-Niña Loba-

     “¿Cómo demonios empiezo yo esta reseña?”-piensa el reseñista aún no efectivo hoy. “Supongo que, como en todos los casos, rastreables uno por uno aquí: https://altavozcultural.com/ , debo mencionar algunos formalismos técnicos que atañen a la estructura y la idea básica, esto es, el concepto esencial, de la propia obra. Meter un par de halagos -si es que me ha gustado, que no lo sé* (*gustar es emocionar, es estremecer, es fascinar, es sorprender… Entonces, alguna de ellas sí que podría justificar esos halagos)- y, finalmente -insisto: si me ha gustado-, recomendar su lectura a aquellas personas que se tropiecen con estas líneas”-el reseñista sigue sin reseñar; apenas se dedica a considerar opciones de planteamiento sobre un texto anómalo -eufemismo- que le ha dado momentos de gran satisfacción pero que no sabe despiezar adecuadamente.

“¡Es que es todo uno! ¡Como una gran pelota llena de aires de diferentes colores! No se puede trocear ni seccionar. Eso de los tres capítulos… es una milonga. De hecho, es una tramposa herramienta empleada por Emilio Picón para, en fin, sentir que su vástago literario es acaso más convencional, como todos los que gastan índice, disposición en números romanos, ¡hasta un prólogo! El bendito de Manuel Moyano, claramente engañado, posiblemente presionado a punta de parabellum plateada, decidió darle un aire estandarizador a este salvaje experimento llamado humanimal”.

Hemos conseguido algo: que el reseñista escriba el título de la obra dentro de la reseña. 

-¿Ya? ¿Contento?

-Pues no te queda.

-¡Una mierda! No pienso seguir escribiendo una reseña de un libro tan… ¡tan…

-Tan ¿qué?

-¡Tan loco-confuso-peronoconfusoenplanmal-difícilperobello-eseseñorescribefumado!

-Un respeto. Emilio Picón es un tipo agradable, que además ha tenido la cordialidad de sentarse a responder unas preguntas que le hemos dejado. Ha sido simpático y no fuma.

-¡Pero si no le conoces!

-¿?

-Tú crees que conoces a un autor porque te responde a cuatro cosas, que normalmente se limitan a potenciar el buen sabor de su obra, cero comprometedoras, y ¡chas! Desaparece, dejando una sensación falsa de “es un buen tipo”, “qué señor tan majo”, “nos ha respondido rápido, lo cual ya hace que me caiga bien”… ¡Emilio Picón no es Emilio Picón! ¡Emilio Picón es el autor de ese libro que has leído y por el cual contactas a un tipo que ha puesto su nombre en la portada!

-No, él no pone el nombre en la portada, para eso hay una editorial. Niña Loba, en este caso.

-¿Qué?

-Sí, Darío Méndez Salcedo. Buena persona y gran editor.

-¿Y por qué no le preguntas a ese Darío por el libro? ¿Quién te asegura que no lo ha escrito él y Emilio Picón no existe?

-¡¡¡!!! 

-¡A eso me refiero! Tú ya conoces al Darío ese. Lo recuerdo solo de cuando me hablaste de noséqué locura que había presentado a vuestra web de Altavoz, con motivo del certamen ese mensual. Te lo dejo aquí. Mira:

-Ah… Ya.

-¡Haz la prueba! Pregúntale algo embarazoso o fuera de contexto a don Emilio Picón. Si es tu colega Darío, se reirá y te seguirá el rollo con gesto fingido de enfado. Si realmente es Emilio Picón y, por ende, ni te conoce hasta el momento de recibir esas preguntas, se indignará de veras y: a) no te responderá una mierda; b) te responderá furioso o desconcertado pero siempre con molestia en sus palabras.

-¿Y qué le pregunto?

-”¿Tú has escrito alguna vez poesía para acostarte con una mujer?”

-Bueno.

-¿Demasiado?

-Demasiado poco, ¿no? Yo mismo lo he hecho y no me ofendería.

*ELIPSIS PARA RESEÑA FUERA DE LA RESEÑA*

El prólogo de Manuel Moyano es sucedido en su fantástica presentación por una nota del editor, que refuerza, enfatiza el carácter revolucionario del texto de Picón. A ambas puertas introductorias le sigue uno de los grandes rostros fantasmales instalados en la sombra durante todo el recorrido: Nietzsche, como Onetti -sobre todo-, pero también Darwin, entre otros, será compañero de viaje de muchas de las reflexiones explícitas e implícitas que trufarán la obra desde lo metaliterario y, por supuesto, desde la perspectiva vital más sincera.

-Qué bien escribes cuando quieres.

-Si dejaras de apuntarme…

-No hasta que termines.

-¿Hay límite de palabras, señor?

-Ni de tiempo.

-Entonces podría parar aquí. A fin de cuentas: ¿qué hace mejor o peor una reseña? ¿Que sea densa y analítica? ¿Que se deshaga en elogios -honestos- hacia la obra? ¿Que la lea el autor del libro? ¿Que cumpla una función de marketing eficaz?

-¿Sabes?

-Qué.

-Tienes razón: no escribas una sola letra más. Hemos terminado.

-¿¿??

-…

-¡¡¡!!!

Altavoz Cultural

Bienvenido a Altavoz Cultural, querido Emilio. ¿Cuándo y cómo surge desde su primer estímulo humanimal? ¿Por qué Niña Loba como hogar elegido para ella?

En algún momento del año 2016, o quizás 2017, lo único que tengo es una escena y una idea. Por un lado, me siento a escribir la escena inicial, es decir, la escena del prostíbulo. Por otro lado, intento desarrollar una idea como tema central de la novela. Es la idea que juega con las nociones de pasión y lucidez y que aparece en la primera parte de humanimal. Estos son los estímulos precursores, pero muy pronto pierden su importancia. La novela impone su propio criterio, su ritmo, sus temas, y con la irrupción de la metaliteratura, el afán experimental, incluso el surrealismo, me queda muy claro que humanimal va a ser algo distinto. Eso, lógicamente, me entusiasma. Entonces contemplo cómo van cayendo prejuicios y limitaciones y barreras y conflictos, y esa liberación, ahora sí, se convierte en el estímulo básico e imprescindible. La progresiva liberación creativa se convierte en el motor del libro.

Por casualidad. Y siento una profunda gratitud por ello. Me he sentido muy cómodo con Darío desde el principio, desde los primeros correos y conversaciones telefónicas. Además, se ha mostrado muy receptivo y flexible en todo el proceso de edición. En definitiva, el trabajo editorial ha sido magnífico. 

Más allá de las múltiples referencias internas, ¿qué obras y qué autores han tejido tus influencias a la hora de fabricar formalmente humanimal?

Recuerdo que mientras escribía estaba completamente absorbido por el universo literario de Juan Carlos Onetti, aunque no creo que a nivel formal nada de lo escrito en humanimal se parezca ni quiera parecerse a las maneras del escritor uruguayo. Eso sí, aparece citado en numerosas ocasiones. Y aparece citado porque me enamoré de su elegancia. Una elegancia en fondo y forma, en óptica y estilo. Y es que hasta su pesimismo me resultó y me resulta elegante. Y después de Onetti hay que mencionar a Cortázar. De la obra de Cortázar he aprendido muchas cosas, pero quisiera destacar el sentido lúdico de la creatividad, la noción del juego literario. Esta noción caló en mi manera de acercarme a la literatura y contribuyó a sugerir un equilibrio en el tono para que la solemnidad no impusiera sus excesos. También muy grande Ernesto Sabato. Recuerdo lecturas de entusiasmo desmedido e impresiones de alcance muy profundo. Y por supuesto Borges. Y Fresán y Bolaño. Y Macedonio y Felisberto. 

¿Matarías al reseñista de tu obra si su reseña no cumpliera con la función de marketing que se le debe presuponer?

Por supuesto. La duda ofende. Pero no lo mataría por la reseña. Lo mataría si en mi cabeza su muerte tuviera sentido y sonara bien, y si, además, sobre el papel cumpliera una función narrativa potente que enriqueciera y diera vuelo a la historia. Es más, se me está ocurriendo que un buen plagio creativo del atentado contra la publicación francesa Charlie Hebdo podría funcionar. Podría ser como sigue. Un grupúsculo nacional-católico se entrega a la actividad terrorista e irrumpe en la sede ficticia de Altavoz Cultural y se lía a tiros como si no hubiera un mañana. Me gusta. Esto hay que desarrollarlo.

¿Tú has escrito alguna vez poesía para acostarte con una mujer?

Me gusta. Esto hay que desarrollarlo. Entusiasmo desmedido e impresiones de alcance muy profundo. Muy receptivo y flexible. La progresiva liberación se convierte en el motor. Eso, lógicamente, me entusiasma. Mientras escribía estaba completamente absorbido. Podría funcionar: el sentido lúdico, la noción del juego, pasión y lucidez. Por supuesto. La duda ofende. Aunque la verdad, si es que estamos aquí para decir la verdad, la verdad es que en mis libros todo es mentira. Sobre todo la poesía. Y más aún el sexo.

***

*Relación de hechos – conclusión 1:

El autor de esas respuestas no se ha molestado -al menos escrituralmente- por la pregunta formulada acerca de su uso poético para acostarse con una mujer. Esto NO quiere decir que sea Emilio Picón; quiere decir que la pregunta no era, efectivamente, suficientemente faltona como para desenmascarar a nadie. La fotografía adjuntada puede ser de Emilio Picón, pero ello no garantiza que humanimal esté escrito por él. Lo único que sabemos es que no se trata de Darío Méndez Salcedo, a quien ya pusimos cara en su momento:

*Relación de hechos – conclusión 2:

Dada la tercera respuesta, hemos tirado al mar el cuerpo del reseñista asesinado. Unos individuos encapuchados han asaltado la sede que no tenemos y nos hemos visto obligados a huir. Actualmente nos hallamos alejados de todo peligro, pero no duraremos mucho sin ingresos. Necesitamos tu ayuda, lector, lectora. Comparte esta publicación. Denuncia nuestra situación y búscanos. No podemos aportar datos precisos porque nos vigilan. Todos ellos: Mario, Emilio, el reseñista muerto y Darío. Solo podemos decirte que estamos cerca del camping en el que trabaja el autor. Búscanos, por favor. Consigue humanimal; ahí hallarás nuestro paradero.

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s