
Perrita Country
Sara Mesa
Ilustrado por Pablo Amargo
-Páginas de Espuma-
Si tuviera que hablar de un libro que me ha dado en ese rincón del corazón que tengo guardado para mis animales (quien dice rincón dice parcelas enormes) es este.
Me he visto a mí, viviendo sola cuando Lolota aún vivía y estaban mis tres niños perdidos: La loba, Sua y Pelusa. Haciéndome preguntas sobre su existencia, enamorándome de como bostezaban, se estiraban y roncaban, hablando con ellos por casa y yéndome a dormir llena de amor.
La historia es tierna y preciosa, habla de la relación de la protagonista con su gato, el nuevo miembro de la casa, e incluso un gorrión que vive durante un tiempo en su patio. Cómo analiza cada gesto, la estructura familiar con el nuevo integrante y cómo se divide la casa para cada animal. Son 120 páginas de una historia que te encoge el corazón y con la que te sientes identificado. Me gusta el tono en el que está escrito y la sencillez en la obra con unos toques amargos de realidad, como el cambio de barrio en el que no termina de encontrarse. Me parece un acierto el conjunto del texto con las ilustraciones de Pablo, que forman una dupla increíble que acompaña un relato de lectura sencilla con unas ilustraciones a línea que pegan de una manera increíble.
Yo he descubierto a dos creadores, tanto a Sara como a Pablo, que tengo claro que han venido para quedarse muy cerca. ¿Quieres el libro? Pincha aquí y descúbrelo tú mismo.
ENTREVISTA A SARA MESA

¿Cómo surge la idea para la historia de Perrita Country? ¿Cómo te sientes con el recibimiento que ha tenido por parte del público tras estos meses desde su publicación?
La idea, como casi todas, viene de muy atrás a partir de una mezcla de materiales difícil de explicar. Por un lado, quería escribir algo sobre la naturaleza misteriosa de los animales y nuestra relación con ellos. También quería probar nuevos registros formales, otro tono narrativo. Hay una parte real, pero todo está pasado por el tamiz de la ficción. Como dice la narradora, todo es real pero nada es, sin embargo, literal. En cuanto a la recepción, estoy muy contenta, claro. Por lo que me cuentan, el libro está gustando mucho, se está acogiendo con cariño.
No sabemos si te lo han dicho ya, pero ¿eras consciente de que escribiendo este libro mucha gente te iba a decir que se sentía identificada?
No, de hecho pensé que habría gente que consideraría, despreciativamente, que es un libro sin más interés sobre mascotas o una especie de manifiesto animalista (no es ni una cosa ni la otra). Me gustaría pensar que es un libro que puede interesar incluso a quienes no les interesan los animales, ese sería el mayor logro, porque los mecanismos de la identificación o de la llamada empatía son peligrosos.
Cuando en el libro se produce el primer contacto con Perrita Country resulta ser la revelación más bonita que puedes tener respecto de un animal, ese amor a primera vista. ¿Te ha pasado en la vida real? ¿Te costó mucho llegar a esas palabras exactas? Lloré porque me pasó con mi Loli hace cinco años, ese amor a primera vista…
Sí, me pasó exactamente eso cuando vi por primera vez a Alice, la perra en la que está inspirada Perrita Country. Esa revelación es difícil de explicar, del mismo modo que lo es explicar un enamoramiento, un presentimiento o ciertas sensaciones que no son cien por cien racionales. De hecho, no hay palabras “exactas” para ello. Siempre son aproximativas, titubeantes. Siempre podría decirse lo mismo de otra forma. Por eso no dejamos nunca de escribir, supongo.
¿Cómo ha sido trabajar con Pablo Amargo, el artista encargado de las ilustraciones? ¿Qué destacarías de todo el trabajo que conlleva hacer un libro ilustrado?
Trabajamos por separado; yo primero y luego él, tras leer el texto y sin hablar conmigo para nada. Yo quería que esta historia la ilustrara él porque conocía su trabajo y sabía que el resultado iba a ser espectacular, como así ha sido. Sobre el trabajo de ilustrar yo no puedo deciros mucho, pero sí, desde mi lugar, he sentido que él entendía el sentido profundo del texto, las claves básicas, que, como el mismo Amargo suele explicar, no tienen que ver exactamente con lo que pasa, sino con lo que se sugiere.
