¿Quién es Cristina Merino fuera del foco literario, como reverso de la autora? ¿Qué intereses culturales y artísticos tienes más allá de la Literatura?

Fuera de la literatura, soy historiadora del arte. Al final, siempre me he sentido atraída por todas las maneras que uno tiene para expresarse, aunque no las practique todas. Por ello, imagino que es normal que mis intereses culturales y artísticos se basen, sobre todo, en visitar museos, exposiciones…

¿Cuándo y cómo comienzas a relacionarte con la Literatura, primero como lectora y, después, como autora? ¿Cuáles han sido tus referentes en ese asentamiento propio como voz creadora y qué te aporta específicamente la poesía?

Empecé de adolescente. Siempre me ha gustado leer gracias al hábito que tiene mi madre. De hecho, uno de mis recuerdos de pequeña es el de tumbarme en la cama a su lado y ponernos las dos a leer sendos libros. El mío era grande y blanco, de esos que te hacen leer en el colegio.

En el instituto empecé a descubrir que realmente me gustaba escribir,  sólo que odiaba que me dijeran qué y cómo, así que entre ejercicio y ejercicio, si terminaba antes, llenaba mi agenda de reflexiones y prosa poética. Se lo enseñaba siempre a mis amistades y tenían la paciencia de leerlo todo. Ahí empezó este vicio y esta necesidad. 

Como referentes, siempre he disfrutado leyendo a Arthur Rimbaud, Alejandra Pizarnik, Idea Vilariño. Y también disfruto de María Sánchez, Marina Rosand, Marta Garcés, entre otras. 

Creo que la poesía, al menos en mi caso, me hace entender que no estoy sola, que ha habido y sigue habiendo gente que piensa o que ha pensado de la misma manera que yo. La experiencia de leerla a veces es placentera y me deja fascinada, pero no significa que lo que esté leyendo sea algo agradable, como cuando contemplas una belleza terrible en un cuadro. Y experimentar leyendo es una de las mejores cosas que me pueden ocurrir a día de hoy.

Continuando aún en la línea generalista, ¿cómo es tu proceso creativo dedicado al poema? ¿Qué elementos e imágenes sueles incluir con mayor frecuencia y cuánto espacio le dedicas al autobiografismo?

A veces el poema surge de una idea, un concepto, una palabra. Intento releerlo todas las veces posibles a medida que voy plasmando lo que siento o pienso, y hay veces que debo parar de manera consciente. Porque si no, no existirían poemas de los que esté realmente satisfecha (al menos por ahora).

Creo que todo aquel que escribe le dedica bastante espacio a hablar de uno mismo, porque no siempre vas a tener la capacidad de imaginar lo que vas a sentir o hacer o pensar. Además, si vives, más cosas vas a poder contar. Por eso creo que utilizo muchos elementos e imágenes del arte. Por ejemplo, me fascina utilizar la mitología, su representación artística, incluso la descripción formal del pincel de un gran maestro. Forma parte de mi persona. Pero no sólo. Me encanta aprender idiomas y descubrir palabras que sólo se entienden en una cultura en particular. Cuando aprendes una lengua, empiezas a entender cómo son y qué aprecian las personas que la hablan.

Particularmente, nos gustaría preguntarte por la relación entre tu formación en Historia del Arte y tu desempeño poético. ¿En qué puntos dirías que se tocan ambas facetas?

Creo que está en el punto de creación, principalmente. La historia del arte me inspira, puesto que el arte inspira arte. Todo se ha dicho ya, creo yo, pero la diferencia es cómo yo puedo expresarlo.  Además, no sólo me inspiran las temáticas, sino también las técnicas, los movimientos y las personas que se rebelaron ante lo establecido.

¿Cómo fue el proceso escritural de Supernova -desde su primer estímulo hasta su cierre formal como conjunto- y cómo ha sido su proceso de edición y publicación a través de Amazon en estas circunstancias tan excepcionales para el sector literario?

Sin duda, largo. Tenía muchas ganas de compartir con el mundo lo que estaba escribiendo, pero también quería estar segura. Desde que fui escribiendo los primeros poemas de «Supernova» hasta que se publicaron estos aquí presentes pasó mucho tiempo. Los modifiqué casi todos una y otra vez hasta dar con un resultado que fuera satisfactorio para mí. Muchos quedaron fuera también, porque quería estar segura de la calidad por encima de la cantidad. Le pedía también a mi pareja que los leyera y yo misma lo hacía en voz alta una y otra vez, cambiando a veces sólo una palabra, pero que daba más fuerza a lo que yo quería decir. 

El proceso de edición fue algo complicado para mí. Escribo, no edito. Pero me decidí por Amazon por el control que me da. Después de alguna mala experiencia con alguna que otra editorial, decidí optar por Amazon y creer en mí. Y de momento está siendo una buena experiencia. No quiero decir que haya renegado de las editoriales tradicionales, todo lo contrario. Pero sé que tiene que haber sitio para uno y que la relación debe cuidarse por ambas partes.

Ojalá todos nos diéramos cuenta de lo que aporta el sector literario a nuestras vidas. Si no hubiera gente que cree, no tendríamos palabras que leer. 

¿Cómo se inserta Supernova en tu trayectoria como autora? ¿Qué le aporta a tu figura literaria respecto de tus anteriores obras desde el punto de vista de la evolución, la originalidad o la confirmación de tu identidad?

Supongo que siempre se dice lo mismo, pero sin duda he crecido con «Supernova». Encuentro que es el mejor hasta ahora. No me arrepiento de lo que he escrito con anterioridad, pero hay cosas que tienen fecha de caducidad y yo he salido del huevo. O, al menos, esa es mi sensación. Creo que siempre hay que mejorar y avanzar, si no, estaría muy preocupada por mi calidad a la hora de escribir. «Supernova» me ha dado la clarividencia de saber cuál es el camino que quiero recorrer, sin que signifique que no cambie, se bifurque o sienta que me ahogue en parte del camino. Hay que vivir todo lo posible para poder seguir contando cómo uno ve el mundo. No sabría confirmar si con este poemario he afianzado mi identidad, porque sigo cambiando y evolucionando. O eso espero.

Si tuvieras que hablarle del libro a alguien que se acerca a él por primera vez, ¿qué le dirías por encima de todo?

Que disfrute de las perspectivas que hay en todo el universo. Que explotar, a veces, no es destrucción sino creación. 

Empleas términos como «sheol» o «nut» insertados en tu poesía, los cuales suponen el riesgo de falta de entendimiento por parte de quienes los desconozcan y puedan no captar una interpretación adecuada de los versos. ¿No te ha dado miedo correr ese riesgo? ¿Por qué motivo has decidido ampliar el repertorio léxico más allá de un cierto estándar?

En la vida siempre hay que correr riesgos, ¿no? En realidad, me daba miedo sobre todo al principio. De ahí que explique ciertas cosas en el prólogo. No quiero parecer elitista, pero esas palabras conforman aquello que siempre me ha interesado, cosas que he estudiado o que se han quedado grabadas en mi cabeza. Me aportan nuevos conceptos, nuevas perspectivas… Las utilizo porque disfruto escribiendo y también me gusta escribir sobre ello. No sería yo si renunciara a ese léxico. De ahí que haya decidido utilizarlas y que, además, por si acaso, haya colocado algunos pies de página explicativos. Entiendo que no todo el mundo tiene por qué saber qué son.

En tu poesía se desprende dolor, ganas de explotar y correr hacia delante, de renacer. ¿Te ha ayudado Supernova a encontrarte, a entender mejor aquellas circunstancias y sensaciones que te acechaban internamente?

Creo que siempre que uno escribe lo hace realmente para sí mismo, para disfrutar de ello. Así que sin duda. Cada vez que escribo algo me ayuda a entender mejor todo.

¿Cómo valoras el panorama literario actual, especialmente en lo concerniente a la poesía y, particularmente, en lo relativo a las autoras?

Pues es un tema peliagudo porque levanta pasiones para bien y para mal. Creo que ha habido un boom de la poesía y que realmente se ha querido que valgan más los seguidores de las redes que la calidad. A veces he tenido la sensación de que no se quiere pensar y eso asusta. Ojalá sólo sea eso, una sensación.

Además, creo que las autoras seguimos luchando en un mundo literario elitista  y machista, y es difícil hacerse un hueco. Porque ¿quién decide realmente que algo es bueno? Los grandes sellos editoriales no definen si uno es bueno o no, pero sí definen a quién y a cuántas personas llegas. Igual que la globalización y las redes sociales participan de ello. Habrá escritoras que sean buenísimas, pero que la visibilidad que tienen es nula. Eso me hace preguntarme quién está perdiendo realmente. 

¿Qué proyectos tienes a corto, medio y largo plazo? ¿Dónde pueden encontrarte y seguirte nuestros lectores?

Escribir va a seguir siendo mi proyecto a corto, medio y largo plazo. Sigo formándome en la escritura y en el arte, y espero poder dar sorpresas eventualmente, cuando llegue el momento. Mientras tanto, agradecida a aquellos que le están dando una oportunidad a «Supernova» y agradecida a vosotros por tomaros el tiempo para este poemario.

Me pueden encontrar en @cristinameraki en Instagram. Podría decirse que es mi principal vía de comunicación 🙂

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