Octubre 2025

Por Daniel María

LA TORRE DE AMOR, Rachilde

Hermida Editores, traducción de Teresa Soto Tafalla, 156 pp., 19€

Publicada en 1899 por la escritora francesa Rachilde, seudónimo de Marguerite Vallette-Eymery, esta pieza intensa y descarnada nos sitúa en el corazón de un faro que, a su vez, es el corazón de un montículo de tierra, una microisla donde solo ese faro se yergue y donde el inmenso océano lo rodea todo con su movimiento insinuante, sensual, violento y poderoso. Ahí, en el faro solitario y aislado, se produce el encuentro-encierro entre el veterano Barbabas y el joven Maleux, lo que origina una tensión de las palabras y los cuerpos, de las visiones y los sentimientos, que envuelve el espacio minúsculo en un oleaje de símbolos y correspondencias alrededor de las identidades, las sexualidades, la locura y los deseos. Escrita con sutileza porno y con una terrorífica sensibilidad pulsante, la narrativa de Richelde muestra su empecinado interés por la visibilidad de las disidencias y está íntimamente ligada a sus muchos escritos a favor de la homosexualidad y a su indispensable acción en torno al legado de Oscar Wilde, pues gracias a sus intervenciones ha llegado hasta nuestros días el halo divino del escritor irlandés. Ya es hora de que también nos alumbre el talentoso faro de la irreverente Rachilde.

SOY TAL COMO TÚ ME VES. MANOLITA CHEN DE ARCOS DE LA FRONTERA, Juan-Ramón Barbancho

Ediciones Algorfa, 186 pp., disponible a través de pedido en info@fundacionmanolitachen.com y en los actos que celebra la Fundación Manolita Chen

Manolita Chen es una figura fundamental a la hora de hablar de los derechos humanos y de los derechos de la comunidad LGBTIQ+ en particular. Su periplo vital está, desgraciadamente, repleto de humillaciones, vejaciones, violaciones y maltratos. Manolita conoce lo peor de la condición humana y, quizás por eso mismo, se ha marcado una hoja de ruta solidaria: convertirse en madre y protectora de cientos de personas que han encontrado refugio, paz y asistencia bajo su protección. Manolita lo es todo: artista, empresaria y activista. En todas sus facetas ha dejado una huella imborrable e inspiradora. Pero por encima de todo eso, Manolita es una mujer, una persona sin limitaciones e ilimitada para hacer el bien. Gracias a ella hay quienes tienen techo y comida –su Fundación gestiona diez viviendas de acogida– y todas podemos consultar la memoria de la disidencia desde el siglo pasado hasta la actualidad, pues su ingente archivo personal (más de 7.000 documentos) forma parte del Archivo General de Andalucía. En este libro, el historiador, comisario y ensayista Juan-Ramón Barbancho da forma al discurso, en primera persona, de la gran Manolita. Nueva York tuvo a Marsha P. Johnson, Andalucía a Manolita. El mundo en sus manos ha logrado ser habitable. El mundo, ojalá, solo fuera de ellas.

UNA VIDA EN CARTAS, Oscar Wilde (Merlin Holland, ed.)

Alba, traducción de Alberto Mira, 640 pp., 29,90€

No solo la obra en sí, es decir, la correspondencia de Wilde, convierten este libro en una delicia y en una aventura del existir, sino que está parapetado por dos grandes contribuciones. Por una parte, la labor de Merlin Holland, nieto de Wilde, y responsable de esta selección de cartas, de su clasificación y ordenación, y de las necesarias y pulcras anotaciones que va desgranando a lo largo de la obra y que son valiosos apuntes para transitar este largo aliento de estilo, exceso y escritura. Todo ello, cartas y anotaciones, está traducido por Alberto Mira, imprescindible investigador y escritor de las disidencias artísticas. En pocas ocasiones, por tanto, se puede habitar un espacio literario tan seguro y asimilar que lo leído ha llegado desde el elixir de una impecable traducción. Nos encontraremos más cerca de Wilde que nunca. Volaremos por la compleja vivencia de un genio, y lo haremos, en palabras suyas, «como el halcón y como la paloma». Pese al debilitamiento de sus últimos meses, la chispa de la curiosidad y el resplandor de una noticia lograban amansar la pesadumbre de un Wilde agotado y desesperado, y esto resulta tremendamente inspirador. Agradecer un cheque y reiterar la afición por esas «pequeñas rencillas que constituyen la vida familiar en Inglaterra» convertían la habitación del hotel d’Alsace en el salón más interesante de todo París. 

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