
-Luces de Gálibo-
Qué gratísima sensación te deja disfrutar de un poemario trascendente, vital, pleno, lleno, íntegro, perfecto. El I Premio de Poesía para Jóvenes de Fundación Caja Navarra es el sombrero de estas páginas. La editorial Luces de Gálibo es su abrigo. Blanca Berjano lo es todo.
La isla de Mayotte, geolocalizada en el Canal de Mozambique, es retratada sociocultural y gráficamente por la pluma de Blanca, que termina de consagrarse como una de nuestras más patentes debilidades literarias de los últimos años.
Desarrollado en tres actos y plasmado con una libertad técnica total -poemas de verso ancho, juegos visuales y estéticos que destruyen los límites físicos y clásicos preconcebidos, parentesco estilístico con tan admirados Ángela Segovia y Álvaro López Fernández, entre otros-, el conjunto de veinticinco composiciones se distribuye en un paradójico casi enteramente simétrico nueve-ocho-ocho tras sendas citas introductorias -Ángela Figuera Aymerich y Nathacha Appanah- que contextualizan el espíritu de la obra y rematado con un bello glosario de palabras en shimaore para una comprensión absoluta de lo compartido en su interior.
La primera parte, Los expoliadores son los mzungu, traza los cimientos feministas sobre los que cabalgará indómita la transparente poesía de Blanca: el blanco gigante es el señoro blanco, la diana perfecta para estas flechas besadas por Venus y cosidas por Diana. El impacto es constante, como una lluvia incesante que descarga en su crecimiento hacia la tormenta una ristra de rayos y espantos de los más grises y elementales receptores. Blanca usa el arco maravillosamente; lo viste de referencias culturales geniales, lo adorna con ferviente naturaleza, lo toma desde el corazón, desde la entraña. Un pedazo de dedo propio vuela en cada sacudida.
La segunda partSABEN QUÉ: A LA MIERDA LA SEGUNDA PARTE, A LA MIERDA LAS PARTES; AQUÍ NO HAY PARTES, HAY BELLEZA, UNA DEVASTADORA Y PODEROSA BELLEZA; HAY ARTE, HAY ALIMENTO PARA EL ALMA, QUE ES LO QUE DEBE SER siempre LA POESÍA.
A continuación la autora explicita con mayor contundencia el estigma arrastrado históricamente por la mujer y vierte sobre la discusión la puta, la zorra, la ramera. El canto de voz rota tan sonora orientado a derribar cristales mentales reverbera en nuestras paredes conforme avanzamos en la lectura: la densidad todo lo ocupa; la profundidad todo lo abarca. Estamos en alta mar, en aguas femeninas, ardientes, espectaculares. Estamos – quizás- en aguas clandestinas. Prohíban este libro. Ha ganado noséqué y sirve para educar. Claro que sirve para educar. Pero hagan mil, millones, mil millones, mil mil millones de millones de copias antes de arrojarlo al fuego del miedo, y repártanlas, como rosas rojas, en todas las manos hambrientas que necesiten aire.
Nos asomamos a la barrera más bonita del mundo. El cúmulo de las infinitas líneas finales cierra el círculo. Las imágenes viven dentro y sacan hasta medio cuerpo fuera para saludar. Quedamos absortos, exhaustos, marcados. Experimentamos la realidad física de vivir fuera del mundo expresado por Blanca Berjano, y eso nos pone azules, extraordinariamente tristes. Tal vez llamarla ‘mamá’ sería pretencioso, inadecuado o demasiado sencillo. Algo nuestro se ha quedado entre sus versos. Prendido y perdido.
Resulta excesivamente facilón ilustrar con este ejemplo lo que es el Síndrome de Stendhal. Pero es que Blanca nos habla de ella. Ese recorrido último de páginas próximas a la caída del telón de esta obra es tan autobiográfico, tan crudo y desnudo. Gracias por compartirte y compartir tu literatura. Mayotte siempre será un lugar especial por tu culpa.
-Altavoz Cultural-
CUATRO PREGUNTAS A LA AUTORA
1. ¿Existe algún momento consciente en el que decides reunir el conjunto de poemas que conforman La barrera más bonita del mundo y hacerlo libro o realmente el proceso de confección es mucho más indirecto respecto del frío acto de publicación?
Cuando escribí La barrera no pensaba en nada más que en la escritura. Para mi proceso expresivo y de creación sería nefasto componer los poemas desde la perspectiva o desde el objetivo de la publicación; creo que de algún modo me censuraría, que acabaría escribiendo algo completamente diferente, pasado por unos filtros más comerciales, unos discursos más normativos, buscando el beneplácito de vete tú a saber quién.
En efecto, creo que la confección de un poemario no tiene nada que ver con su futura publicación. Para mí, el proceso de escritura de este libro fue bastante orgánico; fui escribiendo los poemas como en una suerte de arrebato, un poema me iba llevando al siguiente, y después vino la ardua tarea de encontrar un orden, una cohesión a todo lo que había escrito. Solo cuando creí tener un proyecto entre manos pensé en enviarlo a concursos con la idea de compartir con lectorxs y poetas lo que había escrito. Tuve la suerte de ganar un premio, si no, no sé si este libro hubiera salido publicado.
2. Tiempo después de su escritura, ¿cuáles son las tres primeras imágenes que te golpean en la mente al pensar en este recorrido poético por Mayotte y su espacio sociocultural?
Se me vienen a la mente los caminitos de los agricultores por entre las plataneras y los árboles de mangos, las plantaciones de Ylang-Ylang y su aroma envolviéndome. Los críos descalzos subidos a los árboles y jugando bajo la lluvia. Los lémures recorriendo los cables de la luz, los camaleones, los mosquitos, los gatos. Los pescadores en sus piraguas de madera, la barrera de coral, el olor constante a mar y a humo. Me colman y me rompen esas imágenes para mí paradisíacas, porque todo paraíso tiene su infierno, y en el caso de Mayotte es muy evidente: la pobreza y la violencia, la situación terrible de las personas migrantes, los mzungu (funcionarios del estado francés) que vienen a la isla buscando menores, menores en situación de vulnerabilidad que sufren abusos sexuales de estos hombres europeos, o la realidad de las trabajadoras sexuales atravesada además por la falta de derechos y el racismo. En definitiva, la herencia del colonialismo, que habría que analizar y tratar con más detalle.
3. La obra es, ante todo, orgullosamente feminista. ¿Qué papel han jugado en su ideario todas aquellas influencias socioculturales, lecturas y experiencias que te han formado y definido a ti a partir de la instrucción en el Feminismo? Como contraste a ese aprendizaje, digamos, externo, ¿cómo logras integrar en esas mismas líneas una dedicación a tu yo más personal, más íntimo, a la Blanca más primaria, incluso anterior a ese Feminismo asimilado?
Me resulta un poco difícil desfragmentarme en ese sentido porque creo que mis lecturas han ido de la mano de mis propios intereses o necesidades; quiero decir, he ido leyendo a raíz de tener ciertas preocupaciones y de sentirme atravesada por ciertas problemáticas. Desde que comencé a vivir en otros lugares, primero en India y después en Mayotte, sí me di cuenta de que apenas había leído a personas racializadas, o por lo menos alejadas de un feminismo occidental, blanco, privilegiado. Esto me sirvió para entender el feminismo desde otras perspectivas. En este sentido, escritoras como Micere Githae Mugo, Warsan Shire, Stella Nyanzi, Nathacha Appanah o Koleka Putuma me han inspirado enormemente.
4. La lengua como vehículo comunicativo es resaltada de manera hermosa en la praxis de tu poemario. Nos encantaría saber qué hay detrás: cómo configuras tu rango de expresión en medio de un contexto lingüístico tan diverso y rico, en el que interactúan realidades muy distintas entre sí; qué permanece de tu propio léxico, qué formas se incorporan a posteriori, cómo eliges tus palabras, dónde se besan el español y el francés…
Algo que me acompañó a lo largo de este poemario fue sin duda la contradicción, la contradicción como persona mzungu privilegiada que vivía en una antigua colonia del estado francés y donde yo, de algún modo, colaboraba con mi mera presencia a que esa situación se perpetuara. Esto, sin duda, se transfiere al lenguaje; aparece una lengua culta combinada con bastantes coloquialismos. Me gustó jugar con el lenguaje desde la perspectiva de la contradicción, de la unión de dos registros en apariencia incompatibles, del mismo modo que en Mayotte se unen dos realidades tan antagónicas. También quise jugar con el espacio y lo visual en los poemas; versos largos, separados por falsos hemistiquios o grandes pausas, palabras que se borran lentamente, los encabalgamientos.
Finalmente, el poemario emana de mí, de lo que llevo dentro, de mis raíces. Creo que no ha habido un léxico incorporado a posteriori, sino que en los poemas se intuye mi pasado como filóloga clásica, el léxico y el universo simbólico del flamenco, y aparecen términos en francés u otras lenguas (como el italiano o el alemán) porque también forman parte de mí. No obstante, es cierto que el francés o el shimaore (una de las lenguas de Mayotte) están más presentes porque los utilizaba en mi día a día.