-Junio 2021-

MESA ÁRBOL DE LA VIDA

Lucas Platero

Laura Suárez (La Femiteca)

Sandra Cendal (Continta me tienes)

Ana Orantes (Kaótica Libros)

Lidia López Miguel (Kaótica Libros)

Alicia Ramos

¿Qué opináis de la mal llamada ‘literatura femenina’ y de la invisibilización de la misma hasta nuestros días?

Lucas Platero: Con la etiqueta “literatura femenina” o “literatura queer” se describe que está emergiendo otro tipo de escritura, quizás basada en la subjetivación producto de unas condiciones sociales particulares, pero que también tiene el efecto de alterar y situar en un lugar que tiene menos interés. Y es así porque parece que exotiza, le da carácter de escritura no universal, como si en realidad la lectura canónica no fuera también particular de una forma de estar en el mundo. La propia de quienes encarnan los privilegios. 

Laura Suárez (La Femiteca): Como demostró Virginia Wolf en su libro “Una habitación propia” (1929), la literatura, como tantas otras cosas, históricamente ha formado parte del producir y no del reproducir; es decir, de los hombres y no de las mujeres. Por ello, la mayoría de las cosas que se habían escrito sobre las mujeres habían sido escritas por hombres.

Dicho esto, de todas formas, debemos entender que la literatura no tiene género, que ciertamente no existe una forma de escribir de mujer ni de hombre, pero eso nada tiene que ver con el hecho de que históricamente las mujeres hayan tenido que escribir bajo pseudónimos (nombres de hombres normalmente) o el anonimato, ni que la mayoría de la literatura que se enseña esté escrita por hombres, cuando realmente hay verdaderas obras maestras escritas por mujeres. Probablemente ya lo sabías, pero Frankestein lo escribió una mujer.

Sandra Cendal (Continta me tienes): Como cualquier otro binarismo, nos parece que la etiqueta “femenina” está obsoleta. Preferimos hablar de escrituras de género, feministas, transfeministas… En relación a la invisibilización a la que la escritura realizada por mujeres se ha visto sometida a lo largo de la historia, pensamos que actualmente las mesas de novedades hablan por sí solas: existe un proliferación imparable de autoras, editoriales y lectoras que están escribiendo, publicando y leyendo libros escritos por mujeres (entendiendo este sujeto en su manera más amplia e inclusiva).

Ana Orantes: No asocio lo femenino ni lo masculino a un sexo o género en concreto, ni a unos gustos específicos por lo que prefiero hablar de literatura escrita por mujeres, sea esta femenina o no. La publicación de obras inéditas escritas por mujeres y la recuperación de voces de mujeres, antes silenciadas, era algo necesario a nivel cultural y social. La historia ha relegado al ostracismo a muchas escritoras dejando que sus obras se perdieran o no dándoles el valor que merecían haciendo que muchas generaciones crecieran sin referentes y se estudiara y difundiera siempre a los mismos autores, hombres. Desde los movimientos feministas se ha hecho una gran labor y continuamos trabajando contra la invisibilización de la literatura escrita por mujeres, vamos trayendo nuestra historia poco a poco y recreando nuestra genealogía perdida.

Lidia López Miguel: Personalmente, como bien indica la pregunta, creo que la literatura escrita por mujeres no debe llevar el adjetivo femenino (adj. Perteneciente o relativo a la mujer.) en tanto en cuanto no existe una literatura masculina o una literatura no binaria porque nada diferencia unas de otras en la hora del consumo. Otra cuestión es la literatura escrita por mujeres y que, desgraciadamente, sigue sin estar en el canon por muchos esfuerzos que se hagan desde colectivos e instituciones. La invisibilización de nuestras referentes no es algo del pasado y, aún hoy, luchamos para que filósofas, escritoras y poetas pasen a formar parte de nuestros libros de texto. Asociaciones como Genealogías o Sororidades hacen una inmensa labor en este sentido.

Alicia Ramos: No soy muy consciente de lo de la «literatura femenina», no he dedicado tiempo a pensar en esto, ni he leído sobre el tema. Es cierto que cuando me preguntan por qué escribo, que es una pregunta que se reitera de una forma sorprendente (da la impresión de que lo que te preguntan es «cómo osas escribir»), suelo responder que porque es gratis. Es una mentira como una casa. Escribir es gratis si no tienes mayores a tu cargo, si no tienes que cuidar de bebés y si no tienes la cabeza pendiente de la logística de un hogar. Estas tareas, no estoy descubriendo nada, recaen de manera mayoritaria sobre los hombros de las mujeres, es un hecho. De modo que cabe esperar que las mujeres que escriben sean aquellas que pueden permitirse que otras personas se ocupen de las tareas que la sociedad les asigna o que están en tal grado de miseria y soledad que no tienen que preocuparse por gestionar una logística imposible ni nadie a quien cuidar. Si estás sola, tu hambre es tuya y te la gestionas sin culpas ni angustias. En ese caso es cuando se puede decir que escribir es gratis. Por eso, aunque no he leído sobre el tema ni he dedicado tiempo a pensar en él intuyo que lo que llaman «literatura femenina» es aquella en la que los personajes tienen que afrontar problemas cotidianos y ocuparse de tareas esenciales para la supervivencia aparte de la misión que la trama les encomiende.

¿Creéis que la literatura es más un ejercicio social, en cuanto a la existencia de un destinatario más o menos explícito, o un ejercicio íntimo, siendo la publicación una consecuencia indirecta? ¿Qué importancia les dais a lxs lectorxs en estas coordenadas?

Lucas: La literatura es una forma artística de expresión, y que tiene códigos que se ajustan más a los repertorios de algunas personas que a los de otras. Estoy pensando en Annmarie Mol o Paul B. Preciado en textos en los que hay varias lecturas posibles, o en la escritura de Val Flores, que necesita esta codificación de la “escritura en difícil”, como bien señala ella misma. Es fácil de entender que no se trata tanto de lo que pueda querer o necesitar la persona que lee como del código que mejor encaja con la persona que se expresa. 

Laura: Considero que tiene un poco de ambas. La literatura es íntima desde el momento en que la persona deja una parte de sí misma en cada palabra, en el instante que describe un suceso vivido para entenderlo mejor. Pero la literatura también es un ejercicio social, pues lo que alguien pueda alguna vez escribir desde sus entrañas pensando que a nadie le parecerá relevante un día puede encontrarse en la lista de los libros más vendidos, leídos y comentados del momento por su trascendencia.

Sandra: Diferenciamos dentro de la literatura entre escribir y publicar. El primero sí puede ser un ejercicio íntimo, sin necesidad de una interlocutora directa; publicar es sin embargo una actividad necesariamente social, en el sentido de “hacer público” un texto.

Para nosotras, las lectoras tienen una importancia radical en la definición de nuestras líneas editoriales; son ellas, junto con las libreras, quienes nos dan el mejor feedback para saber por dónde continuar con nuestras colecciones.

Ana: Es un ejercicio social. Aunque el acto de escribir sea algo íntimo y realizado de forma individual la mayoría de las veces, al compartir o publicar la obra, esta deja de ser del autor y ya es de todos a los que alcance. Sin lectores la transmisión de la historia, su crítica y análisis no sería posible.

Lidia: La literatura es un ejercicio íntimo con una clara vocación social. Todo aquel que publica quiere ser leído y que, de alguna manera, eso transforme al lector en mayor o medida.

Alicia: En mi caso es un ejercicio íntimo. Es deseable desde muchos puntos de vista que exista un cuerpo de personas que te vayan a leer, cuanto más amplio mejor, pero procuro no tener eso presente cuando escribo. A veces deseo que la gente compre mi libro pero que no se moleste en leerlo, me da mucho pudor. Como la gente de esos sitios raros donde la idea de que tus padres tengan sexo entre sí es un tabú, aunque tú misma seas un resultado directo de esa acción, lo mismo me pasa cuando la gente compra mi libro, no puedo ni imaginar que se lo vayan a leer, me da mucho pudor.

¿Cómo veis la realidad del mercado editorial actual, aparentemente abierto a un abanico de diversidad que antes no existía en cuanto a géneros, orígenes o circunstancias anteriormente más individualizadas? ¿Creéis que es una realidad o todavía un sueño por cumplir en manos de unos pocos?

Lucas: Hay público ávido por leer historias que conecten con su realidad. Esto lo veo claro en las historias sobre personas que son trans, que son no binarias, que son jóvenes fuera de la norma, de la propia infancia creativa con el género. Y hay editoriales que están entendiendo esta necesidad y son capaces de ofrecer este tipo de libros. Puede que estas editoriales sean independientes y políticas, frente a otras meramente comerciales, pero todo llegará. Y le llamaremos pinkwashing! (o queerwashing).

Laura: Creo que es una realidad pequeña, es decir, sí, actualmente hay mayor diversidad, pero quienes lo hacen posible son las editoriales pequeñas, las que no tienen tanto presupuesto para una campaña publicitaria o tanto nombre como para que el lector compre el libro solo por haberse publicado en esa editorial. De todos modos creo que eso tiene su lado positivo y es que para la autoría es más accesible, más cercano; aunque puede, como he dicho, ser más complicado para las personas lectoras.

Sandra: El sector editorial en los últimos años se ha visto atravesado por los feminismos, las disidencias y las diversidades. Pensamos que no responde a una moda, sino a un acontecimiento transversal que ha llegado para quedarse. No obstante, aún es necesaria una mayor apuesta por parte de las editoriales para publicar autoras y títulos que huyan de los cánones heteropatriarcales y normativos.

Ana: Creo que la aparición de editoriales y librerías que apuestan por temas más diversos está enriqueciendo el mercado literario y es algo que va a ir en aumento. Estamos cansadas de oír y leer lo mismo de los mismos. Necesitamos voces nuevas y recuperadas que nos trastoquen, nos hagan repensar y reaprender.

Es una realidad pero como siempre las editoriales independientes lo tenemos más difícil que los grandes sellos y también el mercado puede caer en explotar demasiado un género, haciéndolo popular y rebajando la importancia de ciertos temas o movimientos, como en algunos casos para con libros publicados como feministas.

Lidia: Es cierto que cada vez surgen más editoriales que abarcan un amplísimo abanico de temáticas y géneros, pero la realidad editorial es difícil si se trata de llevar a cabo un proyecto longevo y verdaderamente rentable. No debemos olvidar que una editorial, por pequeña que sea, no deja de ser una empresa y que los editores queremos vivir de nuestro trabajo y rentabilizar nuestras inversiones. Esto es una editorial.  Por otra parte, hay muchísimos proyectos microeditoriales que, normalmente bajo el asociacionismo y siendo excelentes proyectos, tampoco tienen ninguna intencionalidad de permanencia a largo plazo. En estos casos suelen compaginar estos proyectos que consideran de «ocio» para su tiempo libre o con ciertos tintes «altruistas» con otro tipo de trabajos que son de los que realmente viven. Y esto, por referirnos solo a las que son editoriales independientes y minúsculas, que el mundo de las medianas y grandes editoriales ya es otra historia. ¿Es un sueño por cumplir de unos pocos? Radicalmente no. Yo monté Lastura ediciones hace 8 años con 300 euros para sacar los primeros ejemplares del primer libro, recién salida del paro y con una hipoteca que pagar. Eso sí, hay que estar dispuesto a trabajar 14 horas diarias y a no tener vacaciones durante los primeros años porque no tienes ni tiempo ni dinero para ellas. Por supuesto, lo volvería a hacer y, de hecho, lo he vuelto a hacer embarcándome con Ana en Kaótica Libros el año pasado.

Alicia: Mi conocimiento del mercado editorial es muy somero. Es verdad que nunca pensé que me fueran a publicar nada, del mismo modo que no esperaba que la gente fuera a venir a mis conciertos o a comprar mis discos y también ha ocurrido. Pero simplemente no tengo herramientas para analizar con un mínimo rigor las cuestiones que atañen al mercado, soy una analfabeta a ese respecto.

¿Consideráis que existen temas que aún no se han tratado lo suficiente o que siguen siendo tabú en la literatura actual?

Lucas: Yo echo de menos libros donde la infancia y juventud pueda verse reflejada y que no tengan que pasar por una feminidad o masculinidad hegemónica, cuyos cuerpos representen la diversidad que existe en nuestras vidas.  

Laura: No creo que sea por ser tabú, pero considero que faltan más libros realistas sobre el amor, la amistad, la familia, etc. Debemos dejar de lado el amor romántico que todo lo puede y escribir más sobre situaciones del día a día, de lo cotidiano, de las dificultades y también los logros (los cuales no es necesario que sean metas inalcanzables) sobre todo en literatura infantil y juvenil.

Al menos a mí me faltó ese tipo de literatura en mi adolescencia, puede que ahora sea distinto, no puedo saberlo a ciencia cierta porque ya no leo historias de esas características.

Sandra: Nos faltan todavía muchos relatos, tantos como las voces de las personas que “merecen ser lloradas” pero continúan silenciadas. Sin embargo, tendencias como el auge de las narrativas del yo denunciando violencias patriarcales en sus múltiples formas nos da esperanza dado que está impulsando la ruptura de muchos tabúes.

Ana: Sí, hay muchos temas aún por tratar y otros que son tan minoritarios que necesitamos más voces que hablen sobre ello, que lo pongan sobre la mesa. Desde Kaótica planteamos reflexiones en torno al feminismo, a la ecología, a la lucha decolonial,a las teorías queer, al transhumanismo… Como pasa en la sociedad en la literatura también se empuja a los márgenes a cierto tipo de obras, pero actualmente existen muchas editoriales que están haciendo una gran labor de recuperación de temas y de autoras creando una diversidad que era y es necesaria.

Lidia: Por supuesto. Y eso es precisamente lo que queremos abordar en Kaótica. Nos interesa que algunas cuestiones salgan de determinados círculos sectoriales y lleguen a otro tipo de lectores. ¿Me interesa que una persona transfeminista lea «Transfeminismo o barbarie»?  Por supuesto. Pero aún me interesa más que lo lea mi padre, su vecina, una profesora ajena a las realidades LGTBIQ+, personas que encienden la televisión y ven un debate en el congreso sobre una Ley Trans sin saber de qué va todo esto… ¿Me interesa que una persona con diversidad funcional y activista lea «Teoría crip»? Por supuesto. Pero aún me interesa más que lo lean los responsables de los centros educativos, los enfermeros, mi vecina con una hija con discapacidad recién nacida… Romper esas barreras grupales y, por otra parte, conseguir que ciertas obras salten de la academia a las calles es nuestra misión.

Alicia: Hace unos años me pidieron que hiciera o dijera algo que estuviera «prohibido en España» para una especie de performance colectiva para algo que no recuerdo, porque no apunto las cosas. Lo primero que se me ocurrió, y lo que finalmente hice, fue coger y leer durante dos minutos insoportables una lista de personas canarias vendidas como esclavas en el mercado de Valencia a principios del siglo XVI, uno de los muchísimos documentos que se conservan y que acreditan esta práctica. Me pareció que es algo tabú aún hoy, el tráfico de personas canarias, sobre todo niñas y mujeres jóvenes, en los años que precedieron y que siguieron a la ocupación europea del archipiélago.

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