
-Altavoz Cultural, septiembre 2021-
María Calderón
Sandra Delgado
Axel Jiménez Tenorio
¿Qué rasgos principales destacaríais de vuestro arte a modo de presentación básica de vuestro estilo e identidad creativa?
María Calderón: Me gusta integrar conceptos, formas, siluetas, personas, animales, objetos… Una de las primeras composiciones que hice de cara al público fue el logo de «Niña Loba editorial». Sería un claro ejemplo de lo que nace cuando empiezo a crear. Este logo es la silueta de la cabeza de un lobo aullando y dentro, encajada, la silueta de una niña que alza sus manos al cielo. Ambos tienen una actitud altiva, hacia el cielo, adorando la naturaleza. La textura original de la loba es un cielo estrellado; la de la niña, la textura del suelo lunar. Fue una composición que tuvo muy buena aceptación y gustó mucho en general.
Por otro lado, podemos referenciar la portada de «Soñaremos con la Gran Música» como ilustración más compleja. Se trata de una composición digital que también creo que representa bastante mi estilo. Aquí juego con cielos estrellados, nebulosas, luces naturales y artificiales, edificios de ciudad y muchos más elementos. Siempre intento que el autor me indique todo lo posible su idea, me la describa lo más detallada posible y, así, poder crear a gusto, pero con toque personal, algo único.
Sandra Delgado: Todo mi trabajo gráfico está marcado, creo, y a pesar de que actualmente es mayormente digital, por mi origen y vocación muy tempranos de pintora al óleo, figurativa y realista (que no hiperrealista; me gustan demasiado los pequeños arrebatos de las pinceladas sueltas y rebeladas ocasionales), y de obra digamos centrada en la representación humana, a diferentes niveles e intenciones. Es lo que siempre me ha motivado más, creativamente hablando: acercarme a personas reales de mi entorno o a otras totalmente inexistentes (o no… quién sabe) de las más diversas maneras, a veces como medio y método de conocimiento directo hacia una persona o un tema muy concreto, y a veces como experimentación, exploración y manifiesto de los más diversos temas.
Hoy por hoy, aunque echo a veces de menos trabajar en obra personal (algo a lo que espero poner remedio más pronto que tarde), en cuanto un proyecto me permite dar rienda suelta o acudir a esa parte tan importante de mí, allá que asoma. Intento, claro, acercarme a los que lo puedan propiciar hasta cierto punto, como la editorial Ménades, con su filosofía y misión, y en los que de esta manera pueda dar lo mejor de mí.
También trabajo mucho desde hace ya unos cuantos años en ilustración histórica, que demanda unas condiciones muy concretas, y por tanto tiene sus limitaciones creativas; pero en la que creo también consigo hilar en lo posible con todo esto que comentaba, sobre todo en las propuestas que rescatan momentos de la llamada historia menor, alejada de las grandes figuras históricas famosas, que también tienen su gracia, claro. Pero la atención, el rescate de personas digamos anónimas de hace tanto tiempo, conseguir un recuerdo, aunque sea seguramente deformado, de actos y circunstancias de quienes jamás hubieran imaginado que podrían ser objeto de algo así, pero que lo merecen a nuestros ojos por unas razones u otras, enlaza en cierto modo con ese motor de mi trabajo creativo.
Axel Jiménez Tenorio: Siempre he pensado que mi estilo es muy variado, de hecho, a día de hoy, si visitáis mi Instagram, veréis que toco diferentes técnicas y estilos. Me siento cómodo sobre todo con técnicas tradicionales como tinta, lápiz y acuarelas, aunque por motivos de trabajo y de tiempo (deadlines) he migrado a la ilustración digital en muchas ocasiones.
Por eso me resulta difícil definir mi estilo, aunque tiendo a un realismo fantástico (con fuertes influencias de Brian Froud, Alan Lee o John Howe, entre otros).
Me gusta también que sea la gente quien me diga qué estilo creen que tengo, porque me atraen tantos que muchas veces no me ciño a ninguno y voy saltando de uno a otro.
¿Cómo valoráis el mercado actual post-pandemia y cómo creéis que evolucionará a partir de este momento?
María Calderón: Creo que las redes sociales han tomado mucha fuerza. Además, creo que también gracias a ellas ahora hay mucha más gente que muestra su arte y puede ser vista por posibles perfiles que requieran sus servicios.
Por otro lado, también ha habido en algunos sectores algo de parón, afectándonos indirectamente a todos los que trabajamos para ellos.
Espero que todo vaya a mejor, que entre todos podamos volver poco a poco a la antigua normalidad.
Sandra Delgado: La pandemia obligó a muchas personas a reinventarse, y a tratar de reinventar los distintos ámbitos, en general, de alguna manera. Y nos han quedado unas cuantas herencias: en el mundo creativo hemos sido testigos por ejemplo del nacimiento (o la aplicación novedosa a este campo) de cosas como los NFT, o tokens o vales no fungibles, que creo son todo un reflejo del camino que se está siguiendo en algunos sectores del mercado artístico. Personalmente, diría que por desgracia, aunque estoy segura de que las opiniones a este respecto son más que variadas, dependiendo de los intereses y prioridades, como es normal. Pero hemos visto durante este tiempo ejemplos tan disparatados y absurdos, se muestra en ocasiones una distorsión tan grande de lo que es el arte y el mercado del arte en esos casos (algo que no es del todo nuevo, claro, pero no a estos niveles, creo yo, tal vez en mi inocencia) que no puedo por menos que sentir rechazo a esta vía abierta. Ojalá haga bien de alguna manera a los creadores en general de todas formas, de verdad que me gustaría. Pero, tal y como funcionan al menos ahora mismo, no estoy muy segura de ello.
Por lo demás, espero que el resto de caminos del mercado artístico más clásicos, digamos, consigan reponerse poco a poco. Confío en que va a ser así, y en que lo vivido además pueda resultar en obras (y actitudes) poderosas, y en que la injerencia de corrientes y novedades más inciertas (todo lo que ocurre en el mundo artístico está en cierto modo unido, al final, para bien o para mal) no sea muy grande o, al menos, no de manera demasiado negativa.
Axel Jiménez Tenorio: Pienso que el mercado del arte y la ilustración siempre se ha movido en unos terrenos un poco precarios, así que estos dos años de pandemia yo no he notado grandes diferencias. Sin embargo, lo que sí que he notado es que ahora la gente cada vez valora más el arte. Siento que la gente se ha dado cuenta de que algo que podían considerar secundario para la vida, como puede ser el arte, es algo principal para mantener alto el ánimo. Hablo tanto de arte tradicional como literatura, ilustración, películas, series, música, arquitectura, etc. ¿Cuánta gente se ha dado cuenta en su confinamiento de lo esencial que sería tener un balcón bien diseñado en su casa? Es un ejemplo un poco burdo, pero espero que captéis la idea.
Personalmente, en estos años de pandemia he trabajado más de ilustrador que nunca, no sé si achacarlo a la suerte o a que al no poder salir de casa he buscado más trabajo de forma activa por internet. En cualquier caso, yo siempre soy positivo. Veo cómo las personas disfrutan del arte y están más dispuestas a pagar por ello, y eso también viene porque las generaciones más jóvenes están más sensibilizadas con este tipo de cosas.
¿Cuál es vuestro concepto de éxito en el ámbito de la ilustración y el arte gráfico?
María Calderón: Creo que dependiendo de las aspiraciones de cada una o lo que nos hayamos propuesto con nuestro arte, podemos entender ese «éxito» desde diferentes perspectivas. Se puede contemplar el «éxito» desde un ámbito más personal: gustar al público, a los clientes, que se valore tu trabajo… En resumen, que exista un reconocimiento externo hacia tu labor. Por otro lado, creo que podríamos entender el «éxito» también desde una perspectiva más laboral: demanda editorial, encargos de empresas o particulares… Y por último, el mundo del «éxito» social: likes, seguidores, reputación, familia… Quizás hay quien entienda que el «éxito total» aúna estas tres vertientes, pero ya digo, pienso que dependiendo de donde enfoques tus metas y objetivos, lo alcanzarás de una forma u otra.
Sandra Delgado: Diría que el mismo, posiblemente, que casi para cualquier otra dedicación o vocación: poder vivir bien y tranquila haciendo lo que me gusta (o lo que necesito hacer, literal y honestamente), y conseguir que los demás disfruten también con ello; hacer algún pequeño bien directo, digamos, aparte de la creación en sí (a veces digo que, ya que no puedo embarcarme en otras cosas de mayor envergadura, al menos de momento, me ilusiona hacer felices de vez en cuando a otras personas arropando con mis portadas a su criatura escrita, por ejemplo; bueno, y otros aledaños por el estilo que a veces posibilita dedicarse a esto con pasión y ganas, eso sí me parece imprescindible, aunque por supuesto tengamos nuestros días malos).
Por supuesto, de nuevo, en eso incluiría que mi trabajo contribuyera de verdad, aunque sea mínimamente, a objetivos concretos como, por ejemplo, los que se marca la editorial feminista Ménades, que, como mencioné antes, es uno de a los que más tiempo dedico ahora mismo. Eso también me parece parte importante dentro del concepto de éxito.
Por lo demás, el reconocimiento a nuestra obra también es importante, claro, y necesario en cierto grado, lógicamente. Pero lo veo más como un apoyo para seguir, como un motor que contribuye a la ilusión absolutamente necesaria para hacer cualquier cosa, además de las motivaciones personales más profundas, que como un objetivo en sí.
Axel Jiménez Tenorio: Para mí es sencillo: que la gente me conozca a mí y a mi trabajo lo justo para tener un buen flujo de trabajo. Simplemente visualizo un estudio propio, libre de horarios, donde pueda dibujar tranquilamente tanto cosas personales como encargos, y que el dinero que gane me llegue para tener una vida holgada económicamente para mí y mi familia. Eso es el éxito.
¿Cómo consideráis que ha evolucionado la figura del ilustrador en el mundo editorial? ¿Qué hace falta aún a día de hoy para que se sitúe al mismo nivel de reconocimiento que el autor literario?
María Calderón: Creo que no se trata de niveles, sino de distintos tipos de reconocimiento. El autor literario cuenta una historia con palabras, el ilustrador con imágenes. Dependiendo de la importancia que le queramos dar a la ilustración, esta ganará valor. ¿Qué serían las historias de Beatrix Potter sin sus maravillosas ilustraciones de los conejillos? ¿Quién no ha leído un cómic de Astérix y Obélix o Las aventuras de Tintin y se ha quedado embobado mirando las ilustraciones? ¿Qué sería de las enseñanzas de Mafalda sin sus expresiones? ¿Quién no se ha quedado perplejo con los dibujos de las primeras ediciones de Alicia en el País de las Maravillas?
Pienso que, en estos casos, las ilustraciones dan un valor añadido a la historia. Creo que, siempre que el autor así lo quiera, su historia puede enriquecerse con nuestro trabajo y ser representada.
Sandra Delgado: Pido por adelantado disculpas porque tengo la impresión de que esta pregunta está motivada por vivencias que posiblemente no forman parte de mi experiencia personal (el campo de la ilustración es tan amplio…) y no quisiera en absoluto, vamos, para nada, minimizar que otros compañeros y compañeras de profesión se sientan de alguna manera así. Pero esta pregunta me llama realmente la atención, porque yo no siento que haya esa diferencia tan clara y generalizada como se puede entender según la pregunta. Es más, no he llegado nunca a tener en mente esa comparación al ilustrar un libro, por decirlo así.
Siempre he entendido y vivido la ilustración y la escritura como campos diferentes, con distintos planteamientos y funciones, dependiendo del enfoque de la obra. Y, en ese sentido, no me he sentido (valga la redundancia) menos reconocida que la escritora o escritor al que ilustraba, la verdad.
También puede que dependa del ámbito concreto: trabajo bastante, como comentaba antes, además de en mi labor más “librera”, como ilustradora para distintas revistas de historia, y el aparato gráfico es muy importante y valorado, y puedo por suerte decir que no solo aquí en España, sino que es algo bastante generalizado, al menos en mi experiencia.
Posiblemente, la diferencia con los libros radica en el enfoque del contenido que se ofrece: en una revista es más un compendio de trabajos de diferentes personas, escritoras e ilustradoras, en condiciones similares, digamos. Pero en un libro, a no ser que sea algo más claramente conjunto y con un peso similar en la obra, la ilustración puede ser más un complemento, un apoyo a la obra escrita, al menos en el campo ilustrativo que yo manejo. Lógicamente, cuando es un álbum ilustrado, sería al contrario, pero es un ámbito que desconozco casi por completo, la verdad.
Vuelvo a pedir disculpas porque tengo la impresión de que tal vez no tenga todas las herramientas para responder a esta pregunta concreta de la mejor manera, pero una lo ha intentado igualmente.
Axel Jiménez Tenorio: Hoy en día hay más libros ilustrados que nunca. Incluso en géneros en los que tradicionalmente no había ilustración, como por ejemplo el ensayo de autoayuda o en libros de cocina, se ven muchas más ilustraciones. La gente valora que libros así tengan imágenes, porque ayudan a entender mejor el mensaje que están queriendo dar.
Sin embargo, hay muchas veces que no se da crédito al ilustrador en el libro, y ya no hablo de la portada, sino en el interior del libro, y eso creo que tendría que cambiar. Muchas veces se trata al ilustrador como un “mercenario” que te hace un trabajo y desaparece, y de eso tenemos nosotros mucha culpa: hay veces que no se preguntan las condiciones de un trabajo, ya sea porque lo necesitas sea como sea, o por desconocimiento, y luego nos encontramos con sorpresas como que la autoría oficial de tu arte ya no es tuya.
Lo que hace falta para que se reconozca el trabajo de los ilustradores es simplemente eso: un poco más de reconocimiento a nivel de editorial, o del autor del libro. Un ejemplo muy sencillo podría ser llevar al ilustrador a las firmas de libros, hacer exposiciones con las ilustraciones o que el autor lo nombre en entrevistas si cree que ha hecho un buen trabajo.
En definitiva, no es tanto algo legal o mecánico, sino sobre que las personas nos valoremos y nos ayudemos los unos a los otros.
A estas alturas, ¿qué sentís que debe hacerse desde las instituciones para contribuir a una mejoría en cuanto a condiciones, recursos y oportunidades para quienes deseen volcar su vida en una carrera artística?
María Calderón: En primer lugar, eliminar barreras que encontramos de primeras al intentar crear un proyecto (sobre todo económicas).
Por otro lado, compromiso activo con el arte, por medio de convocatorias, premios, exposiciones, oportunidades de visibilidad y reconocimiento, festivales…
Sandra Delgado: Honestamente, vivo algo desconectada de la labor actual de las instituciones, pero creo que hay dos cosas esenciales:
-El apoyo económico, que espero siga siendo al menos (y ojalá mucho más que) el que había “en mis tiempos”, con becas estatales por ejemplo por buenas notas y por desplazamiento a otra provincia (entre otras), que fueron vitales al menos en mi caso para poder realizar los cinco años de una carrera absolutamente cara como es Bellas Artes. Y dígase este apoyo por supuesto para esto, o para cualquier otro estudio relacionado con las labores de preparar una buena base para lanzarse de pleno a este mundo.
-Facilitar la posibilidad de vivir la carrera artística, de conocer a otras personas que ya se dedican a ello, de experimentarlo y de saber y de aprender de primera mano tantas cosas que nos pueden ayudar en un momento dado, en vez de ir enfrentándonos a todo individualmente o, al menos, no tener que hacerlo obligatoriamente. Tener oportunidades reales no solo de realizar los estudios que se necesiten, como abordaba en el punto anterior, sino de contactar de manera real y proactiva con lo que es este mundillo, de su práctica.
Puede parecer que es algo que viene rodado, pero no. Y eso que hoy en día hay muchas más ventanas abiertas, al menos aparentemente, pero a veces es difícil encontrar el camino que nos haga saltar a ese punto, y la soledad en este sentido es totalmente evitable (si es lo que se busca, claro) con los apoyos necesarios a través de, por ejemplo, temporadas de convivencia con otros artistas, jornadas creativas varias becadas. Y ahí hay una labor importante porque, aunque los tiempos cambian y se han ido poniendo de moda actividades parecidas de manera particular en los últimos años, el apoyo estatal en ese sentido podría ser inmenso para que fueran creados, cuantos más, mejor, claro, y luego accesibles a todos.
Axel Jiménez Tenorio: La respuesta a esta pregunta viene hilada a la de la pregunta anterior. Yo siempre cuento una anécdota que es muy ilustrativa:
Cuando estaba terminando la E.S.O. en mi colegio dieron una charla sobre los diferentes modelos de Bachillerato e incluso hablaron de qué carreras podíamos hacer al acabar, y hablaron de las bondades de las carreras de ciencias y letras y se explayaron durante hora y media explicando qué íbamos a aprender y por qué teníamos que hacer eso.
Deliberadamente se olvidaron de explicar que en mi propia ciudad también existía un Bachillerato Artístico, pues ellos no lo impartían, y tampoco explicaron nada de Diseño o Bellas Artes.
Yo en aquella época no conocía a nadie más que dibujara y no tenía amigos que tuvieran inclinaciones artísticas que me explicaran aquello, así que me tiré a la piscina a un Bachillerato de Ciencias en el que por supuesto me pegué el primer año un gran batacazo.
Por suerte, a finales de ese año conocí a varias personas que estaban ya cursando Bachillerato Artístico y no imagináis mi cara de estupefacción cuando me explicaron qué era aquello. Por supuesto, al año siguiente me cambié de modalidad y mis notas subieron como la espuma.
Con esto simplemente quiero decir que explicando a los jóvenes que existen opciones y dándoles a entender que hay un enorme mercado de trabajo detrás de esas opciones artísticas, puede que la gente se anime a cursarlas.
Esto empieza en casa: los padres deben quitarse el miedo a que si su hijo cursa una carrera artística nunca va a encontrar trabajo. Conozco físicos e ingenieros en el paro. Y también conozco a grandes ilustradores que están teniendo éxito en sus campos. Hoy en día las viejas creencias sobre qué trabajo es mejor que otro se difuminan.
Además, y ahora hablo de la ilustración en concreto, tenemos la suerte de que hoy en día hay cientos de miles de opciones para que un autodidacta se forme en arte, dibujo y pintura.
Bellas Artes no es la única opción. Además, y esto ya es una opinión personal pero que comparto con muchos ilustradores: ¿cuántas veces os han pedido el currículum en una entrevista de trabajo artístico? A mí, ninguna. Solamente me han pedido un buen portfolio.
Con esto no quiero incitar a que no se cursen estudios oficiales o carreras artísticas, sino decir que el arte, al contrario que otras disciplinas (y por suerte) es algo que se puede seguir aprendiendo en nuestro día a día, y disfrutar de ello.
Si tienes talento, eres trabajador y estás dispuesto a mejorar, no deberías tener ningún problema.