
¿Quién es Laura Marcilla? ¿Es más una superheroína o una superviviente?
Pues Laura Marcilla es una persona por lo general bastante alegre, que creo que ha encontrado su vocación profesional (y la disfruta cada día) y que todavía está flipando un poco con eso de que este año ya va a cumplir 30 y no sabe por qué los últimos 5 años han pasado más rápidos que el correcaminos.
No creo que sea ninguna de las dos cosas especialmente, o quizá todos seamos un poco de las dos porque, a pesar de que no me sientan nada bien los trajes de lycra, todos tenemos el superpoder de influir positivamente en la gente que nos rodea (y como todo gran poder, conlleva una gran responsabilidad, que también hay quien elige usar su poder para el mal e influir negativamente). También todas las personas superan situaciones difíciles a lo largo de su vida, aunque algunos viven problemas más graves, claro está. Yo tengo la suerte de no haberme enfrentado a grandes tragedias y de haber estado muy bien rodeada en todo momento para superar los problemas cotidianos.
¿Cuándo y cómo decides dedicarte a lo que te dedicas y qué pasos has dado hasta ser quien eres hoy en día?
Pues en la adolescencia ya tenía bastante claro que quería ser sexóloga. La sexualidad era un tema que me llamaba mucho la atención y que no sentía que pudiera tratarlo libremente con mi familia ni con ningún adulto (ya sabéis, sigue siendo un tabú incluso a día de hoy). Recuerdo buscar mucha información por internet (también me creí unos cuantos bulos en el proceso) y contárselo todo a mi grupo de amigos. Recuerdo que con 14 años mi amiga Paula ya hacía bromas sobre que iba a ser “una doctora del sexo” y que a ver cómo narices se lo contaba a mi familia. Aunque disfruté la licenciatura de psicología, creo que siempre la viví como un trámite, un camino necesario para llegar a donde estoy ahora. Y desde luego, no me arrepiento para nada de esa decisión que tomó mi yo del pasado.
Asimismo, ¿qué cuatro momentos vitales dirías que han sido capitales para forjar tu carácter?
Hasta los 12 años viví con mis abuelos y considero que esto fue una suerte enorme. He podido disfrutar de ellos muchísimo y son en gran medida responsables de la persona en la que me he convertido. Me gusta pensar que los dos, que ya no están con nosotros, estarían orgullosos de mí, si me pudieran ver ahora.
Después, me mudé de ciudad varias veces debido al trabajo de mi madre y creo que esos cambios me ayudaron a ser una persona más extrovertida (no me quedó otra que aprender a serlo para conocer gente nueva).
También tuve una relación sentimental bastante turbia con 20 años que me ayudó a darme cuenta de todo lo que no quería ser ni encontrar en una pareja.
Y lo cierto es que los dos años de máster también me han aportado muchísimo, no solo por la formación en sí, sino por toda la experiencia vital que supuso compartirlo con profesores y compañeros. En mi promoción éramos todos una piña, compartíamos mucho más que las clases y esos dos años estuvieron llenos de aprendizajes a todos los niveles posibles.
¿Qué tres características principales debe tener todo buen comunicador? En este sentido, ¿el sexólogo es comunicador antes que especialista en sexo?
Creo que todo buen comunicador tiene que saber escuchar porque la comunicación siempre va en dos direcciones. También creo que es importante estar muy de acuerdo y muy cómodo con lo que tienes que contar, así tus ideas irán siempre llenas de pasión y creo que eso lo perciben quienes te escuchan. Y por supuesto, la capacidad de adaptar el mensaje a la persona a la que se lo quieres transmitir (para mí, hacer educación sexual con niños pequeños es uno de los retos más divertidos de mi día a día).
Creo que el sexólogo tiene que cultivar varias habilidades diferentes y, desde luego, si estás trabajando con personas, la comunicación es esencial. Si únicamente trabajas en un campo más impersonal, como pueda ser la investigación, quizá no siempre sea tan imprescindible, aunque creo que también es útil para divulgar tus hallazgos de la mejor manera posible. Pero si te dedicas a la educación sexual o a la clínica, siempre vas a tener delante personas y me parece fundamental cuidar la comunicación porque es una más de nuestras herramientas para llegar y ayudar a la gente.
¿Tienen una buena educación sexual los niños y jóvenes de hoy?, ¿la tenemos los adultos? ¿A quién le corresponde dar esa educación?
Creo que los jóvenes de hoy en día tienen una educación sexual ligeramente mejor a la de las generaciones previas, aunque todavía queda mucho camino por recorrer. Desde luego, la mayoría de los adultos no la tuvimos. Antiguamente la “educación sexual” era el silencio, ahora hay muchísima información disponible, pero que haya tanta no siempre es bueno si no hay nadie que les enseñe a filtrarla y procesarla correctamente. La educación sexual es un derecho y por tanto nos corresponde a todos poner nuestro granito de arena para conseguir implantarla correctamente. Los ciudadanos y las familias tienen que demandarla, los profesionales tenemos que formarnos y estar disponibles y creo que los políticos deberían preocuparse por este asunto de una vez por todas y legislar para garantizar que nadie crezca sin una adecuada educación sexual.
¿En qué puntos se tocan Psicología y Sexología? ¿Se puede entender la segunda sin la primera?
La sexología es una disciplina muy amplia, mucho más de lo que parece a simple vista, y por supuesto que hay profesionales que se dedican a ella desde otras carreras diferentes a la psicología: desde la educación, la medicina, la enfermería, los servicios sociales… Incluso desde el periodismo es importante que quienes escriban o hablen de sexualidad tengan formación en sexología para transmitir bien los datos y no contribuir a la desinformación. Pero es cierto que siempre hay algo de psicología en la sexología. Al fin y al cabo, la psicología es la ciencia de la conducta y la sexología es la ciencia de la sexualidad humana. No se pueden entender bien los comportamientos sexuales sin ciertas nociones de psicología.
¿Cómo se establece la relación entre los medios de comunicación y vuestro gremio? ¿Se puede construir una identidad propia entre tantas fuentes de información, haciendo de la tuya algo más o menos especial?
Yo diría que en general la relación que tenemos es de mutua necesidad y por lo tanto es una relación cordial (al menos en mi experiencia). Los medios son necesarios para transmitir mensajes sobre sexualidad y los profesionales de la sexología somos necesarios para poder asegurarnos de que ese mensaje sea el correcto, ya que no es factible que absolutamente todos los periodistas tengan formación sexológica. Además, como se suele decir, “el sexo vende”, lo cual creo que ayuda a que nuestras aportaciones lleguen a mucha gente.
En cuanto a crear una identidad propia, creo que sí se puede hacer. El cómo no me lo preguntéis porque realmente no tengo ni idea, aún estoy en ello yo misma. Pero sí que hay grandes profesionales de la sexología a los que admiro y a quienes creo que podría reconocer incluso en un texto sin firmar, porque tienen un estilo personal inconfundible.
¿Puede el porno educar sexualmente?
No es su función, no está diseñado para ello. Puntualmente, se puede usar como herramienta en algunos contextos. Por ejemplo, en educación sexual para adultos se puede utilizar para ejemplificar ciertos temas o generar reflexiones (“¿Por qué hay tan pocos preservativos en el porno?” “¿Creéis que los orgasmos son así en la vida real?”, etc.). También se puede usar el porno como apoyo en algunas terapias sexuales para hablar de fantasías eróticas, de prácticas sexuales y hasta de complejos alimentados por el propio porno. Y no pretendo demonizar toda la pornografía con este mensaje, ni mucho menos, mi propia tesis doctoral trata sobre consumo de porno. Pero aunque haya muchísimos tipos de porno, su función no es educar, por lo que no se debe esperar que lo haga.
¿Qué dos topicazos sexuales te gustaría desmitificar aquí y ahora?
Por encima de todo, el mito de la virginidad. No es solo que no sea como nos la contaron, es que directamente no existe, es un invento social y cultural para marcar de forma artificial un antes y un después en nuestra vida sexual, que genera muchísima ansiedad, crea expectativas irreales y hace mucho, mucho daño.
Y el segundo… Uf, es que hay tantos que me gustaría derribar que elegir solo dos es bastante complicado. ¿Puedo meter todos los mitos del amor romántico en un solo punto? Todo eso de que solo existe un amor verdadero, que los celos son una prueba de amor y que el amor todo lo puede… Todas esas creencias erróneas y dañinas que nos han inculcado desde Disney hasta Hollywood, pasando por la inmensa mayoría de la cultura y el arte. Si de mí dependiera, las borraría todas de un plumazo de las cabezas de la gente.
¿Sientes que hay una imagen sexualizada, erotizada, de la figura del sexólogo? ¿Se liga más siendo experto en sexo?, ¿se practica necesariamente mejor o más placenteramente gracias a ello?
Sí, por desgracia sí. La cantidad de fotos de penes que recibo en mis redes sociales por tener la palabra “sexóloga” dan fe de ello. Y los comentarios “chistosos” que la mayoría de nosotros hemos tenido que aguantar sobre nuestras prácticas, nuestros exámenes orales o lo buenos que se supone que tenemos que ser en la cama. Supongo que todas las profesiones tienen sus clichés, pero yo hubo una época en la que, si conocía a alguien en un ambiente de ocio, de primeras decía que estudiaba un máster de psicología sin especificar más, para evitar las pullitas (que además rara vez son originales). Así que en realidad no creo que necesariamente se ligue más, porque el tipo de personas que consideran que mi profesión es “sexy” y se han creído esos prejuicios, son precisamente las mismas con las que a mí me daría mucha más pereza mantener una conversación.
¿Qué importancia tiene el sexo, en cuanto a visibilización y reivindicación, en el discurso feminista? Desde el otro prisma: ¿Ha contribuido ese discurso a la ruptura de ciertos tabúes sobre la sexualidad de la mujer?
Por supuesto, la sexualidad, en todos sus ámbitos, es una de las áreas en las que más fácilmente se pueden percibir las desigualdades, así que es un punto magnífico desde el que comenzar a denunciar y a reivindicar cambios. Desde las quemas de sujetadores como símbolo de destrucción de la opresión sexual hasta nuestros días con movimientos como el #metoo, sexualidad y feminismo van de la mano. De hecho, yo no concibo la sexología sin perspectiva de género y creo que cualquier profesional de la sexualidad que omita esto es posible que esté haciendo un trabajo bastante más pobre.
¿Cómo surge el patrocinio de juguetes eróticos por parte de los sexólogos?, ¿sois como los odontólogos patrocinando cepillos de dientes -disculpa la comparativa, ahora fustigamos al culpable-?
No sé muy bien cómo funciona en el mundo de los odontólogos, la verdad, ni si mi experiencia es la misma que la de otros compañeros, pero yo os cuento como lo vivo yo. Para empezar, no me comprometo nunca con una única marca, yo soy una mercenaria (para algo soy autónoma), en el sentido de que pongo mis conocimientos a disposición de quien esté dispuesto a pagar por mi trabajo, pero no me caso con nadie. Tengo mis marcas y mis juguetes favoritos, por supuesto, pero entiendo que es algo tan personal que no siempre lo que para mí es mejor es objetivamente mejor para todo el mundo. Por supuesto, cuando hablo de un juguete, si tengo algo malo que contar o alguna “pega” que señalar, lo hago. No accedería a hacer una reseña, por ejemplo, si sintiera que me censuran y solo me dejan contar las bondades del producto. Y desde luego, soy consciente de que cuando hablo de un juguete lo hago de manera general sobre sus características y su funcionamiento, pero que para poder hacer una recomendación personalizada a alguien en concreto es necesario conocer más en profundidad sus preferencias y sus intereses sexuales. No todos valen para todas las personas.
Por otro lado, ¿sufres el Síndrome de Información Gratuita, ese que consiste en que tu entorno se aprovecha de tu desarrollo profesional para que le recomiendes, instruyas o ayudes a cambio de nada?
Sí que hablo mucho de sexo en general con todos mis conocidos, aunque muchas veces soy yo la que saca el tema y no considero que sea aprovecharse, ya que disfruto hablando de ello. Me molesta un poco más cuando este tipo de demandas me llegan por parte de desconocidos por internet que, además, en vez de preguntar si puedo orientarles, automáticamente piden consejos y soluciones como si fuera mi obligación. No me molesta cuando una persona busca ayuda para resolver una duda, pero sí la actitud con la que algunos prácticamente exigen respuestas. A esos casi siempre les ignoro, incluso cuando es algo que puedo contestar en dos frases; a los demás les intento ayudar en lo que puedo o les explico que hay cosas que no se pueden resolver por redes sociales, que requieren tratarse en consulta.
¿Es realista el poliamor o se trata de una excusa para la promiscuidad? ¿Está sobrevalorada la fidelidad?
Está sobrevalorado el concepto normativo de “fidelidad”, el que nos viene impuesto de serie por parte de una cultura fundamentalmente monógama. También existen formas de fidelidad y de infidelidad dentro de las relaciones abiertas y poliamorosas, solo que son definiciones mucho más concretas y exactas para cada pareja, ya que son ellas mismas quienes tienen que conocer sus límites y negociar sus propios acuerdos. No creo que sea una excusa para la promiscuidad en absoluto, de hecho, sería absurdo dar por hecho que todas las relaciones abiertas son más promiscuas que las monógamas. Que no haya obligación de exclusividad no implica que haya siempre y en todos los casos muchas relaciones paralelas. Al fin y al cabo, una cosa son los límites que se le ponen a la relación “sobre el papel” y otra muy diferente lo que se cumple en la práctica. Igual que hay parejas monógamas donde uno o dos de los miembros tienen muchos escarceos, hay parejas abiertas donde no sienten la necesidad de estar con otras personas (aunque saben que podrían hacerlo si quisieran). La diferencia es que, en el primer caso, la no exclusividad sexual supone una traición a los acuerdos de la relación y es potencialmente más dañina si se descubre que en una relación abierta. Ni la monogamia ni el poliamor son mejores o peores per se, simplemente son modelos diferentes y cada persona debe valorar con cuál de ellos se siente más cómoda o cree que sería más feliz. Pero volviendo a vuestra pregunta, sí, el poliamor es posible, aunque requiere más trabajo en general conseguir que funcione, porque hay que saber gestionar algunas situaciones específicas y no descuidar a ninguna de las personas implicadas. Nuestra capacidad de amar no es finita, no se agota en un número de personas, pero nuestro tiempo y nuestros recursos sí lo son.
¿Sigue sin entenderse, incluso estigmatizándose, el sexo tántrico? ¿Cuánto tiene el sexo de mental y emocional?
Yo, personalmente, casi siempre que oigo a la gente hablar de él, veo que lo suelen hacer de una manera positiva, incluso con algo de admiración. Es curioso, porque las prácticas pausadas del sexo tántrico se valoran como algo positivo (por lo que yo veo) mientras que la idea de un encuentro sexual lento o más sosegado sin la excusa del tantra sigue percibiéndose a veces como algo “ñoño” o sexo de menos calidad.
En cuanto al sexo como algo emocional y psicológico (lo siento, el término “mental” me suena raro porque “la mente” es un constructo un poco ambiguo), pues no veo separación posible. Es imposible que haya una relación sexual con otra persona sin estos componentes. Puede haber sexo sin compromiso, sin enamoramiento, incluso sin conocer el nombre de la otra persona. Pero sin emociones no puede ocurrir. No podemos “sentir nada”, en modo encefalograma plano. Siempre hay algo, lo que sea, positivo o negativo, más o menos intenso, pero el sexo no sería lo que es si no nos moviera algo por dentro. Incluso el sexo de una sola noche o el que se tiene únicamente por ego o placer físico sigue despertando sensaciones y emociones en nosotros. Hay emociones incluso al comernos una pizza, ¿cómo no va a haberlas al relacionarnos íntimamente con otra persona?
¿Cómo cambia el sexo en las diferentes etapas de la vida? ¿Se puede seccionar tan drásticamente la sexualidad en edades o es una constante inalterable?
La sexualidad es una constante, desde que nacemos hasta que morimos. Por supuesto que va cambiando a lo largo del tiempo y se ve influida por muchísimas cosas, desde aprendizajes socioculturales y variables físicas hasta experiencias propias que moldean nuestra forma de vivirla. Pero lo que no creo que se pueda hacer es marcar un límite claro, una frontera a esas etapas de la sexualidad, porque en cada persona pueden ser diferentes. Es por eso que decimos que no hay una sola sexualidad, sino tantas sexualidades como personas.
¿Ha cambiado la visión -y la simbología- de la virginidad en los últimos tiempos?
No sé si llevo suficiente tiempo dedicándome a esto como para detectar cambios a lo largo de los años, aunque cuando pienso en el concepto que tenía yo de la virginidad cuando era adolescente, creo que no ha variado demasiado, sigue siendo una presión, algo que sentimos que “tenemos que perder” y además tenemos que hacerlo en el momento exacto que nos dicte la sociedad, porque hacerlo antes o después de lo estipulado por el entorno puede percibirse como una merma en nuestra valía. Es terrible, yo en mis talleres no me canso de repetir que la virginidad no existe.
La RAE, el lenguaje inclusivo y el receptor femenino: ¿te diriges a tus lectores y oyentes de alguna forma especial, marcada, buscando ese énfasis en el género femenino? ¿Qué opinión te merece este fenómeno comunicativo?
Me parece maravilloso que nos replanteemos como el lenguaje influye en las ideas que recibimos y transmitimos y le demos la vuelta para construir un imaginario colectivo más igualitario. Yo no tengo una sola forma de proceder al respecto. Admito que intento adaptarme un poco a mis interlocutores, por ejemplo: si sé que hay personas no binarias, procuro utilizar la -e; si son mayoría de mujeres, puedo elegir usar el femenino plural en vez de el masculino; en textos formales, recurro a “ellos y ellas” y si tengo que debatir con alguien más anticuado en este sentido, quizá elija a veces usar un lenguaje más tradicional para conseguir que la otra persona escuche mis argumentos, porque hay veces en que intentan desacreditarte una idea perfectamente válida solo porque hayas decidido usar el lenguaje inclusivo. Y aunque esto no debería ser así, creo que es más pedagógico adaptarse un poco en ocasiones, para conseguir transmitir ideas que de otra forma no llegarían a sembrarse en suelo receptivo.
¿Qué proyectos tienes a corto, medio y largo plazo?
A corto plazo, continuar con mi trabajo, que me encanta. Una de las cosas que más me ha costado de la cuarentena ha sido no poder seguir día a día en las aulas. A medio plazo, espero terminar mi doctorado y quizá algún día poder dar clases en la Universidad. Y a largo plazo, querría poder seguir viviendo de la sexología y fantaseo con la idea de publicar un libro si tengo la ocasión.
¡Bombardeo final de preguntas no profesionales, querida Laura!
–*¿Qué época histórica te hubiera gustado vivir y qué personaje histórico te hubiera gustado conocer?
No sé si hubiera sido muy agradable vivir allí, pero me apasiona la historia de Egipto y sería fascinante haber conocido a Cleopatra.
–*¿Cuál es tu definición de Arte? ¿Y tu ideal de Belleza?
El arte puede ser cualquier cosa que nos mueva por dentro y nos toque la fibra. No siempre hace falta entenderlo para sentirlo y aunque hay Artes con mayúscula (música, pintura, escultura, cine…), también puede haber algo de arte en las cosas sencillas, en un beso o en un chiste de un amigo.
Mi ideal de belleza: los gatos. Y bueno, en humanos, la belleza, como dicen, está en los ojos del que mira, es algo muy subjetivo, no creo que haya un solo patrón que me atraiga, aunque me parecen preciosas las personas que se ríen a carcajadas.
–*¿Qué tres palabras te gustaría saber decir en todos los idiomas?
Gracias, amor… ¡y cerveza!
–*¿Con qué plato se te conquista y con cuál se te disgusta?
Tengo debilidad por el cocido, aunque es difícil conquistarme con él si no tiene el toque que le dan mi madre y mi abuela. Con cualquier cosa con chocolate también se me puede hacer feliz fácilmente. Y no soy muy fan del pimiento, pero puedo disfrutar de algunos platos que lo lleven.
–*Comparte con nuestros lectores:
a) un miedo:
La soledad (y siendo menos filosófica, también me dan pánico las medusas).
b) un vicio:
Subrayar los libros (siempre en papel).
c) un refrán interiorizado:
Solo se va más rápido, acompañado se va más lejos.
d) una manía molesta:
Mi madre dice que hablo muy alto y mi pareja que ando muy despacio. También soy la amiga que manda muchos audios por WhatsApp y no se le da bien resumir.
e) un talento absurdo:
Decir trabalenguas muy rápido sin equivocarme (incluso estando borracha).
–*Recomiéndales, por favor:
a) dos ciudades para irse de luna de miel;
Las zonas de Bled y Vintgar, en Eslovenia y Friburgo, y la Selva Negra en Alemania.
b) dos juguetes eróticos para disfrutar en pareja;
Lily 2, de Lelo y las velas de masaje de Shunga.
c) tres libros;
La habitación (novela), de Emma Donoghue, La venganza de Don Mendo (teatro), de Pedro Muñoz Seca, El amor, las mujeres y la vida (poesía), de Mario Benedetti y Maus (novela gráfica), de Art Spiegelman. Sí, sé que me habíais pedido tres, pero bastante me cuesta elegir uno de cada categoría como para tener que elegir entre ellos. Lo siento.
d) dos canciones para poner de fondo al hacer el amor;
Shine on you crazy diamond, de Pink Floyd, y Talk dirty, de Jason Derulo.
e) dos plataformas, portales web o blogs sobre sexualidad:
Somospeculiares.com y golfxsconprincipios.com
–*Envíales un mensaje a las personas que más quieres, otro a tus seguidores y otro a tu yo de 2030. ¡Muchas gracias por tu tiempo!
Pues a las personas que más quiero, que sepan que nunca habría llegado adonde estoy si no fuera por su apoyo, que soy quien soy gracias a ellos, mis amigos y mi familia son lo mejor que tengo. A mis seguidores, que me hace muy feliz que me lean y confíen en mí para algo tan importante como es aprender cosas de sexualidad, que no duden en interactuar conmigo o escribirme, que siempre me hace mucha ilusión. Y para mi yo del futuro… Laura, acuérdate de respirar de vez en cuando, que nos conocemos, y por favor, compra solo los libros que tengas tiempo de leerte, que seguramente aún no te has terminado todos los que tenías pendientes en 2020.
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