-Coloquio de Altavoz Cultural y Bala Perdida-

Febrero 2022

¿Cómo se fragua vuestra participación en la antología Lo siniestro, publicada por Bala Perdida? ¿Qué vínculo os une con la literatura inquietante?

Rebeca: Me encanta esta pregunta, porque la respuesta es rara. Yo siempre he encarado la escritura como un proceso en el que cuento cosas que he visto o me han pasado. Nada más y nada menos. Así que se podría decir que soy una escritora «realista» o, si quieres, «psicologicista». Pero desde que empecé a leer he sido lectora de fantasía y terror. Los cuentos de tradición oral me llevaron a los románticos europeos y de ahí mis lecturas se fueron bifurcando hacia todo lo demás. Y aquí es donde entra lo misterioso. Llevo publicando desde los 15 años y siempre, desde el principio, gustaba a gente que leía con preferencia fantasía y terror, aunque lo que yo hacía no lo fuera. Cuando publiqué mi primera novela, Eres bella y brutal, me escribieron muchos lectores de ciencia ficción y fantasía, y sobre todo hice amigos entre los escritores de este género. Me propusieron para los Premios Minotauro; increíble. De verdad que los elementos fantásticos en aquella novela eran muy sutiles, incluso creo que podrían pasar desapercibidos, pero los lectores siempre los encuentran. Cuando mi ex agente intentó vender mi última novela, Sangre de mi sangre, en el extranjero, un editor inglés le dijo que yo era una escritora de terror puro y que me dejase de policiacos. Y de la misma manera llegó, a través de Martín Parra y Bala Perdida Editorial, la posibilidad de escribir un cuento de terror para la antología, cuando yo nunca he publicado este género. ¿Cómo puede ser que los lectores detecten en lo que hago mi raíz fantástica, aunque no sea mi intención mostrarla? Creo que siempre será un misterio y una alegría para mí.  

Félix: Fue bastante sencillo: me contactaron a través de un colega escritor y me propusieron participar. La posibilidad de escribir un cuento de terror me interesó de inmediato por dos razones. La primera, porque hacía muchísimo tiempo que no escribía relatos, solo novelas (bastante extensas, además) y me apetecía volver a practicar el género con el que me di a conocer (escribí cinco libros de relatos antes de enfrentar mi primera novela). Y la segunda, porque debía ser un relato de terror, subgénero que he explorado poco pese a lindar con lo fantástico, género en el que me muevo habitualmente. Salvo un par de relatos (Los arácnidos y La nave de los albatros, que escribí hace mucho), no me había enfrentado abiertamente a él hasta mi última novela, El abrazo del monstruo, y me pareció una buena oportunidad para seguir experimentando con sus mecanismos.

¿Qué valoración hacéis del resultado colectivo final, tomando en cuenta lo que puede aportar la obra a quienes se interesen por una nueva lectura terrorífica? ¿Qué texto os ha erizado especialmente?

Rebeca: Esto es precisamente algo que me llamó la atención de la antología desde el principio: tiene una calidad muy alta, teniendo en cuenta que algunos de los escritores no son profesionales de la ficción. No hay un solo cuento que esté de relleno, todos aportan un matiz de terror distinto, más psicológico, más social, más sobrenatural. Mis favoritos son el de Félix J. Palma y el de Salomé Guadalupe Ingelmo. Lo de Félix es de cajón, porque su faceta de cuentista me encanta. Con sus novelas tengo mis favoritas y mis menos favoritas, pero los cuentos me gustan todos. Ahora me estoy escuchando sus «Intercambios de saliva» en Storytel. Lo de Salomé ha sido un nuevo descubrimiento: me gusta esa mezcla de estudio histórico y terror, me parece que tiene resonancias del gran maestro Borges. Pero, la verdad, he disfrutado todos y cada uno.

Félix: Creo que la selección que ha llevado a cabo Martín Parra ha dado como resultado una antología muy estimulante, de un nivel medio extraordinario, y sobre todo muy equilibrada, ya que en ella conviven relatos de estirpe clásica donde el terror proviene de lo sobrenatural (como el mío, sin ir más lejos) con otros huérfanos de dicha imaginería, donde lo terrorífico brota de la propia naturaleza humana. Aparte del cuento de Rebeca, que usa la libertad que ofrece el fantástico para larvar en su historia una metáfora de la búsqueda de una identidad propia, tan de moda en la sociedad actual, destacaría los relatos de Espido Freire y Francisco Bescós, capaces de erizarte la piel por distintos motivos.

¿Cómo fue el proceso creativo de vuestros relatos, Azufre y Venido del infierno, respectivamente, desde su primer pensamiento? No escatiméis en detalles, por favor.

Rebeca: Me suele pasar que las historias que cuento, de algún modo, siempre estuvieron ahí. Mis antepasados por la rama materna fueron mineros de azufre, y esa historia anduvo siempre rondando mi imaginación. La aldea donde nacieron mi madre y sus abuelos y bisabuelos es roja como Marte, es un sitio extraño, donde las verduras saben diferente y tardan más en cocerse, las temperaturas son más extremas por la falta de vegetación y es, como ocurre en muchos lugares de España, un lugar muy despoblado. Yo soy muy de campo. La soledad que se respira, los olores, la convivencia con los animales y los rigores del clima, todo eso me inspira, porque para mí escribir es vital, es algo que te mantiene atado a tu raíz y en contacto con lo que eres, para bien o para mal, y en parte somos lo que fueron nuestros antepasados, aunque no nos gusten. Me enfadan los que se comportan como si siempre hubiesen estado rodeados de intelectuales y gente urbana y cool, cuando sus abuelos eran pastores, campesinos u obreros. Creo que hay que honrar lo que somos de verdad, buscar la belleza que hay en ello, no huir. Otra cosa que somos de verdad, aunque no nos guste a veces, es parte del reino animal. Somos animales; no del todo, pero compartimos mucho con ellos: bioquímicamente, genéticamente, emocionalmente. Reflexionando sobre estas cosas y sintiéndolas, llegué a todos los elementos de este cuento. El entorno, la naturaleza, la familia, las clases, nuestro lugar en el mundo, la función que nos ha sido impuesta en constante lucha con nuestra libertad, y el animal, a veces monstruoso, que hay en cada uno de nosotros. 

Félix: La génesis de mi relato es bastante curiosa, porque su punto de partida fue totalmente azaroso. A veces, obedeciendo extraños impulsos, compro libros de ensayo sobre los temas más peregrinos que me resultan atractivos para ambientar futuras novelas. El problema es que mi ritmo de trabajo es infinitamente más lento que el ritmo con el que adquiero esta presunta documentación, cuyo destino final es coger polvo en una estantería. Hace años adquirí un libro sobre el bandolerismo andaluz, un mundo que me resulta muy atractivo para escribir una novela épica, y por supuesto fantástica, que al paso que voy ahora sé que jamás escribiré. Mientras pensaba en un tema para el relato de terror de esta antología, sin que ninguno de los que se me ocurrían me resultara lo suficientemente estimulante, mis ojos se posaron casualmente en el lomo del mencionado libro. Lo tomé de la estantería y lo ojeé, lamentando no tener tiempo de escribir una novela ambientada en aquel mundo, y eso me llevó a escribir el relato Venido del infierno, que parte de la fascinación que los bandoleros andaluces despertaban en las damas extranjeras. Al empezar a desarrollar esa premisa, el aire gótico que fue adquiriendo el relato me convenció para escribirlo. Al escribir terror lo que más me atrae es que el miedo no provenga de una criatura sobrenatural (en este caso es un caballo), sino de una situación que abra abismos mentales, así que lo conduje por esa vereda.

¿Qué os ofrece​ el relato en comparación con otros formatos textuales? ¿Qué grado de experimentación consideráis que propone el terror como género con vistas a las creaciones breves?

Rebeca: Para mí el relato es el género más difícil. Para funcionar bien tiene que conseguir enganchar rápidamente y cerrar un círculo narrativo con pocos elementos. Tiene que ser conciso, pero también apelar a emociones profundas, porque si no, no funciona. Para mí, el cuento es la forma óptima para el terror. Con las novelas de terror puro, si no se alimentan de otros elementos como el drama, el suspense o la investigación, me pasa que me aburren enseguida, sin embargo el cuento de terror te atrapa porque apela a una emoción básica y universal como es el miedo. 

Félix: Desde siempre, el relato se ha considerado un campo de experimentación mucho más adecuado que la novela, supongo que por su brevedad. Eso hace que prácticamente pueda acoger cualquier idea, por descabellada que sea. Ideas que en la extensión de una novela no podrían sostenerse o acabarían por desinflarse. Otro tanto pasaría con el terror. Cualquier idea se puede llevar a la práctica, pues el relato, por sus características, acepta la lectura simbólica, mientras que en la novela todo exige una justificación mayor.

Pregunta Félix a Rebeca: «¿Has considerado la posibilidad de desarrollar en una novela el universo que planteas en tu relato? Le veo mucho potencial.»

(c) La fotografía es de David Sagasta Mora

Respuesta: Gracias, Félix, me encanta tu pregunta. Me has pillado. No solo voy a escribir una novela con el tema de los cambiaformas (me gusta llamarlos metamorfos), y de hecho, está casi acabada y a punto de entrar en el horno de la edición, sino que voy a dedicarme por tiempo indefinido a explorar esto de los animales dentro de nosotros, las metamorfosis. Qué supondría, en la vida cotidiana, que esos saltos entre lo humano y lo animal que se dan en secreto, «en el misterioso santuario de la cabeza», por usar las palabras de Bécquer, se mostrasen abiertamente, que no pudiésemos reprimir ni ocultar qué animal somos en cada momento. Es algo que me apasiona y a lo que voy a jugar, espero que por mucho tiempo. Habrá novela, y también habrá más cuentos y otros textos que todavía no sé lo que son.

Pregunta Rebeca a Félix: «En Venido del infierno has llevado el terror a una época distinta de la actual, y eso es algo que sueles hacer en tu obra fantástica, moverte por diferentes espacios y tiempos. ¿Hay alguna época o algún lugar que tengas ganas de explorar en tus historias y que todavía esté esperando?»

Respuesta: Ni te imaginas cuantos: la Sevilla de las Indias, la época vikinga, las cruzadas, el asedio anglo-holandés a Cádiz… Por eso, en este cuento, me he cobrado la deuda que tenía con una de ellas. Y por eso mi nueva trilogía fantástica, que ando tramando ahora, transcurrirá en tres épocas distintas. Así mato tres pájaros con la misma bala de plata.

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