Un coloquio de Altavoz Cultural – Noviembre 2023
Ana Martínez Castillo (InLimbo)
Ana Orantes y Lidia López Miguel (Kaótica Libros / Lastura)
Sonia López Baena (Barbarie editora)
Bienvenidas, queridas amigas, a este coloquio de Altavoz Cultural. ¿Cómo valoráis el panorama editorial actual? ¿Qué es lo que más os agrada y qué es lo que más os preocupa?
Ana Martínez Castillo: Gracias, Ferki y Rut por invitarme a este coloquio. ¿El panorama editorial actual? Lo valoro negro, muy negro. Un sistema que nos pone palos en las ruedas a los más pequeños continuamente, una lucha perpetua por hacerse ver y oír, un mercado saturado. Si nos metemos en esto es, desde luego, por amor verdadero. Por puro amor verdadero al libro. Editar es estar en una trinchera, entregarse a una lucha constante. Es una forma más de autodestrucción. Pero es una lucha necesaria. Por el libro, por los autores, por ofrecer alternativas, por enriquecer el panorama cultural, porque algunas somos tan tontas que creemos que todo eso es posible…

Ana Orantes y Lidia López Miguel: Consideramos que el panorama editorial actual es muy rico y diverso gracias a las editoriales pequeñas y medianas que están apostando por temas de gran valor social y cultural tanto en la selección y publicación de nuevas obras que antes eran complicadas de publicar porque los grandes sellos no se interesaban en ellas y también las obras recuperadas que siguen construyendo nuestra historia y genealogía, volviendo a dar voz a muchas referentes silenciadas.
Nos agrada esa riqueza y esa variedad pero lo que nos preocupa más quizá es la saturación en cuanto a número de publicaciones en exceso que hacen que las obras de gran valor se pierdan y no lleguen a las librerías y a les lectores.
Riqueza y diversidad de publicación pero a un ritmo pausado, pensado.

Sonia López Baena: Antes de nada, muchísimas gracias por invitarme a reflexionar y dialogar entre estas estupendas compañeras. ¡Es un gustazo y muy necesario!
Diría que lo más característico del sector editorial actual es que está súper estratificado y los proyectos como Barbarie editora, que fundé hace año y medio, comparten espacio con otras muchísimas compañeras en una de las capas más precarias y desconocidas para el lector medio de ese panorama: la de las microeditoriales. Podríamos decir que somos las que llevamos adelante iniciativas muy particulares, con una sola persona (o casi) al mando de todas las etapas del proceso de edición (la selección de textos, la producción del libro, la comunicación, la comercialización, etc.). En definitiva, grandes responsables de la bibliodiversidad de la que tanto presumen las instituciones en España, las que estamos preocupadas principalmente por la calidad literaria y la sostenibilidad antes de por la rentabilidad de cada título que publicamos.
Esto nos da una grandísima libertad y flexibilidad, pero también nos perjudica fuertemente frente a quienes tienen mayor volumen de negocio porque en este sector la supervivencia no está en vender, sino en vender mucho. Y de nosotras… casi todos en esa pirámide estratificada (los pequeños, los medianos, los grandes y los dos holdings que ya conocemos) están por encima. Lo cierto es que sobre el papel esto no tendría por qué ser un problema. Oye, que cada empresa tenga los objetivos que determine y priorice lo que desee obtener, y sus consecuencias. Por si no ha quedado claro, para nosotras lo primero es LA LITERATURA. Lo preocupante es que no solo los lectores promedio no tengan ni idea de que existimos (hay que hacer pedagogía por nuestra parte), es que las bibliotecas públicas no compran nuestros catálogos, las librerías no nos tienen en sus mesas de novedades (y eso que tenemos dos novedades al año vs. cifras escandalosas), no tenemos cabida en ferias grandes como las de Madrid (y eso que ocupamos poco), no nos priorizan los algoritmos en RR. SS. No queremos tener mayor tamaño ni sus ventas, queremos igualdad de oportunidades y espacios. Para ello, la unión es importantísima, y en eso estamos.
Y, por supuesto, menos mal que existen ferias, librerías y lectores críticos con las realidades que tenemos, que luchan y perseveran. Gracias a ellos, hay compañeras editoriales que lanzan autores maravillosos que, si funcionan, más tarde o más temprano una editorial más grande fichará o abandonará (que también se da el abandono de autores que comienzan a no vender), pero que saben que contribuirán con su pensamiento a hacernos mejores como sociedad. ¡Gracias a todas ellas!

¿Es la literatura que consumís como lectoras la misma que tratáis profesionalmente como editoras? ¿Vuestro criterio nace de vuestro propio gusto?
AMC: Sí, desde luego. Antes de ser escritora y editora, soy lectora. Y mi preferencia siempre ha sido la literatura de género: el terror, lo inquietante, lo distópico, así como la poesía de corte vanguardista. De modo que leo y escribo y edito aquello que me transmite y me emociona. Considero, además, que lo insólito es, incluso, una forma de vida.
AOyLLM: Sí, consumimos los géneros que publicamos, que son los que nos gustan, pero también consumimos otros que no trabajamos porque no podemos publicar todo lo que nos gusta. ¡Ojalá! Al final tanto en Lastura como en Kaótica nos hemos especializado en algunos géneros que nos apasionan, pero no son los únicos. Leemos casi de todo como buenas adictas.
SLB: Se le parece bastante, pero mi yo lectora y mi yo editora no somos exactamente lo mismo. La selección del catálogo sería un cruce entre la literatura que me encanta leer -atrevida, experimental, híbrida en géneros, con temas que me ponen en una tesitura de reflexión sobre mis propias creencias-, la que considero «importante» publicar como acción política y la que aporte algo aún no expuesto en el propio catálogo que se está construyendo. Tienen que cumplirse las tres. Publicamos tan poco que digamos que en Barbarie editora se publica la destilación de lo que me gusta leer y que, además, espero que sea coherente con la propia naturaleza del proyecto.
En tiempos socioculturales tan convulsos como estos, la lectura se erige más necesaria que nunca. ¿Desde dónde y de qué formas pensáis que se debe trabajar en su fomento? Por otro lado, ¿consideráis necesario que las obras literarias lleven intrínsecamente aparejado un discurso o un posicionamiento sociopolítico o, por el contrario, creéis en la independencia del entretenimiento artístico per se como cualidad suficiente?
AMC: La lectura es necesaria ahora, y lo ha sido siempre, porque es la herramienta que permite alcanzar distintas perspectivas, desarrollar un pensamiento crítico e independiente, construir un mundo propio y potenciar la imaginación. Es la herramienta para escapar de lo literal y comprender lo simbólico y metafórico, y eso en nuestros tiempos es cada vez más complicado. Vivimos un escenario en el que mucha gente se instala en la literalidad y, para mí, eso es peligroso.
Yo no considero necesario que las obras de arte tengan que llevar intrínsecamente aparejado un posicionamiento sociopolítico. Creo que el arte es libre y eso incluye la libertad de ser evasión y entretenimiento puro y duro sin más. Cierto es que el autor no puede escapar de quién es, ni de su cultura ni de su entorno, y ese crear desde la experiencia siempre imprime en la obra un trasfondo que puede ser crítico o no. Pero ¿obligatoriedad de lo social en la obra de arte? ¿Presuponemos que el artista tiene el deber de ejecutar un alegato/crítica/radiografía y posicionarse dentro de un discurso político porque esa es, por su calidad de artista, su misión? Pues si el artista quiere, sí. Y si el artista no quiere, no. Depende. Creo que debe de haber obras de puro entretenimiento y ya está. No pasa nada.
AOyLLM: Creemos que hay momentos para todo y que los textos críticos son muy necesarios, pero también lo son los que nos hacen pasar un buen rato. Es necesaria la reflexión y también la relajación de la mente.
El fomento de la lectura debe abordarse desde la educación más básica, con textos de interés según las edades y los contextos. Necesitamos ayudas a la promoción de la lectura desde las instituciones y bibliotecas escolares, universitarias y de barrio llenas de la gran oferta editorial al alcance de todes.
SLB: A fecha de hoy creo que la lectura como práctica en sí misma es importante, se lea lo que se lea. La palabra escrita nos ayuda a ordenar el pensamiento y nos activa la imaginación (en cuanto a ficción y a creación de imágenes). El carácter lúdico debe existir para sentir placer. Otra cosa es que haya lectores como yo o las compañeras que disfrutemos confrontándonos y desafiándonos continuamente a través de la lectura. Que nos va la marcha, vaya.
Confío en que muchos de los lectores que se inician en la lectura por puro entretenimiento desarrollarán un sentido crítico que les animará a ir incorporando lecturas que les hagan (re)pensarse como individuos y como parte de la sociedad. Hay muchos casos en los que eso no sucede, y también está bien. Prefiero que lean para entretenerse a que no lean. Ahora, los lectores que se acerquen a Barbarie deben saber que saldrán transformados socio-políticamente de la lectura. O eso esperamos.
¿Cómo consideráis que se desarrolla la premisa de «cuidar al autor» en el ámbito editorial? ¿Qué entendéis vosotras por tal idea y a través de qué acciones concretas la implementáis en vuestra práctica?
AMC: En InLimbo identificamos ese “cuidar” con ser honestos con el autor. Sí, principalmente ser honestos y ser cercanos.
¿Acciones concretas? Trabajar codo con codo en mejorar el manuscrito, hacer lo posible por mover el libro, estar ahí activamente, pagar lo que se debe. Que parecen cosas de Perogrullo, pero a veces no sucede. En definitiva, mimar todo lo posible la obra. Creo que, al final, todo es una cuestión de respeto mutuo y de ser conscientes de que autor y editor navegamos en el mismo barco.
AOyLLM: Para nosotras cuidar al autor, autora, autore es que se sienta bien desde el inicio del acuerdo de publicación de su libro, que sepa que su obra va a ser respetada y cuidada tanto en contenido y forma y que la editorial, dentro de sus posibilidades, va a hacer todo lo posible para darla a conocer y no dejarla morir. Es muy importante para nosotras tener un buen diálogo y una buena relación con nuestres autores.
SLB: Tengo clarísimo que sin autor no se produce el milagro, por lo que el respeto por la obra (y a través de ella, cuidar al autor) debe primar en todo el proceso de edición. Por un lado, desde lo económico (a pesar de nuestra humildad) y, por otro lado, desde la preocupación por hacer llegar su obra al mayor número de lectores. No creo que en Barbarie editora estemos poniendo en práctica acciones revolucionarias al respecto (por ahora), pero es tal la precariedad del sector que quizás no está de más recordar que hay unos mínimos con los que debemos cumplir.
De primeras, pienso en lo económico. No estoy de acuerdo con la retribución en especie de ningún trabajo cultural, ni del autor ni de los colaboradores (mi autoexplotación da para otra charla). Sé que no es romántico decir esto, pero entiendo que si vendemos el producto de un proceso creativo en un mercado en el que una o varias de sus partes obtienen dinero (mucho o poco), el autor debe recibir el pago en la «misma moneda». Luego está que la distribución entre la cadena del libro (distribuidora, librería, editorial y autor) da al autor el porcentaje más bajo (el 10%), cuando debería ser a la inversa, pues sin autor no hay libro. Aunque esta distribución es bastante habitual en este sistema económico que tenemos, sería fantástico poder plantear alternativas a esto (yo misma me recrimino: nadie dice que no se pueda pagar más al autor). También habría que considerar que, en los microproyectos como Barbarie editora, el editor es la única parte que realmente obtiene una retribución simbólica (no económica), aunque aspiramos a que tampoco suceda esto.
Por otro lado, considero que hay que pagar un anticipo realista si lo desea la autora (así lo hicimos en dos de tres novelas publicadas) y pagar las liquidaciones religiosamente (en las tres). Por supuesto, hacer un contrato en el que no se «secuestren» los derechos de circulación de la obra. Es decir, si sé que no voy a poder hacer que una novela esté presente en México, no me quedo con los derechos de explotación en Latinoamérica para impedir que otras editoriales puedan publicarla en sus territorios.
Respecto al trato a su obra me parece bastante de perogrullo, pero es imprescindible que el autor pueda romper el contrato en cualquier momento si en el proceso de edición considera que su obra se está modificando en un sentido que no desea, se le pide siempre su visto bueno a interiores y cubiertas, a la información de los dossieres de prensa, etc. Su libro se fabrica con gran mimo y se planifican acciones para promocionar la obra durante varios meses. Es justo decir que no tenemos presupuesto para giras, aunque las hacemos de la manera más creativa posible y con gran generosidad de los autores. Lo que sí es importantísimo es que lo que se organice garantice que ni autor ni obra saldrán malparados, que están en entornos seguros y que cuentan con el editor para velar sus intereses ante el «mundo exterior».
¿Qué planes y publicaciones confesables tenéis previstos para finalizar este 2023 y qué podemos esperar de tan estupendas editoriales de cara a 2024?
AMC: Tenemos un par de títulos para este otoño muy ominosos y muy de alta extrañeza. Volvemos a cruzar el charco para ir a México de la mano de Gerardo Lima, un autor muy dark que nos trae relatos de santitas y diosas y narcos y un desierto que siempre muestra su parte más mágica. Y tenemos a una autora española que debuta, Raquel Moraleja, con unos relatos insólitos tremendos, con mucha carga feminista y mucha mala baba.
AOyLLM: En Lastura Ediciones nos hace muchísima ilusión el lanzamiento de la antología «Última poesía crítica. Jóvenes poetas en tiempos del colapso», seleccionada por Alberto García-Teresa y David Trashumante.
En narrativa sale la tercera parte de la trilogía «Vieja amiga oscuridad» de Nieves Álvarez, titulada «Los sonidos del silencio».
También llega «¡Tururú!» Un mágico álbum ilustrado infantil de Gabriela Overa.
En Kaótica Libros lanzamos nueva colección de ilustrados y novela gráfica con «El lugar que habito» de Marina Bonilla, un precioso álbum ilustrado para adultos que nos cuenta la historia de tres personas trans refugiadas.
También volvemos al rosa con «Mutantes y divinas. Elementos de crítica transgénero», un completo ensayo de Ira Hybris.
SLB: El pequeño plan editorial que diseñamos para 2023 contenía dos novelas, una para cada semestre. Resultó que De tres a cinco minutos, el texto de la madrileña Reyes Navas que publicamos en marzo, tuvo una estupenda acogida entre lxs lectorxs («estupenda» en nuestra dimensión, por supuesto) y ha sido recomendado por autores súper generosos como Marta Sanz o Benjamín Prado. Agotamos la primera edición y decidimos reimprimir, aunque no fue una decisión fácil (esto daría para una charla entera) pues también supone un gran riesgo de que esta nueva tirada se quede en cajas sin lectores.
Esto nos hizo pensar que teníamos que dedicarnos durante el segundo semestre a llevarla de tournée por ferias y librerías independientes, salir de Madrid… y eso hacía imposible ocuparnos también de la otra novela que teníamos programada. ¿Lo bueno? Que nuestro tamaño nos permite la flexibilidad de pasarla para finales de febrero, que será cuando la publicaremos, sin faltar a ningún compromiso adquirido. Tenemos muchas ilusiones puestas en ese nuevo libro que, os adelantamos en primicia, es Tomar tu mano, la última obra de Claudia Hernández, una autora salvadoreña que fue parte de la famosa lista de Bogotá 39 y cuya obra anterior se recibió muy bien en España.
Aún no tiene fecha, pero también publicaremos un libro de relatos con las aves como tema central de un autor que aún guardaremos en el anonimato, pero que dará una levedad y brisa súper apetecibles al catálogo de Barbarie editora tras la novela de Claudia Hernández, que trabaja con temas con mucho peso.
Por el momento, esto sería lo confirmadísimo, aunque es probable que se sume algo más a 2024 (¡ojalá se cumplan algunos sueños!). Siempre será si se dan los tiempos adecuados para publicar bajo procesos de edición y producción de calidad. Porque, ¡oh, sorpresa!, trabajo de jornada completa en otra empresa (y menos mal).