¿Quién es Ángela González Oliva? ¿A qué se dedica y qué intereses tiene? ¿Está más cerca de la superheroína o de la superviviente?

Soy la cuarta hija madrileña de una asturiana y un abulense. Se podría decir que no soy nadie ni nada más que cualquiera y que soy muchas cosas a la vez, pero no sabría cómo contarlas aquí.

Trabajo de ingeniera en una oficina técnica, en proyectos de navegación aérea y aeropuertos. De pequeña quería ser pastelera, y a lo mejor algún día reúno el valor que me falta para intentar vivir de la repostería.

Creo que lo que más me gusta en el mundo son los gatos, porque pierdo el hilo de lo que sucede a mi alrededor cuando veo uno. Me gusta hacer deporte, y si es al aire libre mejor, pero los que practico cada vez se me dan peor, porque los quiero hacer todos y no me centro. Por otro lado, me está cambiando la forma en la que me gusta viajar; me apetecen más los viajes en los que llevo pocas bragas y calcetines desparejados en la mochila para dejar sitio a otras cosas, y en los que si no me ducho todos los días y hay que dormir en la calle no pasa nada de nada.

Ni superheroína ni superviviente. En todo caso supervillana, porque me río demasiado con el humor negro.

¿Qué relación te une a la literatura? ¿Cómo surge y cómo desarrollas tu interés por la escritura? ¿Cuáles son tus referentes?, ¿y tus géneros favoritos?

Cuando era pequeña, mi madre era socia del Círculo de Lectores, por lo que a mi casa siempre llegaban muchos libros. Estando en el colegio, leía con mi hermana mayor antes de irnos a dormir, o más bien leía ella y yo escuchaba. Los hermanos mayores y los padres son los mejores audiolibros del mundo. Detesto leer por obligación, lo que se traduce en que en el instituto leí bien poco y a regañadientes, aunque algunas de esas lecturas obligatorias están entre mis favoritas a día de hoy, como es el caso de Luces de bohemia, de Valle Inclán.

Siempre he pensado que no se me daba bien escribir, igual que siempre he pensado que no tengo oído musical, pero ahí estoy, intentando aprender a tocar la guitarra y el ukelele por mi cuenta. Me cuesta expresar con palabras lo que se me pasa por la cabeza y conseguir que suene como yo lo imagino, así que, en realidad, no creo que se me pueda considerar como alguien que escribe. Mi práctica de la escritura no iba más allá de esbozar pensamientos e ideas peregrinas en las notas del móvil hasta hace bien poco. Concretamente, hasta que a principios de año falleció alguien muy importante para mí. Entonces, me compré un cuaderno de rayas y empecé a tratar de escribir lo que sentía y lo que pensaba, sin darle importancia a las formas, simplemente para intentar procesar todo por lo que estaba               (y estoy) pasando. A veces sólo necesitamos que nos escuchen, y un papel en blanco es una buena forma de vomitar con tinta todo lo que tenemos dentro, sin riesgo de que nos interrumpan o nos juzguen, ya sea en forma de dibujos, palabras o notas musicales.

Diría que no tengo referentes, y en cuanto a géneros, me gusta un poco todo (qué original): novela histórica, ciencia ficción, ensayo, poesía, teatro… Me gusta leer, pero no leo tanto,       me gustaría leer mucho más.

¿Por qué decides presentarte al Certamen 40tena de Microrrelatos? ¿Qué es lo que te lleva a presentar ese relato -ganador a la postre- en lugar de cualquier otro?

Me enteré del concurso por un “story” de DJ Funk U (cuyo relato también fue seleccionado) el día que lo publicasteis en Instagram. Fue el domingo del primer fin de semana de confinamiento por el coronavirus y estaba bastante harta de ver cómo todo el mundo se quejaba por redes sociales y grupos de Whatsapp de lo mucho que se aburría o de lo que se iba a aburrir en casa todo ese tiempo. No paraba de rumiar en mi cabeza, y me corroía la rabia que me daba esa gente que no paraba de quejarse, gente que no sabe estar sola, gente que busca el ruido y el bullicio de los demás para no tener que escucharse y conocerse a sí mismos, a lo mejor por miedo a no caerse bien ni gustarse. He de reconocer que estaba en un estado de ánimo poco amigable y con tendencia al odio. Intenté plasmar en cuarenta palabras que sentía y pensaba, cómo no, en una nota de móvil. Lo envié al día siguiente sin ningún tipo de pretensiones de ganar, un poco a modo de terapia, como el que suelta una perorata de las que dejan sin aliento y después se queda relajado tras el esfuerzo, aunque nadie le haya escuchado.

A los pocos días de enviarlo, hasta me sentí mal por ser tan injusta y juzgar a la gente de esa manera, ya que a cada uno le afectan de manera distinta las situaciones y tiene su forma de canalizar las emociones. En ese caso para esa gente la queja era su vía de escape, y me dije a mí misma que tenía que intentar aceptarlo, aunque no lo entendiese ni lo compartiese. Esto no quiere decir que ya no me molesten ciertas formas que tiene la gente de quejarse y que no me siga indignando. No soy ni santa ni perfecta, ni pretendo serlo, pero intento aprender y mejorar, aunque sólo sea por no caerme mal a mí misma.

¿De qué forma utilizas tus redes sociales? ¿Consideras que su auge supone un antes y un después para la difusión y promoción literaria, artística en general?

Las utilizo de manera personal, ya que no tengo ningún producto propio, más allá de mi tontería, y ésa la regalo.

Me desactivé Facebook porque me cansé, y me hice Instagram porque era más fácil encontrar vídeos de gatitos. Me hice Twitter por los chistes, pero creo que como herramienta de noticias es bastante útil, si sabes cómo no entrar al trapo y eres capaz de controlar la frustración y la desesperación que pueden generar ciertos individuos.

Creo que Instagram en particular ha supuesto un antes y un después en la difusión y promoción de todo, no sólo de arte y literatura. Yoga, marcas de ropa ética, recetas sanas y no tan sanas, cómo plantar un huerto con los restos de las verduras que te has comido…      en Instagram puedes encontrar de todo, y aprender muchísimo.

Gracias a Instagram he descubierto ilustradoras y dibujantes que me encantan, editoriales independientes, poetas… y creo que igual hubiese tardado más en encontrarlas, o incluso no llegar a conocerlas, de no ser por esta red social.

¿Cómo valoras el mercado editorial actual? ¿En qué soporte consumes más literatura: papel o digital?

No soy una experta en cómo estaba el mercado editorial antes, ni en cómo está ahora, pero en mi cabeza me imaginaba que conseguir que te publicasen un libro era algo bastante complicado. Últimamente he descubierto que ahora, y desde hace un tiempo, se están haciendo cosas muy interesantes en cuanto a la publicación de contenidos… gente con una impresora y una grapadora que se monta una editorial o una revista independientes con textos y fotos increíbles, concursos literarios en los que al ganador se le publica el libro, autores que publican un libro con sus ahorros, sin el respaldo de una gran editorial, o autores que empiezan subiendo capítulos gratis en su blog, que continúan publicando el libro electrónico por petición de los lectores, y acaban viendo su libro convertido en una película de Ridley Scott, como Andy Weir con El Marciano.

Internet ha cambiado la forma y las posibilidades de publicar, la oferta es mucho mayor y el acceso a contenidos más fácil para el lector, pero no estoy segura de si eso es mejor o peor para los autores y las editoriales.

Prefiero el papel al formato digital, porque me gusta el movimiento de pasar página, y subrayar con lápiz, e incluso anotar en los márgenes (algo que antes consideraba un sacrilegio). Pero como los libros pesan en las mudanzas y en los viajes, también tengo un libro electrónico.

¿Qué autoras actuales destacarías?

Iduna Rusol y su Amélie en Macondo, y Helena Selini con Sólo a ti. Ambas geniales, tanto escribiendo como en persona. Os recomiendo buscarlas ( @idunarusol y @helenaselini ).

¿Cuál es tu concepto de Arte? ¿Y tu ideal de Belleza?

Diría que no tengo un ideal de Belleza concreto, pero me ocurre que las personas que me caen bien y a las que tengo cariño me parecen más guapas que las que no me caen bien, así que podría decirse que la personalidad y la forma de ser me influye a la hora de ver la belleza en las personas. Si hablamos de entorno, la Naturaleza me parece mucho más bella que las ciudades. Donde esté una montaña, ya se puede quitar el edificio más bonito del mejor arquitecto del mundo.

Respecto al Arte, creo que es cualquier cosa que consiga despertar una emoción en               la persona a la que se expone, un sentimiento que pilla por sorpresa. Una definición de Arte que me gusta mucho desde que la leí es la de un fragmento de Los renglones torcidos de Dios, de Torcuato Luca de Tena. Copio y pego:

“—¿Qué piensa usted de las artes?

—El arte es la ciencia de lo inútil.

El médico frunció la frente, sorprendido. Aquella respuesta no cuadraba con la personalidad que había creído adivinar en su paciente.

—¿Quiere decir que desprecia usted las artes; que las considera algo trivial, y a quienes las practican gentes desocupadas que no tienen otra cosa mejor que hacer?

—¡Nada de eso, doctor! ¡Considero que el arte es tanto más sublime cuanto mayor es su inutilidad!

—Explíquese mejor.

—El hombre es el único animal que se crea necesidades que nada tienen que ver con la subsistencia del individuo y con la reproducción de la especie. No le basta comer para alimentarse, sino que condimenta los alimentos, de modo que añadan placer a la satisfacción de su necesidad. No le basta vestirse para abrigarse, sino que añade, a esta función tan elemental, la exigencia de confeccionar su ropa con determinadas formas y colores. No se contenta con cobijarse, sino que construye edificios con líneas armoniosas y caprichosas que exceden de su necesidad: lo cual no ocurre con la guarida del zorro, la madriguera del conejo o el nido de la cigüeña. ¿Hay algo más inútil que la corbata que lleva usted puesta? ¿De qué le sirve al estómago una salsa Cumberland o un Chateaubriand a la Périgord? ¿Qué añade al cobijo del hombre el friso de una escayola o las orlas en forma de signos de interrogación de los hierros que sostienen el pasamanos de una escalera? Pues bien: todo eso que está inútilmente «añadido a la pura necesidad»… ¡ya es arte! La gastronomía, la hoy llamada alta costura y la decoración son las primeras artes creadas por nuestra especie, porque representan los excesos inútiles añadidos a las necesidades primarias de comer, abrigarse y guarecerse.

—Dígame, señora de Almenara, ¿dónde ha leído ese ensayo sobre la inutilidad? ¡Me gustaría conocerlo!

—¡No necesito leer a los demás para formarme una opinión, doctor!

—Prosiga, señora: me tiene usted absolutamente fascinado.

—Pues bien —continuó Alicia—, en el momento mismo en que el espíritu creador del hombre se despegó incluso de la necesidad primaria para producir sus lucubraciones, nacieron las grandes Artes: la Poesía, la Danza, la Música y la Pintura.”

¿Temes el fracaso? ¿Y el éxito?

A ambas. Y creo que van de la mano. Para intentar explicarme voy a poner un ejemplo con una carrera popular.

Me gusta correr y me gusta ir a carreras, porque el ambiente mola y los desayunos de después merecen el esfuerzo. Pero nunca he conseguido seguir un plan de entrenamiento para alcanzar un objetivo de tiempo en una carrera, aunque sí que me apetecería hacerlo. Pero no lo hago. A lo mejor los empiezo. Pero no los termino. Porque sé que, aunque no entrene, voy a terminar la carrera, aunque no sea con un gran tiempo, aunque al día siguiente tenga agujetas y molestias. Voy a por el 5, el aprobado. Porque me asusta cómo me sentiré si entreno y no llego al objetivo de tiempo para el que he entrenado, lo que sería fracasar, así que no entreno, y tengo la excusa perfecta para justificar el no correr más rápido, y no contaría como fracasar. Pero en realidad ya estoy fracasando por no intentarlo. Por otro lado, me pregunto qué pasará si entreno y consigo llegar al objetivo, si no me sentiré vacía poco después de haberlo alcanzado, y necesitaré otro objetivo, y así me volveré una adicta a conseguir los objetivos y dejaré de valorarlos y de disfrutar de correr, y si después no alcanzaré mi tope y ya no seré capaz de mejorar más porque no hay posibilidades, o que vea que cosas que antes sí podía hacer después no puedo. Pues así me pasa un poco con muchas cosas. Pero estoy trabajando en ello, lo prometo.

¿Qué proyectos tienes a corto, medio y largo plazo?

No me gusta mucho la palabra proyecto… me recuerda a la forma de trabajar en las oficinas, a la hoja Excel de tareas, a tener que ser productivo sí o sí y tener objetivos en la vida, a cosas que tachar en una lista: estudiar, encontrar un trabajo, casarse, tener hijos, ahorrar para la jubilación… como si vivir y disfrutar e intentar ser mejor versión de uno mismo por el camino no fuese suficiente.

A pesar de haber dicho lo anterior, tengo una lista con cosas que quiero hacer, como aprender idiomas o a coser ropa, pero no quiero caer en el error de hacerlas simplemente para tacharlas y pasar a otra cosa. Quiero intentar disfrutar del proceso de alcanzarlas e integrarlas en mi día a día, que es algo en lo que tengo que trabajar, la paciencia y la constancia, porque me cuesta y me frustra no saber hacer las cosas ya mismo (un poco como lo de entrenar para las carreras).

Lo único que se podría asemejar ahora mismo a un proyecto en mi vida es una manta de cuadraditos de ganchillo que estoy haciendo. Llevo 3 cuadraditos y aún no he decidido de cuántos cuadraditos la voy a hacer.

¿Cuál es tu ciudad favorita y por qué?

De los 30 años que tengo, he vivido 29 en Madrid. Los meses restantes los he pasado divididos entre Hungría y Alemania. Por Madrid siento una especie de amor-odio que creo que siente mucha más gente. Me encanta porque prácticamente toda mi vida está aquí, tiene rincones increíbles y creo que es una ciudad amable para la gente que viene de fuera, pero no soporto su ritmo de vida acelerado, su transporte público a reventar, sus atascos… Casi siempre he querido irme de Madrid y vivir fuera, al menos un tiempo. Sin embargo, ahora es uno de los pocos momentos de mi vida en los que no me quiero ir por nada del mundo (tampoco es que ahora mismo me fuesen a dejar irme tal y como están el panorama y las fronteras). Si no eligiera Madrid, me quedaría con Budapest, simplemente porque es preciosa.

Comparte con nuestros lectores:

a) un miedo;

Mi mayor miedo era perder a un ser querido. Ahora sigue siéndolo, pero tengo que añadirle el miedo que me da acabar, de manera inconsciente, encerrándome en mí misma y alejándome de las personas a las que quiero por miedo a volver a sufrir la pérdida de alguien muy cercano.

b) un vicio;

La cerveza después de montar en bici. O la cerveza a secas.

c) un deseo;

Que el tiempo se hubiese parado en diciembre de 2019.

d) una manía;

Procuro no sentarme de espaldas a una puerta.

e) tu ídolo de infancia.

Obélix. Más bueno que el pan, y noble sin ser consciente de serlo, ni esforzarse en serlo.

Recomiéndales:

a) dos libros;

Me vais a perdonar, pero voy a decir tres: Cita con la cumbre, de Juanjo San Sebastián, La piel desnuda, de Pati Blasco y La ridícula idea de no volver a verte, de Rosa Montero.

b) dos librerías;

La librería Desnivel, cerca de Atocha, con su suelo de madera crujiente y sus escaleras con los 14 ochomiles ordenados por altura, es uno de mis sitios favoritos de Madrid (voy casi tanto como a comer a casa de mis padres) y Tres Rosas Amarillas, en Espíritu Santo, chiquitita y acogedora, no me importaría quedarme a vivir en ella.

c) dos editoriales;

Piedra Papel Libros y Punto de Vista Editores.

d) dos películas.

Little Miss Sunshine y Monrise Kingdom.

Envíales un mensaje a las personas que más quieres. ¡Muchas gracias por tu tiempo y enhorabuena, ganadora!

Gracias por aguantarme y quererme, aunque no deje de llevar la contraria y de hacer lo que me da la gana. Y por no soltarme. No podría sin vosotros.

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