Lúcete, adelante,
crece y hazte gigante
en la tierra de los hombres mínimos.
Derrama tu sombra
sobre sus pequeñas mentes,
lucha para que no se extinga
la llama que en tu corazón arde,
por hijas e hijos,
hermanos y hermanas,
padres y madres
que su amor eterno por ti aplaude,
que sientan el miedo los cobardes.
Toca su mano en tu cuello,
envuelve su puño con tus dedos,
rompe su cinismo extremo
con una mirada sobria,
penetrante, elegante,
deja tu sello.
Crece, crece,
hazte gigante,
derrama tu sombra,
oscurece al farsante.
Lúcete,
aplasta su jerarquía,
derroca la monarquía
del hombre oscuro sin valía
que reina en la tierra de los hombres mínimos,
que beben del pozo de los cobardes.
Lúcete, adelante,
que no sea su mentira tu verdad,
que la flor marchita
espera la primavera que no llega
entre falsa calma y tempestad.
Adelante, mujer,
dueña y señora
de la semilla que llora
en lo profundo de su oscuridad.