Participan:

Ana Martínez Castillo

Verónica Cervilla

Érica Couto-Ferreira

-Altavoz Cultural, marzo 2022-

Altavoz Cultural: ¿Cómo han evolucionado tus miedos a lo largo de tu vida? ¿Cuál ha sido el último que has adquirido?

Os gusta empezar fuerte, ¿eh? No me tengo por una persona valiente. Tampoco por una cobarde. Temeraria, más bien. Y ciertamente inconsciente. Aún lo era mucho más hace años, por supuesto; la infancia y la adolescencia son muy propicias para la ceguera de las consecuencias. Mis miedos eran reducidos y sencillos: las polillas, las tormentas… Luego me he dado cuenta de que eran muchos más y más complicados también, solo que no sabía cómo denominarlos. Eran simples sensaciones desasosegantes, la impresión de que algo no va bien pero que solo puedes racionalizar llegada la edad adulta. La pérdida, la impotencia, la muerte. Todo eso no tiene nombre hasta que tomas conciencia de ello.

Tengo miedos gigantes y, cuantos más años cumplo, más crecen. Se complican. Yo me complico. La vida en general se complica. Y, como persona/escritora que utiliza mucho la introspección y el auto análisis para crear terror, soy más que consciente de mis puntos débiles.

No sabría decir cual es el último que he sumado a mi catálogo de horrores personales en estos tiempos raros. Lo que sí sé es que muchos de los que ya tenía han aumentado. Y otros, los más prosaicos, se han desvanecido.

Qué sé yo. Quizá lo que pase es que no quiera pensar en ello.

Ana Martínez Castillo: ¿Qué herramientas utilizas para transmitir lo insólito en tus narraciones?

No me gusta la obviedad. La aborrezco. Me muevo más cómodamente en el mundo de lo sutil y lo no dicho. Una ambientación desasosegante, esos elementos cotidianos fuera de lugar que, en un primer vistazo, pasas por alto.

Esto no debería estar aquí.

Esto no debería sonar así.

Esto no debería ser narrado así.

¿La respuesta corta? Utilizo un bisturí. Y lo hago con precisión. No queremos que las heridas queden mal abiertas, ¿verdad?

Verónica Cervilla: A los escritores se nos suele preguntar por nuestras influencias literarias, pero creo firmemente que el cine también nos ha dejado huella a la hora de crear. ¿Qué películas / obras audiovisuales te han influido?

El cine para mí es un gran referente. Durante una época me dediqué a su crítica y análisis (y aún lo hago en mis ratos libres) e, igual que la música, me son imprescindibles para crear.

Por citar unas pocas obras, aunque seguro que si me paro a pensar me saldrían cientos: Videodrome y Crash (Cronenberg me caló muy hondo), Carretera Perdida y Mulholland Drive (Lynch, otro imprescindible), Vértigo de Hitchcock (¡todo Hitchcock!), Murnau, Fritz Lang, Terry Gilliam, Ibáñez-Serrador, Polanski, Bergman, Buñuel… ¡Podría estar así durante días! Y eso que solo he mencionado algunos de los referentes más antiguos.

Seguro que mucha gente esperaba algo más… ¿terrorífico? ¡Y los he decepcionado a todos!

Érica Couto-Ferreira: Más que una pregunta, Nieves, me gustaría proponerte un ejercicio de disección a partir del relato o la novela de terror que más miedo te haya producido. ¿Podrías analizar someramente los mecanismos que, desde tu punto de vista, hacen de esa narración concreta un mecanismo de terror efectivo?

Esta es fácil. Se me viene a la cabeza “La lotería”, de Shirley Jackson. Terrorífico. Creo que toda persona que quiera dedicarse a la escritura, no solo de género, debería darse un paseo por ese relato intentando encontrar el truco. Es una genialidad.

¿Por qué creo yo que es efectivo? Es sencillo, va directo al grano. Es cotidiano y podría suceder en cualquier lugar. Seguro que todos conocemos a personas encantadoras que poner en el lugar de todos los protagonistas. Seguro que sí. Pero algo no va bien. Lo notas por todos esos pequeños detalles sin importancia que… no deberían estar ahí. Es lo que mencionaba antes sobre herramientas para escribir: las pequeñas teclas que hay que tocar para incomodar a alguien no consisten en grandes gestos, matanzas o locura sin sentido.

El demonio está en los pequeños detalles.

Entonces… entonces todo se va a la mierda. Pero con una naturalidad pasmosa. Y ya has entrado en el juego. Aceptarás todo lo que te propongan por muy aterrador que sea. ¿Es o no es increíble ese relato?

Darles placer, decía Hitchcock cuando le preguntaban sobre qué pretendía con su cine. El mismo placer que se siente cuando despiertas de una pesadilla. Y eso es “La lotería”.

Altavoz Cultural: ¿De qué forma conversan tus gustos lectores, tu propia literatura y tu labor como editora en la revista SuperSonic en torno al concepto del terror y lo fantástico que te alimenta?

A veces mantienen charlas sosegadas y a veces pelean a gritos. Pero eso es bueno. En realidad, ninguna de esas tres facetas tiene mucho que ver y es buena forma de seguir aprendiendo. De seguir alerta.

Ana Martínez Castillo: ¿Consideras el género de terror como mero entretenimiento o crees que tras lo inquietante se oculta algo más?

Si algo me gusta del terror es, precisamente, la libertad para hablar de lo que quiero. Es un género amplísimo y complejo y, por supuesto, ni mucho menos trivial o banal. Muchas veces se confunde la literatura Pulp con el terror, pero no va de eso. Claro que no. Ya sea de forma explícita o con metáforas, el terror esconde (y refleja) profundidades.

Es un tema muy sustancioso sobre el que reflexionar, sobre todo por los muchos detractores que tiene el género. La vida da miedo, la realidad da miedo, el futuro da miedo. Bien, vamos a hablar sobre ello. Sobre lo que nadie más cuenta. Creo que eso es importante.

Verónica Cervilla: Escribir es una forma de terapia para muchos, me atrevo a decir que en autores de terror llega a convertirse en exorcismo de demonios. ¿Qué te da el terror como autora y como lectora?

Uy, una pregunta muy personal. Me gusta.

Como autora me da vida. Como bien dices, es terapia, es exorcismo, es introspección. Es expresión de enfado, de ira, de violencia. Sí es cierto eso que dicen por ahí, que parece que escribo muy cabreada. No solo me sirve para echar fuera todo eso que no me atrevería a confesar ni a mi loquero, sino para hacerlo de determinada forma. La Nieves cotidiana es una persona muy pacífica y tranquila que no mataría ni a una mosca. La Nieves escritora es todo lo que se esconde detrás de años de terapia, traumas y un carácter que me ha costado mucho dominar. Y esa Nieves cuenta con la válvula de escape que es la escritura. Esto es una droga de las duras, amiga.

Como lectora me da confort. Siempre he considerado a la literatura de terror como mi casa; una casa pequeña y calentita, con mantas mullidas y café recién hecho. Una casa con vistas a la oscuridad, algo muy hermoso de contemplar. Una buena historia de terror es volver a ese rincón seguro. ¿Suena raro? Puede que lo sea. Afortunadamente, no soy la única que comparte esa visión. Y me parece muy interesante que sea así.

Érica Couto-Ferreira: ¿Cuál es tu visión de la monstruosidad con relación a la literatura y el cine de terror? ¿Y con relación a lo femenino?

Creo que mi aproximación a lo monstruoso no es la más canónica que se pueda encontrar; tanto me da su aspecto, de hecho, considero más monstruoso a Jeffrey Dahmer o a Ted Bundy que a la pobre criatura creada por Mary Shelley. Ahora bien, si hablamos de la acepción más popular del término, la que se desarrolla directamente desde lo mitológico, es una parte intrínseca del terror. Ya sea como metáfora o como una reducción más simplista, a través de la historia de la literatura (y posteriormente del cine) es un recurso más que, personalmente, solo me interesa en su vertiente más… ¿humana? Sí, podríamos llamarlo así. Monstruos humanos. Como simplificación de lo grotesco o repulsivo, creo que no es lo mío. La obviedad nunca me ha llamado la atención. Y en relación a lo femenino, bueno, quizá me gane algunos abucheos con mi respuesta. He observado una cierta tendencia a buscar esa relación, creo que, si las expresiones artísticas se contemplan desde el prisma que nos interesa en cada momento, ¡por supuesto que encontraremos patrones! Pero mi visión no es esa. Lo monstruoso no tiene género o, más bien, tiene el género que queramos darle. Las creadoras de engendros son igual de virtuosas y cabronas que sus compañeros de profesión masculinos. Y las quimeras engendradas por ambos tienen tantos matices que no creo que se puedan reducir así. No solo me refiero a lo más moderno. Los mitos asirios, griegos o egipcios, por poner solo unos pocos ejemplos, no hacían esa distinción. Y yo tampoco la hago.

Y ya hemos terminado. Ha sido todo un placer y un honor participar en esta rueda de prensa, responder a cuestiones tan interesantes (y que, afortunadamente, se apartan tanto de la norma de lo que me suelen preguntar), dejarme conocer un poquito más, eso que tanto me cuesta y bueno, poco más.

Ah sí, vosotros, los que estáis al otro lado de la pantalla, sí, te hablo a ti: ¡Lee más terror! Como has podido comprobar, las autoras somos gente encantadora.

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