Ana Geranios

-Piedra Papel Libros-

Hay libros que entran pisando fuerte, que arrasan a su paso. En este caso, “Un verano sin vacaciones. Las hijas de la Costa del Sol” viene a dar una bofetada y plasmar una realidad. Porque las voces como la de Ana Geranios deben ser escuchadas y compartidas para conocer otro punto de vista totalmente diferente y real de lo que es trabajar y vivir en una población turística con el sector servicios petándolo por todas partes.

El libro se divide en tres partes: la primera nos muestra en forma de diario lo que es un verano trabajando en Puerto Banús, donde nuestra protagonista hace un registro de sus vivencias, reflexiona y escribe como terapia en el verano del 2019; la segunda corresponde a una nota de la autora para reafirmamos que tiempo después nada ha cambiado, desde que ella escribió ese diario; pasamos a la última parte, donde encontramos un ensayo sobre el trabajo hostelero y cómo es vivir en una ciudad que se alimenta del turismo. Un ensayo que nos da que pensar, nos permite tener un debate y conocer desde dentro una realidad que se vive en la Costa del Sol pero que seguramente podemos extrapolar a cualquier sitio vacacional.

Porque a veces hay que abrir melones y este Verano sin vacaciones lo hace, porque Ana Geranios también nos nombra los colectivos que trabajan para conseguir derechos dentro de estos trabajos tan precarizados y explotadores, abriendo el abanico para conocer un poquito más en profundidad el mundo de la hostelería y el turismo, así como su relación. Porque leyendo su ensayo vas a sentir rabia a raudales y vas a querer quemarlo todo, porque no hay punto ni acento que debatirle a Ana.

No tengo más que añadir: espero que os haya gustado esta reseña y espero que podáis conocer más a Ana con las siguientes preguntas. Gracias a Piedra Papel Libros por siempre estar al quite y sacar estas auténticas joyas.

Rut Alameda, directora de Altavoz Cultural

Entrevista a Ana Geranios

Fotografía de Pilar del Puerto

Bienvenida, querida Ana, a Altavoz Cultural. ¿Qué debe esperar alguien que aún no haya leído Verano sin vacaciones. Las hijas de la Costa del Sol y tenga curiosidad por acercarse a él? ¿Cómo fue su proceso creativo desde cero, desde ese primer estímulo a partir del cual te planteas desarrollar la historia?

¡Hola! Ante todo muchas gracias por la acogida y el cariño a todas las que hacéis posible Altavoz Cultural y gracias también a las lectoras. Estoy muy contenta de pasar por este medio y que hayáis querido contar conmigo para conocer un poco más de lo que hay detrás de esta publicación.

Para quien no lo conozca, le puedo contar que realmente son dos libros, dos relatos que hablan de lo mismo: la vida de las personas que vivimos en lugares arrasados por el turismo. Todo comenzó un verano en el que me contrataron en un restaurante de Puerto Banús. Yo vivía en otra provincia y recuerdo que llegué a mi pueblo, a 4 kilómetros del restaurante, el mismo día a escasas horas antes de empezar la primera jornada de trabajo. Como he vivido mucho tiempo fuera y he vuelto también muchas veces, tenía la costumbre de avisar por redes sociales cada vez que aterrizaba en mi casa, para que mis amistades supieran que ya estaba cerca y poder vernos. Ese verano también fue así, minutos antes de empezar mi camino a un trabajo nuevo escribí «Hola» y lo publiqué. Al día siguiente sentí el estímulo de publicar otro mensaje, y así se sucedieron las jornadas. Llegó un momento en el que me di cuenta de que quería escribir todos los días, construyendo así las crónicas de una camarera que trabaja en la Costa del Sol. Es por eso que la creación de este relato en forma de diario, Verano sin vacaciones, fue espontáneo, nacido simplemente de la necesidad de contar y compartir las situaciones que me rodeaban en el trabajo, sin ninguna pretensión. 

El libro, tan personal como un diario, tan crítico como un ensayo, trabaja por igual con raíces y documentación para crear un ecosistema expresivo tan propio como atractivo. ¿Cómo ha sido ese trabajo de recapitulación de vivencias, aprendizajes y testimonios para confeccionar una obra que representa a tantas personas y denuncia situaciones que resultan ciertamente empáticas?

Soy periodista, y aunque actualmente no me dedico a esta profesión debido a la dificultad de acceso al mercado de trabajo, es una práctica que llevo conmigo siempre. Investigo y pregunto en mi vida cotidiana, no me separo de mi libreta ni de mi cámara de fotos. La curiosidad nunca me abandona y estoy siempre atenta a lo que sucede en mi entorno.

En este caso, el diario me sirvió para anotar hechos, experiencias y anécdotas que de otra forma no hubiera podido recordar y tener presentes como parte de mi vida durante ese verano de camarera. Me dediqué a mirarlo todo con extrañeza, a dejar de naturalizar las características vitales y laborales que se nos asigna a las trabajadoras de hostelería, como no tener vida en verano, tener turno partido, no cobrar las horas extra, no descansar, etc. ¿Por qué todo eso se nos ha presentado siempre como «lo normal» o «lo que hay»? ¿Quién ha establecido eso y por qué le hacemos caso? Gracias a cuestionar todo lo que iba recopilando, de compartirlo a través de las redes, me di cuenta de que éramos muchas las que no  estábamos de acuerdo con que esa era la vida que nos había tocado vivir. Además, llevo mucho tiempo charlando con amigas sobre este tema, preguntándoles cómo se sienten, qué les gusta y qué no de vivir en un pueblo que se dedica completamente a servir a quien viene de visita. Al final de ese verano, cuando dejé de trabajar, autoedité el diario para compartirlo de una forma que me parecía mucho más bonita y cercana, en papel. Cuando la editorial Piedra Papel Libros me mostró su interés por que formara parte de su colección, les pedí unos días para contextualizar el relato fragmentado escribiendo un prólogo. Ese texto dio lugar a un ensayo en el que necesité rebuscar entre noticias, hechos, investigaciones y datos para demostrar que todo ese diario se corresponde con una realidad común. De ahí nace Las hijas de la Costa del Sol. Para mí este libro es una obra coral, ya que se basa en las vidas de muchas y representa la realidad de prácticamente la totalidad de la sociedad que habita en una de las regiones más turística de este país.

¿En qué momento dirías que se encuentran a tu alrededor los colectivos y las formaciones que están luchando por recuperar la estabilidad de los derechos en materia de precariedad y abuso laboral? ¿Qué acciones concretas se están llevando a cabo y cómo crees que puede contribuir la Literatura a esa búsqueda de reivindicación social?

Confío en la literatura y la autoficción como mecanismos de mostrar la realidad y acercarla a cualquier comunidad. Los artículos en prensa en ocasiones están sesgados, y muchas veces lxs periodistas no pueden tomarse el tiempo de profundizar, y ya no hablemos de las comunicaciones engañosas de la mayor parte de la clase política. Para mí la literatura puede aunar hechos comunes con experiencias particulares (de eso precisamente es de lo que se nutren nuestras vidas) y hacerlos llegar al público como una realidad. Existen otros ejemplos, novelas como Proletaria consentida, de Laura Carneros o Gozo de Azahara Alonso y el ensayo Vivir peor que nuestros padres, de Azahara Palomeque, relatos que explican la realidad de una generación a través de la experiencia vital y las reflexiones de sus protagonistas. 

A nivel asociativo, creo que las kellys han sembrado precedente y el resto de trabajadoras de la hostelería deberíamos también unirnos y posicionarnos para mejorar las situaciones de todas, acabar con la explotación de nuestros cuerpos, el expolio de nuestro tiempo y entorno, y tener la vida digna que nos merecemos. Existen colectivos que denuncian la turistificación en muchas ciudades de todo el país, pocos lugares han conseguido salvarse de este monocultivo arrasador que es el sector servicios. Confío en que somos muchas las que ya no queremos sucumbir a estos trabajos que no cumplen con lo establecido en los convenios, así que podemos juntarnos y cambiar la cosas.

¿Cómo ha sido tu experiencia editorial con Piedra Papel Libros? ¿Qué puntos fuertes destacarías de esa relación frente a la experiencia de la autopublicación?

La experiencia ha sido fantástica. Araceli y Juan son dos personas con criterio, muy profesionales y que aman la divulgación de textos necesarios que se sitúan en los márgenes. Es la primera vez que una editorial se interesa en publicarme de manera individual, y desde el primer momento la relación ha estado basada en el cariño. Hemos estado muy pendientes las unas de las otras, nos hemos aconsejado, acompañado y dejado el tiempo y el espacio necesarios para crear. Para mí es una relación basada en la escucha y los cuidados, tanto de las personas como de la letras, así que me siento muy afortunada. El proyecto de autoedición fue una experiencia muy bella que recomiendo, ya que tienes que hacerlo todo, desde elegir los colores y el gramaje del papel, el formato, las tipografías, editar y corregir, la portada también vender… Al trabajar con la editorial, el libro se convierte en algo compartido, cosa que enriquece mucho la obra, y además, al tener circuitos de distribución, se posibilita que el libro llegue a más gente. Esto me ha parecido fundamental para mi texto, ya que nos interpela a muchísimas personas de diversos territorios. Llegar a ellas ha sido una suerte, y que todas compartamos lo relatado en este libro me parece una manera de darle un empujoncito a la movilización de las trabajadoras y la puesta en común de nuestras demandas. El motor de la lucha está no se frena.

Piedra Papel Libros tiene un catálogo que considero necesario para conocer temas y experiencias muy potentes que van rescatando con mimo, textos con valor de contenido más allá de la comercialización de la industria del libro. Es una editorial independiente que acaba de cumplir diez años, que no para de investigar, indagar, publicar y acudir a diferentes ferias y eventos donde los libros, la poesía y los fanzines que construyen y dan voz a las diferentes revoluciones cotidianas, históricas y futuras, son los protagonistas. 

Para terminar, nos encantaría que nos recomendaras un libro que de algún modo sientas que ha influido en tu escritura de Verano sin vacaciones, una canción que quizás podría ser una buena BSO para poner de fondo a su lectura y, por favor, una frase que contenga la obra que te guste especialmente por algún motivo. Enhorabuena y mucho éxito, Ana.

Me encanta esta pregunta triple, allá voy:

Recomiendo Tentativa de agotar un lugar parisino, de Georges Perec. Aunque no considero que mi diario se parezca a esta obra publicada como libro en 1982, hay algo en la forma de contar sin juicio del escritor que pasó a formar parte de mis maneras de escritura cuando lo leí. Ese posicionamiento me hizo poder relatar, en muchas ocasiones, lo que estaba viendo sin entrar en el juego, adoptar una mirada de extrañamiento que generaba preguntas, tanto a mí como a quien lee el diario. Me parece, además de un estilo literario, también un posicionamiento vital interesante para entendernos como personas y también para entender el mundo. Perec es el escritor que más amo y admiro.

En cuanto a lo musical, recomiendo Casa Carreras de Vera Fauna, un grupo sevillano que aborda en alguno de sus temas el trabajo precario y el turismo en los barrios que antes eran nuestros. Pero voy a añadir una más, ya que me costaría no hacer alusión a Qué tendrá Marbella de Los Chunguitos, banda sonora casposa que alude al tipo de relaciones que se establecen en los lugares de ocio capitalista, relacionado con las drogas y el sexo, lugares en los que sus habitantes tenemos que aprender a estar siempre alerta.

Y por último, la frase… ¡qué difícil! He elegido la siguiente: Hemos nacido en la Costa del Sol porque era un lugar con trabajo y calidad de vida, aunque con el tiempo nos iríamos dando cuenta de que lo primero no dejaba espacio-tiempo para lo segundo., del ensayo Las Hijas de la Costa del Sol.

Al hilo de la anterior voy a añadir una reflexión que me ha venido hoy caminando por la calle: cuando vives en un sitio lleno de lujos, es muy difícil que te reconozcas en la pobreza, ya que en estos entornos está escondida o eliminada, parece que no existe. Las personas empobrecidas por este sistema que habitamos lugares rodeados de establecimientos y productos que no son para nosotras y a los que, aunque quisiéramos, no tendríamos acceso, habitamos en un escenario de comodidades que nos hacen creernos más cerca de la riqueza material que de la miseria (¿trabajar diez o doce horas al día es de ricos?) en la que realmente vivimos. Esto hace que nos resulte muy difícil tomar conciencia, organizarnos y tener unos espacios propios. Pero en ello estamos. Como digo en mi libro, estoy abierta a charlar, compartir y hacer. Gracias por la lectura.

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