-Junio 2021-

MESA LOS HORIZONTES DE DEMÉTER

Laura Huelin y Laura S. Maquilón (La Nave Invisible)

Lana Neble (La Carmensita Editorial)

Marina P. Villarreal (Ménades Editorial)

María José Solano (Zenda Aventuras)

Alicia Pérez Gil (Literup)

¿Qué opináis de la mal llamada ‘literatura femenina’ y de la invisibilización de la misma hasta nuestros días?

Laura Huelin y Laura S. Maquilón (La Nave Invisible): La literatura femenina es esa etiqueta que funciona muy bien para ahorrar tinta y saliva evitando el más largo “literatura escrita por mujeres”, pero que cuando te pones a analizarla un poco hace aguas por todas partes. ¿A qué se refiere femenina? ¿A la literatura en sí, a quien la ha escrito, a quien la lee? ¿Qué quiere decir femenina? ¿Que reproduce unos roles de género, que está dirigida a ese público? Cuando comenzamos el proyecto la usamos y pronto dejamos de hacerlo: vimos que carecía de un significado real y que además se entendía de una manera errónea. Cuando se habla de literatura femenina, el público general la vincula con escritoras escribiendo para mujeres, y eso también es una forma de invisibilización y misoginia: mientras los hombres escriben “literatura universal”, las mujeres escriben “literatura femenina”.

Vimos también que la utilización de esa terminología servía para consagrar el status quo. La literatura femenina, como todo lo femenino en la historia, quedaba degradada. Y si alguna autora se libraba de la etiqueta era porque “escribía como un hombre”, incluía contenido con altos grados de violencia y lenguaje malsonante (habría que estudiar también qué concepto de masculinidad es este), lo que también es una forma de misoginia: lo bueno, lo especial, lo destacable es lo masculino.

La propia etiqueta es una forma de invisibilización. Si a ello sumamos que se publica a menos mujeres, se lee a menos mujeres, se reseña a menos mujeres y son el animal mitológico favorito de los libros de texto en el entorno académico, tenemos un sistema que de manera natural relega a las escritoras a un segundo plano.

Lana Neble: Hace unos años mi estantería estaba compuesta básicamente por un 90% de libros escritos por hombres y fue lo que impulsó que comenzase a participar en el Yo leo autoras. Al final, me di cuenta de que yo, como consumidora, no estaba dejando hueco en mi propia casa a libros escritos por mujeres y esa iniciativa lo cambió todo. Empezó por dedicar un mes entero a leer autoras hasta transformarse en una manera también de entender la literatura. Ahora mismo hay más libros escritos por mujeres que por hombres en mi estantería, la literatura escrita por mujeres me acompaña de otra manera, me gusta que ellas construyan mis nuevos referentes y darles un espacio, aunque sea pequeño, pero que ayude a que el día de mañana sea mucho más grande.

Marina P. Villarreal: Para mí no existe una literatura femenina, existe una literatura en la que hay autoras y autores, por lo que seguir haciendo referencia a estas terminologías del pasado me parece una manera indirecta de continuar perpetuando los esquemas patriarcales de invisibilización a la mujer.

Con respecto a la invisibilización de la mujer en la actualidad creo que todavía nos queda mucho camino por recorrer, mucha historia que recuperar y que divulgar. Pero creo que estamos en un proceso positivo en cuanto a que cada vez hay más personas dedicadas a la recuperación de las voces de las mujeres o proyectos que apuestan por lo que ellas escriben y mi sensación es que cada vez hay más lectoras (entiéndase este femenino como universal) interesadas en leer otros discursos y desde otras miradas.

María José Solano: La naturaleza de la hembra, su carga genética, su manera de abrir los ojos, desde que son niñas, al mundo, de encararse con el cuerpo, el corazón, las emociones, el paisaje, el espacio que habita, las personas con las que se relaciona, etc., es sustancialmente diferente a la posee el varón. La herencia genética y sociológica de la mujer a través de los milenios de existencia de la raza humana es una realidad compleja y una carga valiosa e irrenunciable. Todo eso se pone de manifiesto cuando la mujer se expresa y, en mucha mayor medida, cuando lo hace mediante la escritura profesional.

Dicho lo cual, como lectora no entiendo esa clasificación de “literatura femenina”, como tampoco entendería la de “literatura masculina”. Lo que existen son miradas y voces con sus lecturas y sus realidades históricas volcadas, con mayor o menor talento (en hombres y / o mujeres), en la Historia de la Literatura. La invisibilización a la que hacéis referencia no es exclusiva de la literatura, sino que ha sido y sigue siendo un fenómeno sociológico contextualizado en el devenir de la Historia.

Alicia Pérez Gil: Creo que no existe una literatura femenina. Creo que no hay una manera específicamente femenina de escribir. Sin embargo, sí existe una literatura escrita por mujeres y esa sí se ha invisibilizado. De la misma manera que se han invisibilizado nuestros aportes al mundo de la ciencia o de otras artes. 

Otra cosa es que se llame literatura femenina  a ciertos géneros, como la erótica o la romántica. Géneros denostados no tanto por su temática o su contenido (hola, Sade), sino por estar asociados a autoras y no a autores. Pasa lo mismo con la literatura juvenil. Los libros de fantasía escritos por hombres están en una sección diferente a los libros de fantasía escritos por mujeres. Los primeros son solo fantasía, mientras que los segundos se catalogan como fantasía juvenil. Así, no solo se minusvalora la obra de estas autoras, sino que se las infantiliza a ellas. Lo que no deja de ser peligroso en más de un sentido. Al fin y al cabo, los niños no son sujetos de derecho al mismo nivel que las personas adultas, sino que necesitan de padres o tutores legales. Si lo piensas de esa manera, la etiqueta «literatura femenina» funciona a nivel psicológico general como aquellas leyes que impedían a las mujeres abrir una cuenta bancaria sin el permiso de los hombres.

Así que, contestando a la pregunta ¿Qué opino de la mal llamada literatura femenina?: pues me molesta mucho que siga existiendo la etiqueta.

¿Cómo creéis que contribuyen los medios de comunicación al cultivo de dicha etiqueta?

La Nave Invisible: Los medios de comunicación de masas no dejan de ser parte de grandes empresas editoriales, y comparten sus valores y sus publicaciones: los medios no solamente distribuyen la idea de que la literatura seria y digna es la realista, sino que les siguen otorgando mayor presencia, relevancia y publicidad a los libros escritos por hombres; excepto cuando se trata de historias románticas, que se orientan a un público femenino. Cuando dedican tiempo a una escritora, la tratan como un raro caso de éxito, no como parte de un segmento de población que escribe bien y a menudo.

Incluso, a finales del año pasado, un medio admitió que había decidido hacer la lista de recomendaciones de los mejores libros publicados durante 2020 de escritoras en exclusiva porque, como durante la pandemia sus escritores bestsellers habían atrasado sus lanzamientos, no podían añadir a ninguno de ellos.

También es común que medios más pequeños hagan listas de recomendaciones donde las escritoras siguen siendo una gran minoría (y en algunas listas no aparecen en absoluto).

Ellas siguen siendo las secundarias, las que solamente pueden aparecer y publicitar cuando los han agotado a ellos. No se les trata de manera igualitaria. Y, sobre todo, no se las incluye en las conversaciones de manera orgánica: lo hacen en espacios dedicados únicamente a las escritoras o recalcan que son casos excepcionales. De esta manera se siguen diferenciando de la “literatura normal y universal”, que es la que escriben los hombres.

Lana: Creo que ha habido un cambio en ese aspecto; es cierto que hace años se potenciaba el anunciar libros escritos por mujeres para un público exclusivamente femenino y que aún sufrimos coletazos de ello, pero también veo más respeto. Leo entrevistas fantásticas a escritoras, columnas, reseñas, la publicidad engrosa mi lista de libros que deseo comprar. Desde mi punto de vista, aunque aún quede mucho que cambiar, veo más valor a los libros escritos por mujeres.

Marina: Desgraciadamente los medios de comunicación masivos, salvo contadas ocasiones, no son un apoyo para romper con la invisibilización de las escritoras, pero los grandes cambios siempre empiezan a pie de calle. Mi mirada está en los pequeños medios, en los blogs, en esas personas que hacen comunicación día a día sin necesariamente formar parte de un gran grupo de televisión o trabajar en un periódico de renombre, y en muchos de estos espacios ya se habla de literatura y de autoras.

María José: Afortunadamente, en los dos últimos siglos, las mujeres han conseguido muy poco a poco recuperar esos lugares que por derecho les corresponden en la estructura social. Los medios, siempre atentos a la noticia, solo son altavoces de novedades y como la revolución femenina es novedosa, se hacen eco de ella, naturalmente. Pero me temo que el precio a pagar es, en ocasiones, muy alto, pues éstos visibilizan siempre lo más “noticiable” de una noticia, que nunca suele ser lo más auténtico o valioso, sino lo más “vendible” para la masa. Creo que la imagen que los medios ofrecen de esta revolución femenina que incluye la literatura es, la mayor parte de las veces, grotesca, deformada y vergonzante. También es verdad que gracias a su esfuerzo y su colaboración se están recuperando imprescindibles voces femeninas de la literatura como, últimamente, la magnífica campaña de comunicación a favor de la memoria y la obra literaria de Doña Emilia Pardo Bazán.

Alicia: Hay medios de comunicación para todos los gustos, de todas las cataduras y de calidades diversas. Los que leo no suelen hablar de «literatura femenina». Pero como vivo en sociedad, no puedo evitar oír la radio de vez en cuando, o ver algún extracto de programa televisivo. Los medios de comunicación más populares se ocupan más de lanzar mensajes simples que les reporten grandes audiencias que de informar. Así que siguen utilizando un lenguaje poco preciso y, como en este caso, poco conveniente a los intereses de las escritoras. 

En el pasado se ha diferenciado la literatura escrita por la mujer y la literatura escrita por el hombre en cuanto a la propia forma.  ¿Creéis que existe dicha diferencia?

La Nave Invisible: Esta es una pregunta complicada. Porque la idea de que mujeres y hombres escriben de manera diferente parte de que hay una diferencia biológica: la historia de ellos cazadores, ellas recolectoras, ellos trabajadores, ellas amas de casa, ellos lógicos, ellas sentimentales. Sabemos que esa diferencia no existe y, por lo tanto, una mujer y un hombre pueden escribir exactamente igual. Es sonado el caso de James Tiptree Jr., que se hizo un hueco entre los escritores de ciencia ficción de los 70 en Estados Unidos y al que se le llegó a alabar su escritura “eminentemente masculina”; pero unos años después se descubrió que era el pseudónimo de Alice B. Sheldon, que, efectivamente, solo vivía como hombre en la imaginación de sus lectores.

Sin embargo, la experiencia vital de una mujer y de un hombre no es la misma, por lo que es muy difícil que vayan a escribir de la misma manera. Las inquietudes, los miedos, las aspiraciones de futuro o sus experiencias pasadas, que son elementos que están presentes en el trasfondo de su obra de manera consciente o no, son diferentes. Cuando nosotras nos animamos a empezar a leer a más mujeres descubrimos que las escritoras pueden tratar con más tacto algunos temas que los hombres habían pasado por encima, como pueden ser la jerarquía social, la maternidad y la incertidumbre asociada a ella, las reacciones de personajes femeninos frente a personajes masculinos agresivos, etc. Es decir, los personajes y las historias estaban escritos de maneras que nunca habíamos visto que hicieran los hombres.

Por eso es una pregunta complicada. ¿Pueden las mujeres y los hombres escribir igual? Sí. Por supuesto. Sin embargo, en la práctica no siempre resulta así. Sabemos que hay temas que las mujeres son más propensas a tratar que los hombres, y los enfoques de las historias pueden cambiar según quien las escriba (del mismo modo que ocurre entre hombres, tampoco es nuevo). Pero esto es derivado de su experiencia en sociedad, no según un imperativo biológico.

Lana: A mí no me lo parece. Creo que tanto hombre como mujer pueden escribir alrededor de un mismo tema. Cada uno tendrá su impronta, pero como cualquier escritor. Creo que los estereotipos a la hora de escribir están más diluidos.

Marina: No. Esa diferenciación es un ejemplo más de las herramientas utilizadas por el patriarcado para minusvalorar a la mujer. ¿Acaso existe diferencia en la forma de cocinar de mujeres y hombres?

María José: Existe una mirada diferente hacia el alma y hacia el mundo, y eso, cuando hay talento, termina conformando un caudal léxico riquísimo en ambos casos, pero también cargado de matices diferenciadores. Esa diferencia es enriquecedora para el lector; es maravillosa, milagrosa y necesaria. Lo que no puede tolerarse de ninguna de las maneras es la diferencia de oportunidades entre hombres y mujeres, los prejuicios, las limitaciones por sexo, los recelos editoriales o los privilegios hacia un sexo en detrimento del otro.

Alicia: No, no lo creo. Si existiera, las mujeres que escribieron con pseudónimos masculinos no habrían podido pasar inadvertidas. 

¿Cómo creéis que ha evolucionado la figura de la editora en los últimos años? ¿Qué influencia creéis que tiene dicha figura en la construcción de las carreras literarias de las autoras?

La Nave Invisible: Creemos que no influye tanto el género de los editores sino la filosofía propia de la editorial. Las grandes editoriales en este país, durante las últimas décadas, han tenido en algún momento a editoras encargadas de colecciones o sellos enteros; y esto no tuvo ningún cambio en las publicaciones: se traduce mayoritariamente a hombres, las reediciones suelen ser de hombres, a las autoras se les dedican menos recursos en publicidad, etc. Aconsejamos leer este artículo de Elena Lozano para ver un ejemplo relativamente reciente: https://www.crononauta.es/la-invisibilidad-de-la-escritora-en-la-escena-editorial-espanola/ 

Todavía ocurre hoy en día, cuando el público pide activamente más libros escritos por mujeres, incluso algunos que han ganado premios y que están alabados por la crítica y lectores de otros países (las editoriales grandes son mucho más propensas a traducir que a aceptar manuscritos en español). A las grandes editoriales generalmente les cuesta más publicar libros escritos por mujeres, y los que se traducen suele ser porque son inversiones seguras, como la trilogía de La tierra fragmentada de N. K. Jemisin o la Trilogía del Radch de Ann Leckie; son libros con premios y alabanzas en el mercado editorial inglés y, sin embargo, se publicaron por poco aquí. Hay libros con premios Hugo o Nebula que no se han traducido o no se piensan traducir (como la continuación de Los diarios de Matabot de Martha Wells, cuya publicación está abandonada desde el segundo tomo aunque sigue cosechando premios y nominaciones). Sin embargo, siguen publicando libros que tienen mucho menos reconocimiento y trayectoria en otros países… pero que están escritos por un hombre, seguramente porque venden más. Habría que estudiar entonces por qué se da este hecho.

Es verdad que en los últimos años esto ha cambiado un poco, y en algunos sellos hay mujeres feministas al frente. El matiz es importante. Al final te guías por líneas editoriales, y acabamos centrándonos en editoriales medianas o independientes que tienen un compromiso feminista o que hacen un esfuerzo consciente por publicar a más mujeres, tanto españolas como traducidas. En estas editoriales más pequeñas las editoras (y en algunos casos, editores) sí hacen un esfuerzo por tener un catálogo más igualitario, aunque no cuentan con tantos recursos y no pueden publicar todo lo que desearían. Si hay más autoras españolas en las librerías es gracias a ellas.

Lana: Las editoras son una parte fundamental. Es importante que esa figura también ayude a romper con lo que se espera de un «libro escrito por una mujer». Todo equipo que esté formado por personas que entiendan ver la profesión con perspectiva de género y trabajen para mejorar el campo siempre es absolutamente necesario. 

Marina: Personalmente llevo poco tiempo trabajando en este sector y no tengo la suficiente experiencia para decir si ha evolucionado o no en los últimos años. Sí puedo decir que en el mundo de la cultura en general hay pequeños cambios, o mejor dicho, más conciencia, pero falta mucho recorrido.

Ni todos los editores son machistas, ni todas las editoras son feministas. Para mí, marca la diferencia que el proyecto editorial sea feminista.

María José: Cuando compro un libro de la editorial Fórcola, Acantilado, Reino de Redonda, Círculo de Tiza, Cabaret Voltaire, Siruela, Zenda Aventuras o Despertaferro no estoy pensando si es hombre o mujer el editor que está detrás. Y lo mismo me pasa cuando compro una novela o un ensayo o un libro de historia. Los grupitos diferenciadores y diferenciados siempre me han resultado artificiales y contraproducentes.

Alicia: No creo que pueda dar una buena respuesta a esta pregunta porque, honestamente, no conozco lo suficiente el tejido editorial. No sé cómo eran las cosas hace unos años y de cómo son ahora tengo una visión sesgada. Sé que existen más editoras y, en mi círculo, esas editoras tratan bien a las autoras. Me refiero a que se portan con ellas de manera profesional, pagan sus royalties y valoran sus obras como merecen. No puedo decir nada más al respecto.

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