ALTAVOZ CULTURAL Y MÉNADES EDITORIAL
PRESENTAN
MOVIENDO LOS MARCOS DEL PATRIARCADO
El pensamiento feminista de Emilia Pardo Bazán
Entrevista a las autoras
Marilar Aleixandre – María López-Sández

Bienvenidas, Marilar, María, a Altavoz Cultural. Lo primero que querríamos solicitaros es una breve presentación individual. ¿Quiénes son las autoras de Moviendo los marcos del patriarcado?
Marilar: Tengo la lengua partida y con una parte escribo en gallego poesía, narrativa (mi novela As malas mulleres, sobre la cárcel de mujeres de Coruña en 1863, acaba de publicarse), o ensayo; con la otra investigo sobre aprendizaje de las ciencias y pensamiento crítico, escribiendo sobre todo en inglés. Las dos son feministas. Después de nacer en Madrid y vivir en Ceuta, Doña Mencía y Vigo, lugares todos que añoro, llevo desde 1991 en Santiago de Compostela.

María: Como decimos en el libro, nos definimos como feministas, y llegamos a este feminismo desde nuestra posición como personas en el mundo que experimentan y analizan las diversas formas de discriminación y subalternidad y también desde la reflexión y el análisis. Yo me defino como una estudiosa de la literatura, fascinada por este modo de creación que los seres humanos hemos inventado para imitar la vida y moldearla. Soy también profesora, dedicada a enseñar a gozar y reflexionar sobre la literatura y sobre este instrumento maravilloso que empleamos para crearla y para vivir, comunicarnos y construirnos, la lengua.

¿Cómo surge el proyecto de la obra y cómo fue su proceso escritural desde cero? ¿Por qué Ménades como hogar elegido para su publicación?
El proyecto: hace dos años, leyendo la excelente biografía de Isabel Burdiel, Marilar se dio cuenta de que, habiendo muchos análisis sobre aspectos feministas de determinados relatos, novelas o ensayos, no había un ensayo sobre su feminismo. Después de confirmado este extremo con pardobazanistas como José Manuel González Herrán, que nos ha prestado todo su apoyo, o con Isabel Burdiel, Marilar le propuso a María trabajar a cuatro manos. Aunque le costó seducirla –al principio me dio calabazas, dice Marilar–enseguida aceptó y propuso líneas muy interesantes como el diálogo entre Emilia y Rosalía de Castro, autora sobre la que María realizó su tesis, que creemos original. En el proceso hemos aprendido cosas que nos sorprendieron, por ejemplo, que reivindicó los mismos derechos y no más deberes: “Dando a la violencia y servidumbre color de deber y virtud”, algo que es muy moderno, pues aún hay una creencia de que las mujeres deben hacerse cargo de los cuidados. También hemos aprendido que identificó los cimientos en los que se fundamentan las discriminaciones o la violencia contra las mujeres, es decir, que articuló unas ideas teóricas muy novedosas.
¿Por qué Ménades? Después de publicar el libro en gallego, en la colección Feminismos de Galaxia, y traducirlo en diciembre, teníamos que encontrarle un hogar adecuado, una editorial feminista. Decidimos enviarlo a Ménades sin conocerlas personalmente, nada más su web y publicaciones, su compromiso feminista y estamos muy contentas. Además de editoras (y editor, Javier) ahora tenemos amigas, cómplices.
Desde nuestra perspectiva actual, ¿qué creéis que puede aportar leer a Pardo Bazán dentro del contexto del pensamiento feminista?
Las feministas también tenemos nuestra estirpe, venimos de mujeres –y algunos hombres como Poulain de la Barre o Stuart Mill– que lucharon contra la discriminación, como Emilia Pardo Bazán, Mary Wollstonecraft, Simone de Beauvoir o Kate Millett. Leerla, leer sobre ella puede ayudar a comprender que el espacio conquistado, cada derecho, ha costado una lucha larga, incluso cárcel y muertes, cicatrices físicas y emocionales. Que hasta 1910 las mujeres no tuvieron acceso a la universidad ni a secundaria, que empezaba a los 10 años, y hasta 1975 no podían tener un empleo remunerado, ni viajar, comprar ni vender sin la “licencia marital”. Que hubo avances –como en la República– y retrocesos, por lo que tenemos que defender lo conseguido.
El pensamiento de Emilia Pardo Bazán sigue teniendo actualidad. Muchas de sus ideas aún no se han realizado plenamente: desactivar la doble moral, no volcar más deberes, especialmente los cuidados, sobre las mujeres, avanzar en la plena coeducación, reconocer el “destino propio” que ella pedía para las mujeres y su derecho al placer, erradicar la violencia de género… Acercarnos a la obra, vida y pensamiento de Pardo Bazán muestra en perspectiva histórica las dificultades con las que se encontraron las mujeres que vivieron la encrucijada fascinante del momento en que se gestó el proyecto de “la nueva mujer”, que fue una utopía literaria al tiempo que la realidad osada de algunas escritoras del XIX. La profundidad de la formulación teórica del feminismo de Pardo Bazán, la radicalidad de sus postulados, la lucidez del análisis que hace de las raíces de la discriminación de la mujer siguen siendo, hoy, iluminadores e inspiradores.
¿Cómo describiríais Moviendo los marcos del patriarcado a… a) alguien que se acerca a él desde la curiosidad; b) alguien que no conoce a Pardo Bazán; c) un hombre desinteresado en el tema?
a) Un libro que encierra sorpresas en sus páginas, el descubrimiento de ideas luminosas de quien marcó “con un rastro de luz” su paso por el mundo.
b) La puerta de entrada a una de las personalidades y obras más fascinantes y arrolladoras del siglo XIX.
c) Un desafío, tal vez el inicio de un cambio.
En el libro mencionáis autoras afines de la época que escribían artículos y relatos de la misma índole. ¿Pudo Emilia compartir debates con alguna de ellas, incluso escribir algún texto feminista acompañada?
Emilia compartió debates y propuestas con Concepción Arenal –treinta años mayor–, por ejemplo sobre la educación de las mujeres en el Congreso Pedagógico de 1892, aunque no escribieron juntas. En la obra de Emilia existen coincidencias con las de otras mujeres escritoras de la época que pueden resultar sorprendentes. En el libro analizamos sobre todo el paralelismo con Rosalía, pero también con George Eliot, con la que compartía preocupación por la educación de la mujer, George Sand, las hermanas Brontë o Kate Chopin. Más que por debate o contacto directo estas relaciones intertextuales pueden explicarse por lo que, usando una metáfora de Claudio Guillén, podríamos llamar “polen de ideas”. En ese momento se está gestando un cambio social, las mujeres anhelan romper con los límites impuestos por el patriarcado, emerge una “nueva mujer”, y las escritoras fueron pioneras en plasmar estos anhelos, así como las dificultades, resistencias y frustraciones que se encontraban a cada paso.
La negatividad que rodea el acceso de Emilia a la RAE es rotunda, contrasta con la constante lucha de ella por cambiar el paradigma de la educación de las mujeres de su época. ¿No da rabia pensar que cien años después solamente son ocho las mujeres que sientan sus posaderas en esos asientos? ¿Pensáis que para Emilia esto sería una batalla ganada o una batalla perdida?
Creemos que Emilia se sentiría en el fragor de la batalla. No es momento de derrotismos, pues hemos abierto muchas fisuras en el muro antes inexpugnable del patriarcado. Y como ocurre con las fisuras por las que al comienzo solo se filtra un hilo de agua, finalmente el muro se debilitará y el agua desbordará sin que pueda contenerse. Creemos que Emilia no se situaría en los extremos de la complacencia o el derrotismo: entendería que seguimos en la lucha. Podemos señalar que es precisamente la Real Academia Galega (RAG), de la que Marilar es académica, la que tiene mayor proporción de mujeres, seis de treinta, más dos académicas electas que aún no han leído el discurso de ingreso, con lo que pronto serán ocho, los mismos que la RAE, pero esta de un total de 46. Emilia Pardo Bazán fue presidenta de honor de la RAG en su fundación.
Fue un logro para ella ser catedrática de la Complutense en su época, pese al sexismo que comentáis; contáis que se defendía públicamente sin aspavientos. ¿Cómo creéis que influye todo ello en su escritura? ¿Y personalmente en sus círculos más cercanos?
Emilia rechazó el tópico de la modestia que quería imponerse a las mujeres y, consciente de su propia valía, se postuló para la academia o expuso sus lecciones desde la cátedra. Como argumenta, la ambición en el hombre se considera una virtud, y en las mujeres un defecto, y defiende su derecho a: “la fecunda ambición de descollar entre sus semejantes y señalar con rastro de luz su paso por el mundo”. Ella consiguió muchas de las metas que se propuso.
¿Por qué creéis que a día de hoy no se emplean las obras de Emilia para educar en los institutos en torno al necesario rechazo del poder del hombre sobre la mujer?
Sí se emplean a veces, conocemos docentes en Galicia que usan relatos como “Las medias rojas” o “El indulto” para abordar la violencia contra las mujeres. Tal vez, si no es más frecuente es porque se haya puesto más el foco en la reivindicación del canon femenino que en el propio análisis del modo en que se articulan las cuestiones de género en los textos y en la escritura de mujeres feministas como Emilia Pardo Bazán. Esta es una de las cuestiones que nos gustaría cambiar con este libro: descubrir el enorme potencial de la obra de Emilia Pardo Bazán para abrir vías de análisis sociológico de la literatura, que supere el énfasis excesivo que durante décadas se ha hecho en aspectos puramente formales y estilísticos, como si la literatura fuese una especie de álgebra en la que la ideología y el reflejo de lo social pudiese ser ignorado. Abrir el debate y descubrir este aspecto de su producción a los docentes puede desvelar ese tesoro de enorme potencial para la didáctica de la literatura, el desarrollo de la competencia social y cívica y la promoción de una auténtica educación para la igualdad.
¿Cómo y en qué momento se deja de señalar a Emilia con ese sambenito tan terrible de que no cuidaba a sus hijos, que iba contra natura? ¿Cuántos hombres diríais que han estudiado sus textos sin semejante prejuicio en mente que les nublara una crítica limpia?
Nos indigna este tipo de juicio. Sabemos, en primer lugar, que Emilia Pardo Bazán amamantó a sus hijos, en contra de lo que las mujeres hidalgas, burguesas solían hacer en la época, y expresa en sus cartas el sacrificio que para ella supone dejar a sus hijos para hacer estancias de formación que consagra al estudio intensivamente porque es consciente del sacrificio que está haciendo. Marilar ha analizado esta tensión entre ser madre y escritora en un texto para el Catálogo de la exposición “Emilia Pardo Bazán: el reto de la modernidad” que se inaugurará en junio en la Biblioteca Nacional. Pero no debería ser preciso ni siquiera decir esto, que parece una justificación. Emilia se ha ganado que la juzguemos por su destino propio, por el “rastro de luz” que dejó en su paso por el mundo. No se juzga a los hombres con esta exigencia de perfección y coherencia, a ellos se les permite la contradicción, la existencia de zonas grises o incluso enteramente oscuras. Nunca se pregunta por si los escritores o científicos varones cuidaron sus hijos o no. Son innumerables los ejemplos que podrían argüirse, desde Rousseau a Pondal, que muestran esta diferencia en el modo de emitir el juicio. Se le atribuye a la mujer un deber natural y todo lo demás se opaca. Contra esto mismo alzó la voz Emilia.
Hacia el final de Moviendo los marcos del patriarcado comentáis que Rosalía de Castro pedía una igualdad social desde su posición burguesa, y que también Emilia muestra empatía con las trabajadoras y labriegas. ¿Os consta que solicitaran lo mismo para las mujeres de clase baja?, ¿llegaron los textos de ambas a las esferas más bajas?
Rosalía tiene una enorme sensibilidad hacia las clases humildes, especialmente hacia las penas de las mujeres, que recoge en su obra, especialmente en su poesía, mostrando el rechazo a los abusos de poder, así en “A xustiza pola man”. Hasta tal punto de que en el imaginario social ella misma se asimila a las clases humildes a las que no pertenecía, pues procedía de la hidalguía y su madre se preocupó por su educación; se trasladan de Padrón a Santiago justo cuando llega a una edad en la que Santiago sería más favorable para seguir formándose. Esa sensibilidad hacia los humildes “as viúvas dos vivos”, ese progresismo caracteriza su obra en mucha mayor medida que la de Emilia, de la que no puede decirse que pidiera igualdad social. En Emilia encontramos multitud de ejemplos de empatía hacia mujeres humildes: la madre que amamanta en “La advertencia” y que tendrá que partir para amamantar el hijo de otra como ama de cría, las obreras de la fábrica de tabaco que refleja en “La Tribuna” y que tejen una red de solidaridad entre ellas cuando una es expulsada de la fábrica por sustraer tabaco, obligada por el marido, que la maltrata, o las lavanderas del “El indulto”, que se turnan para dar de mamar al hijo de Antonia, al estar ella demasiado débil. Sabemos que los poemas de Rosalía sí llegaron al pueblo, Marilar ha conocido una mujer, nacida en 1925, que leía y escribía con dificultad, pero recitaba de memoria a Rosalía –y ha usado esto en su última novela, “Las malas mujeres”–. No está claro que sucediera lo mismo con la obra de Emilia, y también hay que tener en cuenta que la inmensa mayoría de las mujeres de su época y también de los hombres eran analfabetos.
Una vez terminado y publicado, ¿os hubiera gustado hablar de algo más en vuestro libro? ¿Se os ha quedado algo pendiente, algo en el tintero?
El reverso o la sombra de este libro: analizar el discurso misógino que ya en su época y hasta nuestros días se ha vertido sobre la figura de Emilia Pardo Bazán. Algunas muestras afloran en el libro, por ser especialmente significativas e hirientes: que los libros de Pardo Bazán “tienen padre” o múltiples muestras de condescendencia y misoginia. El análisis del propio discurso crítico sería sin duda profundamente ilustrativo y completaría nuestro estudio del pensamiento crítico y feminista de Pardo Bazán.
¿Qué os gustaría exaltar de la figura de Emilia Pardo Bazán desde este altavoz?
La valentía de defender sus ideas sin pedir perdón ni buscar a través de la modestia o la suavidad el beneplácito. No buscó caer bien, no atemperó su discurso y estuvo dispuesta a pagar el precio. Cómo usó con su ironía los epítetos que pretendían insultarla, dándoles la vuelta, por ejemplo “marimacho”, al desearle marimachismo a la hija recién nacida de Carmen López Cortón y Manuel Bartolomé de Cossío; un desafío a las identidades fijas y dicotómicas que es extraordinariamente moderno.
En el libro habláis de «literatura femenina». ¿Cómo valoráis el boom de dicha «literatura femenina» en la actualidad? ¿Creéis que, salvo ciertos puntos excepcionales que mencionáis en el libro, existe una diferencia entre el escribir del hombre y el escribir de la mujer?
Lo que ocurría hasta ahora es que apenas se prestaba atención a la literatura de las escritoras, y Marilar que empezó a publicar a finales de los 80 puede atestiguarlo. Es una magnífica noticia que se publiquen más libros de mujeres, que haya diversidad. En cuanto a las diferencias, como decimos en el libro, no debería haberlas en un mundo ideal, Marilar ha escrito que “no escribimos mojando el dedo en la sangre menstrual”. Pero como el mundo es desigual, nuestras experiencias son distintas y también en otro texto reciente en la revista Luzes, escribe que en nuestra escritura se mezclan la tinta, la sangre menstrual y el agua de fregar, las experiencias de las mujeres.
¿Qué otros proyectos tenéis a corto y medio plazo?
María: Por el momento, mi plan inmediato es trabajar en los textos y la edición del herbario que María Isabel Fraga y yo hemos elaborado a partir de la obra de Rosalía de Castro. Tras un vaciado completo de las plantas, flores y árboles mencionadas en el conjunto de su obra, hemos realizado un herbario físico, compuesto por ciento cincuenta pliegos que están ya depositados en la Casa Museo Rosalía de Castro. Acompañar ahora desde la evocación y la reflexión esa serie de rosas, de “herbiñas do camposanto” y “herbas co campo florido”, presentar, en suma, visualizándolas y construyendo un discurso que analice y dote de sentido estas imágenes de las plantas con las que pobló sus versos y sus páginas es mi próximo proyecto.
Marilar: Acabo de publicar una novela “Las malas mujeres” (de momento en gallego “As malas mulleres”), que ha ganado el premio Blanco Amor, sobre la cárcel de mujeres La Galera, de Coruña, en los años en que Concepción Arenal era visitadora de prisiones en ella, de 1863 a 1865. Al acabar de escribir una novela, que es un proceso muy intenso, siempre me parece que he volcado o vomitado en ella todo lo que tenía dentro y necesito que pase un poco de tiempo antes de emprender otra. Sí me gustaría escribir algo sobre Juana de Vega, otro personaje que forma parte de la novela y que es muy interesante y poco conocida para la relevancia que tiene.
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