No tengo fuerzas para salir de la cama. 

No quiero, 

porque eso implicaría asomarme a la ventana 

y tristemente comprobar 

que el mundo no ha cambiado.

Ayer fue nuestra última noche, 

sin cena, pero con cuerpo y sangre. 

La última caricia se me quedó entre las manos 

mientras intentaba atrapar tu olor. 

Lo observo evaporarse y lloro en silencio, 

algunas lágrimas mojan tu colchón.

 

No quiero empezar el día 

porque puede significar el primero. 

Y no tengo fuerzas para comenzar una vida 

en la que no estés tú.

Silvia Mago

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