
Enhorabuena, querida Sheila, por la publicación de tu obra Bajo esquirlas de hielo (Roomie Ediciones, 2021). Te deseamos lo mejor. ¿Cómo fue su proceso escritural y cómo ha sido su proceso de producción en este año tan difícil? ¿Por qué Roomie Ediciones como hogar elegido para la obra?
Bajo esquirlas de hielo nació como un relato para la convocatoria de la antología A través de la escarcha que organizó Roomie en 2019. Yo tenía claro que los personajes y el mundo que había creado podían dar para mucho más que quince mil palabras, por lo que, si no me seleccionaban, sabía que terminaría escribiendo algo más extenso. Por suerte, la editorial pensó lo mismo y me propuso convertir el relato en novela. Admiro mucho su trabajo, es increíble la dedicación y el mimo que le ponen a cada libro, y no dudé en enviarles una propuesta editorial que, por suerte, aceptaron.
Respecto al proceso en un año tan complicado como fue 2020, Bajo esquirlas de hielo fue un salvavidas durante las últimas semanas de cuarentena. La empecé entonces y crear una rutina de escritura me ayudó a sobrellevar el confinamiento.
Estamos seguros de que su cubierta va a acaparar una lluvia de halagos bien merecidos. ¿Cómo recibes el increíble trabajo de Andrea (@kinaillustration ), su autora, y qué es lo que más te gusta de su resultado en consonancia con el contenido de la obra?
Seguía el trabajo de Andrea desde hacía meses y para mí es un honor y una fantasía que haya ilustrado la cubierta de mi primera novela. La editorial y yo ya teníamos una idea de lo que queríamos, pero ella ha conseguido llevarla más allá. Incluso el boceto ya era infinitamente mejor que lo que había en mi cabeza, y el resultado final me sigue dejando boquiabierta cada vez que lo veo. Ha sabido reflejar muy bien tanto el espíritu de Wermon como a los personajes.
¿Cómo ha evolucionado la escritura de Sheila Carnero desde sus comienzos hasta esta nueva cumbre? ¿Qué has ido desechando y qué has ido incorporando en todo este camino? ¿De qué forma ha contribuido tu prolífica participación en antologías literarias en la elaboración de una obra más extensa e inevitablemente más pausada?
Siempre he sido de escribir y leer novelas, no fue hasta hace dos o tres años que empecé a interesarme por los relatos. Me han enseñado a ir más al grano. Algo que hacía mucho era enrollarme en las introducciones; ahora creo que controlo mejor la distribución de la información o, al menos, soy más consciente de cuándo doy datos que no aportan nada a la trama o al wordbuilding.
Tu relato El infierno de los inmortales, incluido en Mentes Brillantes y Oscuras (Hela Ediciones), se convirtió instantáneamente en uno de nuestros textos favoritos del pasado 2020. Entre el fuego y la nieve, ¿qué referentes del Terror has masticado en los últimos meses y qué obras fantásticas has digerido en lo poco que llevamos de 2021?
Reconozco que no leo tanto terror como me gustaría (es un género que me encanta, pero al final siempre me inclino más hacia la fantasía), aunque a finales de 2020 leí Compañías silenciosas y me gustó muchísimo. Las mansiones extrañas son mis escenarios favoritos para las historias de terror.
Este año lo he empezado con muy buenas lecturas; destacaría La ciudad de los fantasmas, de Victoria Schwab, y el cómic Primer, de Jennifer Muro y Thomas Krajewski e ilustrado por la increíble Gretel Lusky.
Fuera de géneros concretos, ¿qué libros te fascinaron en el pasado 2020?
La trilogía Las guerras del loto de Jay Kristoff fue la favorita por excelencia. Aun así, hay muchos otros libros que me encantaron: la trilogía El arco de la guadaña, de Neal Shusterman; Una obsesión perversa y La vida invisible de Addie Larue, de Victoria Schwab; Estelar, de Brandon Sanderson; Todos quieren a Daisy Jones, de Taylor Jenkins Reid; La voz de las sombras, de Frances Hardinge; Dharani. Maia y Hestia, de Isabel Collazo González… ¡Podría seguir con muchos títulos más!
Respecto del apartado técnico, ¿tiendes a leer con ojos de escritora y a escribir con ojos de lectora?
Solo sé leer con ojos de lectora. Me gusta dejarme llevar por la obra; no puedo pensar “pues yo esto lo habría escrito de otra forma” porque yo no soy la autora, solo una consumidora más.
Al escribir ya no lo tengo tan claro. Mantener la perspectiva lectora creo que es importante, por eso que se suele decir de “escribe lo que te gustaría leer”. Soy brújula, así que es posible que con el primer borrador impere esta visión. Sin embargo, los ojos de escritora son más críticos y hay que darles uso al empezar a hacer correcciones para pulir la historia.
¿Qué tipo de público esperas que sea el que mejor abrace la obra? Por supuesto, no nos referimos a factores tan burdos como el sexo o la edad, sino a la potencial acogida de las virtudes de Bajo esquirlas de hielo dentro de este mercado literario tan loco y diverso.
Es una novela de fantasía muy ligera con un gran toque de aventura, pero también se le da mucha importancia a los personajes: cómo son, qué ansían, la forma de relacionarse entre ellos, su evolución… No creo que sea una novela de personajes en el sentido estricto del concepto, pero sí puede gustarle a los lectores que disfruten con esas historias.
¿Qué lema o enseñanza procedente del libro te gustaría que apareciera en un gran cartel en el edificio más alto de tu ciudad?
La cita que sale en la cubierta creo que es perfecta: “Eres fuego en llamas, aunque a veces lo olvides”.
¿Qué consideras que le aporta originalmente Bajo esquirlas de hielo al género en el que se enmarca? Comparativamente, ¿de qué tópicos has huido conscientemente y qué elementos clásicos del género te han guiado para elaborar tu propio escenario?
No huyo de los tópicos; me encantan las historias originales, sí, pero también las que vuelven a los clásicos de fantasía. Por eso mis hechiceros son muy típicos: personas que hacen magia apoyada en elementos naturales. Sí que es cierto que al mundo quise darle una vuelta y esto es lo que más se aleja de la fantasía en mundo medievales. En Bajo esquirlas de hielo ese mundo de magia, tabernas y espadas ha evolucionado y se ha visto dominado por la tecnología. Creo que es interesante ver cómo los avances tecnológicos han enfrentado a los seres humanos corrientes con la magia.
¿A qué huele, a qué sabe y a qué suena Bajo esquirlas de hielo? ¿Qué motivos se repiten recurrentemente, como si fuera una obra pictórica, en el trazado descriptivista de la obra?
Huele a bosque, sabe a cualquiera de los platos que cocina Maelia y suena a gotas de lluvia contra el cristal. Los elementos que más se repiten son la nieve y el hielo: invaden la historia y los personajes y, con suerte, conseguirán invadir también al lector.
¿Cuánto autobiografismo, bien directo, bien indirecto -relacionado con tu contexto sociocultural- atraviesa la obra? ¿Qué nos cuenta ella sobre tus miedos y sobre tus ilusiones?
La parte autobiográfica más clara es la profesión de los protagonistas. Riaza y Tay están en momentos diferentes de su vida (ella tiene un trabajo estable, él no consigue salir de su posición de becario), pero ambos son periodistas y les encanta lo que hacen. Estudié periodismo y hay aspectos de la profesión a los que les tengo cariño; creo que eso se refleja en ambos personajes. A su vez, tampoco falta la crítica sutil a otros que no me gustan tanto, que se ven sobre todo en la experiencia de Riaza.
Aunque no es uno de los temas principales, Bajo esquirlas de hielo habla del síndrome del impostor, el creer que no eres lo bastante bueno. Ahí va un miedo que compartimos la mayor parte de las escritoras que conozco. En cuanto a las ilusiones: tener la novela en las manos ya es la mayor ilusión posible.
¿Qué consejos les darías a las autoras que anhelan ser una suerte de Sheila Carnero y ver publicadas sus historias?
Estoy dando mis primeros pasos en el mundo editorial y no me creo con la experiencia suficiente para dar consejos, así que me limito a decir lo que me funciona a mí: escribir, escribir y seguir escribiendo; la práctica es la única forma de mejorar. También es importante no tener miedo a exponerse; yo llevo escribiendo media vida y no me atreví a enseñar ni una sola página hasta hace un par de años. En muchos casos nosotros mismos somos los jueces más duros, pero mientras estemos contentos con lo que hemos creado, no debemos temer a los rechazos.
¿Qué proyectos personales y profesionales tienes a corto, medio y largo plazo?
El proyecto eterno, tanto personal como profesional, es crear historias; sirve como respuesta para los planes a corto, medio y largo plazo. Tengo algún relato y alguna novela entre manos y, como siempre, mi único objetivo es conseguir terminarlos.
Terminamos con este bombardeo directo al corazón:
–*¿Qué tres canciones conformarían la BSO de Bajo esquirlas de hielo?
Let it go (Frozen), Crystallize (Lindsey Stirling) y Segundo movimiento: Lo de fuera (Extremoduro).
–*¿Qué lugar, paraje o rincón del mundo consideras oportuno para realizar su lectura inmersiva?
Una cabaña en una montaña nevada, un sillón frente a la chimenea mientras nieva fuera y una bebida caliente cerca. Para quienes, como yo, no tengan chimenea ni cabaña en el monte, también sirve el sofá de casa y una manta para que Wermon no les haga pasar mucho frío.
–*¿Tienes algún ritual o manía confesable antes de o durante el ejercicio de la escritura?
No tengo manías, pero sí que me gusta escribir por las tardes o por las noches y, cuando puedo, en espacios abiertos.
–*¿Qué cuentos heredó la Sheila niña y qué cuentos desea la Sheila adulta que se conviertan en valiosa herencia para las nuevas generaciones de lectores?
Crecí con Kika Superbruja, Todos mis monstruos, Gerónimo Stilton y, por supuesto, Enid Blyton. Torres de Mallory es atemporal, herencia para los niños de antes y los de ahora.
–*Envíales un mensaje a tus lectores y otro a tus seres queridos; ¿qué palabra les dirías que identifica por encima de todas lo que significan para ti y cuál usarías para describir desde tu alma lo que representa Bajo esquirlas de hielo?
Todos ellos significan confianza y la novela representa un sueño cumplido.

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