Creedme es una de esas series que son un grito a la sociedad de la realidad tan cruda que puede pasarle a cualquier mujer después de una violación.
Primero vamos a ponernos en contexto:
A la protagonista la violan (sí, eso ya lo sabéis todos), pero no la violan de fiesta, andando por la calle, borracha, etc. NO. La violan en su casa, mientras duerme, porque alguien la llevaba vigilando días y ha decidido que puede entrar de madrugada y violarla mientras la amenaza con un cuchillo. Ella decide llamar a su madre de acogida, a su amiga y a la policía.
En todo el transcurso desde que llega la policía la llevan a un hospital y a declarar: tiene que contar la misma historia, LA MISMA HISTORIA, cinco veces (como mínimo) y, sobre todo, aguantar la cara de los policías (hombres), a los que parece que la situación les importa una mierda.
Después su madre de acogida llama a la policía para decirles que no cree del todo la historia porque la protagonista tiene ganas de llamar la atención. Manda narices también con la mujer. Por cierto, te tiras toda la serie pensando en meterle un puñetazo en el ojo. Ya lo veréis. Por este dato, la policía presiona a la protagonista para que admita que se ha inventado la historia. MARAVILLOSO. Mujer, 18 años, en casa de acogida desde los 3 años, recién violada y dos policías presionándola porque no la creen. ¿Os imagináis el final? Sí, declara que mintió.
Luego te muestran la otra cara: una policía a que le toca otro caso de violación, que se involucra, que empatiza y que respeta. Se involucra tanto que descubre, junto a otra policía de otra población, que hay un violador en serie que ha podido cometer mínimo seis violaciones con el mismo ritual y patrón. No tiene un canon para elegir a su víctima (aunque personalmente pienso que en este caso sería presa).
Con todo este resumen introductorio os podéis hacer una idea de la serie. Lo bueno de la historia es que te penetra en los huesos y te sobrecoge el corazón constantemente. Empatizas, porque sí, porque todas (y todos) tenemos a alguna mujer cercana que ha sufrido una violación o una agresión sexual, y muchas veces no está enlazado con lo que mucha gente se dedica a decir de (menos mal que ya menos, claro): “iba a altas horas SOLA”, “estaba en una fiesta” “iba borracha” “es que no entiendo por qué se fue con alguien que no conocía”. No, es que puede ser tu novio, tu mejor amigo, alguien que conoces… Puede ser durmiendo, en una escapada a la montaña con tus amigos, en una discoteca HASTA ARRIBA DE GENTE… Empatizas porque alguna vez has escuchado a una mujer quejarse por haber recibido una mala contestación de un agente de las fuerzas de seguridad mientras denunciaba una agresión. Empatizas porque como mujer has visto esa cara de mierda de los policías en algún familiar o amigo mientras contabas alguna historia. Empatizas porque como mujer sientes que todo el rato te están juzgando y se está juzgando tu comportamiento, tu manera de ser…
La serie te engancha, porque es un juego de historias tristes que tienen un final feliz (dentro de todo lo posible), porque ves cómo se empodera la protagonista, como se alegran las detectives de sacar otro sinvergüenza de la calle, cómo las demás victimas por fin pueden estar tranquilas.
Y después de verla piensas: ¿Cuántas cosas tienen que cambiar en el sistema? Y piensas en educación, en más mujeres dentro de los cuerpos de seguridad del Estado, en más preparación a los mismos en estos casos… Y concluyes: “¡qué bien nos vendría una serie obligatoria!”.

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