
Bienvenida a Altavoz Cultural, querida Noa. Nos gustaría comenzar conociendo mejor a la persona detrás de la autora: ¿qué experiencias, pasiones, intereses y referentes vitales te han forjado personalmente de manera previa al desarrollo de tu faceta literaria?
¡Hola! Antes de nada, gracias por darme esta oportunidad y contar conmigo para la entrevista.
Respondiendo a vuestra pregunta, siempre me ha encantado leer. Desde pequeña, mis padres me inculcaron el hábito de la lectura y me ayudaron a descubrir esos portales a otros mundos y a otras historias que son los libros. Además de eso, creo que siempre he tenido bastante imaginación y siempre me montaba mis propias historias en mi cabeza. Claro que, siendo tan pequeña, ni se me pasaba por la cabeza que esas historias pudieran salir de mi imaginación y plasmarse en un soporte más «real», por así decirlo, como es el papel.
Por supuesto, cuando mandaban hacer redacciones en el colegio, yo disfrutaba muchísimo inventándome esas historias, pero siempre eran cortitas —apenas una o dos páginas— y nunca pensé que fuera a ser capaz de escribir algo más largo. El punto de inflexión llegó cuando leí Memorias de Idhún, de Laura Gallego. Tendría once o doce años, y después de terminar el primer libro y echarle un ojo a la biografía de esta autora, de cómo comenzó, recuerdo que pensé: «yo quiero escribir así de bien». Poco después de eso, leí un libro titulado El parque prohibido, de Andrés Ibáñez. No recuerdo bien el argumento, pero sí sé que de ahí nació la inspiración para mi primera historia.
¿Qué te aporta el relato como formato literario y qué ventajas e inconvenientes le encuentras respecto de una novela?
Un relato es algo rápido y conciso. La historia ha de ser relativamente corta, y eso también le aporta cierta simplicidad, ¿no? Quiero decir: si quieres plasmar una trama en 5-10k palabras, no puedes tener un worldbuilding muy complejo ni tampoco muchísimos personajes. Al mismo tiempo, también es algo que se escribe rápido; en una o dos tardes de escritura puedes tener el primer borrador más o menos terminado.
Todo esto hace que el relato me parezca una muy buena manera de practicar. Como son historias que no llevan mucho tiempo escribir, en cada relato puedes atreverte con pequeños nuevos retos, como puede ser el utilizar un narrador que nunca antes has usado, escoger un personaje que, de primeras, quizás no sea el más fácil de llevar, también permite probar estilos diferentes… En definitiva, creo que los relatos, además de para plasmar esas historias que podemos tener rondando por nuestra imaginación, son un buen recurso para coger práctica y hábito escritor, porque, al final, si en algún momento alguien quiere escribir una novela, lo que va a necesitar, sobre todo, es una cierta constancia. Por supuesto, también es un hecho que cuanto más practiques, más vas a conocer tu propio estilo y sabrás cuáles son tus puntos débiles y serás capaz, poco a poco, de identificarlos con más facilidad y los primeros borradores serán cada vez más pulidos.
La novela, como he dicho, requiere más trabajo que un relato. No solo porque sea una historia más larga y, por lo tanto, lleve más tiempo escribirla —lo cual requiere un hábito y una constancia que no todo el mundo tiene, pero que también se puede ir adquiriendo poco a poco—, sino también porque la historia puede ser más compleja. A más complejidad, más cosas hay que explicar y, por lo tanto, más palabras son necesarias. No obstante, la ventaja de esto es que te da muchísima libertad a la hora de crear el mundo que quieras, con sus normas y costumbres, y meter cuantos personajes consideres necesarios. En un relato, como ya expliqué, todo lo que puedes meter a nivel de worbu o personajes es limitado porque debe ser corto. En una novela no existe esta limitación, eres libre de explayarte todo lo que quieras.
Vayamos a tu última novedad editorial: El príncipe del Bosque Oscuro (Ed. Titanium) es valiente, ingeniosa y necesaria. ¿Por qué ahora, en este momento de tu vida y en esta época que vivimos? ¿Por qué Titanium como hogar para la criatura?
Bueno, el momento la verdad es que fue porque coincidió. Esta historia lleva casi cinco años acompañándome y en 2020 consideré que ya estaba lista, que había llegado al final del viaje con ella y, además, quería que la gente conociera la historia de Ariken y Sophie. Porque no es solo una historia de fantasía sobre un amor prohibido; también habla de lo que yo llamo «la dualidad de lo desconocido»: lo que no conocemos puede generar miedo y desconfianza, y esto lleva a que se formen los prejuicios, el racismo, el rechazo; pero también puede provocar curiosidad y fascinación, atraernos de un modo insospechado e irresistible. Esta es precisamente la oposición de posturas que hay en el libro: el rey del Bosque Oscuro representa la primera, y el príncipe, la segunda.
En cuanto a Titanium, lo cierto es que llegaron cuando ya había intentado otras cuantas editoriales, pero a ellos ni me acordaba de que les había mandado la propuesta. Por eso, cuando me respondieron para decirme que estaban interesados, fue bastante inesperado y tardé bastante en creérmelo. Después de hablar con ellos y preguntarles todas las dudas que una novata en este mundillo —como yo— puede tener, me acabé decantando por esta editorial para que acogiera mi novela.
¿Cómo fue su proceso creativo desde cero, desde su primer estímulo? Nos interesa saber particularmente cómo construyes todo el universo visual que se proyecta en la obra.
El proceso creativo de esta novela fue bastante poco común, debido principalmente a que no tenía ningún hábito escritor ni estaba tan metida en la creación de historias como estoy ahora.
Recuerdo que estaba de Erasmus en Holanda cuando me vino a la mente la idea de un personaje llamado Ariken. No tenía nada más, solo su aspecto y su nombre. Cuando me ocurre esto, que lo primero que se me ocurre es el personaje, recurro a un truquillo que leí por ahí: hacerme tres preguntas. La primera, ¿quién es tu personaje?, implica crear todo el worbu. ¿De qué raza es? ¿Cómo es su familia? ¿Dónde vive? ¿Qué gustos/aficiones tiene?, etc. Y aquí es donde apareció la imagen del claro del sauce, que aparece en la portada del libro y que fue mi punto de partida. ¿Por qué ese lugar era importante? Pues por la segunda pregunta: ¿qué es lo que más quiere el protagonista? Esta me dio la principal motivación de Ariken, que está representada en la novela a través del personaje de Sophie. Finalmente, la tercera pregunta, ¿cómo impido que lo consiga?, apareció más tarde en la historia, cuando ya tenía las bases asentadas, y su representación en el libro es la princesa Ziendel.
Por otro lado, el primer borrador lo escribí en apenas dos semanas, pero lo cierto es que solo contaba con cuarenta páginas de Word. Después de llegar al final, no sabía muy bien qué hacer con el texto; pensaba que no valía para nada, así que lo metí en un cajón durante casi un año. Entonces, revisando antiguos escritos míos por las infinitas carpetas de mi ordenador, me encontré con ese manuscrito y decidí darle una segunda oportunidad, ampliando y dándole más cuerpo a los personajes y al worbu, hasta que llegó a ser lo que podéis leer todos.
Para construir el universo visual, que me habéis preguntado por ello, lo que hago es utilizar descripciones relativamente cortas y concisas; me gusta dar la información necesaria para que el lector pueda ubicarse y hacerse una idea del entorno, pero dejar que él/ella sea quien ponga esos detalles finales en su imaginación. Las descripciones, por otro lado, a veces no van en una única secuencia de párrafos todas seguidas, sino que las intercalo con diálogos, introduciendo algunos retazos del entorno en las acotaciones, por ejemplo. Supongo que esto lo hago porque a mí, personalmente, no me gustan las descripciones muy extensas o detalladas en exceso, así que intento hacer lo que a mí me gustaría encontrarme en un libro.
¿Qué personajes guía -dentro del imaginario de la literatura fantástica-, influencias y/o detalles autobiográficos nutren la creación de Ariken y Sophie?
Ariken es el que más influencias tiene, eso seguro. La primera sería Legolas (El señor de los anillos), en el que me inspiré para el aspecto de mi protagonista. No obstante, en cuanto a personalidad e, incluso, la manera en la que pelea, Ariken bebe mucho de Edmund Pevensie (Las crónicas de Narnia), que es un personaje que siempre me ha encantado en diversos aspectos.
Siendo sincera, Sophie no tiene tantas influencias. Su nombre lo elegí en honor a la protagonista de El castillo ambulante, que siempre ha sido una de mis preferidas, pero eso es lo único en lo que me inspiré para crearla. Sí que puedo decir que es una persona emocionalmente muy fuerte, y eso es algo que admiro muchísimo de esta personaje y, quizás, este rasgo lo tenga porque es algo en lo que yo, hasta cierto punto, quiero mejorar.
¿Cómo elaboras el espectro discursivo de la obra?: ¿qué registros (formales, coloquiales, vulgares), formatos (diálogos, pensamientos insertados, flashbacks) y personas narrativas (primera, tercera) empleas con más frecuencia y mayor desparpajo?
Nunca he sido buena para poner etiquetas —se ríe ruborizada—, pero yo diría que mi estilo es tirando a coloquial. Me centro sobre todo en que la narración sea fluida, ligera, rápida y dinámica, por lo que no suelo meter palabras enrevesadas o excesivamente formales, porque creo que eso haría la lectura menos ágil.
En cuanto a las personas narrativas, he probado tanto la primera como la tercera. A ambas les veo ventajas e inconvenientes, aunque he descubierto que mi preferida es el narrador personaje en tercera persona; es decir, narrar en tercera persona, pero conociendo solo lo que el personaje en el que me centro sabe, piensa y siente. Eso me da la «distancia» de un narrador externo, pero, a su vez, toda la información que tendría una primera persona con algo más de libertad.
El príncipe del Bosque Oscuro está narrado en tercera persona y uso narradores que se centran en los personajes que me interesan. No son tan cercanos como el que acabo de mencionar; digamos que el narrador conoce todo lo que ocurre, pero decide centrarse más en uno de los personajes que hay en la escena (que, en general, son Ariken o Sophie).
En cuanto a formato, he de reconocer que los flashbacks no son de mis recursos más utilizados. No suelo cortar la acción para contar algo que ocurrió en el pasado. Sí que, si es necesario, puedo insertar información del pasado de un personaje, pero no a modo de una escena distinta, sino formando parte de la que está teniendo lugar. Además de esto, me gustan mucho los diálogos o insertar alguna frase relevante que el personaje piense en algún momento dado, porque creo que es la forma más eficaz de que el lector conozca a los personajes.
El mensaje social que emana la novela es poderosísimo, especialmente importante ahora mismo, en estos peligrosos tiempos plagados de prejuicios y odio. ¿Cómo logras conciliar la relevancia de ese trasfondo y la estupenda forma de entretener a través de una historia que no deja de tener una base puramente ficticia? ¿El mensaje te llevó a la forma o la forma te desveló aquello que podías llegar a contar?
El mensaje que quería contar nació un poco a partir de la tercera pregunta que he mencionado antes, la referida a cómo impedir que el protagonista consiga lo que quiere o que alcance su motivación. El principal problema con el que se encuentra Ariken es que las relaciones interraciales están terminantemente prohibidas en su reino, por lo que lo que está haciendo al mantener contacto con Sophie es un delito.
Lo cierto es que tardé un poco, a medida que iba desarrollando la trama, en darme cuenta de que lo que estaba contando era un problema de racismo y de odio, algo que, en realidad, está muy presente en nuestra sociedad hoy en día —por desgracia. No obstante, yo creo que toda literatura, aunque sea ficción, parte de una base real, de algo que los autores conocemos, algo presente en nuestra sociedad, y los libros también tienen ese papel de concienciación. No siempre es imprescindible que actúen de este modo, pero en este caso surgió así y me parece que todos podemos sacar alguna enseñanza de esta historia.
¿Qué queda de aquella niña que escribió la primera versión de lo que después sería El Territorio de las Almas Perdidas? ¿Cómo consideras que ha evolucionado tu literatura desde entonces y hasta hoy? ¿Qué es lo que más te enorgullece y qué desecharías del camino andado?
De esa niña quedan la pasión, las ganas y el amor por las historias. Como es lógico, mi estilo ha cambiado mucho en esta última década, ha madurado conmigo y me gustaría pensar que, además, ha mejorado. También he aprendido mucho en lo que respecta a normas ortográficas y gramaticales, así como cuestiones de estilo, y todo eso influye y, desde mi punto de vista, aumenta la calidad del texto (respecto a los que escribía esa niña de doce años, quiero decir).
Estoy muy orgullosa de haber sido capaz de escribir esta historia, de haberme empezado a tomar más en serio la escritura y ganar la confianza necesaria para sacar mis proyectos a la luz y atreverme a que la gente me lea. Lo único de lo que me arrepiento es de no haber empezado antes, de haber tenido la historia de Ariken y Sophie metida en un cajón durante tantos meses pensando que no valía para nada.
Para concluir nos encantaría que te dirigieras a tus lectoras y lectores con el mensaje que desees. ¡Mucho éxito y mucha suerte, Noa!
A mis lectores solo quiero darles las gracias. Tanto a los que estuvieron presentes desde el principio, a los que se unieron por el camino y a los que acaban de llegar: gracias por el apoyo que siempre me brindáis a través de las redes sociales; me llena de alegría ver que hay gente que se interesa por mis historias y que les da una oportunidad. Espero que las disfrutéis.
Muy buena entrevista. Es una alegría que Noa al fin decidiera quitar esa historia del cajón. Concuerdo con ella en que escribir relatos ayuda a conocerse mejor, a encontrar la voz, sobre todo al inicio.
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