Entrevista a Estefanía Sanz Romero

[Jornadas de la Mujer // 6-13 de Marzo 2022 – Altavoz Cultural]

Las mujeres también sufrían torturas y agresiones por desviadas. ¿Cómo es posible que a día de hoy todavía haya sitios donde se pueden hacer terapias de reconversión? ¿Siguen existiendo expertos en psiquiatría que alaben a Vallejo-Nájera?

Es posible debido a la falta de una legislación que condene semejante tropelía, pero también a la mentalidad anacrónica de algunas personas y esto, a su vez, fruto de una falta de educación sexual (o de ignorancia en general…). En cuanto a Vallejo-Nájera, nadie en su sano juicio podría hoy alabar las prácticas llevadas a cabo en sus terapias, mucho menos su línea discursiva. Estaba obsesionado con la eliminación del gen rojo y la eugenesia de la hispanidad, aspectos que en la actualidad pueden parecer una broma, sin embargo, todavía este psiquiatra da nombre a calles de nuestras ciudades.

En la época franquista había recovecos en la sociedad a través de los cuales podías amar libremente. ¿Has podido encontrar historias de mujeres de clase alta que representaran esta clandestinidad?

Contamos con testimonios de mujeres de diferentes estratos socioeconómicos que revelan cómo pudieron satisfacer sus deseos, qué espacios de libertad encontraron y cuáles eran sus tácticas habituales. Incluso son conocidos varios casos de mujeres de la alta sociedad que con cierta asiduidad mantenían romances fugaces con jovencitas. El problema es que compartir su experiencia supone manchar el apellido de la familia, así al menos lo entienden ellas. Testimonios de mujeres homosexuales puedes encontrar muchos, lo difícil es que quieran compartirlo, hacerlo público… Todavía se puede ver en sus ojos el miedo que soportaron, el estigma y el silencio.

Uno de los casos más ilustres de invisibilización fue el de la autora Gloria Fuertes, que durante el franquismo estuvo presente en todas partes aun siendo lesbiana. Fue silenciada su obra más adulta. ¿A qué se debe que no aparezca en tu ensayo?

Precisamente porque traté de huir de infecundos personalismos y más si estos son de figuras ya recuperadas y reconocidas. En el ensayo se da voz a las masas, a los sin nombre de la historia, a la maestra o a la panadera anónima, no a una escritora de éxito reconocido. El caso de Gloria Fuertes es, sin duda, excepcional, pero no coincide con el de las masas.

¿Crees que parte de esa invisibilización sáfica en el franquismo puede ser también porque les daba vergüenza las denuncias de mujeres y por ello no existen casi sentencias escritas a pesar de tener un correlato en la realidad lo suficientemente notable?

Apenas hay sentencias porque el Régimen negó la sexualidad de la mujer, de modo que reconocer la misma de manera legislativa suponía contradecir su propio discurso.

Aparte de lo que dices en el libro de qué se debería hacer respecto a la limpieza de nombres franquistas y devolver la dignidad a las víctimas de dicho régimen, ¿qué consideras que podemos hacer los ciudadanos de a pie para poder ayudar a nuestra memoria histórica?

Elegir la papeleta correcta en las elecciones (ya sean nacionales, autonómicas…). Votar al partido cuyo programa tenga propuestas encaminadas a tal objetivo; votar por la Memoria Democrática. Tenemos muy infravalorado el poder de las urnas, quizá más por la fatiga producida por los medios de comunicación que por ese desencanto del que tanto se habla.

A nivel de leyes me he encontrado con grandes sorpresas: la de vagos y maleantes desaparece en los 90, bastantes años desde el final de la dictadura. ¿Cómo puede ser que en una supuesta transición esas leyes tan vejatorias no se eliminaran antes?

Hacer una transición, pasar de una dictadura a un régimen democrático, debe ser cuando menos complicado para sus artífices. Transición implica tiempo, implica cambios graduales y, sobre todo, la definición de unos objetivos prioritarios frente a otros que, simplemente, podían esperar. Todos estamos de acuerdo en eso, el problema surge cuando esa transición acaba siendo una chapuza y, lo peor de todo, cuando esa chapuza apesta pero no es políticamente correcto decirlo. Ha tenido que ser el británico Paul Preston el que ha tenido que normalizar términos como “pacto del olvido”. Sin embargo, esta anomalía no la encontramos solo en España, pues recordemos que hasta 1990 la OMS no eliminó la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales. Otro dato más: en Estados Unidos la homosexualidad no se despenalizó a nivel federal hasta 2003.

Una vez terminada la dictadura, ¿cómo dirías que repercutió en el feminismo español la agrupación lésbica?

Hay posturas enfrentadas en torno a ese tema. Sin duda, el movimiento lésbico fue un aporte cuantitativo y cualitativo del que se nutrió el feminismo y, sin él, probablemente hubiera tenido menos visibilidad. Cabe señalar que también hizo surgir una división en el feminismo: las que estaban a favor de que se sumaran las lesbianas y, por otro lado, las que preferían no unificar luchas para no desvirtuar el feminismo originario. Todavía este pequeño cisma llega hasta nuestros días, sirva de ejemplo la división entre partidarias del término “heteropatriarcado” y “patriarcado”.

Por último, ¿qué libros nos recomiendas leer para complementar el tuyo sobre el tema de las relaciones homosexuales en esta época?

En Mujeres bajo sospecha, de Raquel Osborne, podéis encontrar un conjunto de ensayos variopintos sobre el tema, aunque algunos de ellos abarcan no solo el período franquista, sino el siglo XX en general. Otro clásico es Redada de violetas, del recientemente fallecido Arturo Arnalte. Y para terminar, si os gusta la gran pantalla, Escondidas en el cine, de Rosi Legido, os hará aprender y disfrutar a partes iguales.

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