
Tiempos convulsos entre autores, reseñistas y medios de difusión; intereses creados que poco o nada tienen que ver con la Literatura, sino más bien con el ego, el compromiso, el quid pro quo más cínico y una extrema necesidad de aprobación por parte de unos y una extrema necesidad de reconocimiento de autoridad por parte de otros. ¿Escribirías una reseña negativa de una obra? ¿Escribirías una reseña de una obra que no te ha gustado? ¿Escribirías una reseña de una obra con graves desperfectos técnicos al margen de tu gusto por su historia? No. No. Y no. Entremos en el barro.
Preliminares
En Altavoz Cultural tenemos una dilatada experiencia reseñando obras literarias. La inmensa mayoría de esas reseñas provienen de la propia iniciativa de desear compartir nuestras conclusiones acerca de una obra que deseábamos leer, esto es, de una obra adquirida -solicitada en algunos casos a través de la habilitación de ejemplares para prensa por parte de las editoriales-. Sabemos lo que nos gusta, sabemos lo que nos puede gustar y es una extraordinaria rareza aquel texto que, frustradas las expectativas, rebaja hasta el mínimo negativo nuestra valoración en estos casos de adquisición voluntaria -y meditada; en fin, no todo lo que leemos Rut y Ferki tiene una reseña en nuestra plataforma y no por ello nos disgusta o desmerece nuestra dedicación “pública”-.
No obstante, y antes de ir al grano, conviene dejar meridianamente claro que nuestra opinión, nuestras reseñas, así como las de cualquier otro lector o medio, no son sinónimo de garantía de calidad o de acusación de mediocridad. Nosotros no somos nadie para ponerle a una obra la etiqueta de éxito rotundo ni para invitar a otros a no leer algo. Insistimos: al hacerlo pretendemos obsequiar con un aplauso a quienes nos han conquistado con sus historias, con su estilo, con su buena literatura.
Caso 1: obra solicitada
Salvo extrañísimos desengaños, obra elegida-obra leída-obra aplaudida. Nos conocemos perfectamente y vamos a lo que nos atrae, no experimentamos en exceso y confiamos en nuestra intuición antes de realizar cualquier solicitud. Huyendo de lo que pueda darse a entender erróneamente con este discurso, no somos lectores de best-seller -si la obra lo es nos resulta completamente irrelevante-, no buscamos la moda o la tendencia, escapamos de recomendaciones populares y olfateamos al margen de lo más común. Por encima de todo sabemos lo que NO nos gusta.
La propuesta de reseña es en primer lugar una propuesta de lectura. En este sentido, en Altavoz huimos de feroces compromisos y de antinaturales obligaciones orientadas a la autoimposición del gusto -y su peligrosa derivada mentira-. Nos adentramos en un texto que tiene altas probabilidades de complacernos, por lo que lectura y posterior reseña van muy unidas, nacen casi a la vez.
Caso 2: obra NO solicitada
¡Hemos llegado al asunto gordo, a la “chicha”! Las obras que no solicitamos y nos llegan directamente de manos del autor o la editorial con el fin de que las leamos y las promocionemos (con entrevistas, coloquios, anuncios de presentación, pero muy especialmente reseñas) constituyen el gran dilema y, efectivamente, el gran motivo para escribir este artículo. En Altavoz no publicamos reseñas negativas: es una pérdida de tiempo, así como una exposición pública -e injusta- de la pluma firmante. Vayamos por partes:
1) no nos engañemos: una reseña negativa es una reseña negativa siempre, por mucho que los comentarios negativos sean acompañados de alguna que otra virtud, de algún que otro resquicio positivo que invite al descubrimiento -casi morboso- del texto. Esto no tiene nada que ver con una reseña desagradable en la forma de expresar las observaciones: el respeto y el afán constructivo prevalecen por encima de todo gusto, toda crítica y todo interés. Una reseña negativa es aquella que, siempre en esas coordenadas innegociables de cordialidad, desaconseja la lectura de la obra.
2) ¿Quién gana con una reseña negativa? El lector aludido la toma como un terrible “warning” que le lleva en muchos casos a despreciar una obra que podría llegar a agradarle; el autor ve su moral minada y su dedicación humillada a ojos de los demás (¡está leyendo cómo les dices a tus lectores que lo que ha escrito no merece la pena!; está asistiendo a su propio funeral); tú mismo, como reseñista, sientes incomodidad, malestar y rabia al vomitar ese disgusto (conviene tragarse el vómito, de verdad).
Caso 2 bis: cortesía
Contemplamos dos excepciones indirectas a la praxis recientemente descrita: comunicamos al autor -o a su editorial- nuestro desagrado hacia su propuesta tanto en las lecturas que nos propician una valoración literaria lejana a nuestros gustos -subjetivo- como en aquellas cuyo conflicto viene provocado por un defectuoso tratamiento formal -objetivo- (a saber: maquetación, edición, erratas, corrección, desperfectos visuales…).
En ambos casos consideramos oportuna la cortesía de informar al interesado de aquello que nos ha “sacado de la lectura”, que a su vez implica la razón por la cual no se publica su reseña. Entonces, pensaréis, ¿por qué no publicar la reseña si previamente ya hemos avisado de esos problemas?
Extra: ¿la reseña es para los lectores?
No en su totalidad; de hecho, creemos que en los casos de obra no solicitada la reseña es primero para quien proporciona dicha obra, quien busca un comentario positivo para engordar su promoción. ¿Qué autores te envían su obra sin esperar nada a cambio o, aún mejor, llevando por delante un humilde “si os gusta / si os parece bien…” antepuesto a la sugerencia -que no exigencia- de reseña? Poquísimos. Es curioso que ellos suelen merecer esa reseña, al habernos presentado una obra que nos ha satisfecho (véanse B. J. Sal, Lorena Grande, María Peñafiel de Blas o Manuel Broullón) y muchos de los que nos lanzan su obra sobre la mesa con total soberbia y falta de modales no merecen una sola palabra por nuestra parte una vez confirmada nuestra falta de feeling con el texto en cuestión.
Querido autor: antes de enviarnos tu obra, bucea en nuestros mares, busca el género afín a tu texto entre nuestros gustos, rastrea y mide honestamente las probabilidades de que te prestemos atención. La reseña es para ti y, consecuentemente, será para nuestros lectores, a quienes no dudaremos en recomendar la lectura de tu novedad literaria si así lo merece.
Conclusiones y síntesis:
a) el no-gusto por una obra está vinculado en un altísimo porcentaje a aquellas no solicitadas por nosotros.
b) no reparamos en la elaboración de una reseña negativa por pura falta de motivación.
c) esto no está reñido con la observación de aquellas razones que nos han llevado a desestimar la reseña, las cuales son compartidas con quien deben serlo: quien nos envía la obra.
d) la cortesía es innegociable en ambas direcciones y facilita dicha comunicación.
e) igual que nos preocupamos de seleccionar nuestras potenciales lecturas amén de una próxima valoración positiva, invitamos al autor interesado en nuestro espacio a cerciorarnos lo máximo que pueda en cuanto a la vía de encaje de su propuesta con nuestros intereses. Así ganamos todos, acercándonos a una relación de agrado mutuo y esquivando malas experiencias, las cuales, sin embargo, no desembocarán en una innecesaria reseña negativa por nuestra parte.
-Altavoz Cultural-