Por:

Tamara López, Paula Moreno, 

Silvia Mago y Eloísa Cañete Herrera

Madre, no me interesa la semilla de tu vientre

yo quiero saber de la semilla de tu pecho

el animal herido en tus costillas

la amapola enraizando en tu esqueleto.

Con un susurro del viento que combate la soledad

de su ombligo brotan semillas que arropa con tierra.

Como una amapola que llora sangre, le escuece, grita

la oigo entre las montañas partirse como un trueno.

Desde hace días lleno la casa de tulipanes

aún tengo atravesado en la garganta

un tallo largo que me recuerda todo lo ajeno pero

resisto a la dulzura de las flores como un ciervo.

De sus rizos penden las flores al amanecer

danzando tímidamente ante el nuevo día.

Mira al cielo y el universo tiembla:

en sus ojos esconde la luz de los bosques.

Desde hace días el invierno habita esta casa

el polvo / el residuo / el cuerpo caliente.

Las palabras no sobreviven a este frío

al menos no como lo hacen las crisálidas.

Madre, te lo pido, abre la boca

no hagas de tus dientes una jaula

si la primavera no se esconde entre tu lengua

qué hace el insecto buscando el polen en tus labios.

Que si una mariposa muere

Casi nunca es por enfermedad,

los daños te enseñaron

Que las acaban por matar.

Y por muchas que vomites

No te debes preocupar

Que cuando eches todo afuera

Otras más bonitas nacerán.

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