
Rubén Roca (Aquel invierno que gritamos)
Iván F. Frías (El Tercer Ombligo de Cerbero)
Ángela González Oliva (40tena)
Kai Momiejo (4AIKU)
¿Cómo afrontáis un certamen literario? ¿Existen diferencias sustanciales entre vuestros textos no destinados a convocatorias y aquellos concebidos exclusivamente para ser presentados a una?
Rubén Roca: Presentarse a un certamen literario supone que tu obra vaya a ser juzgada. En ese sentido y especialmente en poesía (que suele ser mucho más personal), se afronta con bastante emoción pero también vértigo. Al menos a mí siempre me ocurre esa mezcla de sentimientos cuando comparto algo que he escrito.
En cuanto a lo segundo, yo nunca he escrito un texto exclusivamente para presentarlo a un certamen. Los que he enviado siempre han sido «descartes» de otros proyectos, no en un sentido peyorativo, sino que en el conjunto de otra obra no encajaban, bien fuera por el tema que trataban o por la forma en la que estaban escritos.
Iván F. Frías: La verdad es que no. Mis textos son mis textos y, salvo alguna cosa extraña que en ciertos certámenes te mandan (introduce una palabra, mete una localización, etc.), yo escribo para mí y veo si alguno de mis textos vale para una convocatoria. A veces un certamen puede servir para espolearme a escribir un texto de una temática determinada, lo cual es genial. A la hora de participar en un certamen determinado, estudio un poco quien lo convoca para saber si estamos alineados o voy a acabar publicando con un grupo de fascistas, antivacunas o algo así.
Ángela González Oliva: Creo que nunca me había presentado a un certamen literario antes de presentarme al de 40tena, por lo que no podría decir que tengo una forma concreta de afrontarlo. No considero que la escritura se me dé especialmente bien, pero después de la experiencia (tan chachi) con vosotros me presenté a otros dos concursos, uno organizado por Desnivel y otro por Nórdica Libros. Me pasó un poco como con el vuestro: me encontré con las convocatorias en Instagram y al ir leyendo la información se me fueron ocurriendo un par de cosas y las acabé enviando. Es curioso, porque cuando me presenté al de Altavoz Cultural en absoluto me esperaba ganar, y sin embargo las siguientes veces tenía una pequeña esperanza que casi me negaba a mí misma, tal vez por no querer parecer(me), no sé, ¿engreída? No sabría decir qué diferencias existen entre los textos que he presentado a una convocatoria y el resto de cosas que escribo, pero sí me he dado cuenta de que releo muchísimo los textos que envío para que no se me pase ninguna falta de ortografía o de gramática, aunque algo se me suele colar…
¿Qué os inspira? ¿Qué ámbitos socioculturales y/o artísticos componen vuestro imaginario? ¿Leéis con mentalidad de escritores?, ¿escribís con mentalidad de lectores?
RR: A la hora de crear me inspiran muchas cosas. Uno nunca parte de la nada, de alguna manera todo lo que va leyendo, viendo, escuchando e incluso viviendo crea un imaginario dentro de ti que luego de forma más o menos consciente se ve reflejado en lo que haces. Obviamente para escribir necesitas leer mucho, ya sea poesía, narrativa, ensayo, lo que sea. Y sí, por supuesto que es importante leer con mentalidad de escritores, más allá de dejarse llevar por la obra también es necesario pararse, analizar cómo consiguen lo que consiguen. Y una vez te lanzas a lo tuyo, en la corrección debes asumir la posición del primer lector con el fin de tomar distancia y ser lo más objetivo posible.
Por otro lado, en mi caso el cine también es una parte muy importante en mi vida. Esa naturaleza que comparten de comunicar a través de la imagen hace que para mí se hermanen de alguna forma y me resulten ambas muy estimulantes.
IFF: Difícil pregunta. Mi imaginario se mueve en un ámbito onírico casi siempre. En ese espacio entre la locura y el sueño, para más señales. Sí que tengo presente dos lugares comunes socioculturales muy concretos: la revolución contra un poder establecido y el mundo post apocalíptico en donde se intenta sobrevivir con casi nada. Creo que son escenarios donde me encanta plasmar mis textos. Depende mucho, aunque sí que pones más atención en aspectos formales para aprender de los maestros (¿Cómo ha conseguido Stephen King que esté en tensión describiendo únicamente un edificio?). De cara a escribir soy muy ególatra: escribo solo textos que me gusten a mí, sin pensar mucho en los demás.
AGO: Me fascina la capacidad de transmitir sensaciones que tiene la música, especialmente la instrumental. Me inspira y me motiva como creo que no lo hace nada, y eso que apenas tengo conocimientos de música más allá de saberme un par de acordes a la guitarra y al ukelele, para los que la mayoría de las veces estoy a punto de descoyuntarme los dedos y las muñecas cuando me da por «tocar» (tocar entre comillas porque a lo que yo hago no se le puede llamar tocar, yo más bien aporreo, pero aporreo feliz).
No puedo decir que tenga un repertorio imaginario, porque apenas soy creadora de nada. En todo caso soy creadora de hacer el tonto para hacer reír a los demás (pero por pura vanidad porque luego me siento bien, como decía Joey en Friends, creo que no existen los actos puramente altruistas).
Cuando leo intento dejar la mente en blanco para que mi opinión y mi sesgo no interfieran con lo que la persona que ha escrito el texto intenta transmitir. Pocas veces lo consigo y a veces acabo montándome un debate conmigo misma en la cabeza mientras leo, o no me concentro bien y me pongo a pensar en otras cosas que nada tienen que ver con lo que estoy leyendo, y me tengo que mandar callar ¡a mí misma!
Cuando escribo, casi siempre intento que lo que pretendo transmitir quede claro sin lugar a posibles confusiones, porque lo que más suelo escribir son correos electrónicos de trabajo y documentos técnicos, y vaya jaleo sería no dejar las cosas bien claras en esos casos. Procuro no abusar mucho de las frases compuestas y/o subordinadas y utilizar frases cortas, porque normalmente suelen dejar menor lugar a dudas, pero creo que fracaso estrepitosamente.
¿Qué significa para vosotros triunfar en el mundo literario? ¿Qué consideráis que debe tener una obra para ser considerada inmortal?
RR: Triunfar en el mundo literario supongo que tendrá que ver, a niveles de mercado, con poder mantenerse económicamente de lo que escribes, teniendo un gran número de lectores fieles, editoriales que te respalden, etc. Pero no creo que deba ser el objetivo del que escribe, al menos no es el mío. Escribo por necesidad y porque me divierte. En ese sentido el simple hecho de poder escribir ya me parece un triunfo, se publique o no mi obra o la lean muchas o pocas personas.
En cuanto a la segunda pregunta, creo que esas obras que aun escritas hace mucho tiempo nos siguen interpelando y hablando como si fueran contemporáneas son aquellas que, más allá de la historia o el planteamiento formal que plantean (que debe ser también atractivo), tienen un discurso que subyace en ellas que retrata nuestra condición más humana que tiene que ver con el miedo, el amor, el paso del tiempo, la muerte. Todas esas típicas cuestiones que no nos abandonarán nunca.
IFF: Triunfar es un término muy ambiguo, y grandes escritores fueron un fracaso en vida para luego ser inmortales. Para mí triunfar en el mundo literario sería poder dedicarme en exclusiva a escribir relatos, poesía y artículos, eligiendo yo la temática y los tiempos. Difícil, pero no imposible. Para que un escritor sea considerado inmortal tiene que tratar, aunque sea de manera transversal, alguno de los problemas filosóficos fundamentales, de tal forma que cientos de años después su lectura tenga vigencia. Tiene que revolver las vísceras de lectores en cualquier momento y lugar. Una tarea muy complicada, ya que somos hijos de nuestro tiempo.
AGO: No sé si soy quién para decir qué significa triunfar en el mundo literario, creo que ni siquiera podría decir lo que significa para mí, ya que no es algo sobre lo que haya pensado mucho ni sobre lo que tenga el suficiente conocimiento. No veo necesario tener una opinión inmediata sobre todas las cosas. Diría incluso que no opinar es una postura que debería adoptarse más. Últimamente estoy intentando (que no sé si consiguiendo) no opinar de todo sin tener ni puñetera idea, que lo hago bastante, para mi propia desesperación.
A día de hoy, donde el consumo de todo ha alcanzado unas velocidades tan alarmantes e incluso podríamos hablar de ‘fast culture’, me atrevería a decir que, por desgracia, para que una obra literaria se convierta en inmortal a nivel mundial tiene que llegar una gran productora y hacer una película donde se invierta muchísimo dinero. Y si encima esa obra son varios libros, más contento se pone el sistema. Aunque es probable que me equivoque, y, de hecho, espero equivocarme.
¿Qué consejos les daríais a esas personas que no se atreven a presentar sus escritos, que no han logrado lo deseado al hacerlo o que no saben cómo encarar un certamen?
RR: Pues creo que esto es algo bastante personal. Les diría que no se apresuren, que tampoco se obsesionen, pues es muy fácil caer en la idea de que sin un premio no estás como «legitimado» para ser considerado escritor cuando no tiene nada que ver con eso. Ganar un premio siempre es una alegría, pues te da apoyo y visibilidad, pero no es definitorio de nada. Lo importante es escribir, siempre.
IFF: Pues que adelante, que no sea por miedo o por no atreverse. Que del fracaso se aprende, y que utilizar un certamen para ponerte a escribir es una excusa muy buena para trabajar. Que escriban para ellos y que se olviden de todo y luego vean si pueden mandarlo a algún sitio.
AGO: Ojalá nunca un consejo mío (ni de nadie) sea lo único que haga que alguien cambie de opinión y se decida a hacer o no hacer algo… Pero como a mí también me gusta a veces escuchar consejos y opiniones de varias personas para decidir ciertas cosas, diré que el no siempre se tiene, y que por favor atención a la ortografía y a la gramática (como dicen en el programa La Lengua Moderna de la Cadena SER, “Hay que hablar y escribir bien porque es lo único que nos diferencia de los hijos de puta”). Añadiré que todos nos vamos a morir, así que lo que se quiere hacer, pero se deja de hacer por miedo (o por lo que sea) no podrá hacerse nunca, y a efectos de eso que se quiere hacer y no se hace nunca es como si ya se estuviese muerto. Perdón si esto último es muy intenso o muy típico, pero me desespera la típica frase de «a tu edad te vas a poner a hacer esto o lo otro», como si hubiese una edad concreta y obligatoria e invariable para cada cosa, o como si hubiese una edad a la que se tiene que dejar de hacer o de aprender cosas nuevas…
Rubén Roca: «¿Qué manías o rituales tenéis a la hora de afrontar el momento de escribir?»
IFF: Música apropiada, ordenador con el Open Office en pantalla completa, cerveza o café. A veces leo cosas mías justo antes de escribir para pillar el tono y el toque personal, sobre todo textos que considero redondos. Prefiero volver a coger mis propios vicios que los de otro y no caer en la copia.
AGO: Ni manías ni rituales. Estoy intentando deshacerme de todas las manías que pueda tener en todos los aspectos de mi vida, excepto tendiendo la ropa, porque es innegable que si tiendes bien no hace falta planchar.
Iván F. Frías: «¿Dónde te gusta escribir? ¿Existe alguna ciudad o país que te parezcan especialmente idóneos para inspirarte? ¿Llevas un cuaderno, utilizas el móvil u otro medio?»
RR: Me gusta escribir en casa. Mientras esté solo me vale cualquier habitación. Y normalmente de noche. No por una cuestión romántica, simplemente porque ahí ya has acabado el día y estás más relajado para concentrarte en la escritura. En cuanto a ciudad o país que me inspire, la verdad es que ninguno. Y sí, cuando estoy fuera siempre recurro al móvil para anotar ideas que de pronto te asaltan y no perderlas, pero si estoy en casa prefiero siempre el papel.
AGO: No tengo preferencia de sitio a la hora de escribir, ni hay ciudades o países que me parezcan especialmente inspiradores, tal vez porque no escribo tanto como alguien que se dedica a ello. En algún viaje me he llevado papel y boli para ir anotando cosas todos los días, pero no he conseguido anotarlo todo y no quedarme a medias del viaje. Tengo un cuaderno que suelo llevar encima en el que escribo con una frecuencia muy variable, y si se me ocurre algo cuando no tengo el cuaderno a mano lo escribo en una nota de móvil. Más de una vez me he planteado escribir un blog, pero de momento no lo he hecho.
Ángela González Oliva: «¿Crees que la literatura puede ayudar a que haya personas más concienciadas en el mundo o, por el contrario, por mucho que una lectura nos haga reflexionar, no tiene cambios de larga duración en nuestro comportamiento? ¿Hay algún libro/artículo/escrito que te haya llevado a revisar algunos de tus puntos de vista sobre el sistema o la sociedad, aunque solo fuera de forma temporal?»
RR: Yo creo mucho en la utilidad de la literatura y más en estos tiempos tan complicados. Ahora más que nunca necesitamos el arte para cultivar nuestra sensibilidad y sentirnos todos un poco más unidos. Recomiendo mucho en general toda la poesía de Ángelo Néstore. Para mí supuso una gran revelación cuando la descubrí, el poder político y crítico que también puede tener un poema.
IFF: Creo que es una de las principales tareas de la literatura. La reflexión debe existir, si no, no es arte. Incluso un texto, un cómic, un videojuego a priori banal tiene que hacer que te plantees cosas o que te abra puertas para crear otros mundos. Muchos ejemplos: Despachos de Guerra (Michael Herr) es un estupendo ensayo periodístico sobre la Guerra de Vietnam que te deja del revés, Non Olet (Sánchez Ferlosio) te hace replantearte el capitalismo de una forma magistral, y más recientemente Sopa de Wuhan, un libro gratuito donde grandes pensadores (Judith Butler, Agamben, Zizek…) reflexionan sobre la pandemia y el mundo que nos deja. Imprescindible.
Kai Momiejo: «¿Ha marcado alguna experiencia vital la forma, o la temática, en la que escribís?»
RR: Imagino que sí pero no sabría reconocerlas explícitamente en lo que escribo. No me interesa la poesía que se limita a lo confesional.
IFF: Uno de los temas recurrentes en mis textos es la muerte. La muerte ha estado muy presente en mi vida en los últimos años, y creo que he reflexionado mucho sobre morir, morirse, la muerte y lo que supone que alguien se muera.
AGO: Nunca me he considerado escritora, y ahora tampoco me considero como tal, pero escribo mucho más de continuo desde que a principios de este año falleció alguien muy importante para mí. Empecé a intentar escribir lo que sentía y lo que se me pasaba por la cabeza para desahogarme y ayudarme a procesarlo todo. En ello sigo.
Kai Momiejo: Definitivamente sí. Numerosas experiencias personales han marcado tanto mi estilo de escritura como la temática de mis poemas. Mi escritura en USA es bastante diferente que la que escribo en España. Allí hablaba de la libertad, mis viajes y mi estilo de vida más cosmopolita y relajado. También tocaba cuestiones como el honor y el nacionalismo (temas muy presentes en la sociedad americana). En cambio aquí mi escritura ha tomado un giro más oscuro e intimista.