Bienvenida, querida Paloma, a Altavoz Cultural. ¿En qué momento y cómo te enamoras del Teatro como espectadora/lectora y cuándo y por qué decides dedicarle tu faceta profesional más allá de tus gustos iniciales?

La danza fue mi gran compañera desde la niñez y ha sido ella, desde siempre, quien ha marcado mis pasos hacia el teatro. La danza es quien me ha enseñado la disciplina, la energía y el respeto que se debe tener al arte.

¿Qué referentes principales te han acompañado en este camino?

Mis referentes han sido muchos, tanto literarios como musicales, danzarios, pictóricos, todas las disciplinas artísticas me atraían. Leer y danzar me hacían soñar despierta y al mismo tiempo me hacían crecer y vivir en la convicción de que hay que tener objetivos e ideales siempre, y que, para ello, el trabajo y el esfuerzo es imprescindible, al igual que el compromiso con todo aquel proyecto con el que te comprometes.

¿Qué pasos has dado hasta llegar a ser autora y directora y qué te resulta más complicado de ambas facetas?

Soy y seré siempre una aprendiz en un camino que no cesa, con pasos constantes, llenos de pasión y esfuerzo, en el que cada proyecto realizado me hace crecer un poquito y al mismo tiempo alimentar más si cabe el amor que tengo al arte.

Dirigir y versionar es tan apasionante, tan arriesgado y divertido, que más que complicado es un viaje brutal al centro de la literatura, sin billete de regreso.

¿Qué tres cualidades fundamentales le atribuyes a cada una de ellas?

Locura, laboriosidad y pasión.

Continuando con tu labor creativa, ¿dónde sitúas los límites de expresión del teatro como medio artístico?

Para mí, no existen límites, sólo ideas y cómo representarlas. Evidentemente hay muchos obstáculos, y el mayor “la falta de medios” o “ayudas al teatro independiente”. Pero esos muros son precisamente los que te obligan a desarrollar más ideas, manteniéndote despierta y alerta.

¿Crees que soporta o elude mejor la censura que entorpece otras artes?

Creo que hoy por hoy el teatro y la danza, más allá de soportar o eludir censuras, tiene una lucha más importante que es la de seguir viviendo, existiendo y creando. Es tan difícil subsistir siendo una compañía independiente o un teatro pequeño que ya el ser y estar es un acto hercúleo, por sí mismo.

¿Cómo se lleva una compañía teatral desde lo más invisible -gestión, infraestructura, medios- hasta lo más público -selección de actores y actrices, repertorio, éxitos, crítica-?

Cada proyecto no sería realizable sin el factor humano que me acompaña siempre y que compone la compañía: actores, tramoyistas, técnicos, personal de limpieza, taquilla y un gran etcétera invisible.

Y por supuesto, “El público”, gracias a cada persona que viene a ver nuestras obras, y que después habla de nosotros y nos recomienda, gracias a todos nuestra Compañía sigue cada fin de semana haciendo teatro.

Ese es nuestro éxito y nuestra infraestructura.

La compañía que lleva tu nombre es una cascada de revitalización de grandes e inmortales clásicos. ¿Cómo afrontas su revisión en pro de una versión propia, bajo tu mano?

Siempre con mucho, mucho estudio de la obra y del autor, marco histórico, circunstancias dadas, mucho, mucho respeto y cuidado, y mucha, mucha consideración por la literatura.

¿Cómo conviven la responsabilidad de asumir el peso de la obra y la necesidad de hacer de la versión que presentas de ella algo estimulante y mínimamente genuino?

A priori parece fácil realizarlo, sin embargo, termina convirtiéndose en un acto audaz, ya que afrontar obras tan poderosas, tan bien hechas y perfectas, conocidas por todos, tiene un riesgo enorme, solo asumible desde el amor y la temeridad. ¡Qué hermoso vértigo!

¿Qué conexión sientes con el teatro de Lorca?

Qué puedo decir de Lorca; me desordena, me arrebata y me da la vida con cada una de sus imágenes, poemas, figuras literarias y espejos. Porque Federico García Lorca te coloca frente a espejos donde nos muestra lo más hermoso y lo más feo de la sociedad española, y desde entonces, poco hemos cambiado, por lo que sus obras, ayer, hoy y mañana, perdurarán siempre. Deberíamos reflexionar sobre esa parte más fea de la sociedad española que Lorca quería mostrarnos, ¿no?

¿Cómo ha sido la experiencia de adaptar tres obras suyas y por cuál sientes más afinidad?

Una suerte, un regalo, un milagro. Trabajar con Lorca te llena y te vacía, todo a la vez; te hace pensar, soñar, volar y querer volver a empezar, no acaba nunca. Dice tanto y de tal modo que no hay más que decir. Afinidad por todas y cada una de ellas, todas me han hecho mejor persona.

¿Podrías contarnos un poco más a fondo la experiencia con Yerma, con su adaptación, los nervios y la emoción, su trascendencia para la historia del Teatro y tu contribución al mantenimiento de su vigencia?

Yerma me está llevando por paisajes nuevos y diferentes; en mi caso, esta versión muestra directamente la cabeza de Yerma y su deseo, con la base fundamental de una presión social que hoy por hoy es más feroz si cabe.

Ojalá mi versión pudiera contribuir a que esta sociedad en la que vivimos, el critiqueo, los prejuicios y la presión cesara para dar paso a la libertad de elección, al respeto por ser y estar en este mundo como uno quiera o necesite.

¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar Cyrano para la compañía y cómo ha resultado la acogida por parte del público después del tiempo de parón por la pandemia en cuanto a volver a presenciar una obra de noventa minutos?

Cyrano de Bergerac es un montaje que estrené por primera vez en el año 2005, y desde entonces siempre que puedo la repongo, porque Cyrano es para mí una de las mayores lecciones de amor y honor que necesitamos aprender. Cyrano es un estandarte que siempre que puedo resucito sobre las tablas para que pueda acompañarnos y hacernos un poquito más libres.

El público desde que volvimos con Los Microclásicos nos está apoyando de una forma tan noble y generosa… Con Cyrano está pasando exactamente igual; es una suerte, un honor y un orgullo poder contar con este milagro que está sucediendo en El Teatro Victoria de Madrid, que, como siempre, me apoya en cada montaje y locura que se me ocurre.

¿Qué nos puedes contar sobre los cursos de Interpretación y Teatro?, ¿cómo surge la iniciativa y cómo es su metodología? ¿Cómo son aquellos destinados específicamente a los más pequeños, en ese apartado especialmente dedicado a la formación infantojuvenil?

Nuestros cursos de interpretación son para todas y todos. Para dedicarte profesionalmente o como una herramienta más para vivir el día a día, ayudándote a afrontar de otra manera los conflictos cotidianos. En nuestras clases, la disciplina, la energía y el esfuerzo es fundamental, la verdad, la pasión son pilares para cualquier objetivo o reto que te plantees, sobre un escenario, frente a una cámara o en tu propia existencia.

En nuestras clases se desarrollan y trabajan la interpretación, la danza, la acrobacia, la lucha escénica, la voz y todas aquellas disciplinas que ayuden a la construcción del personaje.

No hay edad en la interpretación, por lo que todo aquel que quiera luchar y trabajar con nosotros será bien recibido.

¿Cómo ha alimentado tu dedicación a la danza y la coreografía tu perspectiva a la hora de encarar un espacio teatral, una disposición en su escenario? ¿Qué hueco ocupa en tu corazón el teatro musical?

En todas mis obras, trabajo prácticamente con espacio vacío, a dos alturas, por lo que los movimientos escénicos, cadena de acciones físicas o partitura, son una coreografía en sí, por supuesto apoyando siempre la carga dramática y justificando cada una de las acciones. Al mismo tiempo, en mis montajes son imprescindibles las composiciones escénicas, ya que construyen y son parte de lo que está pasando en cada escena, al igual que la luz, es un personaje más en las puestas en escena de la compañía. Y en mí, la danza siempre está, aunque no haya danza como tal.

Sin abandonar la línea musical y regresando al receptor más joven, ¿cómo es tu proceso creativo dedicado a las letras de las canciones que inundan las obras infantiles que representa la compañía?

En todos mis infantiles hay una base fundamental que es el gamberreo, y cuento con el apoyo de los mejores: Nelson Dante, que además de actor de la compañía, es compositor, músico y bailarín. Y Leandro Leone, otro músico excepcional. Ambos son los creadores de la música y el espacio sonoro de Yerma, que se gestan en este mismo instante.

¿Cómo ves el panorama teatral de esta década recién comenzada y cómo valoras la aportación específica de la mujer al cultivo del arte teatral desde los diferentes ámbitos implicados (creadoras, directoras, gestoras,…)?

El panorama teatral, como siempre, en crisis, pero a pesar de esto, siempre ha estado y siempre estará, de eso estoy segura. Y la mujer fue, es y será fundamental para el mundo y para el teatro, de eso también estoy segura.

¿Qué proyectos tienes a corto, medio y largo plazo?

Después de estrenar Yerma, lo próximo, a medio plazo, será poner en pie un espectáculo unipersonal, escrito y dirigido por Nelson Dante y yo, y será representado por Nelson también. Estoy muy ilusionada con este proyecto, colaborar con alguien con tanta experiencia y talento puede ser un gran paso para mi aprendizaje.

Y a corto plazo, estrenamos muy prontito Pic Nic, de Fernando Arrabal, muy divertida, para cambiar un poco de registro y descansar del drama. Pero por poco tiempo.

No quiero terminar esta entrevista sin nombrar a todos los componentes de la compañía, que están luchando cada fin de semana a mi lado.

Fredo Belda, Luis Cura, Alberto Rueda, Juanjo Herbe, Nelson Dante, Silvia García, Fidel Betancourt, David Cebolla, Koldo Ribote, Leandro Leone (Músico), Lola Catalá, Nuria Haya, Andrea Fernández, Helena Gómez, Nerea del Río, Alejandro Precioso, Rodrigo Ruíz, Goyo Cano, Miguel Ángel Somé, Beatriz Mejía, Raquel Pardos, Esperanza García, Javier Bañas (Voz en Off), Cleodemir Dalmasco (Tramoya) y Ángela Karina (Limpieza) y Juan Carlos Rodero (Director de El Teatro Victoria).

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