UNA ANTOLOGÍA LICÁNTROPA

VV.AA.

Territorio Extrañer

Pipa y Chancla Ediciones

     Territorio Extrañer y Pipa y Chancla Ediciones han fabricado un hito: ejercen como comisarios de una exposición literaria sobre Licantropía que no solo nos ayuda a revisitar sus innumerables formas y reconocer sus comentados homenajes, sino que además contribuye a la ampliación universal un par de salas más, a base de originalidad, experimentalismo, apuestas puramente sólidas y convincentes. Hemos disfrutado mucho esta excursión bajo la plateada luna. Tomen sus linternas, que entramos.

     El prólogo Reivindicando la figura del licántropo es una magnífica invitación a la presente colección de cuentos. Lo firma Carlos Ruiz Santiago y en él realiza un detenido paseo por muchos de los lugares culturales -películas, libros, populismos- que han vertebrado la composición total de la figura del licántropo, desde sus aciertos y sus defectos, desde una honestidad crítica arrolladora y un juicio integral acerca de las posibilidades creativas que nos ofrece este ser que tanta leyenda alberga en su peluda espalda. Alexei Tolstoi y Georges Clemenceau aúnan en sus menciones médico-literarias la esencia transformacional que motiva la pura creación de esta iniciativa en forma de quince relatos que prometen calidad, redescubrimiento del mito y, por supuesto, cambio, mucho y necesario cambio. ¡Aullemos!

     Fraternal – Verónica Cervilla

Comienzo brillante a la luz de la luna de Cervilla. No somos objetivos ante nuestra admiración por su pluma, si bien esto provoca unas expectativas peligrosas. Ha vuelto a cumplirlas y superarlas: la fantástica historia de los hermanos Caín y Abel Duarte resulta una impresionante bienvenida a esta antología licántropa con aventura, tensión, humor negro y algunas reflexiones vitales sublimes. 

La composición narrativa ligada a ese diálogo siamés permanente y los pensamientos compartidos por Caín, el hermano narrador, contrastan con el buen uso de la incrustación forera en el natural discurrir de una acción que estalla en fascinación y terror. El personaje hipotenuso (aquel que se muestra frente a un binomio de protagonistas y cierra el trío principal, comúnmente como antagonista) es un genial LoboHC convertido en Lobo en plena noche; arrastra con él el don de la revelación y proyecta un mérito valiosísimo en un cuento extraordinario: la virtud de hacer del increíble dúo una pareja de meros espectadores ante algo más grande que ellos, algo más potente que su propia condición especialísima. 

El ritmo del texto es exquisito, permite el placer de la lectura con todos los sentidos. Los personajes son de categoría, así como la presentación en boca de Caín de la historia de los hermanos en la introducción del cuento. El desarrollo añade emoción y escalofrío sin perder de vista esos toques cómicos, irónicos, sarcásticos que tan bien funcionan en el maremagnum de oscuridad, creencias y decisiones fatales. Qué rico manjar y qué bien sabe su último mordisco: ese final elegante y salvaje.

     Si todavía sigue vivo – C.G. Demian

Regresamos a las garras de uno de los autores más originales que hemos leído: C.G. Demian nos ha conquistado en múltiples antologías con su capacidad para la sorpresa, el riesgo y la jugosa demostración de que los supuestos límites de un género pueden ser extensamente estirados hasta doler. 

Nos presenta aquí a Krost, uno de los personajes más interesantes del conjunto de relatos. Su condena y su suerte se anclan al mismo laberinto. La pesada cuestión del tiempo como todo y nada, como verdugo y compañero eterno, atraviesa el texto con el filo de las buenas armas blancas. Su intrínseca relación con la supervivencia lo convierte en el gran protagonista sombrío de esta propuesta desasosegante que halla en el manejo del tempo narrativo un factor determinante para la buena digestión de la historia, relevante y feroz en sí misma.

C.G. Demian hace que nada sea lo que parece. Nos introduce una suerte de imperio cósmico-demiúrgico que gestiona desde arriba el destino de los desdichados, las almas atrapadas y la carne que solo será carne cuando el aura tenebrosa que envuelve a Kiugo clave su mirada en la tierra, tan mancillada de lunatismo. Estupendo cuento de extrañeza en el que la presunción de ciertos hechos y la descripción ahogada de algunas escenas alimenta un desarrollo apasionante.

     Amor de verano – Irene Callejas

¡Vaya tesoro Irene Callejas! Disculpamos cabizbajos nuestra ignorancia al no haber leído nada suyo hasta este cuento que nos ha abofeteado el hocico con su inmensa propuesta, humildemente dicho, una de las que más nos han gustado de toda la antología licántropa, una joya estelar.

La capacidad para detonar la narración y hacer explotar por los aires la historia encuentra aquí un majestuoso ejemplo: la transición de estados, la paulatina torsión grisácea de lo escalofriante, clavado en nuestros ojos cuando ya es tarde para gritar, la sibilina mueca que nos observa desde la sombra femenina y espera, acechante, que su presa se confíe visualizando un equivocado relato sobre dos cuerpos humanos sudando un mismo lecho.

La disposición de las piezas primera y segunda rota sobre un eje que atrae la tensión y la expulsa con toda la calma de quien sabe que ha ganado: la resolución del inaugural entierro es el renacer de una nueva vida, tan canina, tan lobesca. Y qué miedo, qué delicia, qué placer culpable, Irene.

     Ralfi – Francisco Santos Muñoz Rico

Acudimos ahora al virtuosismo, a la sagacidad y la completitud de un consagrado escritor: Francisco Santos Muñoz Rico nos maravilló por última vez en formato discusión, en su excelsa participación en nuestras III J.A.C.E. De su relato esperábamos confirmar nuestra predilección por su lenguaje y su distinguida habilidad comunicativa. Lo logramos.

Ralfi es título y protagonista de esta distópico-futurista descarnada historia de bandas en la robotizada y pútrida Nuevaespaña, caldo ideal para malandrines, ludditas y egos de tamaño rascacielos. Una novísima droga ha irrumpido fuerte en las sucias calles habitadas por la banda del Chapo y los avanzados agentes de la ley, encabezados por la muy humana comisaria Flores. El renegado Santos, la doble pareja Ralfi-Bogart / Flores-Sofi y los sonoros acompañantes que revolotean a su compás giran en torno al desgraciado Buster, descuartizado, masacrado de manera violentísima.

Lo que debía ser un ajuste de cuentas corriente y moliente desemboca en una guerra contra el enemigo común: uno de los últimos -y, seguro, el más extraordinario de todos- vestigios de la época ibérica pretérita. 

La destreza narrativa del autor desborda el límite físico del cuento; nos sumerge de lleno en la Avenida Slayer y nos proporciona un universo retratado con mordaz ironía, con dosis de lo grotesco y lo esperpéntico manchando la caricatura decadente de una sociedad empapelada en sustancias, vicio y ausencia moral. Robocop ha asomado en alguna escena; Las Tortugas Ninja lo ha hecho en otras. Ninguna es justa. FSMR vuelve a romper la baraja y atropella el elemento licantrópico común para poseer un pedazo único e inconmutable. Si se estira decentemente, habemus una tremenda novela…

     Ojalá pudiera comerme las uñas – Manuel Gris

Pasamos del relato chungo al relato gamberro, la otra cara de una misma perla, diferentes modos de enganchar y lucir. Manuel Gris nos conquista con su rudeza, su extrema espontaneidad -por boca del protagonista- y nos muestra otra dimensión de la mera rutina asaltada por el exceso de pelo en forma de amenaza licántropa. El dúo tío-sobrino, siendo el segundo miembro una especie de objeto de oro que cuidar con la vida misma a riesgo de ser decapitado por la madre de la criatura, funciona como excusa para una buena avalancha de acción, de nuevo mucho retrato -decadente- social -personificado eminentemente en el personaje principal- y altas dosis de humor y sátira equilibradas con gotas reflexivas en los momentos más irreverentes.

El texto se devora fácilmente; nos deslizamos con rauda escalada desde los conflictos internos del narrador hasta las secuencias de caos y destrucción que abrochan la resolución dramático-jubilosa  desde el ecuador hasta el fin. Nos hemos entretenido mucho, reído y valorado grandes detalles que enseñan la pata de buen escritor que gasta su autor. Uno de los huracanes de frescor de la colección.

     El afilador – Vicente Ortiz

Destripamos ahora un grato cuento folclórico en pedales de un nómada afilador en busca de nuevas localidades y sus particulares circunstancias. Alcanzará una ciertamente curiosa que le descubrirá una tradición tan original como peligrosa. Exponencialmente subirán de nivel, la atracción y su curiosidad, en un torrente irrefrenable que le provocará la necesidad de descargar adrenalina a lo bestia.

Cortejado amistosamente por la figura femenina más representativa del lugar, se adentrará cada vez más en el que será el gran reto de su afilada vida. El misterio mayor, el vuelco final, se destapará en el momento preciso, justo a tiempo para elevar el buen sabor de un texto pulcro en lo narrativo y simpático en su propuesta de fondo. Buena maniobra y buen rato de lectura.

     Una oveja negra en la familia – Borja Alonso Alonso

Cerramos la carpeta, la agitamos y volvemos a abrirla para presenciar otro corrimiento de latitudes que nos lleva hasta la Noruega montañosa. Allí nos suelta Borja Alonso Alonso, en plena nieve, con un hogar familiar como centro neurálgico de la trama. Contienen sus paredes al rapaz Einar y al apesadumbrado padre Gerd, los cuales aguardan, a opuestos lados de una misma angustia, la llegada de la matriarca Helga para zanjar su destino más inmediato.

La mantenida tensión y el giro argumental definitivo son los grandes triunfadores de un cuento disfrutable, que deja ricas descripciones y momentos delicados. Destacamos lo bien explotada que está la concentración de bastantes personajes en tan poco espacio narrativo; nos ha encantado la dualidad que vuelve a disfrazar de ambiguo pelaje compartido hombre-lobo ciertos instantes de esta historia que olía a sacrificio y vierte sus carnes hacia la más grata elección de salvación y perpetuidad. Buen aporte de aspecto legendario y sonrisa ocultista.

     Recortes – Elena Romea

El Diario Madrid Siglo XX expone en sus páginas una crónica de sucesos escalofriantes que asolan la ciudad en la primavera de 1903. Elena Romea hace arte, papiroflexia narrativa con esta bomba de cuento. 

En la mitad de Transfórmate o muere se clava este sensacional texto como una bandera que arranca su fortaleza desde la forma y la traslada, recorte a recorte, comentario a comentario, pasito metaliterario a pasito metaliterario hasta un fondo igual de deslumbrante.

El contenido -principal y secundario- del diario es una absoluta genialidad: permite el retrato, la caricatura, el chiste, la vergüenza ajena, los juegos visuales y léxicos… todo desde una interconexión canalizada por la propia dirección de prensa que hace las delicias del lector, que por momentos siente su papel entre las manos, lo palpa, lo arruga, lo manipula. 

El diseño de los pintorescos personajes es otro de los pilares de esta hazaña: qué riqueza, qué humor tan afilado y qué verosimilitud atronadora. Ya no se hacen diarios como los de antaño… Menos mal que nos quedan arqueólogas literarias como la genial Romea, que, además de todo lo dicho, logra trasladarnos la histeria cultivada en las maltrechas calles de una Madrid azotada por la aparición de unas terribles criaturas camufladas, vestidas de caras conocidas.

     Noche de juegos – Tania Huerta

La supremacía cuestionada gráficamente, el sorpasso, el volteo jerárquico. Quién es el animal -como concepto despectivo-. El cuento de Tania Huertas abre en canal una de las claves filosóficas del grueso de la iniciativa antológica: nos expone ante nosotros y ‘ellos’, ante nosotros que somos ellos o ellos que son nosotros. La lucha existencial es representada con crudeza y nos invita a participar, como mudos y ojipláticos voyeurs, de una celebración ritual que constituye toda la catarsis de especie, así como un éxito -acaso una venganza- de la Madre Naturaleza.

La autora logra contagiarnos la indefensión, la intriga y la ahogante incertidumbre. El manejo del reducido espacio -apenas ampliado por lo que la mente narradora acierta a imaginar- cumple perfectamente su faceta de encierro, de enjaulamiento, de desagradable cautividad. Y cómo duele.

Uno de los textos que se desmarcan de los evidentes juegos de recomposición del mito y asumen, con gran carga de responsabilidad, el reto de trascender el mensaje acerca de nuestro poder sobre el otro, sea lobo, animal, persona… o todo a la vez. Buen bocado a la yugular. Necesario.

     Gévaudan – Roberto Bayeto

El maestro Bayeto ha vuelto a fascinar, a destrozar el baremo, a ser el Messi de los cuentistas, el hechicero, el brujo de Transfórmate o muere. Se ha sacado de la manga un relato que nada tiene de sencillo, azaroso o simplista: todo lo contrario, estamos ante una extraordinaria fuente de conocimientos liberada sobre el lienzo escritural. Bien podría ser Bayeto el sabio Simenon, ese singular, soberanamente docto y entrañable asesor literario que ampara la detectivesca labor de la intrépida, -no tan- incrédula y desde luego muy carismática capitana Maigret por tierras galas.

La densa base de aprendizaje que nos alimenta el cerebro es una de las grandes armas de creación masiva de la que consideramos que es la historia cumbre -subjetivamente favorita a estos ojos que escriben- de la antología licántropa. Ineludiblemente pegada su calidad al binomio protagónico más estratosférico de cuantos transitan estas páginas, en Gévaudan cabe todo: su dinamismo, su gracia natural, su magistral enlace de escenas, su bien cocinada estructura -capítulos de una micronovela- y su alta cualidad descriptiva componen las líneas vectoras de una propuesta fabulosa, envuelta en el mejor vestuario detectivesco que hayamos podido apreciar en mucho tiempo.

En efecto, Astrid y su parlanchín acompañante son el dúo de moda, una extrañísima versión de Holmes y Watson, una piel desbloqueable para aquellos Riaza y Tayllon que nos maravillaron en Bajo esquirlas de hielo, de Sheila Carnero. Pero son las principales piezas de un armazón que no flaquea en lo más mínimo, con secundarios de lujo, diálogos geniales -desde el discurso hasta la mueca-, eventos corrosivos y horribles, además de muy sabrosas pizcas de experimentalismo metaliterario.

Los créditos finales deseamos que sean para la honestidad de Bayeto: abrazamos cálidamente su mantenimiento de coherencia, su verosímil equilibrio, su buen gusto por el sendero más cercano a lo que le pedía la obra -y el lector, servidor, aquí presente- y que no era otra cosa que evitar la tentación de la pomposidad, la sorpresa tramposa, los fuegos artificiales gratuitos y destartalados que hubieran mancillado -imperdonablemente- un cuento único e impresionante. Es, así, su última etapa el perfecto término dorado y uno de los mejores remates gracias a la pseudocaperucita y los plateados proyectiles. Larga vida a Gévaudan y su leyenda. Eternidad para usted, don Roberto.

     Colmillos – José Luis Pascual

El tópico del lobo solitario agrega un lustroso capítulo a su tradición con este estupendo cuento de José Luis Pascual -coordinador junto a C.G. Demian de la locura licántropa que estamos comentando- que tiene en su atmósfera uno de sus grandes aciertos. El autor exhibe un dominio de la geografía oscura, nocturna y antropológica, con sus miedos, sus escasas certezas y la expresión de una realidad cada vez más obtusa.

La escenografía es concreta, minimalista, tendida a disposición del alfil, que rasga con sus pasos diagonales la bruma de una primera persona nubosa y volátil. La presentación es muy atractiva: ese encuentro insólito, ese sentido de hallazgo envenenado que brota hacia una redirección de salvamento y pesadilla enterrada. Dejad que los niños se acerquen a José Luis Pascual. 

El progreso de las aristas argumentales se retuerce entrelazado hacia un terror visceral y orgánico. La metamorfosis nos deja uno de los regalos estilísticos más notables de la completa colección, uno de esos que inundan y juegan gráciles con la ruptura de renglones. La minuscularidad que castiga a nuestro protagonista lo dota de una paradójica humanidad -vulnerable, humilde, débil en ciertos puntos- que acrecientan la vasta sombra de sus cruentos actos. Estamos entusiasmados.

No resultaba sencillo concluir con maestría un texto que tiene en su mitad estructural la eclosión estética y la suficiente justificación del horror entrevelado. Sin embargo, pequeños cachorros, el remate está a la altura de todo el relato y supone un broche precisamente rebosante de roja impresión. Fantástico.

     Los héroes siempre mueren – Luis Bravo

Desde Perú aterriza este nuevo eslabón en la cadena del clásico enfrentamiento entre vampiros y licántropos por el trono del reinado oscuro. La prosa de Bravo es aguerrida, propone sensaciones desde el asco a la admiración, con buenos efectos en materia de intriga. La enésima confrontación entre ambas tribus de seres malignos aguarda la estelar aparición del antídoto mayúsculo, de la panacea que decante la lucha hacia uno de los extremos… o hacia ninguno. Dicho elemento diferencial, que responde al nombre de Devon, es en sí mismo uno de los más espléndidos artefactos de Transfórmate o muere.

La constante oscuridad del trayecto narrativo -en sus calles, en su reunión magnánima, en casi todas sus postales- destila un notable manejo de la capacidad inmersiva que ejecuta el autor. La representación del conflicto clave cabalga simultáneamente al desarrollo -a veces luminoso, a veces omitido, pero siempre resiliente- de un espécimen que, paradójicamente, identifica algún tipo de esperanza en nuestras almas. Concebido para exterminar, tal vez sea un gran salvador. Una buena historia con un gran engendro dentro.

     La sirena y el lobo – Arima Rodríguez Vega

La gran historia de amor de la antología licántropa. Arima nos ofrece una primera persona solventemente ‘rutinaria’ o ‘convencional’ de una muchacha guitarrista con conciencia de su entorno y su difícil encaje en el aburrido canon estereotipado de lo que la sociedad debe albergar en su escrupulosa distribución de género / condición / sexo / etc. / etc.

La asumida ambigüedad de la protagonista es ideal para la exploración de instintos anómalos, si bien la apariencia original de una historia de transformación externa/interna deriva en un bellísimo despliegue de simbolismos -del tatuaje a la sirena silenciosa-. La ambientación es deliciosa desde las pupilas sonoras de la caminante y sus flashbacks, soliloquios y críticas rumiadas. 

La búsqueda de la solista perfecta para colorear sus letras será un proceso frustrante que esconderá hasta los últimos escalones el verdadero triunfo. La vehicular función de la música es aquí uno de los más notables regalos de esta colección de cuentos. Merece ser destacada también la manera en que la autora toma la figura del lobo y lo hunde en su pecho para construir el texto más periférico -en términos superficiales, de uso a pleno foco-, respecto del leitmotiv global. Chapeau.

     El cachorro Laínez – B.J. Sal

B.J. Sal es una de las mayores revelaciones literarias de estos tiempos. Le hemos leído en novela y en relato y siempre ha despertado en nuestra córnea un erizamiento. En la ocasión que nos ocupa toma la voz del superviviente Martín Novella para ofrecernos otro de los escenarios potables para el desarrollo de la figura licántropa: la guerra, el contexto histórico desempeñado por los nazis y su intento de invasión y la resistencia universal a la conversión definitiva. La leyenda nos enseña que aquella época era propicia para experimentar con la genética humana. 

El creador de este cuento nos acerca la rutinaria preparación de un grupo de soldados que, tras diversos acontecimientos internos, tendrán el honor de ser destinados a encargarse personalmente de la mayor arma bélica jamás avistada. 

Su aroma a imposible mezcla entre Predator y Overlord no consigue empañar los cristales nacionales y su sentimiento más próximo, casi de pertenencia, que nos sugieren las desventuras de esos hombres. Repartida formalmente en dos grandes segmentos, no sufre la pérdida de atención, acentuada inevitablemente a partir de la introducción del individuo que da título al texto. Nos ha satisfecho su historia y nos ha encantado su forma, epistolar o, mejor, testimonial, con la verborrea lógica de la oralidad transcrita y los mil detalles que, por supuesto, construyen una cosmovisión rica y digna de ser allanada por el lector.

     La leyenda roja – Lorena Escobar

Ah, Lorena Escobar, otra de esas interesantes voces actuales que tiende a colarse con soltura y calidad en espacios literarios para disfrute de la mirada lectora. Cierra con esta leyenda roja la hora del lobo en Territorio Extrañer, lo cual supone una responsabilidad extra.

Desarrollado en cinco fascículos de enlace inmediato, siendo el que contiene la leyenda el más imponente -desde luego también el principal para el devenir de la trama-, este cuento policiaco protagonizado por el triángulo Ernesto-Carmen : Esperanza trabaja desde ciertos tópicos la masa deforme de los casos sin resolver y sus infinitas sombras. La figura de la bibliotecaria nos seduce sobremanera en esta propuesta de venganza y profundidad sociocultural. Le otorgamos la medalla de mejor némesis femenina de la antología y aplaudimos sus intervenciones en los diálogos, base narrativa del texto.

Nos quedamos con ganas de seguir leyendo a Lorena, de avanzar en el descubrimiento de su literatura. Por el momento, cumple con habilidad la tarea de certificar la buena salud de la antología licántropa que cerramos a continuación.

     Estos quince aullidos intervenidos conforman una de las antologías de relatos más frescas y equilibradas que hemos tenido el gusto de paladear en mucho tiempo. La presentación editorial es magnífica -adoramos la portada y los separadores interiores de las diversas partes de cada texto- y el conjunto luce majestuoso. Hemos disfrutado mucho de relatos más largos y mucho de relatos realmente breves. Hemos hallado gratísimas sorpresas autorales y confirmado con méritos nuestra devoción por algunos nombres. Solo nos queda recomendar la lectura de este volumen que devuelve la licantropía a la primera fila de la literatura de terror.

     ¡¡¡AUUU!!!

 Altavoz Cultural

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