¿En qué momento decides que quieres orientar tu carrera profesional hacia exactamente lo que haces ahora?

La verdad es que es algo que decidí bastante tarde y por una combinación de varios factores. Como muchos otros, durante el instituto había intentado hacer juegos con RPG Maker y Game Maker, aunque eran cosas que no iban a ningún sitio y nunca las acababa. Mucho más tarde, cuando tenía 21 años, empecé a descubrir juegos independientes que cambiaron bastante cómo entendía el medio. A raíz de eso cogí un motor de videojuegos (Construct) y empecé a hacer algunas pruebas; yo tenía muy pocas nociones de programación pero el motor me pareció bastante intuitivo. Lo más probable es que eso hubiera acabado ahí, tocar el motor unos días o unas semanas y olvidarme del tema.    No recuerdo cómo fue, pero oí hablar de la Ludum Dare (una game jam famosa, es un evento donde desarrolladores hacen un juego en sólo 2-3 días) y terminé apuntándome. Conseguí hacer un juego en un fin de semana y me pareció muy interesante. Empecé a descubrir el diseño (game design, no diseño visual) y empecé a hacer más y más jams hasta que fui saltando a proyectos más grandes. Antes de hacer juegos entendía un poco los roles de programación y arte, pero desconocía por completo lo que hacían los diseñadores. Una vez que empecé a ver cómo trabaja un diseñador, los retos que tiene y cómo los va afrontando, me pareció una de las cosas más interesantes que había visto nunca.

¿Cuál ha sido el paso más difícil en tu carrera?

Momentos difíciles he tenido muchos y no me cabe duda que tendré más, pero creo que el mayor fue cuando me dí cuenta de que hacer juegos era la decisión correcta para mí y dejé la universidad. Fue la época de mayor estrés que he tenido jamás, pero cada vez que miro atrás me alegra muchísimo haber dado el paso. No quiero que esto suene a una de esas frases tipo «Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida», no las soporto. Pero trabajar en algo que me resulta tan estimulante hace todo mucho más fácil.

¿Consideras que tu ámbito profesional es más inaccesible que otros por su nivel de especialización? Dicho de otro modo: ¿por cuántas etapas debes pasar hasta llegar al refinamiento que requiere?

La industria del videojuego es muy amplia, variada y da cabida a un montón de perfiles distintos. Te encuentras con profesionales que han llegado recorriendo caminos totalmente distintos, algunos tienen formación específica, otros estudiaron algo muy alejado y otros, como es mi caso, somos autodidactas. No ocurre como en otros sectores donde impera la titulitis. Hay mucha gente que entra a esta industria bastante rápido, si viven en una ciudad donde hay un buen número de empresas activas y entienden que no van a acceder a su puesto ideal de golpe. Lo que pasa es que se suele esperar que la persona que manda un CV haya hecho juegos antes. Puede haber sido por su cuenta o dentro de un programa de formación, pero tiene que haber hecho juegos y para eso necesita conocimientos. La mejor forma de llegar ahí ya depende de cada persona. Todos somos distintos y tenemos afinidades y condiciones diferentes.

¿Has cumplido algún sueño dedicándote a lo que te dedicas? ¿Consideras que es una profesión muy idealizada desde fuera?

Lo de cumplir un sueño suena a gran meta que haces una vez, marcas la casilla de «lo he hecho» y ya está. Más bien hay muchas cosas que disfruto y que espero poder seguir haciendo. Me encanta trabajar en equipos tan multidisciplinares donde se junta gente con perfiles radicalmente diferentes. Me parece muy interesante, aunque tenga momentos donde es frustrante, intentar ponerte en la piel del usuario al que va a llegar el juego y hacer algo para esas personas. Es genial trabajar en un medio que, en su vertiente más común, es entretenimiento que puede ayudar a una persona a hacer su día más llevadero o pasar una situación difícil y que, en su vertiente más profunda, puede tratar cualquier tema con una perspectiva única.

Con mi trabajo he conseguido cosas puntuales que me han hecho muchísima ilusión, pero creo que el día a día es mucho más importante.

En cuanto a que la profesión esté muy idealizada creo que no hay ninguna duda. Mucha gente asume que si trabajas haciendo videojuegos eres rico y te pasas el día jugando. Hacer videojuegos es sentarte todos los días en tu mesa, ir avanzando en las tareas por orden de prioridad, tener las reuniones que toquen e irte al final del día. Lo importante es que encajes bien con los retos y tareas que tiene tu disciplina. Es como otros trabajos. Que hagamos cosas con las que la gente juega no cambia eso.

¿Qué es lo que más te gusta de tu profesión? ¿Qué le dirías a una persona que quiere dedicarse a la creación de videojuegos?

Hay muchas cosas que me gustan de mi profesión, varias las he mencionado ya en el artículo, pero la fundamental es que me gusta el diseño y los problemas a los que se enfrenta. Si mañana me dijesen que tengo que trabajar como programador, aunque fuera con las mismas condiciones y sin cambiar nada más, seguramente no estaría haciendo juegos.

Hace tiempo escribí un texto para aquellos que quieren empezar a hacer juegos, pero se puede resumir en «haz juegos». Elige una herramienta accesible y haz juegos diminutos. Márcate unas metas a muy corto plazo, practica y repite. Una y otra vez. Descubre si hay alguna disciplina (diseño, programación, arte, narrativa, audio, etc.) que encaje bien contigo. Si es así, ya habrá tiempo de ver cuál es el mejor camino en tu caso. Por muy absurdo que pueda sonar, para hacer juegos no hay nada mejor que hacer juegos.

¿Qué opinión te merecen esos programas y plataformas que permiten a cualquiera iniciar desde cero un proyecto de videojuego?

Todo lo que haga más accesible el comienzo me parece fantástico. Eso sí, yo me alejaría de cualquier cosa que prometa resultados inmediatos. Hace poco había en Facebook un anuncio que empezaba con «Hice mi primer juego en un mes y gané miles de euros» y daban ganas de salir corriendo. Los atajos mágicos no existen, hagas lo que hagas todo va a pasar por practicar durante muchísimas horas. Hay muchos recursos para aprender gratuitos en internet, si se va a elegir algo de pago (ya sea en internet o físico) es importante revisar su currículum y hablar con gente que lo haya cursado para ver si es una buena elección.

¿Ves probable que llegue a haber algo más allá de la realidad virtual y las herramientas que ya te permiten interactuar físicamente?

No sé si lo llamaremos ampliación de la realidad virtual o le pondremos otro nombre directamente, pero seguro que sí. Vemos accesorios periféricos de realidad virtual muy interesantes cada mes. También está la realidad aumentada, que tiene unas posibilidades increíbles. Y sólo hemos empezado a arañar la superficie de estos medios. Otra pregunta es qué tecnologías se convertirán en algo tan común como un smartphone o un ordenador.

¿A qué videojuegos jugabas de pequeño y qué videojuegos son tus top ahora?

Mis primeros recuerdos de jugar a videojuegos son con un Rayman y con el Rainbow Island (en el que me tenía que repartir los controles con mi madre porque era muy difícil para mí). Recuerdo también mi etapa con el primer pokemon y juntarnos en casa del amigo que tenía la Nintendo64 para jugar al Smash Bros (ahora ya jugamos al de Switch). No sabría decir mi top actual, tenemos la suerte de vivir en un momento en el que hay una variedad gigante de experiencias y cuesta elegir sólo algunas. Seguramente muy en lo alto estarían Night In The Woods y The Witness. Es posible que se colasen también Sayonara Wild Hearts y Animal Crossing, dos juegos recientes (sobre todo el último) que es difícil no querer con locura.

¿Cuáles son tus referentes?

Si me presionan puedo elegir libros o juegos favoritos, pero con esta voy a decir pasapalabra. La lista de gente a la que admiro es interminable, algunas son personas cercanas, a otras no me las he cruzado jamás.

¿Cuál es la BSO que siempre te acompaña?

Ha sido mencionar Sayonara Wild Hearts y ya tengo la banda sonora pegada en la cabeza. Ahora en serio, escucho música muy variada, pero Andrew Bird, The Shins y Japanese Breakfast son habituales.

¿Qué tres libros nos recomendarías?

«Si una noche de invierno un viajero» de Italo Calvino, «Camelot» de T. H. White e «Historias de Terramar» de Ursula K. Le Gui.

¿Una película favorita?

A propósito de Llewyn Davis.

¿Un sitio donde perderse?

El camino de Wicklow en Irlanda.

¿Una frase que siempre repitas?

Hemos venido a jugar.

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