos, hablando de vísceras, sexo y brutalidad. Fue muy, muy divertido. Después, tocó cena y el sábado acabamos en una boda, por algún motivo (no voy a elaborar).

Las firmas se suceden sin demasiada repercusión. El lugar estaba medio vacío. El sábado por la tarde aquello era un descampado. Una imagen bastante desangelada, también porque coincidieron manifestaciones y un partido del Barça. Pero, salvo por la pequeña decepción de descubrir que ese Salón de Barcelona que parecía omnipotente se asemejaba más a lo vivido años previos en la Héroes Comic Con en Madrid, fue uno de los dos mejores viajes de este año.

HE PERDIDO LA CABEZA TOUR

Me arrodillé ante la locura.

Mi vida era una nube. Iba levitando allá donde se me necesitaba. Me sentía una estrella del rock. Era Bon Jovi en sus años buenos (si es que eso ha existido). Así que, en un alarde de vanidad, decido crear un cartel que contenga todas mis fechas hasta verano, con un claro punto y final.

Las fechas abarcaban desde mediados de abril hasta mediados de junio. Días entre semana, fines de semana completos, ferias de autopublicación, presentaciones y charlas, todo eso mezclado con la maravillosa rutina y una vida personal que no tiene nada que envidiarle a las Kardashian.

TOLEDO CÓMIC FEST Y VIÑETALCÁZAR

Quizá las dos de las tres ferias más chulas a las que he ido durante el HPLC Tour. La primera por el enclave y el ambiente. Liamos una bastante gorda para meternos doce personas en un garito de Toledo a intentar comer sin reserva, pero tenemos un mánager excelso (un saludo a David). Fue una de las mejores experiencias del Tour. La segunda, el Viñetalcázar, fue igualmente disfrutable, pero tuve que ir solo. No pasa nada, porque al final me relaciono bien, cosa que mi yo de hace diez años vería imposible. Es una de las ferias de autoedición que mejor cuida y trata a sus invitados. Una visita obligada.

JORNADAS DEL CÓMIC DE VALENCIA

Se formó la gosadera.

Creo que hemos llegado a la síntesis, al punto en el que yo comprimo en mi cabeza todo lo experimentado hasta el momento y entiendo varias realidades fundamentales: ni eres tan importante, ni las ventas tampoco, ni nada vale tanto la pena. La feria fue una excusa. Llegados a este punto, el ritmo era infernal. No entendía nada, pero estaba en una inercia que yo mismo me había buscado.

Nos plantamos en Valencia Silvia y yo, pero esta vez viene Domingo a recogernos porque habíamos quedado con él. Nos enseña cómo es su día a día. Nos lleva a lugares preciosos y decadentes, nos cuenta cómo es la vida. Entiendo mejor a Domingo. Aprendo cosas porque es un tipo muy sabio y experimentado. Entonces nos quedamos Silvia y yo a solas porque tenemos que llegarle al hotel, previo paso por la playa. Nos preparamos y rumbo a las firmas. Recuerdo muy poco más, aparte de saludar a Sheila o a Joel, con el que en este punto ya empiezo a trabar una relación de amistad más seria. Pero de lo que sí me acuerdo es de la riquísima cena en ese argentino. Vídeo en La Segovianita.

Belén y yo llevábamos unos días planeando una visita sorpresa de ella y de Jorge a Valencia para vernos y darle una sorpresa a Silvia. Le cuento una milonga a Silvia que no sé ni cómo me las apaño, pero ella es terriblemente inocente y confía en mí hasta puntos insospechados. Cuando aparecen Belén y Jorge por la puerta se pone tan contenta que algo hizo clic en mi cabeza; si no es así, no quiero más de esto. Si no es con amigos, con Silvia, con los míos, no quiero más. No por nada, sino porque, siendo francos y crudos, para ese momento a lo mejor llevábamos gastados 1500€ entre billetes, comidas y hoteles. Aunque venda todo lo que tengo que vender, he perdido dinero. Que, vamos a ser también claros con esto, nadie me ha obligado a ir y lo he hecho de manera voluntaria. Tampoco me he metido en hacer tebeos para ser rico, pero vamos a intentar que, al menos, no me cueste la pasta. El caso es que es allí, en esa cafetería de ambiente cutrón, donde entiendo de qué coño va todo esto. 

Los tebeos hay que hacerlos porque uno quiere hacerlos. No hay que pensar en publicar, ni en aceptar cualquier cosa, ni en escribir lo que sea para permanecer en la rueda. Tienes que hacerlo porque quieres, porque tienes algo que contar. Que merezca la pena o no es tan subjetivo que no le dedico ni diez segundos a pensar en ello. Y, por supuesto, si vas a ferias debes mantener el respeto siempre hacia el lector. Ellos, aunque no son tus amigos, son de los tuyos. Compran lo que haces porque creen en ti, porque la obra puede gustarles a ellos o a alguien que conocen. Hacen un sacrificio por tus paranoias mentales. Lo mínimo, creo yo, es ser accesible y agradecido. Pero, la realidad, es que si una vez me levanto de la mesa y miro a mi alrededor y no hay nadie, si no está Silvia, nada de lo que haya vendido habrá valido la pena.

Creo que fue ahí donde todo esto surgió en mi cabeza y entendí mucho mejor todo lo que había ocurrido hasta entonces. Asumí que la gente que tenía y tengo a mi alrededor es lo que importa. 

El resto de la feria fue genial, disfrutamos todos mucho y lo único que lamenté fue que no estuvieran los Davides y Javi para pasar un buen rato. Dejé de echar cuenta a lo que firmaba.

LA VUELTA A LA NORMALIDAD

Digamos que una vez acaba esta tercera visita a Valencia, acaba lo gordo del He Perdido La Cabeza Tour y solo quedaban un par de cosas que ocurrieron y alguna que se canceló. Creo recordar que mi última presentación fue como presentador de un tebeo de mi amiga Carolina Corvillo en Pastrana, Guadalajara. A partir de ahí, me fui aclimatando lentamente a la tranquilidad de nuevo. Quizá suene extraño, pero, al principio, fue un disfrute, aunque con el paso del tiempo me empecé a aburrir.

CRISIS EN CEREBROS INFINITOS

Ya me planto en septiembre, ¿vale? El verano me ha dejado mucho tiempo libre para pensar y plantearme mis movidas de la cabeza. Y, de golpe, me planto en septiembre y veo cómo todo lo que he construido se desvanece; ya no me interesa lo que hago. Miro mis obras con desdén e incomodidad, empiezo a pensar que no he hecho nada mío, nada que no sea una especie de encargo o un peaje a pagar. Fui muy cruel internamente. Sentí que había despegado los pies del suelo, que me había distraído mirando el dedo que apunta a La Luna. Sí, las ferias son importantes. Sí, publicar mola mucho. Sí, pasar esos ratos con gente a la que quieres es de lo mejor que hay en esta vida. Pero si al final del día te sientas a escribir y piensas: ‘Es que esto no es lo que quiero hacer’ es que hay algo que estás haciendo terriblemente mal.

Me tomé mi tiempo para escribir a ciertas personas y notificar que mi rumbo artístico debía cambiar. Hay ciertas licencias que puedo permitirme, puedo aceptar aún hacer cosas que por iniciativa propia no haría, pero se acabó la necesidad de publicar. No quiero entrar en esa rueda, no quiero formar parte de una maquinaria que devora obras en favor de unos pocos billetes gastados. A partir de ese momento decidí que había que trabajar en contar las historias que quería contar, a mi manera y a mi ritmo.

ANTOLOGÍAS

Una de las licencias que puedo permitirme, porque son historias breves que me exigen mantener el boli caliente, son las antologías. Me apunto a las que me ofrecen y me meto en otras por voluntad propia. Historietas o relatos, me da un poco lo mismo, de hecho, al tener tantas posibilidades de temática y formato, me garantizan variedad y la posibilidad de experimentar con ciertos ámbitos que no se me habían ocurrido o que había abordado de otras maneras. Es lo que he estado haciendo desde que empezó septiembre, mientras los dossieres que tengo pendientes con varios dibujantes llegan a buen puerto, aunque la cancelación de Anguleme ha sido un batacazo.

ACTUALIDAD

Ahora mismo he vuelto a la narrativa. Estoy avanzando con paso firme en la que será mi primera novela larga, si todo sale bien. Mi primer acto tras decidir que lo que quiero hacer es contar lo que me apetezca en cada momento ha sido volver a la narrativa, donde me siento completamente libre. La soledad, los ritmos, la independencia. Ahora lo valoro mucho más.

Antes de cerrar el año he participado en varias presentaciones, charlas o eventos, pero diría que la que más me ha podido impactar, por el momento personal de darle muchas vueltas a las cosas, ha sido la Madrid Comic Summit. Es un evento de mucha teoría e ideas sobre el cómic en España y tuve la suerte de participar como ponente presentando Fanzimad 2026. Es loco, ¿eh? Dos años después de entrar con cuatro grapillas y tebeos prestados, me cuelo en la presentación. Son de esas cosas surrealistas que me han ido sucediendo que ya no tienen sentido, pero que me divierten mucho.

BALANCE FINAL

Esto es todo lo que he publicado este 2025. Todas las obras que veis aquí, ya sean mías al 100% o antologías, han sido muy bonitas y me han aportado cosas que sin ellas no habría conseguido. Faltan el Pizza #1, que ya no tengo, y el Malfario #8, donde participé con Jorge Puche. Pero, eh, por fin tengo la Metal Hurlant en mis manos, que es una absoluta sobrada.

Diría que esto es todo. Quizá me he dejado nombres importantes en el tintero, momentos que se me hayan podido olvidar y cosillas varias, pero creo que lo fundamental os lo he transmitido; para mí este 2025 ha sido un año de aprendizaje, de despertar del sueño de hacer cómics y ver el mercado de primera mano. A nivel personal ha sido un año muy extraño y por momentos dedicarme a hacer tebeos ha sido lo que me ha mantenido cuerdo.

No sé qué será de mí en 2026, pero creo que el primer semestre se dedicará a mover cositas, poner el foco en alguno de los tebeos que este año no han podido tener su hueco (1521: La batalla de Villalar) y poquito más. Quizá dentro de un año tengáis alguna noticia guay sobre mí o quizá la guerra termonuclear nos haya pillado de lleno. ¿Quién sabe? De momento, mañana tengo que ir a trabajar.

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