¿Cómo le explicaría Icíar a qué se dedica profesionalmente a un niño de diez años?

Ayudo a que las personas se entiendan y se comuniquen. Creo que esta es la esencia de la edición y de la corrección.

¿Estáis estigmatizados los correctores en estos tiempos del todo vale y del egocentrismo llevado hasta el error consentido y su disculpa permanente?

El oficio y la persona no, pero el nombre de “corrector” sí tiene cierto estigma. Hoy, es políticamente incorrecto decirle a alguien que le puedes corregir lo que escribe. El término implica que algo está mal hecho, pero el mal y el bien son conceptos absolutos, no se pueden medir y necesitan una verdad absoluta que hoy no existe. Nuestra labor se ha vuelto mucho más rica y compleja, debemos ayudar a que el mensaje tome la forma de su destinatario.

¿Consideras que estáis en peligro de extinción? ¿Cómo sobrevivís en este mundo digitalizado y automatizado?

¡Al contrario! Hay más trabajo que nunca. Construimos máquinas para que parezcan humanos cuando emiten mensajes. Todo se basa en las palabras, con ellas nos expresamos y modelamos nuestro cerebro.

Personalmente, ¿dónde sitúas el límite entre licencia —poética o de estilo— y el error o la errata insalvable?

Hay licencias que provocan el efecto buscado, pero muchas veces hay una manera correcta que es más eficaz que el error. Depende mucho de cada tipo de texto y de la intención que se persiga. Lo que en poesía es arte puede ser un error en un texto didáctico.

¿Cómo ha repercutido en ti tu formación académica previa a tu profesión? ¿Tienes o has tenido modelos o referentes al comenzar en ella y actualmente?

Lo que estudiamos es parte de nosotros, de cómo vemos el mundo y de cómo pensamos. Creo que la Historia genera un pensamiento estratégico, la Lengua, la preocupación por nuestros semejantes y la Filosofía, todo lo demás. Los referentes más estables creo que los encontramos en los libros, en los escritores e incluso en los personajes.

Como profesional, primero, y como lectora, después, ¿cómo valoras el mercado editorial actual?

El momento actual me parece muy interesante. Desde la invención de la imprenta hubo casi quinientos años en los que todo el progreso estuvo encaminado a producir más rápido, más cantidad y a menor coste. A finales del siglo pasado, con los procesadores de texto y las impresoras, se produjo una inflexión. Como lectores, ahora vivimos una democracia editorial con sus fortalezas y sus debilidades. Es un momento de crisis en su sentido más etimológico, es momento de decidir. Los lectores tendrán que poner la sobreproducción actual en su sitio.

¿Qué tres cualidades principales debe tener a tu juicio un buen corrector? ¿Y un buen editor?

Corrector: humildad, sagacidad y empatía.

Editor: valentía, liderazgo y perseverancia.

¿Hay competencia insana en este gremio? ¿Sois más compañeros que rivales o al revés?

La edición, la escritura y la corrección pertenecen a un mundo de egos. Así que parece un buen caldo de cultivo para la rivalidad. Pero se puede elegir más allá de lo dicotómico. Siempre está la química personal que te hace encajar más fácilmente con unos que con otros. También conozco algún oportunista. Con estos me cuesta más encajar. Pero creo que vernos como rivales no nos aporta nada. La cultura es un avance de la sociedad, no un progreso individual.

¿Hasta qué punto es disociable la persona de la correctora en esas pequeñas cosas cotidianas que chirrían? ¿Sueles corregir por sistema algo mal dicho o mal escrito como defecto profesional? Por el contrario, ¿sufres muchas peticiones de consejo o revisión extraoficial?

Siempre te piden consejo. Y sí, he aprendido a no decir nada cuando no es conveniente, pero ganas no me faltan. A mí me cuesta mucho la disociación consciente, aunque supongo que es personal. Creo que el humor ayuda a relativizar.

¿Qué consejo le darías a quien inicia su andadura en la corrección profesional y en la edición?

Que disfrute con lo que hace, que aprenda mucho y que no se enfade con el mundo.

¿Cómo se llega a ser gestora de proyectos editoriales? Más allá de la admiración suscitada, nos consta el inmenso trabajo que hay detrás, pero ¿cómo se traza esa cadena hasta la labor de gestión?

Gestionar es ordenar de forma estratégica. A mí me ofreció un espacio en el que batirme con la ilusión de control. Personalmente, creo que el orden es una proyección psicológica. Practicar “una disciplina del control” es una forma de desahogo.

¿Es la RAE la hermana mayor que nos ampara, la enemiga o la novia del chico que nos gusta y nos causa envidia? ¿Cómo te llevas con ella?

Valoro mucho la norma culta porque es lo que mantiene la integridad de un idioma. En mi trabajo siempre tengo esta norma como un referente, pero si hay una buena razón para hacer otra cosa, la hago. Eso sí, medito bien lo que se gana y lo que se pierde. Los enemigos son el desconocimiento, el hacer sin consciencia o el hacer caprichoso.

¿Se puede enseñar a corregir y a editar desde la no imposición? ¿Qué es lo que más te cuesta del ámbito didáctico? ¿Qué es lo que más te divierte y qué es lo que más te satisface?

A la primera pregunta me encantaría contestar que sí, pero deberíamos preguntar a los alumnos si soy capaz de ello. Yo creo que imponer es lo contrario de enseñar.

Lo que más me cuesta es despedir un curso. Es como terminar un libro y despedirte de los personajes. Se crea una conexión, te gustaría disfrutar un poco más del grupo.

Me divierte y me satisface la interacción y el clima que creamos entre todos. Es un tipo de amistad especial, diferente a todo lo demás.

¿Has hecho o tienes pensado hacer incursiones literarias como autora? ¿Qué género te atrae más en caso improbable pero mínimamente experimental?

Por ahora no siento la llamada. La primera vez que escribí tenía doce años. Cuentos, novelitas, pero no he logrado ser constante. Creo que en la última mudanza tiré todo esto, como mucho, conservo un último intento de hace unos años (no sé bien dónde). El género que más me atrae para escribir es el ensayo, muy poco literario, como ves.

¿Qué proyectos personales y profesionales tienes a medio y largo plazo?

Tengo varios proyectos editoriales pendientes de autores que voy conociendo y con los que conecto. Me gusta ayudarlos y recorrer ese camino con ellos.

Recomiéndanos tres libros, tres editoriales, una librería, una película reciente y una canción para atravesar el 2020?

No me puedo resistir a nombrar mi libro preferido, aunque sea un clásico, Crimen y castigo. Últimamente he leído uno que me ha encantado de Harry Houdini: Cómo hacer bien el mal y, por último, cualquiera (mejor la saga entera) del detective Wallander, de Henning Mankel.

Aunque hay muchas editoriales que me parecen maravillosas, si me casara con alguna sería con la editorial de algún alumno, así que digo tres de mis alumnas: Tránsito, Ediciones Freya y La Biblioteca de Carfax.

Con respecto a la librería, mi propuesta es una de segunda mano, no solo porque me gusta el concepto, también por el modelo de negocio. Ahora que tengo muy poco tiempo para salir, disfruto buceando en su catálogo por internet (en Iberlibro). Pido los libros y después me paso por el local, una tienda muy acogedora e íntima que recuerda a una biblioteca o la casa de uno y que está en un rinconcito alejado del bullicio. Es como ir en busca del tesoro. Se llama Libros Alcaná.

Me encantan las series (y las entregas), así que os propongo Mindhunter, sobre el inicio de los perfiladores en el FBI.

Y la canción, una de mis favoritas que, aunque tiene unos años, no pierde actualidad: American Idiot, de Green Day.

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