Susanna Barranco

-trampa-

   Lana en la garganta es una congregación de artes entregada por las manos de la talentosa Susanna Barranco: una artista total, una autora rotunda, poseedora de ciertas sombras mágicas que la siguen allá por donde escribe. Dedicada al universo audiovisual, delante y detrás del filtro, esto es, desde la figura de la actriz, desde la mirada de la productora y desde la cabeza de la directora, Susanna reúne en su plasticidad creativa múltiples colores, texturas y sonidos para tallar su poesía.

   Un prólogo de David Viñas, basado en la potencia de la universalidad de la autobiografía como forma de expresión, que da la clave esencial de la obra en cuanto a método y resultado, abre la puerta al castillo de las hazañas literarias de Susanna Barranco. Acompañada por tres madrinas: Sylvia Plath, Virginia Woolf y Alejandra Pizarnik, cuyos nombres se disponen sucesivamente en el espacio destinado a la función introductoria de los respectivos bloques (Lana; Ovillo; Garganta / de doce poemas cada uno) que conforman estructuralmente la obra. 

   Tres imágenes fotográficas cuya protagonista es la anatomía corporal despiezada por partes según necesidades argumentales del tramo correspondiente ilustran el recorrido de esas secciones con la belleza más pura de lo natural, lo sugerente, lo íntimo, lo intransferible. Una cita final abrochará el libro al acabar los poemas: el maestro Stefan Zweig habla del dolor como parte fundamental del viaje, como condimento, como integrante necesario del camino. Será la nota retrospectiva ideal para un poemario levantado sobre la herida y sus formas más rutinarias -también la bella, también la útil, también la orgullosa-. Descubramos a Susanna Barranco.

   Lana

La cita inaugural de Sylvia Plath nos re-une en torno a un sentido amplio de amor con la misma estrategia de absorción de experiencias y vidas ajenas alrededor, material para construir luego la literatura desde la (auto)biografía. 

Iniciamos nuestro viaje delante de una pregunta imprevisible, terriblemente inesperada: “¿A qué huele un caracol lejano?”. En este primer poema hallamos la huella de la primera coordenada, en el Barrio Chino de Barcelona -veremos que Lana en la garganta no solo es un poemario eminentemente autobiográfico en vivencias y mensajes sino también en localizaciones, desde Barcelona hasta Almería, por cuestiones de familiares y de amistad (es decir: familiares)-. La casa de una abuela que nunca conoció -de ahí el olor a caracoles y la confesión de que jamás fue capaz de comerlos- nos empuja hacia la relación con la primera imagen/fotografía: un caracol sobre un vientre. Es un primer poema que extiende el fuerte componente cotidiano e íntimo de la obra.

Un cigarro, una mano continúa la secuencia y juega con la evocación de imágenes externas, aparentemente muy ajenas o alejadas, que fomentan comportamientos y reacciones llevados al terreno personal (erotismo, filias…). La mención a “ese actor argentino de peli de finales de los 90” es una primera muestra del imaginario/bagaje artísticocultural que recorrerá el poemario de Susanna en cuanto a material de cine, teatro, literatura y más referencias y “paisajes”. Desde ahí saltamos al título de Mozart para el siguiente poema: es una gran peculiaridad que refleja la doble dimensión de esto que estamos comentando en torno al binomio cotidianidad-zonaje sociocultural, veamos: 

Mozart es el nombre para la calle en la que se ubica el suicidio de una amiga que saltó desde el balcón. Este texto es, por cierto, de lo mejor del libro: precioso y brutal. El siguiente responde al título de El 24 -autobús hacia su infancia / recorrido de antaño y emociones que le despierta a flor de piel-. El próximo está dedicado “a mi yaya Natalia”, por lo que perpetúa este recorrido tan personal para comenzar cada uno de los poemas (acaso el segundo es el más “impersonal” en datos autobiográficos más allá de la experiencia de la imagen del actor y el deseo…).

Baja levemente y paulatinamente desde ese primer poema de dos páginas la extensión de los textos. Esto alcanza su máximum en Negra habichuela, que es el más breve junto con otro que vendrá después (La nota), y que coincide con el séptimo poema de la primera docena de esta parte, cruzando el ecuador de la sección y poniendo justo ahora una segunda imagen que cierra esta subetapa -y que tiene que ver con este poema dedicado a los veranos de su infancia-.

El siguiente dialoga con el primero porque salta a los ojos como primera línea la ubicación locativa como base: se trata de un poema dedicado a Pescadería (Almería). Después llega Bozales, que conversa con Ser huracán y Negra habichuela en términos de naturaleza como entorno especial y enlazado al cuerpo, especialmente al de la infancia, como las eses perdidas de esos veranos, circunstancia que aquí se repite como un entrañable mantra. 

En un poemario atravesado por el cuerpo y fotografiado hallamos en La nota la confesión en torno a aquel dibujo infantil de un culo para llamar la atención del chico deseado. Por su parte, como tremendo contraste de tonos, Cruzar dedos está dedicado “a las mujeres enlutadas que buscan compañía” y termina de presentar, junto con la familia, los lugares cardinales y el arte, el último pilar discursivo de la obra: la denuncia y la reivindicación hacia figuras femeninas y colectivos afines (lo veremos durante nuestro recorrido: mujeres enlutadas, presas, poetisas…).

Cierra esta primera parte de Lana Animal acuático: funciona como nacimiento, como salida al mundo desde la madre-agua (contiene algunas imágenes explícitas y viscerales que también iremos descubriendo como forma del lenguaje de Susanna durante toda la obra, muy bien dosificadas) y nos regala el último retrato del cuerpo -dorso/costillas desnudas, abdomen, un lateral de piel, incluido el pelo caído por detrás…-, tan poderosa como todas.

   Ovillo

La cita inaugural de Virginia Woolf nos habla del ejercicio de escribir poesía como forma de establecer una comunicación constante de una voz con otra (con el lector, con uno mismo). El primer poema de Ovillo: Serendipia es importante por dos motivos que se introducen claramente como elementos clave del resto del poemario: el lenguaje y los hijos (la maternidad ya no vivida como hija, sino ahora como madre). Es una segunda parte muy equilibrada en extensiones de los textos.

Serendipia consiste en una mágica escena madre-hijo en la que él le ha enseñado a ella el significado de la propia palabra ‘serendipia’ y podemos observar el hermoso metajuego respecto de ese sentido de hallazgo y la emoción de ser por un momento alumna del hijo a través del milagro comunicativo del lenguaje. Será en el segundo poema de esta serie donde insertará Susanna una rareza para el conjunto de la obra: una cita encabezadora en lugar de una dedicatoria. Es de Edward Hopper -el poema se llama Hopper- y su texto tiene que ver con el desarrollo de la máxima “La respuesta a todo está en el lienzo”., que tan efectivamente acompaña nuestro camino lector por las páginas de la obra.

De algún modo retoma el concepto sensual entre los amantes y el juego con la luz y los planos artístico-eróticos. Continúa jugando con Cartografía y el sentido espacial para definir y definirse por fuera y por dentro. Ya en el siguiente -El tacón, uno de los más geniales de todos los que componen Lana en la garganta– estalla la rutina de madre, sobre todo con ese credo salvado marcado en cursiva: “El tacón me salva de la dictadura del pañal”. 

Le sucede Orquídea y une este estallido de maternidad con el componente de naturaleza esparcido antes. Justo después llega la primera imagen de la serie Ovillo: unos pies. Observamos varios juegos con las bebidas hasta alcanzar un siguiente poema que tiene que ver con los gatos (y proyecta otra vez la intimidad personal y sus rutinas y compañías -hijos, familia, animales-). Su tono es agridulce, ciertamente en este y en muchos: Susanna no es una “poeta de la felicidad ni de la alegría”, su voz es más bien melancólica y feroz a veces. En el siguiente peldaño (Insoportable) estalla el amor hacia el otro, hacia la pareja. Resulta muy interesante porque sigue siendo punzante y directa incluso cuando es tierna e intencionadamente agradable.

Avanzamos en el binomio naturaleza-amor en los siguientes poemas y destacamos la mención en otro referida a haber leído “a un autor del este de Europa” como continuación a aquella mención al actor argentino de la primera parte. Le encantan estas conversaciones internas a nuestra poeta. Progresa firme la naturaleza en La jarcia y se suma la siguiente imagen de un torso con cabeza incluida de un maniquí, la primera de dos imágenes muy pegadas ahora porque tras el siguiente poema ya recibimos la siguiente y última imagen perteneciente a Ovillo: tras el poema Ojal llega la fotografía de unas manos vinculadas a la tierra, sosteniendo en sus palmas una especie de fruto-fósil (entroncado con el sentido de hallazgo que se mantiene presente, intacto, en esta parte de la obra desde su inicio gracias a aquella Serendipia.

Sobre el lienzo de este poema estiramos el elemento zapato y también el elemento maniquí (destartalado). Componentes maravillosamente conectados con el aterrizaje del último poema de la segunda serie: Terciopelo azul, donde se asume reconocida una “poesía de víscera” y se arroja una imagen de “hermoso perro moribundo”, que se cuela en sus sueños como el tren, la piedra, como diana invertida frente a la belleza deseable de otras cosas (el mismo terciopelo azul, claro). En este texto nos detenemos en resaltar la agilidad de la sucesión de versos que maneja Susanna con ritmo alto y la potencia de estas imágenes que ya hemos adelantado y que hieren, pinchan, son angustiosas, algunas graves… Todo un deleite complejo para los sentidos.

   Garganta

La cita de Pizarnik versa sobre elegir el lugar de la herida (en el que hablar de nuestro silencio). El primer poema de esta última serie, Amado junco, arranca directamente con el personaje de la madre (Susanna se lo dedica a sus hijos). Es un poema largo de dos páginas que nos recuerda al primero del libro, entre otros, precisamente por la manera de abrir el espacio concreto de esas respectivas etapas de la obra.

No es, sin embargo, la única similitud con el comienzo de la primera parte: en lugar de preguntar directamente desde el título, nuestra poeta juega a distanciar la pregunta hablando de contexto, en el que destacan los zapatos, el beso por primera vez y la casa como elementos importantes del conjunto ya tratados y que ahora emergen de nuevo entre otros que ejercen de atrezzo de segundo orden. Acompaña esta dimensión tan gráfica, explícita, la primera imagen de la serie (como la del caracol acompañaba rápido el primer poema de la primera serie también) -¿uno de sus hijos? tumbado en una postura de casi-ovillo sobre una superficie. Una de las imágenes más genuinamente, sospechamos, personales del libro-.

Esta tercera y última parte de la obra muestra una mayor diversidad formal, a lo largo y a lo ancho del texto, ocupando los espacios, márgenes y fronteras. En el epicentro de esa ambiciosa configuración ocurre el siguiente poema, el culmen del erotismo: Polvo cósmico, rey de su ámbito en imágenes, intensidad, escena… De los mejores poemas del conjunto, en su totalidad. Desde allá saltamos a la rutina pura identificada en Hago listas, que representa un amanecer y comienzo de día en términos de orden, manías y hábitos también anclados al descubrimiento y la exposición de quién se es.

Cumple como estupendo antecedente al poema cuarto de la serie, homónimo de la obra: Lana en la garganta. Sus versos tratan sobre el inexorable paso del tiempo y su medida reflejada en nuestro cuerpo y sus procesos -estamos ante uno de los poemas que mejor refleja el elemento corporal en cuanto a terreno extraño e impresionante-. Es acompañado por la segunda imagen de la serie y la única que no retrata persona ni cuerpo, sino un paisaje marino con rocas, tan apropiado. 

No parece baladí que justo el siguiente sea Cala Higuera. Construido en torno a preguntas y una reflexión constante sobre una cohesión más o menos honda de la maternidad, el proceso, el parto, mediante escenas complejas y fuertes, moderadamente oscuras, apuntando -y apuntalando- la idea de que no es este un poemario de color de rosa.

Continuamos esta línea sin soltarla con ¿Pozo?, que multiplica el efecto pregunta y el efecto profundo. No obstante, es de esencia erótica, esparcido sobre el cuello de una mujer, un ingrediente, el erótico, que nos permite cerrar doblemente la secuencia que se inició con Polvo cósmico. 

Mucho tiempo después Susanna retoma la gracia dedicatoria y profiere un “A todas las personas con las que compartí camino” en el siguiente poema, Un reloj sin agujas. Esto a su vez conecta dos puntos: la dedicatoria tan “colectiva”, solo similar a la expresada a su familia de Pescadería en la primera parte del libro, y la extensión del tema del tiempo de nuevo hacia una experiencia y un retrato muy personales y frescos.

Sigue Lagartijas mezclando lo cotidiano, la naturaleza salvaje que se cuela en la vida y un sentido peculiar del amor y su erótica de amantes. Su sucesor es, a nuestro juicio, uno de los últimos puntos álgidos de la obra: se llama Brillo y está dedicado “a las presas de Brians I” y en él vemos a la Susanna más social y contundente en su poesía, además de observar una de las maniobras formales/visuales con los versos más originales y distintas de toda la obra. 

Los tres últimos poemas de esta tercera etapa final llamada Garganta responden a: Erotismo del hematoma, que representa el culmen erótico-sensual de la obra y lleva engarzada la última imagen-foto del libro, que resulta ser también la más sugerente: piernas desnudas cruzadas tumbadas. Podríamos decir que por suma, por acumulación, esta tercera parte es la más erótica-sensual y carnal de la obra, la más “adulta” en contenido y presencia muy frecuente del sexo, el cuerpo deseado y el propio como canal y fuente de placer. El segundo de este trío en forma de epílogo poético es Sudar silencio: poema nocturno con muchas reminiscencias de todo el conjunto en cuanto a elementos y componentes repetidos, a saber, muslo, araña, sábana, amante… Uno de los más ambiciosos en léxico e imaginario, muy potente en su resultado definitivo. Finalmente llegamos hasta Poetisas, que ahonda en la autodescripción y la autoconciencia como mujer-poeta (y mujer-animal: desde mujer-gata, mujer-pez, mujer-yegua, mujer-leona, hasta mujer-perra y una que algún día se creyó pájaro). Es el poema total para cerrar este viaje tan íntimo y personal hacia lo universal, un viaje increíble, impresionante, que recorre el tiempo vital en esas personificaciones animalizadas desde la adolescencia hasta la maternidad.

   Lana en la garganta perdurará en la memoria artística de forma indefinida. Susanna Barranco se corona como una virtuosa artífice de la poesía más implacable. Le deseamos todo lo bueno en su camino por tantos escenarios enriquecedores. Felicidades a trampa por su fantástica edición para una digna hija de su casa.

Altavoz Cultural

Entrevista a Susanna Barranco

Bienvenida, querida Susanna, a Altavoz Cultural. ¿Cómo surge Lana en la garganta desde su primera idea de proyecto literario? ¿Cuándo y cómo te pincha en la sien ese clic que te hace ponerte manos a la obra?

Lana en la garganta nació gracias al juego de dar forma a lo secreto desde el cuerpo, gracias a mi profesión de actriz. El nombre del proyecto apareció durante un ensayo de teatro en el que la directora nos pidió expresar el primer pensamiento que nos viniera a la cabeza, después de estar más de una hora danzando por el escenario. Fue en ese momento cuando dije de forma lenta y pausada «lana en la garganta»; supe, inmediatamente, que sería el título de mi próximo poemario. Aunque en aquel momento todavía no había empezado a escribirlo, alguna cosa hermosa había empezado a gestarse.

Fue en pandemia cuando empecé a desovillar en el papel la lana que habitaba en mí. El poemario nace de la imperiosa necesidad de reencontrarme con mis raíces. Lo he vivido como una proyección de futuro, gracias al reconocimiento de dichas raíces. Compartía con mi hijo Amat la escritura en diferentes partes de la casa, en esos momentos de intimidad madre e hijo inventé historias en forma de poemas para aferrarme a algún relato, para llenar los huecos familiares y encontrar nuevas maneras de explicarme. La fantasía y el realismo biográfico me acompañaron en este viaje que fue la creación de Lana en la garganta.

Te acompañan tres madrinas literarias colosales: Plath, Woolf y Pizarnik introducen las respectivas tres partes de la obra desde los mismos conceptos del amor, la metapoesía y la herida. ¿Qué reparto, qué distribución, en cuanto a sus porcentajes, considera Susanna Barranco que hay de cada uno de estos tres elementos en su poética, en su forma de entender la escritura lírica?

El hecho de que las tres citas que preceden a cada parte del poemario, Lana, Ovillo y Garganta, sean de tres mujeres no es para nada casual, quería que fueran las voces de mujeres poetas a las que admiro. Tres mujeres que mostraron, desde una visión poética particular, la disconformidad con la vida que les tocó vivir, las tres fueron suicidas. Soy una mujer muy vital, pero existe un punto de conexión muy fuerte con su trágica y delicada poesía, con sus pensamientos, con sus palabras que expresan la visión del mundo que tenían estas poetas.

Sylvia Plath habla de amar a la gente. Para desarrollar el trabajo que realizo, más allá de la poesía, en el teatro, en el cine, es necesario nutrirte de la gente, de sus experiencias, de su sensibilidad. Cuando escribo poesía disfruto observando desde el vuelo de un pájaro hasta una mujer mayor tirando la basura, y son todas esas experiencias las que nutren a mi poesía. Antes de ponerme a escribir o subirme a un escenario necesito saber que estoy siendo honesta conmigo misma para poder transmitir mi verdad. La poesía de Plath muestra una honestidad desgarradora con la que me identifico, así como con su poesía confesional con la que expresa detalles íntimos sobre su propia vida.

De Virginia Woolf admiro la capacidad de imaginarse nuevas vidas y nuevas muertes, también toda la filosofía que nos muestra en sus escritos para hablar de aspectos intangibles fuera de la moral establecida. Woolf habla desde el propio hecho de escribir. Para mí es vital la idea de reflexionar siempre desde dónde escribir y cómo hacerlo. Estoy en constante cuestionamiento conmigo misma respecto a lo que escribo antes de entregarlo a los lectores.

Alejandra Pizarnik habla de la herida y desde un punto de vista conceptual es probablemente su poesía con la que más me compenetro. Esta idea de escribir que te permite hablar desde tu propia herida, esta idea de «la poesía, no como sustitución, sino como creación de una realidad independiente —dentro de lo posible— de la realidad a la que estoy acostumbrada.» Hablar desde el amor o desde el dolor teniendo tu herida como punto de partida no es suficiente, la poesía debe generar nuevas imágenes desde donde explicarnos nuestras propias heridas.

De entre toda la serie de temas que proyectas desde la intimidad hacia la universalidad, la maternidad y sus aristas es sin duda, ya desde la dedicatoria, uno de los más fundamentales en este recorrido poetizado. ¿Cómo ha sido para ti trabajar ese proceso de expresión de algo tan entrañable?

Lana en la garganta expresa un impulso vital que tiene que ver con la escucha de uno mismo, y, por tanto, con el encuentro de la voz – mi voz interior –, la más íntima y honesta. Trasladar las propias inquietudes al poema transformadas en inquietudes compartidas a partir de la imaginación. Hablar sobre temas íntimos requiere un ritmo pausado, una cocción a fuego lento.

El poemario es una constatación del amor hacia mis hijos, pero también una reivindicación como mujer, más allá de la figura de la madre. En Lana en la garganta hay un poema, “Amado Junco”, dedicado a mis hijos Amat y Jonc; ahora bien, hay otro poema titulado “El tacón”, donde podemos leer los siguientes versos:

Cuando los niños nacieron

me repetía este mantra:

El tacón me salva de la dictadura del pañal.

El tacón me salva de la dictadura del pañal.

Como si llevándolos

pudiera ver el mundo

desde otra perspectiva.

Desnudarse en el momento de la soledad de la escritura, sin juzgarse, escribir a partir de una sensación, de un nudo. Buscar la belleza en las palabras. Podría decir que el proceso de escritura de este poemario ha sido una alquimia entre el desabrigo y la imagen poética.

Presas y poetisas, entre otras. La figura de la mujer es, en un paso más allá de la figura de la madre, la gran protagonista de Lana en la garganta. ¿Cómo valoras la situación actual para las creadoras y, especialmente, para las escritoras? Por otro lado, ¿qué le aporta tu visión escénica a tu poesía?

Como creadora todos los proyectos que he ido trabajando durante los últimos años, ya sean teatrales, audiovisuales o literarios, se han centrado y han tenido el objetivo de poner a la mujer en el centro de interés, esta manera de crear y reflexionar es la manera que siempre he querido plantearme, puesto que estas temáticas como mujer y como artista me suscitan un gran interés. Hablar de las mujeres con toda su complejidad, más allá de la figura de la madre o más allá de la mujer complaciente a ojos de la sociedad que nos objetualiza. Por suerte, a día de hoy descubrimos mujeres artistas que rompen con este paradigma y muestran a través de su arte discursos disidentes y alternativos.

Centrándome en el mundo literario, más concretamente en el mundo de la poesía, existen mujeres poetas a las que admiro mucho, como Blanca Llum y Olga Novo. De todos modos, no debemos bajar la guardia y debemos seguir reivindicando un espacio en donde la voz de las escritoras sea escuchada y leída.

Mi poesía está de manera natural contaminada de todas las artes en las que participo poniendo mi cuerpo, mi voz, ya sea en el teatro o en el mundo documental. Esta hibridación me enriquece y me permite observar la vida y el mundo desde diferentes perspectivas. Algunos fragmentos de vida que escribo en forma de poesía podrían ser una fotografía instantánea, del mismo modo que en la mirada de un testimonio de un documental hallo poesía, porque en definitiva no hay nada más poético que lo profundamente humano.

¿Qué planes promocionales confesables tienes a corto y medio plazo en torno a dar a conocer Lana en la garganta? Asimismo, ¿cómo consideras que conversa su aparición con el panorama poético-editorial?

Después de un trabajo de más de dos años y medio Lana en la garganta ha sido publicado con gran delicadeza y amor gracias al acompañamiento de mis estimados editores de Trampa Ediciones. Publicar hoy en día es un milagro, pero el pasado día 11 de mayo se presentó el poemario en Barcelona, en el conocido Club Ocaña, lugar emblemático de mi ciudad y a 50 metros de donde nació el poema que abre el libro, “A qué huele un caracol lejano”. Acompañada de autores, editores y artistas hablé del proceso creativo de Lana en la garganta, también canté y recité.

Estoy trabajando en la presentación de una pieza teatralizada, convirtiendo la palabra escrita en palabra dicha, la palabra poesía en música, la palabra secreta en vivencia compartida, acompañada de música electrónica y acústica. Voz, música e imagen audiovisual se unirán para dar vida escénica a Lana en la garganta.

Tenemos pensado venir a presentarlo a Madrid y está en marcha la publicación en catalán, mi otra lengua, para finales de año con Edicions Tremendes. 

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