-Junio 2021-

MESA VAGINA

Clementine Lips

Blanca Berjano

Tatiana Romero

¿Qué opináis de la mal llamada ‘literatura femenina’ y de la invisibilización de la misma hasta nuestros días?

Clementine Lips: Creo que sin duda existe, y que no es malo que se llame literatura femenina, sino que lo malo es que no se nombre a la literatura escrita por hombres como ‘literatura masculina’ porque, como siempre, se les considere el centro de todo y la representación del canon, de lo objetivo. Es posible que las líneas entre estas dos tendencias se estén difuminando ahora, pero para ello, creo, será necesario que se deje a autoras publicar sistemáticamente en géneros que no sean literatura infantil ni romántica, que se amplíen los horizontes de las editoriales y de los lectores (si, en masculino).

Sin embargo, no podemos obviar que es ese nombre, ‘literatura femenina’, lo que ha condenado a la escritura de las mujeres al ostracismo hasta hace poco y lo que ha obligado a muchas a escribir bajo pseudónimo. Personalmente, creo que su invisibilización es realmente triste por muchos motivos: nos hemos perdido grandes autoras que podrían haber abierto las mentes de mucha gente debido simplemente a que eran mujeres, hemos obviado una oportunidad de oro para entender que las relaciones interpersonales son esenciales para el ser humano (digo esto porque la ‘literatura femenina’ suele ser más intimista y habla de lo cotidiano y de las relaciones entre personajes) y por ende, para reconectar con nuestra humanidad y empatía entre las páginas.

Blanca Berjano: En mi opinión, la catalogación de la literatura femenina y su consecuente invisibilidad van de la mano; se tomaba como excusa que fueran obras hechas por y para las mujeres para considerarlas como un género menor y que no fuera tomado en serio por la crítica. Las escritoras se han ido abriendo un hueco en los panoramas literarios muy a pesar de los esfuerzos masculinos de silenciar sus voces.

Tatiana Romero: Creo que el término «literatura femenina» me ha molestado desde siempre, aunque es verdad que en los últimos años, años en los que solo leo ya a mujeres escritoras, en su mayoría (creo que el año pasado leí solo a un hombre) me parece que debiera ser una coletilla que no debiera agregarse a nada escrito por mujeres. Me parece importante visibilizar a las mujeres escritoras, esto evidentemente, los números de galardones literarios dejan muy claro que aún existe una profunda misoginia y desigualdad en el mundo editorial, sin embargo ya va siendo momento de asumir que escriba quien escriba, es literatura. Dinamitar el universal genérico, porque en nuestros días debiera estar ya superado. No sé si sigue habiendo una invisibilización respecto al trabajo de mujeres escritoras, más bien me parece que nos hemos quedado con una idea muy de los años 80 y 90 sobre la infrarrepresentación e invisibilización en general de las mujeres en todas las esferas creativas, así como en la historia. Creo que en los últimos años la producción literaria de mujeres es bestial. Las mejores escritoras ahora mismo, desde mi punto de vista, son mujeres y latinoamericanas y cada vez se pone más énfasis en su obra. Aunque el mundo literario parezca que sigue siendo un mundo masculino y masculinizado. Ciertamente los hombres no quieren perder sus espacios y sus privilegios, pero los han perdido hace mucho tiempo. Ya nos encargamos las escritoras de eso. 

¿Cómo valoráis la literatura escrita por mujeres que deslegitiman el mito en torno a la maternidad y la no maternidad?

Clementine Lips: No sé si con deslegitimar os referís a banalizar o a desmitificar. En cualquier caso, creo que es necesario que exista literatura que plantee diferentes puntos de vista sobre la maternidad. No hace falta que todas las madres ahora sean infelices, pero sí hace falta que haya más variedad de experiencias que rompan con todos los mitos que giran en torno a ella: que los hijos hacen que todo merezca la pena, que es todo muy fácil y que la felicidad siempre está flotando en el aire, que todos los niños son deseados, que las familias son felices porque nace una criatura, que la madre se siente realizada solo por ser madre. Con lo cual no pienso mal o bien de una autora por el hecho aislado de como trate la maternidad, o más bien, intentaré juzgar el contexto de sus obras. Una madre feliz no es un mito, lo que es un mito es que todas lo sean.

Blanca Berjano: Considero que es necesario encontrar en la literatura escrita por mujeres referentes que rompan los moldes y que se atrevan a entrar en terrenos pantanosos, temas tabúes y silenciados por la sociedad, pero que representan la realidad y las preocupaciones de muchas. Además, es interesante ver cómo las escritoras aportan una perspectiva muy distinta a la que suelen aportar los autores, que generalmente representan de forma monstruosa y mitificada a aquellas mujeres que no se amoldan a los roles de género tradicionales. Ahora estoy leyendo ‘Una mujer generosa’, de la Nobel en Literatura Alice Munro, y creo que es un buen ejemplo de esto mismo.

Tatiana Romero: La maternidad es un tema en el que poco tengo que decir, no porque me parezca irrelevante, sino porque en mi vida no desempeña ningún papel. Yo he decidido no maternar desde hace ya muchos años y por ello me informo poco sobre el tema, sin embargo sí que creo que cualquier literatura que aporte a deconstruir mitos es buena. Porque somos muchas las que hemos decidido no ser madres, sin que eso nos haga malas mujeres, malas personas, egoístas, etc. Y también son muchas las mujeres que están empezando a vivir una maternidad más consciente y,sobre todo, me parece que debería ponerse el foco en lo que supone todavía para muchas mujeres ser madres. Pienso por ejemplo en familias monoparentales, madres solteras, etc. 

¿Cómo veis la literatura escrita por mujeres vinculada a la sexualidad en una sociedad que actualmente hipersexualiza a los individuos?

Clementine Lips: Como mínimo, lo veo complicado. Por el momento muy pocas de las autoras que he leído que escriben erótica tienen una perspectiva feminista de la sexualidad, lo cual es realmente dañino, puesto que el sexo es un campo al que difícilmente llega la educación y el escrutinio público (en el sentido de asegurarse de que las cosas se hacen bien, si es que ese interés alguna vez se aplica a lo que concierne a las mujeres), y nos educamos a través de una ficción que es terriblemente deficiente para nosotras. Y, a veces, peligrosa también, puesto que idealiza situaciones de abuso o maltrato. Según qué obras, las mujeres se plantean hipersexualizadas, y presentan que su único objetivo en el sexo es satisfacer al varón. En el sexo y en la vida. Y si no se menciona explícitamente esta jerarquía, lo que vemos es una necesidad de complacer algo maquillada: obsesión con la belleza, con hacer de todo, con estar siempre disponible. Además se representa a la mujer casi siempre en una posición sumisa, ya sea porque practica BDSM y se ve que las mujeres nunca somos dominantes, o porque acepta siempre el deseo masculino sin contraponer o describir el suyo propio más allá de lo que él le haga. Es decir, no propone, sino que se deja hacer. Teniendo en cuenta que además las prácticas que se describen no tienen por qué ir acompañadas de placer físico para la mujer, me cuesta creer que todas las protagonistas de estas historias lleguen siempre al orgasmo, como parecen querer hacernos creer las autoras. La sumisión también se demuestra a través de una jerarquización de los trabajos, de verse realizadas a través de la mirada masculina, de ser ‘enseñadas’ por ellos a como ha de tenerse sexo, etc. Vamos, que si ya tenemos una sexualidad deficiente a nivel social, estas novelas más que ayudar a salir de eso, entorpecen. Precisamente por ser escritas por mujeres podría incluso llevar a más mujeres a pensar que así es como se debe tener sexo. Se me ponen los pelos de punta. Os adjunto un trabajo que hice para la Escuela Periféricas donde me explayo más sobre este tema que tanto me apasiona, por si es de vuestro interés: https://drive.google.com/file/d/1UBNRcHZls4XYCxxvpXbhIrlqmF6cD7OV/view?usp=sharing 

Blanca Berjano: Creo que el hecho de que las autoras traten estos temas no tiene por qué favorecer al hecho de que se mercantilicen e hipersexualicen los cuerpos. Al revés, cuantas más voces de identidades diversas existan en torno a estas temáticas, más referentes y posibilidades de reconocerse habrá para todas aquellas personas que no se sienten identificadas con los discursos imperantes. Para mí sería más interesante reflexionar acerca de cómo modificar esos discursos heteronormativos y qué obras están facilitando la deconstrucción de esos discursos, así como reflexionar acerca de por qué al discurso epistemológico occidental le da tanto pavor la diversidad.

Tatiana Romero: La hipersexualización de los individuos me parece que siempre ha estado ahí, no es un tema nuevo y la literatura erótica mucho menos. Lo que sí me gustaría remarcar sobre esto es que ahora hay muchas más mujeres escribiendo literatura erótica y eso es motivo de celebración. Vivimos en una sociedad machista, heterosexual, patriarcal, misógina, que sigue cosificando a las mujeres como objeto de deseo, pero no como sujetos con agencia, no como personas deseantes. En según qué espacios seguimos viendo a las mujeres bajo la dicotomía: putas o santas. 

Ahora, me parece que en los espacios de disidencia sexual, las bolleras estamos también empezando a hablar sobre nuestro deseo, a hablar de follar. Durante muchos años se vio a las lesbianas como seres asexuales, se utilizaban eufemismos para hablar sobre las relaciones lésbicas como «amistad erótica», por ejemplo. Parecía que fuera de las fantasías heterosexuales la sexualidad lésbica no existía, hoy eso está cambiando y textos como el (h)amor5_húmedo son una muestra de eso. Nos falta más que se escriba sobre sexualidad, porque no es un tema menor, sino todo lo contrario y parece que en la literatura está un poco dejado de lado, o que solo entra dentro de la llamada literatura erótica y en realidad desempeña un papel central en nuestras vidas. Hay que naturalizar la sexualidad, escribir sobre fluidos, secreciones, contactos, pieles, olores. 

¿A través de qué cualidades de vuestra literatura consideráis que se transmite vuestra identidad?

Clementine Lips: Menuda pregunta más complicada… diría que sale a relucir mucho. En primer lugar porque escribo erótica con perspectiva feminista (o eso intento), dos temas que son centrales en mi vida. Además, creo que mi forma de escribir es bastante directa, sin pelos en la lengua, escribo más o menos como hablo, pero con más cuidado, más refinado. El sarcasmo, las pullas, las insinuaciones son parte también de mi escritura, al igual que lo son de mi forma de ser en general. No me puedo callar las cosas, y es por eso precisamente que escribo, porque necesito sacar todo lo que tengo en la cabeza, y creo que se nota. Aunque lo voy disimulando.

Blanca Berjano: Es difícil discernir hasta qué punto me transmito o transfiero mi propia identidad a través de mi escritura; a veces no sé si las palabras que salen de mi mano son parte de mí o son parte de un ser extraño, una arañita que me pasea por dentro del pecho y me enreda en temáticas y problemáticas que me preocupan en la cotidianeidad, con trazos que parecen escritura pero que a veces son el sonido de sus patas contra mi caja torácica o el latido de sus crías recién nacidas saliéndome a borbotones por la garganta.

Tatiana Romero: No sé si puedo transmitir algo como la identidad, porque para mí la identidad en sentido amplio es una forma de habitar el mundo. El lugar desde donde me relaciono con mi alrededor, en donde me ubico y desde donde se me lee. Además me parece que si las identidades tienen sentido es solo como herramientas de estrategia política. Por esto no creo que pueda transmitir mi identidad, lo que puedo transmitir es desde donde habito el mundo y cómo me relaciono con él. Hablo de mí, de mi vida, de mi situación, hablo de mí como lesbiana, migrante, racializada en Europa y cómo ese lugar que ocupo determina mis relaciones, mi forma de amar, de follar, de vivir la sexualidad. Para mí escribir es una gesta que se desarrolla en primera persona. Escribo desde la entraña, desde las tripas, desde el coño, desde el cuerpo. No puedo hablar por todas las lesbianas, ni por todas las migrantes, ni por todas las personas racializadas, solo puedo hablar de mí y tal vez resonar en otros cuerpos. 

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