
Rocío Acebal Doval
Eloísa Cañete Herrera
Paula Moreno
Paula Iglesias
¿Por qué elegís la poesía como forma de expresión, como medio de comunicación en detrimento de cualquier otro?
Rocío Acebal Doval: No me atrevería a decir que elijo la poesía. Es, desde luego, el género artístico en el que me siento más cómoda y que, con mucha diferencia frente a otros, más he cultivado, pero no hubo ningún momento en el que conscientemente renunciara a la narrativa o al teatro en favor de ella. Creo que, simplemente, lo que quiero expresar encaja mejor en un poema, así que mi elección (si la hay) debe ser una puramente práctica.
Elijo con frecuencia la poesía porque es el formato que me permite explorar las ideas de la forma que me resulta más interesante. Me gusta de la poesía su sincretismo, esa exigencia de hallar la forma más precisa que exprese lo que el autor desea expresar. No obstante, no elijo siempre la poesía como medio de comunicación, es simplemente mi favorito. El poema no es siempre la mejor forma de expresión para lo que deseamos comunicar; conviene no olvidar que existe el ensayo, la novela, el artículo, las pancartas e incluso los posts en redes sociales. Para mi gusto, pocas cosas hay peores que un poema que debió ser un artículo de prensa.
Eloísa Cañete Herrera: En mi caso, si escribo poesía es más por necesidad que por elección, porque me ayuda a alcanzar un desahogo emocional que pocas veces consigo con la prosa, y de alguna manera es la forma que tengo de ser más honesta conmigo misma; no me atrevería a decir que lo uso como algo terapéutico, porque también he escrito y trabajado en base a ideas que quizá no me suponían tanta carga emocional, pero desde luego sí que me sirve de ejercicio catártico en la mayoría de ocasiones. No sabría decir exactamente por qué tomé la decisión de explorar más todo esto, porque además siempre he escrito, dibujado y hecho algunas cosas a nivel artístico en las que me he desenvuelto más o menos bien, pero influye mucho el hecho de que mi madre siempre ha escrito y me ha leído sus poemas. Supongo que también tiene que ver que, sobre los 15 ó 16 años, cuando determinadas cosas me sobrepasaron emocionalmente, necesité escribir y soltar peso y empecé a hacerlo con la poesía. Misteriosamente, desde entonces no he podido parar, y creo que ha salido un poco bien.
Paula Moreno: Creo que más que una elección consciente, escribir poesía ha sido una necesidad constante en mi vida desde que era pequeña. De alguna forma encontré en la poesía un lugar donde poder expresarme de maneras concretas que no me permitía quizás otro medio como un relato o incluso un dibujo. Disfruto muchísimo escribiendo narrativa y no ficción, pero la poesía se ha convertido en un refugio en el que me resulta mucho más fácil expresar ciertas emociones o ideas e incluso llegar a usar la escritura de forma terapéutica como liberación o entendimiento de mí misma en algunas ocasiones.
Paula Iglesias: Creo que no tuve elección, sinceramente. Descubrí lo que se podía hacer con la poesía en cuanto a capacidad expresiva y automáticamente mi cuerpo me pidió que me lanzara de cabeza a escribir. Fue como la vía de escape que necesitaba (y necesito), que se puso en mi camino en el momento justo. Desde entonces es mi fiel compañera y sé que voy a estar escribiendo versos toda mi vida, porque es la forma más sana, más especial y más bonita que tengo para gestionar mis emociones y saber expresarlas. Es como una parte más de la terapia, ¿sabes?
La parte de compartirlo vino después, cuando vi que estaba contenta con el resultado de lo que escribía. Creo que eso también es algo que solo ha conseguido la poesía, porque me resulta muy difícil estar satisfecha con las cosas que hago. Soy demasiado perfeccionista, jajaja. Una vez empecé, subiéndolo a un blog que leían cuatro gatos, descubrí que era muy especial también saber qué sensaciones conseguía provocar en los demás. Saber que eres capaz de levantar emociones en la gente es algo realmente bonito, me hace sentir muy afortunada. Es un tipo de relación con el lector que creo que no puedes conseguir con otras formas de escritura y eso hace que valore todavía más el escribir poesía.
¿De qué estímulos, lecturas e imaginario se compone vuestro almacenaje creativo y, en el otro extremo, qué tres rasgos sois capaces de reconocer en vuestra materialización poética y en vuestro mensaje construido?
RAD: No podría señalar los estímulos, lecturas o imaginario de mi almacenaje creativo porque, sinceramente, no sé delimitarlo. Creo que me han marcado lecturas que no me han, necesariamente, apasionado, y que he adoptado recursos literarios o imágenes de libros y estilos con los que no me identifico como conjunto. Dicho esto, sin duda mis lecturas favoritas y mis fuentes de inspiración más claras vienen de la poesía española de los años 50 en adelante (con alguna excepción, como las obras de Emily Dickinson). Puedo, como lecturas de cabecera, señalar a Ángela Figuera Aymerich, Víctor Botas, Emily Dickinson (ya citada), Jaime Gil de Biedma, Ángel González, María Victoria Atencia y Luis Alberto de Cuenca.
No se me da bien definir mi poesía, así que me remito a una tríada de adjetivos que usó el jurado del Hiperión: precisa, grave e irónica.
ECH: Como ya he dicho, la principal influencia, sin duda, siempre será mi madre, que se ha encargado de ser un referente como poeta y de alentarme todo lo que hiciera falta a explotar cualquier cosa creativa que yo quisiese, ya fuese pintando, escribiendo o como fuera; creo que es la persona que más me ha ayudado consciente e inconscientemente a desarrollarme a nivel creativo, y es algo que me fascina, porque la poesía nos ha unido muchísimo, sobre todo en estos últimos años, y porque a veces nos reconocemos en los poemas de la otra como si un poema mío lo hubiese escrito ella, y al revés, y de verdad que eso me parece fascinante. También hay más artistas que me han ayudado muchísimo e inspirado muchísimo, como son Miguel Hernández, Lorca, Anne Carson, Emily Brontë, Rilke, Cristina Egea (que es amiga y compañera y debéis leerla sí o sí), Safo, Pedro Salinas, John Keats, Nikita Gill, más un largo etcétera, la verdad.
Realmente, si tengo que hablar de un tema del que sienta que siempre gira en torno mi poesía es, desde luego, mi relación con los demás. A veces me gustaría ser alguien que es capaz de hablar de temas más importantes, y no sólo de sí misma como una especie de bicho egocéntrico, pero, al final, siempre que escribo poesía siento que estoy hablando de mí, de mí para conmigo misma, y sobre todo de mí con los demás; de mis relaciones con la gente que quiero, y del miedo, la responsabilidad, la culpa, la pena, la euforia, la duda y todo un cúmulo de sentimientos que me generan esas relaciones. Por lo mismo, también tiendo a escribir mucho de la familia, de la sangre como lazo de unión y como estigma; del dolor físico como reflejo del dolor emocional (con escenas que a veces rozan un poco el gore, no me escondo); de los colores como símil de determinadas sensaciones; de la dualidad entre ansiar algo y detestarlo; y en mayor medida, de símbolos y personajes de la mitología clásica con los que no puedo evitar identificarme de alguna manera, y un poco lo mismo con temas del Antiguo Testamento (lo cual siempre se me hace un poco gracioso teniendo en cuenta que no soy creyente, pero para bien o para mal el peso del imaginario judeocristiano es enorme en la cultura occidental).
PM: En cuanto a lecturas, estímulo e imaginario, tengo varias referencias creativas clave a las que vuelvo constantemente como, por ejemplo, Plath, Lorca, Frida Kahlo o Zahara; intento nutrirme de lecturas y autoras en las que detecto temáticas e imágenes similares a las que a mí me interesan, aunque también intento hacer el ejercicio de liberarme un poco de esos intereses e investigar otros temas que, aunque a priori no me resultan tan atractivos, a veces llegan a convertirse incluso en obsesiones. Últimamente estoy intentando deshacerme de mi inercia europeísta y consumir más cultura externa a lo que ya conozco, lo que me ha abierto una puerta a lecturas interesantísimas, como, por ejemplo, me ha sucedido con la novela Dictee, de la autora coreana Theresa Hak Kyung Cha. Por otro lado, el estímulo creativo suelo encontrarlo en situaciones de mi día a día que generalmente asocio con la calma o la ternura: la playa, sobre todo la costa gaditana, mi familia y amigos, mis paseos con mi perra, mis ratitos en la cocina tomando café, etc. Suelo encontrar mucha inspiración en ese tipo de momentos. Por último, tres rasgos que reconozco en mi poesía son el intimismo, el costumbrismo y la naturaleza como punto de partida.
PI: En cuanto a los estímulos, de forma directa, están mis emociones y mis experiencias, no sé escribir de algo que no he vivido o que no he sentido. Aparte de eso, me gusta mucho utilizar la naturaleza, siempre hago comparaciones y metáforas con referencias a elementos naturales porque me resulta muy sencillo y muy útil para transmitir lo que quiero. Y, por último, añadiría a mis referentes literarios, que siempre tengo en mente, y son, principalmente, Miguel Hernández y Antonio Machado, que me inspiran bastante a escribir y a lo que quiero conseguir con ello, aunque luego obviamente no se parezca en nada a sus obras maestras.
Y en cuanto a la última parte de la pregunta, sin enrollarme demasiado, creo que destacaría: la capacidad que tengo para hacer sentir con fuerza al lector, que se le remueva algo con lo que está leyendo; la sencillez con la que escribo, que hace que prácticamente todo el mundo pueda entender de qué estoy hablando; y que mis principios y mis valores están muy claros en todo momento, da igual sobre lo que esté escribiendo, se ve muy claramente cómo entiendo el amor, la amistad, la salud mental, la sociedad, o cualquier otro tema.
¿Cómo valoráis la situación actual del panorama literario, especialmente en lo concerniente a las voces femeninas y, concretamente respecto de ellas, a aquellas dedicadas a la poesía?
RAD: El panorama poético joven actual cuenta con voces femeninas en pie de igualdad, numérica y de calidad, con las masculinas. No quiero decir con esto que no haya discriminación, porque es evidente que la hay, y se manifiesta en acoso, paternalismo editorial y crítico y representación simbólica en ciertos catálogos, recitales y eventos. Sin embargo, aunque la comparación sincrónica con los hombres pueda ser descorazonadora (¡cómo puede existir aún esta distancia!), la comparación diacrónica con las mujeres que nos preceden, y que tuvieron las cosas mucho más difíciles, da motivos para el optimismo.
ECH: Como escritora de poesía, pero también como escritora de fantasía, y dentro de esto sobre todo de juvenil y young adult, tengo que decir que este debate es una constante, sobre todo en los círculos literarios en los que me muevo, en los que la gran mayoría somos mujeres jóvenes. Si tengo que hablar del panorama literario general, y de los temas que más toco, que ya he dicho que son la fantasía, etc., creo todo es todavía un poco terrible: porque aunque hay una enorme cantidad de buenas escritoras que se dedican a esto, ya no sólo a nivel nacional sino también internacional, seguimos estando apartadas, y no creo que sea una exageración decir que el hecho de ser mujeres nos releva a un segundo plano en el que cuesta muchísimo que aparezcamos incluso en artículos de recomendaciones literarias cuando hay autoras que tienen una calidad narrativa increíble, tanto a nivel de prosa como a nivel de historia, imaginación, world building y otras cosas en las que de puertas para fuera todo el mundo estará de acuerdo en que la cuestión de género no es importante, pero que luego no parece ser el caso; esto también se mezcla con el hecho de escribir juvenil, pero creo que es un berenjenal un poco grande en el que meterme ahora mismo.
En cuanto a la poesía, creo que la situación es un poco similar. Hay muchísimas autoras de poesía que publican y tienen voces increíbles, y aunque por suerte creo que no es cien por cien comparable una situación con otra (también porque siento que la poesía, dentro de la escritura, está considerada por un gran público como un escalón por encima de los géneros que ya he comentado, aunque yo no comparta esa opinión), sí que sigo sintiendo que da igual lo que hagamos que la sociedad en cierto modo nos sigue relegando a ciertos temas como si existiese una categoría estética o temática que cumplen las mujeres, lo cual no deja de ser un absurdo, o ya incluso, en temas reivindicativos, como si el hecho de ser mujer y expresarte de manera creativa ya te colocara en alguna especie de posición respecto al feminismo, cuando no tiene por qué ser en absoluto el caso, y como si en general tu mera experiencia artística o creativa se centrase única y exclusivamente en tu experiencia como mujer. Y obviamente no creo que esto pueda ser algo que simplemente señale a la poesía, ni mucho menos, sino más bien algo que ocurre en cualquier apartado artístico y que siempre nos va a afectar por el hecho de ser mujeres y expresarnos creativamente o de cualquier manera. Igualmente siento que poco a poco se están haciendo algunos avances, y existen espacios que afortunadamente se esfuerzan y no funcionan de esta manera, pero a veces una no puede evitar sentirse agotada ante la expectativa y lo que supone el peso de su género en estos temas.
PM: Pienso que ahora mismo existe un panorama editorial bastante diverso con una oferta maravillosa de autores, temáticas y géneros. Me alegra enormemente ver cómo crece la variedad y surgen nuevas editoriales con cometidos claros. A día de hoy editoriales como La Carmensita, Liberoamérica, Letraversal, Caballo de Troya, Ediciones en el Mar y muchísimas otras están haciendo una labor fantástica de rescate y visibilización de todo tipo de autores.
PI: Este es un tema muy complicado. Creo que el panorama literario está cada vez más abierto a la diversidad, aunque sea con pasos pequeños y muy despacio, y eso hace también que el hueco para las mujeres sea cada vez más amplio. Pero también pienso que eso no sirve para mucho si luego, a la hora de recomendar, de invitar a autores a programas, charlas, festivales o debates, de crear lista… solo vemos nombres masculinos por todas partes. Está genial dar el paso a que cada vez sea más fácil que las mujeres podamos escribir de cualquier cosa, pero también estaría de maravilla que se viera que lo hacemos, que podemos hablar de ello y que somos exactamente igual de buenas como para ser referentes, ponentes o invitadas.
Además, creo que, y sobre todo en la poesía, el feminismo se está usando como un arma de doble filo para las autoras. Y con esto me refiero a que, si bien es increíble que la temática feminista inunde la literatura, creo que hay un serio problema en relegar a las mujeres a hablar solo de esos temas, que es algo que últimamente ocurre mucho. Es como si evolucionara la idea de «las mujeres solo pueden hablar de cosas de mujeres», ahora siendo esas «cosas de mujeres» el feminismo y la discriminación. Hay que tener mucho cuidado con esto, porque la inclusión y la igualdad de oportunidades pasa por que podamos escribir de lo que queramos y como queramos con la misma libertad y reconocimiento que un tío. El problema es que actualmente eso no ocurre, porque hay temáticas y géneros en los que se nos siguen cerrando puertas mientras que hay muchos sellos que acogen a escritoras que tratan el feminismo en sus obras como forma de «lavado de cara», sin dejar que entren en el resto de espacios.
¿Cómo valoráis la situación actual del ámbito editorial respecto de las oportunidades, los diversos formatos de publicación y la figura de la poeta frente a la industria?
RAD: Creo que el mercado editorial es diverso y amplio, con editoriales independientes que hacen propuestas interesantísimas (pienso, por ejemplo, en la jovencísima Letraversal, editada por Ángelo Nestore) y revistas, fanzines, etc. muy diferentes entre sí, en los que (casi) cualquier propuesta de calidad razonable puede tener cabida.
ECH: Desafortunadamente, creo que, si no es una editorial pequeña y más independiente, es bastante complicado publicar a no ser que seas alguien con cierta repercusión en RRSS (aunque haya excepciones), pero la verdad es que diría que esto ocurre con casi cualquier género literario y no sólo con la poesía. Tampoco me atrevería a decir que existe al cien por cien una problemática de género a la hora de publicar a una autora, porque creo que por suerte sí que se publican a muchas mujeres con voces increíbles, pero si tuviera que señalar algo creo que sería sobre todo la lectura general que hace el público de estas autoras, y la crítica, y todo lo comentado en la pregunta anterior. Más allá de la problemática de género, yo ni siquiera estoy segura de si me sentiría cómoda publicando a día de hoy. Creo que existen cuestiones más feas que tienen que ver con cómo funcionan los contratos editoriales en España, con las pocas ganancias que se pueden obtener de una obra, y de nuevo muchos más temas en los que no quiero meterme porque esto es un berenjenal todavía mayor que el anterior. Igualmente, volviendo a mi propia experiencia, a mí me pasa que no estoy segura de sentirme cómoda en lo que suelo encontrar en los catálogos de poesía; quiero decir: no es como si mi poesía fuese especial o diferente, en el sentido de que estoy segura de que guardo montones de cosas en común con voces y escritoras de mi generación, pero misteriosamente no termino de sentirme reflejada en la mayoría, y eso hace que no sienta que encaje en lo que veo en algunas editoriales. Eso no significa que no quiera publicar realmente, por supuesto que quiero publicar, pero de momento no estoy segura de querer hacerlo mediante una editorial (al menos, no en lo que respecta a la poesía). También creo que lo que más me influye en esto es que en los últimos tres años he ido metiendo poco a poco la cabeza en el mundillo de los festivales de fanzines y he ido publicando poemarios a modo de fanzines de poesía con los que he terminado súper satisfecha y súper contenta y, aunque es cierto que la calidad de lo que he publicado así difiere muchísimo de algo que podría haber salido de una editorial hecha y derecha, he disfrutado mucho esta experiencia, y el trato directo con la gente, y el ambiente artístico joven…, y en general todo un entorno en el que sí que he llegado a sentirme cómoda de verdad.
PM: Es cierto que en grandes sellos a veces predomina la presencia en redes sociales, el número de seguidores y demás, lo cual limita muchísimo las posibilidades para autores noveles y desconocidos. Es por ello que me resulta muy acertado el sistema de plica que usan muchas editoriales, para cerciorarse de que publican lo que realmente consideran interesante sin necesidad de fijarse en nada más que en los manuscritos que reciben. En definitiva, generalmente pienso que hoy en día existe más igualdad de oportunidades a la hora de publicar, ya que cada vez hay más editores concienciados a la hora de reivindicar y visibilizar, aunque quede trabajo por delante, por supuesto.
PI: Creo que estamos en un momento muy complicado para el sector editorial. Primero porque no se fomenta lo suficiente el consumo de cultura, y mucho menos en el caso concreto de la literatura, y esto hace que las apuestas sean muchas veces hacia lo seguro (aunque poco a poco se empiezan a ver un poquito más de nuevas voces en las grandes editoriales). Esto también significa que entrar a publicar como escritor novel es realmente complicado, sabes que vas a empezar a través de editoriales muy pequeñas que muchas veces no tienen todos los recursos necesarios como para darte a conocer mínimamente como autor. Además, estamos hablando de un panorama en el que nadie se plantea, por mucho que soñemos con ello, vivir únicamente de escribir. Es muy triste, porque es un trabajo al que le tienes que dedicar muchísimo tiempo y muchísimo esfuerzo, y en el que muchas veces conciliar con vida académica y laboral es realmente complicado.
Actualmente, si quieres ser escritor, todo el mundo cree que eres un soñador, un iluso y una persona con mucho tiempo libre. Y ya si quieres ser poeta, olvídate directamente de que alguien te tome en serio, porque el pensamiento general es de que no vas a conseguir nada dedicándote a esto. En mucha parte tiene que ver porque socialmente nadie nos enseña a darle valor suficiente a la literatura y mucho menos a la poesía, pero también tiene relación con un mundo editorial en el que las ventas aseguradas por seguidores y fama mueven mucho más que la calidad literaria. Esto hace que ahora mismo los «poetas» más famosos que tenemos en España sean cantantes, actores o influencers que han sacado un libro porque alguna editorial se lo ha pedido, aunque no hubieran escrito poesía en su vida. Y claro, la imagen que esto deja de la poesía contemporánea es horrible. Así es normal que la gente no te tome en serio cuando dices que quieres ser poeta.
¿Creéis que se enseña bien, esto es, adecuadamente en cuanto a contenido y metodología, poesía en los colegios e institutos?
RAD: En total honestidad, no me siento preparada para contestar a esta pregunta porque no creo que conozca suficientemente el contenido y la metodología con la que se enseña la poesía en el instituto. Lo único que puedo aportar es que, en las clases que recibí, los textos de poesía de la mitad del siglo XX en adelante eran escasos, lo que dificultaba hacerse una idea de cómo era la poesía “de hoy”, y marcadamente masculinos, en tanto no estudiamos a ninguna autora.
ECH: Sinceramente, no sé cuál es el panorama actual en cuanto a lo que se da en Literatura en los colegios e institutos, porque ya por edad estoy bastante desconectada de ello, pero desde luego recuerdo pasar por las lecturas de la ESO sin pena ni gloria y sin demasiada excitación ni interés en lo que estaba leyendo. En mi caso es cierto que no tuve la mejor adolescencia y recuerdo aquella época bastante borrosa ya, pero sí es verdad que por el contrario mantengo muy buen recuerdo de lo que aprendí en Bachillerato en Literatura y Literatura Universal, y todas las lecturas que tuve fueron súper interesantes y me gustaron muchísimo, y desde luego me sirvieron mucho para estimular el interés en la lectura y la escritura.
PM: Rotundamente no. Existe un sesgo abismal en cuanto a la elección de lecturas y autores. Yo salí del instituto hace seis años, por lo que no estoy enteramente familiarizada con el temario actual, pero yo no he empezado a leer autoras activamente hasta que no me lo he planteado de forma consciente. En el instituto disfruté muchísimo leyendo a García Lorca, Valle-Inclán, Kafka, Shakespeare o Baroja, pero no me di cuenta hasta tiempo después de que únicamente estaba leyendo hombres, generalmente blancos y heterosexuales. Recuerdo mi fascinación con la Generación del 27, en la que solo estudiamos y leímos a hombres (en el libro de Lengua tan solo había un recuadro minúsculo en el que se mencionaba a las Sin Sombrero).
PI: No, no creo que se enseñe de forma correcta la Literatura en general. Y pienso, además, que debería ser una cuestión de más importancia cuando se elaboran los programas educativos, pero claro, ya sabemos que la parte de las Humanidades cada vez es menos relevante en esto.
¿Qué falta o qué sobra según vuestro criterio en los programas de las asignaturas de Literatura?
RAD: Si mi experiencia fuera representativa del conjunto, diría que sería positivo incluir una muestra más amplia y diversa de la poesía de los últimos años.
ECH: Obviando la calidad de mis clases o mi aprendizaje, sinceramente no creo que lo que se suele aprender en los colegios e institutos en cuanto a poesía (la métrica, los tipos de rimas, etc.) quizá sea lo mejor para que la gente más joven se interese de verdad por la poesía; quiero decir: por supuesto que esas cosas me parecen interesantes, porque cualquier metodología artística es interesante y ayuda a entender bien los orígenes de las artes y su funcionamiento, pero es cierto que no es lo que me parece más estimulante para encontrarle verdadero gusto a la poesía y profundizar realmente en sus mensajes, aunque esto también tiene que ver básicamente con mi experiencia personal y con que a la hora de escribir poesía apenas presto atención a ninguna de estas cosas y básicamente me dedico al verso libre.
PM: Creo que es imperativo equilibrar los contenidos e introducir a más autoras. En cuanto a lo que creo que sobra, podría responder desde mi opinión personal y eliminar los autores y corrientes que menos disfruté, aunque lo veo injusto; sin embargo, sí me atrevo a reivindicar de forma tajante la inclusión de autoras, de autorxs LGTBQ, de autores racializades, de figuras que llevan silenciadas toda la historia y que siguen sin tener la voz que necesitan y merecen.
PI: Como decía, pienso que la asignatura de Literatura está mal enfocada: es imposible que gente joven conecte con los clásicos a base de memorizar fechas, títulos y datos genéricos sobre cada movimiento o estilo. Necesitamos una asignatura en la que se enseñe a analizar, a comprender, a comparar, a interpretar,… Es mucho más importante que un chaval salga del instituto sabiendo entender textos de todo tipo, y por ello, sabiendo disfrutarlos, que el hecho de que sepa más autores o más obras.
Y esto, en concreto, para la poesía, es fundamental. ¿Cuántas veces os han hecho memorizar versos en el colegio o en el instituto? Muchísimas, y, sin embargo, ¿cuántas veces os han preguntado si entendíais lo que estabais recitando más allá del significado literal de las palabras? Seguramente, a no ser que tuvierais muchísima suerte con vuestros profesores, ninguna. Es muchísimo más interesante explicar cómo se pueden transmitir sentimientos y emociones a través de la enorme cantidad de recursos con los que juega un poeta que saber recitar robóticamente a Espronceda. Es más, ¿no sería mucho más divertido «jugar» a entender por qué ciertos poemas gustan tanto? ¿Qué es lo que les hace conectar con el público? ¿O qué tienen que se te quedan en bucle en la memoria?
Serían ejercicios mucho más entretenidos y que seguramente fomentarían la lectura de poesía entre los estudiantes, e incluso les ayudarían en la tarea de formar su pensamiento crítico al ser capaces de analizar e interpretar los mensajes de cada texto. Pero claro, viendo cómo se tratan otras asignaturas que fomentan esto último como pueden ser la Filosofía o la Historia, queda claro que es una virtud o habilidad, llamadlo como queráis, que no interesa que se desarrolle demasiado.
¿Creéis que ha evolucionado -en su uso o en su evocación- el término «musa»?, ¿lo entendéis como una herencia histórico-literaria justa, peligrosa o sexista?
RAD: Creo que ha habido una evolución del término y, sin duda, en los últimos años ha adquirido una connotación negativa que se hace palpable en poemas, artículos y pancartas de manifestación. Como herencia, diría que tiene una parte sexista que justamente ha señalado el movimiento feminista: es una palabra aplicada casi con exclusividad para hacer referencia a mujeres, que estaban como género a menudo relegadas a esa posición, sin tener oportunidad de ser creadoras, y a la que se dota a menudo de una connotación de complacencia con y sumisión al artista.
ECH: Creo que, por suerte, la palabra “musa” no tiene las mismas implicaciones que hace unos años, o al menos es lo que quiero pensar que ocurre en los círculos artísticos y literarios en los que me muevo, donde entiendo que la “musa” puede ser alguna cosa o persona que nos inspire sobremanera, pero no algo o alguien en quien pensamos únicamente como alimento artístico, por decirlo de alguna manera; además, creo que no es un término ni una idea que de normal suela escuchar ni comentar demasiado.
Sí que es cierto que siento que en el imaginario popular todavía está muy activa esa idea de “musa” como mujer que sirve meramente al artista para sus fines artísticos y poco más (aunque se suela romantizar mucho y se olvide que también se tiende a deshumanizar mucho a la mujer que carga ese papel), pero de verdad que quiero pensar que a día de hoy no es la idea generalizada que comparte la gente de mi entorno, ni las artistas de mi edad.
PM: Personalmente, no me molesta el concepto de musa si se usa correctamente. Creo que históricamente se ha relegado a las mujeres a un papel de “musas” como forma de silenciación de su arte. Por ejemplo, durante siglos se ha hablado de artistas como Clara Schumann en música o Alice Guy en cine como las musas de sus maridos, cuando realmente eran las mentes creadoras de las obras de las que históricamente se apropiaron sus parejas. Se ha hablado de musas de pintores, músicos, escritores y cineastas como personas ajenas a la creación, como fuentes de inspiración y sus obras se han dejado en un segundo plano o incluso han sido eliminadas del discurso histórico.
PI: El término «musa», aunque puede ser una idea muy bonita, es problemático. Históricamente viene del pensamiento de que las mujeres solo podemos ser inspiración y no artistas, y esa connotación machista está ahí por mucho que intentemos hacer evolucionar el concepto. Su significado es ese y está aún muy presente, aunque a veces la gente no se dé cuenta cuando lo usa. Por muy progresista que quede que las mujeres artistas hablemos de musas también, nadie habla de «musos», porque, claro, ¿cómo va a ser un hombre inspiración nada más? Lo tenemos tan interiorizado que eso es imposible, que ni nos planteamos usar el término en masculino, y eso no deja de demostrar que el significado misógino sigue ahí.
¿Como autoras, ¿consideráis compatible el Feminismo y el concepto de musa?
RAD: Como autora, el concepto de musa en tanto inspiración o ayuda a la creación puede ser compatible con el feminismo en un contexto igualitario (esto es, en el que las mujeres tienen acceso a la creación de la cultura). Dicho esto, del binomio musa/creadora me interesa mucho más la segunda parte: garantizar que ninguna mujer, por el hecho de serlo, vea minadas sus posibilidades creativas de forma directa o indirecta.
ECH: Diría que incluso pecamos un poco de no tener musa como tal, pero tampoco puedo hablar por nadie, aunque en mi caso es cierto que desde luego no existe musa alguna; yo me inspiro en mis vivencias personales, en todo lo que me rodea, en las cosas que leo, en la mitología y en la cultura pop, y la idea de usar a alguien para explotarme a mí misma artísticamente se me hace… un poco una tontería, porque tampoco he funcionado nunca así, no sé, e imaginarme deshumanizando a alguien y colocándole en una especie de pedestal para poder inspirarme…, bueno, no me gusta mucho, la verdad.
Evidentemente, si partimos de la idea más nociva que tenemos de musa como mujer sumisa que existe únicamente para prestarse a la creación artística de une artista, no creo que el Feminismo pueda contemplarlo, no desde luego si participa de la deshumanización de la mujer.
PM: Creo que la figura de musa puede coexistir con el feminismo siempre que no se refiera a las propias artistas, sino a esas personas que resultan una fuente de inspiración o que participan como sujeto poético. Por ejemplo, hace poco escuchaba a la fotógrafa y escritora Dara Scully hablar de una niña a la que fotografía desde hace años como “su musa” y creo que en ese contexto no existe ningún tipo de problemática ni de colisión con el feminismo, ya que es un término usado de una forma, en mi opinión, absolutamente coherente. En definitiva, pienso que la clave no está en la eliminación o rechazo hacia ciertos términos, sino en su evolución social, política y poética.
PI: Creo que hay mil formas de hablar de inspiración y de qué o quién te inspira sin recurrir a esta idea de las «musas». Y creo también que desde el feminismo lo más importante es visibilizar y hacer un hueco real a las mujeres artistas en el mundo, centrarnos en que la mujer crea y hace arte con valor. Es decir, para mí que tendríamos que dejar de lado el intentar hacer de «musa» un concepto feminista haciéndolo evolucionar, porque no tenemos que poner el foco en la inspiración, sino en que se nos tenga en cuenta como artistas.
Rocío Acebal Doval: «¿Cómo y por qué creéis que puede ser relevante la poesía en un mundo donde predomina la inmediatez/prisa y los mensajes sociopolíticos (e incluso literarios) superficiales, de rápida digestión?”
ECH: Para mí es relevante porque es un medio de expresión y una forma de arte, e incluso si no me gusta me va a parecer importante en cierta manera. Es verdad que vivimos en una época donde muchos mensajes se han «contaminado», por decirlo de alguna manera, y muchas cosas son más superficiales y banales (no quiero hablar de posmodernismo porque creo que es un término muy trillado y que sí que carga ya con mucha banalización, pero entiendo que mucha gente lo utilizaría), pero todas estas cosas son testigo y consecuencia de una época y de una sociedad y creo que eso ya le da peso en sí mismo. Obviamente la poesía y cualquier forma de arte me parece criticable, las cosas se deben poder analizar y poner a debate, y yo misma soy bastante crítica (o intento serlo) con la mayoría de productos culturales que consumo, pero incluso si el producto no me gusta no creo que sea malo por sí mismo. Supongo que esto también tiene que ver un poco con haber estudiado Historia del Arte, no sé; entiendo que todo pertenece a un contexto e intento analizarlo dentro de este, porque es como mejor lo voy a entender y quizás disfrutar un poquito, incluso aunque lo deteste.
Precisamente esto es algo que me pasa mucho con la poesía actual y que suelo decirle a mis amigues a modo de broma cuando me preguntan qué autores me gustan o qué les puedo recomendar: que la mayoría de poesía actual no me atrae casi nada y que la gente muerta es la que de verdad me gusta; es un poco feo decirlo así, pero… es verdad. Yo no me siento muy cómoda en la poesía contemporánea que publican grandes sellos editoriales y que supongo que consume la mayoría, no me veo nada reflejada y me cuesta mucho empatizar con ella, pero pese a todo entiendo que sí es un movimiento importante para mucha gente y que puede tener peso y relevancia, me guste a mí o no. Igualmente, incluso aunque la mayoría de la poesía contemporánea no me guste (hay excepciones, lo prometo), incluso aunque la vea banal y vacía muchas veces, no me supone un problema; creo que afortunadamente existe una gran variedad de voces y tendencias, y como lleva ocurriendo siempre, esto es un movimiento literario que responde a un contexto social determinado, pero también existen otros movimientos literarios como existen muchos movimientos artísticos en una misma época. Además, entiendo también que hay muchísima gente joven que ha empezado a interesarse por la poesía porque está leyendo a poetas actuales, y eso es importante porque probablemente se interesen poco a poco en otres autores.
PM: Pienso que la poesía y el arte en general conecta con la sensibilidad de las personas de una manera muy potente y necesaria. De una forma u otra, todo el mundo pasa por períodos de introspección y búsqueda en los que la consumición de mensajes inmediatos o superficiales no es suficiente para satisfacer esa necesidad, y por tanto es necesario recurrir a otro tipo de medios más calmados que permitan esa conexión. También el simple hecho de buscar una belleza o incluso una actividad lúdica puede llevar a cualquiera a alejarse de la rapidez. Todo eso puede ser mediante la música, la visita a un museo, un viaje en bicicleta o la lectura de un libro de poemas. La poesía es uno de esos lugares que permite ahondar en las emociones y en la reflexión, y por ello no concibo que pueda llegar a quedarse obsoleta nunca.
PI: La poesía es un elemento que ayuda a generar pensamiento crítico, y en la sociedad que vivimos actualmente eso se considera peligroso (igual que el resto de la Cultura, el Arte, la Historia, la Filosofía,…). Nos enseñan a no darle suficiente valor, y no nos dejan tiempo para dedicárselo: trabajo, familia, estudios, tareas del hogar, etc. Al final del día, en una familia trabajadora, el tiempo que queda para el ocio es escaso, y las posibilidades que tenemos más a mano son entretenimientos sencillos y rápidos, que no hagan pensar, porque vivimos agotados y deprisa, haciendo que eso no nos apetezca. Además, como decía, no nos enseñan a valorarlo, porque son cosas que no reportan un beneficio inmediato y que necesitan una inversión de tiempo amplia, y eso en esta sociedad no vale nada.
Así que para mí la poesía es revolucionaria, y cualquier persona que tenga en su cabeza ideas de cambiar el mundo debería ponerla en valor, reivindicarla. Ahí está su importancia actualmente. Como toda la cultura, las humanidades y las artes. Permite a las personas crecer, sentir, entretenerse, pensar, debatir,… Y esas son cosas que hoy en día no nos dejan tener al alcance en cualquier momento por la rapidez, la inmediatez y el agobio agotador de la vida en este sistema. Por eso creo que la poesía tiene que ser importante para luchar contra eso, para combatirlo. Por eso hay que reivindicar su valor, hacer que cualquier persona pueda acceder a ella, y cambiar la forma en la que la educación plantea la literatura (como muchas otras disciplinas). Además, las palabras son un arma muy poderosa, tienen la capacidad de mover emociones, ideas y principios para llegar a mucha gente. Y eso siempre hay que tenerlo en cuenta.
Eloísa Cañete Herrera: «A día de hoy se sigue manteniendo en el imaginario popular la idea de que une artista trabaja mejor -o crea obras muchísimo mejores- cuando parte de sentimientos como la tristeza, la melancolía, o incluso temas tan delicados como los trastornos mentales -lo que ha llevado a la romantización de la depresión, la ansiedad, etc.-, deshumanizando a les artistas a través de la figura del «genio torturado». ¿Creéis que esta situación sucede en vuestros círculos cercanos, o incluso literarios? ¿Cómo os afecta a vosotras como artistas?«
RAD: Rara vez he conocido (personalmente) a un “genio torturado” que escribiera algo que me interesara. Ha habido, históricamente, escritores torturados que han creado obras magníficas; ahora bien, ¿podemos atribuirlo a sus vidas desgraciadas? Me cuesta comprar ese plus artístico del malditismo, que me atrevería a decir que ha renacido en los últimos años en los ambientes de las jams poéticas. Yendo más allá y centrándome en la experiencia de estos poetas malditos de jam, me parece que a menudo el aura torturada y los poemas efectistas y llenos de emoción cruda, personal, son un intento de camuflar el escaso valor literario de los textos y el también escaso interés del “artista” en cuestión por cualquier poema que no haya escrito él mismo.
PM: Ciertamente he encontrado en muchos textos e incluso conversaciones una romantización excesiva de temas como las enfermedades mentales en los que predomina mucho esa figura del “genio torturado”. Temas como el alcoholismo, la depresión o el sexo (en un contexto insano) a veces aparecen como figuras poéticas bellas, lo cual me parece preocupante e incorrecto; en muchas ocasiones he leído textos en los que la depresión conlleva una creatividad exacerbada y un mundo interior riquísimo, pero pocos en los que resulta una incapacitación para realizar actividades del día a día como levantarse de la cama o ducharse. Quizás pasar tres días en tu cuarto sin ducharte no es tan bonito de contar como por ejemplo que has pintado un cuadro precioso que nace de tus miserias.
PI: Para mí, el mensaje de que el artista trabaja mejor bajo sentimientos negativos es muy peligroso. Estamos haciendo creer a la gente que necesita encontrarse mal para poder crear cosas buenas, cuando no es cierto. Primero, porque de los sentimientos positivos también pueden surgir ideas y proyectos realmente buenos, y estar emocionalmente bien es muy necesario para crear un ambiente de trabajo y de creación correcto, adecuado y sano, lo cual es muy importante para que el resultado sea de mejor calidad.
Y, en segundo lugar, porque cuando te dominan emociones negativas, o incluso estás en una mala racha de algún problema de salud mental (depresión, ansiedad, autoestima,…), la concentración puede fallar mucho, al igual que la creatividad, así que es absurdo relacionarlo con momentos de máxima calidad artística. Pero es que, además, aunque fuera un momento en el que pudieran salir obras de arte increíbles, no compensa. No podemos dar el mensaje de que es necesario sentirse así de mal para poder hacer cosas buenas artísticamente hablando, porque estaríamos animando a la gente a permanecer y alargar las malas rachas emocionales en vez de gestionarlas, cuidarse y mejorar. Es una idea que va en contra de la salud de las personas, y ningún arte vale más que el bienestar personal.
Esto no quita que el arte no pueda ayudar a una persona a sentirse mejor cuando está atravesando un momento complicado. Crear, en cualquier ámbito, puede ser sanador y terapéutico. Es algo que distrae, que desahoga,… Por lo que no estoy diciendo que no haya que ponerse a crear cuando uno se encuentra mal anímicamente hablando, sino que el motivo por el que lo haga tiene que ser que le ayude a estar mejor, no porque necesite ese estado negativo para hacerlo. No porque un mito romantizado tan peligroso como es el del artista trastornado y deprimido le obligue hacerlo.
En mi caso, he conseguido relacionarme con círculos literarios bastante sanos, donde mis compañeros animan a crear cuando uno se encuentra con ganas y fuerzas para hacerlo, y la mayoría de mensajes que recibo en torno a estos temas son similares a lo que yo acabo de decir. Lo cual se agradece bastante.
Eloísa Cañete Herrera (2): “¿Sentís que vuestros poemas son mejores cuando parten de estos sentimientos o pensáis que no es algo que dé más peso a la calidad de lo que escribís?”
RAD: Personalmente, no creo que el estado anímico negativo aporte a mi escritura e incluso diría que torpedea mis poemas. La tristeza, los momentos ansiosos, la melancolía…, afectan a mi capacidad de concentración y de pensamiento, que son cruciales al escribir poemas. La experiencia de la tristeza podría ser relevante en tanto es necesario comprenderla para hablar de ella, pero no en mayor medida que la experiencia de la felicidad o el amor.
PM: A mí me ha pasado esto, como supongo que le ha pasado a muchas autoras; he romantizado mi depresión y mi ansiedad como parte de mi creatividad cuando realmente no tenían nada que ver; he llegado a pensar que si no estaba deprimida no iba a ser capaz de escribir. Supongo que al crecer y superar ciertas cosas me he dado cuenta de que no es así y cada vez más intento expresar mis emociones y situaciones de una forma más honesta y real. Al final, la calidad es una cuestión muy subjetiva y he aprendido a escribir de una manera más natural y sincera con mis emociones, ya sean negativas o positivas.
PI: Yo personalmente tengo muy mala concentración cuando no me siento bien emocionalmente, por lo que la calidad de lo que escribo seguramente baja bastante. Eso sí, como decía, lo utilizo como método para sentirme mejor, es decir, si tengo una mala racha, aprovecho la escritura como forma de expresar y sacar los sentimientos negativos para desahogarme, lo cual me ayuda bastante. Luego, si lo quiero compartir, sé que es algo que tengo que corregir, porque, ya digo, no lo escribo porque sepa que va a ser bueno al sentirme triste, ansiosa o enfadada, sino que lo hago para dejar de sentirme así.
Paula Moreno: “¿Cómo conseguís compatibilizar vuestro ejercicio como escritoras con vuestras otras responsabilidades laborales y personales?«
RAD: Siempre he escrito en los momentos de tránsito del día: en el autobús, en el cercanías, en el paseo de camino a clase…; así que para mí otras ocupaciones no suponen un obstáculo para escribir. Quizá el único punto de dificultad que me encuentre a este respecto sea compaginar las fechas de presentaciones de libros, eventos, conferencias, etc., que si bien (no esenciales como el hecho de escribir) son importantes dentro de la faceta de escritora, con los demás compromisos personales y laborales. Como no vivo de escribir, puedo permitirme elegir a qué asisto y a qué no y sobre todo priorizar mi vida personal y laboral cuando procede.
ECH: ¿La verdad? No compatibilizo nada. Escribo cuando puedo, en los ratos que puedo, y muchas veces incluso en los que no puedo ni debo porque tengo que encargarme de otras cosas (porque hay veces que quizás no estoy haciendo el ejercicio literal de escribir, pero sí que lo hago mentalmente). Incluso diría que realmente tengo tiempo para escribir si me organizo bien, pero la cosa no se tercia como yo quiero la mayoría del tiempo, y también procrastinar es una cosa difícil de evitar muchas veces. Así que lo dicho: no compatibilizo nada. Escribo los fines de semana sobre todo, cuando me siento más libre de espacio, o por las noches antes de dormir (lo que hace que muchas veces me den las tantas de la madrugada). He llegado incluso a comprarme una grabadora (en su momento para grabar determinadas clases) y usarla para recitar mientras iba por la calle y no podía apuntar ideas o versos en las notas del móvil. Además, al tocar varios géneros, también es algo más difícil. Para mí la poesía es algo más automático, una especie de forma de escritura que ya se me hace bastante natural y que surge muchas veces sin demasiado esfuerzo, y por supuesto que le dedico tiempo, pero al ser un desahogo emocional es algo bastante más abrupto que algo que me podría pedir más preparación; con la narrativa, sin embargo, sí que me exijo mucho más porque hable de lo que hable, sobre todo escribiendo relatos, siempre hago cierto trabajo de investigación y esquemas de hacia dónde quiero ir y qué temas quiero tratar. En fin, cada cosa es un mundo, y no niego que seguramente sería mejor escritora si le dedicara más tiempo a todo ello.
PI: Compatibilizar no sería la palabra, porque no se puede. Realmente la idea es ir arrancando tiempo y momentos de donde puedo, mientras hago otras cosas relacionadas con la universidad, con el ámbito laboral cuando tengo que trabajar o con cualquier otra cosa personal. Ahora mismo, exceptuando las vacaciones de verano, no tengo la capacidad de tener un horario libre que dedicarle a la escritura de manera rutinaria, por mucho que me gustaría. Escribo cuando se me ocurre alguna idea y puedo apuntarla, da igual si es en el autobús, en medio de una clase,… Y luego intento darle forma y corregirla en algún descanso. Y como yo supongo que funcionan la mayoría de personas de mi edad, puesto que ya de por sí muchísimos jóvenes tenemos que trabajar y estudiar a la vez (en mi caso, por suerte, solo de forma ocasional), y el tiempo que nos queda para el resto de la vida es escaso y hay que repartirlo entre muchas cosas. Por eso no creo que yo compatibilice ni concilie bien la escritura dentro de mi vida, sino que le voy sacando huecos como puedo y ya está.
Paula Moreno (2): “¿Qué pensáis sobre la precariedad generalizada en el mundo creativo, especialmente en personas de nuestra generación?”
RAD: En tanto a la precariedad del mundo creativo, que es extensible a muchos otros campos, me resulta tremendamente preocupante. En la creación se utiliza a menudo el recurso de la “vocación” para no dar condiciones laborales dignas, tiene mucho que ver con esa idea de que “si te gusta lo que haces, no es trabajar” y, más recientemente, con el mito del pago en difusión (“si haces X, lo compartiremos en nuestras redes sociales para darte publicidad”). Es muy triste ver a compañeros que son buenísimos en lo suyo pero son constantemente menospreciados y malpagados porque han elegido una carrera laboral en el mundo creativo. No podemos eludir esta cuestión: los trabajadores del mundo de la cultura merecen percibir una remuneración digna por su tiempo y esfuerzo.
ECH: De la precariedad, tristemente, no creo que podamos escapar. No quiero sonar negativa, ni mucho menos, pero veo a la mayoría de gente de mi edad, con estudios diversos a los míos, con años de esfuerzo dedicado a ellos y dinero y tiempo, y todes estamos en situaciones tan difíciles que ser mileuristas es casi una especie de utopía. Y desafortunadamente es incluso peor en el panorama artístico. Ya he dicho que yo no me veo demasiado publicando en editoriales, y que disfruto mucho de los festivales de fanzines en los que he podido participar, pero a veces también me apena muchísimo; desenvolverte en entornos artísticos y culturales más de calle, donde puedes hablar de tú a tú con les artistas, es algo increíble, pero también es triste ser consciente de que nada de lo que hacemos ahí nos va a sacar de pobres ni nos va a dar para comer. Y no conozco a nadie que realmente haga esas cosas por hobby, sino que prácticamente todo el mundo intenta aprovechar una mínima oportunidad para dar a conocer su arte y ganar el mínimo para seguir produciendo. Por un lado es algo increíble y fascinante y el coraje que todes le echamos me parece alucinante, y por otro me pone tristísima saber que es difícil que podamos ganar lo que merecemos, ya sea en estos entornos o en cualquier otro. Es deprimente, la verdad.
PI: Esto se debe en gran parte a que la mayoría de la sociedad piensa que dedicarse a crear cultura, sea en el ámbito que sea, no es un trabajo, sino un hobby. Mucha gente piensa esto porque realmente para el 99% de quiénes nos queremos dedicar a este mundo no podemos vivir de ello. Nadie piensa que entre los veinte y los treinta la cultura y el arte sean trabajos de verdad, sino que son aficiones, cosas para el tiempo libre, sueños ideales «que ya se nos pasarán»,… Y no les falta razón en cuanto a cómo está la situación hoy en día. Es un círculo vicioso, nadie valora la cultura como un trabajo real y el sector cultural y creativo tiene unas condiciones tan pésimas que hacen que prácticamente nadie pueda dedicarse íntegramente a ello. Por eso es tan difícil de compatibilizar, necesitas otra fuente de ingresos, otra formación,… algo que te dé la forma de vivir, y dejar el mundo creativo como un extra, por mucho que tus planes sean dedicarte a ello.
Paula Iglesias: «¿Qué formas creéis que son las mejores para atraer a los jóvenes hacia la poesía? ¿Cómo pensáis que podemos hacer que deje de ser «aburrida» para la gente adolescente o de mi edad (18 – 25 años)?”
RAD: No estoy de acuerdo con la premisa subyacente a la pregunta; ¿de veras consideran los jóvenes en mayor medida que los más mayores que la poesía es aburrida? No me atrevo a hacer ninguna afirmación categórica porque mi conocimiento se ciñe a mi experiencia personal, pero, en base a ésta, el público joven (especialmente el femenino) es bastante nutrido y menos prejuicioso frente a la poesía que los más mayores.
En todo caso, en respuesta a la pregunta, no creo que sea necesario atraer a nadie a la poesía. Podría hacerse, imagino, mediante estrategias de marketing tanto privadas como públicas enfocadas a los jóvenes y mediante un énfasis mayor en poesía contemporánea como parte de los currículos de instituto.
ECH: Yo todavía no sé explicar bien cómo me interesé de verdad por la poesía, no de manera tan activa como ahora y hace unos años, pero sí que me gustan mucho los productos juveniles actuales y no creo que sea tan difícil que la gente de esas edades (de mi edad o más joven) pueda empatizar con ella. Porque además siento que lo más interesante de la poesía y de cualquier forma de arte es precisamente la conexión con el mensaje y la empatía y el verse reflejado. Supongo que lo realmente atrayente es eso, y que un ejercicio bueno sería mostrar temas que de alguna manera sean contemporáneos o que sean más extrapolables a temas que los adolescentes puedan entender y con los que puedan sentirse identificados.
PM: La poesía es como todo en la vida, a algunas personas les gusta, a otras no; creo que lo importante es visibilizarla lo máximo posible para que llegue a todo aquel a quien le pueda gustar. Muchos jóvenes no disfrutan de la poesía porque no la conocen o porque no tienen suficiente acceso a ella, por lo que pienso que es necesario hacer llegar la poesía a todo tipo de entornos para que los adolescentes decidan si realmente es algo que les interesa o no. Sería positivo realizar iniciativas como llevar más poemarios a las bibliotecas públicas y a las de los institutos, organizar recitales y talleres en centros de juventud y colegios, promover concursos, coloquios, etc. En conclusión, expandir más la poesía y que todos los jóvenes puedan acceder a ella con facilidad.