La bibliofagia existe. De manera no metafórica. Yo no quería empezar así, pero tampoco quiero otras muchas cosas y cuando vienen, vienen. Hay personas que comen libros y las hay que los devoran. Me ha parecido lógico, por algún motivo, empezar puntualizando, para evitar malentendidos y regalar así un poquito de “culturilla general”, como decía una profesora mía de la que ya no me acuerdo. De lo que vamos a hablar “nuestras mercedes” es de la bibliofagia más alegórica. Del consumo de libros que se digiere sin digestión propia (más o menos). Y justo aquí es donde creo que voy a parar la aclaración, porque estoy ya vislumbrando un más que posible final escatológico del que nadie tiene necesidad.
Hoy, en este maravilloso y radiante mes de abril; al que, por cierto, veo este año más apuesto que nunca (este coqueteo es para ver si la zalamería me funciona también con el calendario); voy a hablar de libros. Mejor: os voy a hablar de librerías a través de sus libreras y libreros.
A mí los libros me dan una sensación muy especial. Como ya, además, sean libros que me gustan, es que me agarra un sentimiento que no lo consigue ni la lasaña. Oler un libro, hojearlo, tocarlo, abrazarlo… Tiene algo seductor. Esa pasión tan carnal y profana solo es comparable con el cariño, el amor y, a veces, la obsesión (Aventura, 2002) de cuando dejas de manosearlo y empiezas a leerlo. Bendito romance sin demarcaciones el que se vive con un libro. Por eso adoro las librerías, por sus estantes enseñando lomos (en rústica, en dura, con grapas, cosida… ¡Ay!); parroquianos con la mirada perdida ante tanto estímulo, confusa la gente y feliz, como cuando te pierdes por el Albayzín y desde enfrente te mira la Alhambra; libreras y libreros enseñándote todos los secretos que hay detrás de los libros que exhiben, que encuentran (a mí esto es lo que más me hace temblar las piernas) y que, con suerte -para ti- luego te venden.
Pues, como pasa con todas las cosas de la vida, también tengo mis favoritas de entre todas las librerías de mi Granada natal (me gusta decir esto de “mi Granada natal” por el toque dramático de sentirme como una escritora en el exilio y porque, como podéis ver, tengo un pavo que se me derrama). Os merecéis conocerlas, porque son lugares (¡ay, si fueran solo eso!) maravillosos, necesarios, espectaculares, independientes, variados, vivos. Además, hablaremos de ellas con sus libreros y libreras, que tienen un salero, una simpatía, una cultura y un amor y respeto por lo que hacen que no se puede aguantar; y que nos van a ofrecer también sus propias recomendaciones literarias, como buenos profesionales. Que tenemos el 23 de abril ahí, clavándonos la mirada desde la semana que viene.
Y ahora sí, sin que el orden signifique más que el arbitrio que maneja mi barca (Amaya, 1983), viene mi top 7 (porque, a veces, el caos se apodera de mí y sálvese quien pueda) de librerías de Graná.
Librería Praga

Javier abrió la librería en el año 97, un año de crisis financiera en el que decidió dejar las oposiciones y buscarse la vida como librero. Él cree que fue ingenuo al pensar que solo siendo buen lector se puede montar una librería desde cero, pero lo cierto es que pudo y que lo hizo muy bien, especialmente porque ya en el 97 tuvo lo que él llama “intuición” -y yo, “sabiduría suprema e inalcanzable”- de que la venta por internet iba a ser algo importante. Así que abrió la librería en mayo y en junio de ese mismo año ya tenía página web (podéis visitarla aquí) para la venta online.
Para Javier, su librería de la calle Gracia siempre ha tenido una vocación local y universal. Local porque está muy ligada al barrio de la Magdalena y universal, por su presencia en internet.
En esencia, y sin que la parquedad de palabras signifique más que eso de “ir al meollo”, la Praga es “una librería de viejo que vende algunos libros nuevos”. Su catálogo, como su personalidad, tiene también una doble vocación: la literaria y la popular. El libro nuevo y el libro usado. Los libros nuevos que traen son los que a ellos les gustan, nada de “bestsellers”, y están muy volcados en la literatura y ensayo que ellos eligen. Su afán de selección es lo más característico de esta librería. Sin embargo, con el libro usado pasa lo contrario: intentan tener de todo, el más amplio abanico posible. Es, en definitiva, una librería literaria, independiente, alejada de la locura comercial, y en la que no faltan los clásicos ni esos libros “de fondo” por los que no pasa el tiempo. Podéis bucear por su Facebook, Twitter e Instagram para visitar esta librería tan favorita.
Javier nos recomienda: “Anhelo de raíces” de May Sarton.
Librería Inusual

Para Paula, montar una librería ha sido casi como un acto revolucionario, porque con los ritmos de ahora, con todo digitalizado, han decidido parar el mundo e invitar a la gente a parar allí con ellos. Paula y Guillem encontraron y consiguieron su local perfecto en la calle Natalio Rivas en marzo del año pasado… Efectivamente. Ese mes y ese año. Así que, como dice ella, han tenido que hacer un “máster en paciencia”. Pero lo bueno que tienen las cosas que se hacen despacio (por obligación del estado de alarma o por lo que sea) es que se pueden hacer BIEN. Ellos mismos hicieron sus estanterías y montaron su librería preciosa -con un gusto exquisito-, que abrió las puertas por primera vez en septiembre del año “que no puede ser nombrado”.
Sin haberle dedicado una enorme cantidad de tiempo al pensamiento de montar una librería propia, en algún momento, de repente, todos los pasos que habían dado en la vida los llevaron a tener ahora Inusual y a estar muy felices con eso, claro.
En Inusual podéis encontrar un catálogo muy centrado en editoriales pequeñas, y en libros un poco más diferentes que no llegan a tanta gente a los que poder servir de altavoz. También tienen mucho arte allí: pintura, fotografía, tapices… Venden también mucha artesanía de artistas granadinas/os.
Podéis comprar allí a través de su página web (las entregas suelen tardar unas 24/48 horas) y también podéis ver en su Instagram y en su Facebook lo bonita que es Inusual.
Paula y Guillem nos recomiendan: “Esta herida llena de peces” de Lorena Salazar Masso.
Librería Atlas.

Emilio lleva esta librería desde 1995. Él ha trabajado y ha estado ligado siempre al mundo del libro (editoriales, artes gráficas…) y hace veintiséis años decidió abrir una librería de viejo. En octubre de 1995 empezó en su antiguo local, detrás del Ayuntamiento de Granada; ahora, desde hace unos doce años, podéis encontrarlo en la calle Fábrica Vieja.
En Atlas se pueden encontrar maravillas de las que deseas y de las que te golpean en la cara sin saber de dónde salen. Es de esas librerías pequeñas que están llenas de tesoros de los buenos, de los expertos, de los que han vivido. Por eso es bonito entrar allí y perderte, porque hay poco sitio, pero las personas (y las cosas) si se tienen que perder, se pierden.
Allí podéis comprar, vender y/o donar libros (antiguos y modernos), cómics, postales, revistas… Si no podéis pasaros por allí, podéis pasaros por su página de Facebook y podéis comprar allí también a través de Uniliber y de Iberlibro.
Emilio nos recomienda: “Diario íntimo” de Jules Renard.
Ubú libros

Marian abrió esta preciosidad de librería hace siete años (y pico). Ella venía de trabajar otros tantos en la librería Praga y, con la experiencia que ganó allí, decidió dar un paso más y montar la suya propia. Así, además, ella sentía que cogía el testigo de otras librerías que iban cerrando. Ella empezó con Ubú en el Realejo y luego se mudó a la calle Buensuceso. Desde 2019 tiene una nueva socia, Teresa, y un nuevo local, en esa misma calle, aunque un par de puertas más arriba (o abajo, según el ánimo que tengas, que esto es como lo del vaso).
Ubú empezó vendiendo libro antiguo y luego decidió completar la colección con libros nuevos que no eran tan fáciles de encontrar de segunda mano: novedades, escritores vivos, libros de mujeres… Así que empezaron a darle más importancia a las editoriales independientes y a géneros que no tenían tanta cabida en otras librerías, como la poesía y el teatro. También, con la incorporación de Teresa, nuevos intereses entraron y ahora Ubú se ha convertido en muchas estanterías llenas de los libros que a ellas les gustan, en montañas de libros que las personas que pasan por allí recomiendan, y en las infinitas aportaciones y experiencias que vive, ya no Marian y Teresa, sino la misma librería como ente propio. Ubú no solo tiene mucha personalidad, sino que tiene muchas personalidades, que son las de todos los que pasan por allí.
Una característica más particular de esta librería es que allí se hacen muchas actividades. Algunas más lógicamente libreras, como las presentaciones de libros, y otras abrazando todo tipo de artes: películas, exposiciones, conciertos, teatros, talleres de lectura… Ellas dicen que su clave es escuchar lo que la gente propone y decir que sí a todo. ¿Son “pa” comérselas o no?
Si queréis entrar ahora, sin quitaros el pijamilla, podéis ver su Instagram, su Facebook y su web, donde también podéis comprar online.
Marian y Teresa nos recomiendan: “Las estatuas de agua” de Fleur Jaeggy, “Tienes que mirar” de Anna Starobinets y “Cómo ser perfecto” de Ron Padgett
OVNI Bazar Bizarro

Lucía es la librera de OVNI desde hace casi cinco años. Su vida siempre ha estado vinculada a los cómics y a los libros en general. Así que decidió montar la librería y saciar esa necesidad de vivir rodeada de ellos; quizás por esa fascinación que tenía desde pequeña por Asterix, Tintín, Valerian, Papyrus, Lucky Luke y un largo etcétera.
OVNI es una fantasía de tienda, os lo digo yo, pero es que verla nacer ha sido una aventura para Lucía: Ella estudió Bellas Artes y ha trabajado para el mercado francés y americano como colorista y maquetista. Ha trabajado también en la Universidad. Estudió Artes Gráficas y estuvo trabajando de eso, hasta que hace más de nueve años montó su editorial Libros de Autoengaño, con la que continúa, pero ahora, como dice ella “con una vida tranquilita”. Fue entonces cuando en una gira por ferias de libros alternativas, en 2016, se le encendió la bombilla a la nave y… Nació OVNI (para gusto de sus asiduas y asiduos), en la supercéntrica calle Duquesa.
OVNI es muy difícil de calificar, porque es un auténtico “bazar bizarro”. Yo creo que no hay antojo que no me haya curado allí. A Lucía le gusta mucho cuando dicen que es una librería “para chicas y maricas, como el fanzine de Julian Almazan”, le gusta que digan que es un espacio cultural, que es inclusivo y seguro para muchos colectivos. Pero lo que más le gusta a Lucía de su OVNI es que, en general, “hace sentir bien a los terrícolas”.
Pasaos por su Instagram, PERO YA, pasaos por “la nave” física, si tenéis oportunidad, o por la tienda online, que han ampliado su venta a toda Europa.
Lucía nos recomienda: “¡Digo! Ni puta ni santa. Las memorias de La Veneno”, “Patti Smith” de Ana Müshell y “Coños como el de Marta” de Diana Aller.
Un Mundo Feliz

Eva es la actual librera de Un Mundo Feliz, una librería que en 2014 montó Christophe, quien continúa como colaborador. Fue el amor por los libros, las artes y la “escuela de vida”, como ellos dicen, “de unos padres en época de crianza que sueñan con un mundo mejor para sus hijos y que tienen que trabajar para ganarse la vida” la chispa que surgió para que ahora tengamos esta entrañable librería en el corazón de la Avenida de Cervantes.
Esta es una librería especializada en literatura infantil y juvenil, pero tienen también una gran selección de adulto, en la que dan mucha importancia a la calidad, artística y literaria, y a la emoción. Para ellos, el concepto de Un Mundo Feliz se basa en “ofrecer un espacio para la infancia donde los niños y niñas puedan encontrarse con sus emociones, con sus sueños, con el arte, con el descubrimiento de otros mundos y puedan desarrollar su sentido crítico para que a través del arte y de la literatura aprendan a pensar por sí mismos”. Eva resume todo lo que para ella significa su librería dándonos el título de un libro: “El Oso que no estaba” de Oren Lavie (Bárbara Fiore Editora).
No solo hay libros en Un Mundo Feliz (que no solo de pan vive el hombre), también allí se realizan talleres de arte, yoga, filosofía para niños, ajedrez… Aunque ahora la cosa está un poco parada por las medidas sanitarias que, muy necesariamente, se han impuesto en los espacios públicos. Aun así, continúan los talleres de arte y van a empezar ahora una nueva actividad de lecturas compartidas entre las familias del barrio en los Jardines de Quinta Alegre, al ladito de la librería.
Para Eva, lo más importante es el especial valor y cariño que le dan a la literatura inclusiva y al trato a la diversidad: “Seas quien seas, vengas de donde vengas, pequeño o adulto, siempre encontrarás un libro (y un/a librero/a) con el que compartir en Un Mundo Feliz. En la librería nunca te sentirás solo.”
A mí esta librería me pone el corazón blandito, como me pasa siempre con la gente y las cosas bonitas y buenas, así que os pido -por favor y gracias- que visitéis su Instagram, su Facebook y su Mundo Feliz.
Eva nos recomienda: “El Oso que no estaba” de Oren Lavie y “La historia de los bonobos con gafas” de Adela Turín.
El Tiempo Perdido

Daniel es historiador, especializado en arqueología. Su amor por los libros, la literatura y lo que él llama “un afán divulgativo” y una capacidad de entender por qué a alguien le gusta un libro y a otros no -amén de una indiscutible aptitud para sacar adelante un negocio- fueron los desencadenantes que lo llevaron a montar su librería en 2015.
El Tiempo Perdido nació en Marqués de Falces y cambió de local a mediados del año pasado; ahora está en calle Puentezuelas. El nuevo local es UNA MARAVILLA de bonito que es. La gente que trabaja allí es también muy maja y por eso está en este top “seven”, como es más que lógico. La librería es muy activa en redes sociales (podéis pasaros por su Instagram y quedaros allí ya para siempre) y hacen muchas recomendaciones con mucho gusto y respeto por (y hacia) la literatura. Tienen también un podcast, “El Tiempo Perdido” -que os recomiendo de paso- y tienen proyectos para hacer talleres, presentaciones y otro tipo de actos, que ahora, por lo que sea, están en pausa.
Para Daniel, en una librería, ser lector es fundamental, y eso, allí, se nota. Él dice que para ser buen lector (ergo buen librero) “tienes que tener tiempo, leer mucho y saber explicar lo que lees”. En general, el espíritu de esta librería es tener libros que puedan soportar el paso del tiempo, sean actuales o no.
Podéis ir a la librería con vuestras figuras corpóreas, si estáis en Granada, y podéis también comprar online a través de su página web.
Daniel nos recomienda: “El asesinato como una de las Bellas Artes” de Thomas de Quincey y “La guía del autoestopista galáctico” de Douglas Adams.
Amalia Torres es bibliófaga, emperatriz
y granaína por encima de todo