¿Quién es Ane Océn desde el prisma no-artístico? ¿Qué intereses principales conforman tu vida?

Como dice una de nuestras canciones populares: “soy de Santurtzi, bonita aldea”. Nací y crecí en este pueblo pesquero de Bizkaia, donde he pasado la mayoría de mi vida y aunque tienda a irme de un lado para otro, sé que este es y será siempre mi hogar. A mis 18 años tuve que irme a estudiar la carrera de Psicología a Donostia y fue allí donde más me desarrollé como persona y donde mis vínculos más se fortalecieron, además de ser el periodo de tiempo donde la poesía pasó a formar una parte activa en mi vida. Han pasado unos cuantos años desde entonces. Ahora estoy graduada en Psicología y especializada en Sexología, pero trabajo como dependienta en una librería en el centro de Bilbao.

¿Cómo nace en ti la curiosidad literaria, primero como lectora y, en segundo lugar, como autora? ¿Qué lecturas y referentes han alimentado tu recorrido hasta hoy?

Supongo que, como le habrá pasado a muchísimas personas, la literatura entró en mi vida de la forma más simple y natural de todas: mi padre y mi madre me contaban cuentos y me cantaban canciones antes de dormir. Ya fuese una historia de piratas, unos poemas de Gloria Fuertes, me encantaba escucharlos, cerrar los ojos y dar forma y color en mi mente a todo lo que me iban relatando. Fue eso mismo lo que, desde muy pequeña, me animó a escribir mis propias historias y acompañarlas de dibujos, con sus debidas faltas de ortografía y tachones. Más adelante, estudiando en el instituto, las clases que más disfrutaba eran aquellas en las que trabajábamos distintos tipos de narrativa o poesía, porque sabía que los deberes serían escribir, experimentar con la métrica o con el narrador en tercera persona. Me sentía especialmente a gusto escribiendo y creando, y poco a poco llevé esa pasión del aula a mi habitación. Con el tiempo, tenía todos mis cuadernos a rebosar de historias sin terminar, de personajes, de poemas y de dibujos.

Diría que, aunque me haya llevado conmigo un trocito de cada obra que he leído, hay algunas que han funcionado como punto de inflexión en mi recorrido literario. La primera sería La historia interminable, de Michael Ende. El simbolismo, la magia y la familiaridad que contenía ese libro me enamoró desde el primer momento. Ya de más adulta, escapándome de una clase de la universidad para ir a la biblioteca, agarré entre mis manos La destrucción o el amor de Vicente Aleixandre y creo que aún no me he recuperado de esa experiencia. Ahora, habiendo desarrollado un poco más mi estilo propio, diría que quien me acompaña en cada paso que doy y cada palabra que escribo es Alejandra Pizarnik, ya que conecté con su escritura desde que descubrí su poema Hijas del viento en una pequeña antología que me regaló mi padre.

Cabe destacar también que leer a autoras actuales como Lana Neble, Irene Nicolás Martínez, Mónica Sol o Noelia Cortés me ha dado una idea general de cuál es el panorama poético actual, ayudándome en el proceso de escribir por mi cuenta.

¿Cómo se gesta tu poema El rojo que me das? ¿Cómo es, más allá de este caso particular, tu proceso creativo?

Todo poema nace de un mensaje, una emoción, un color, de algo que nos da vueltas por dentro y queremos que dé vueltas por fuera. El rojo que me das nació así, queriendo sacar de dentro algo a lo que cuesta ponerle palabras. Necesitaba expresar lo bien que sienta dejarse llevar con alguien sabiendo que ceder el control es también tenerlo. Fue un proceso de unos cuantos días, donde el poema inicial que esbocé fue cambiando hasta parecer otro completamente distinto, pero que reflejaba mucho mejor el mensaje.

En mi caso el cómo escribo un poema varía. A veces las palabras vienen de golpe y tengo que tener algo a mano para escribirlo todo antes de que se me olvide, pero otras veces tengo que enfrentarme a la página en blanco y “forzarme” a escribir y reescribir una y otra vez hasta que las palabras dicen justo lo que quiero.

¿Qué te aporta la poesía en detrimento de cualquier otro modo de expresión?

Creo que la poesía ayuda a sacar todo lo que se remueve por dentro, todo aquello que no tiene definición o que es demasiado complicado como para darle una. Escribir poesía es vaciarse, es sacarlo todo a relucir y darse ese pequeño espacio en el tiempo para volver a coger aire. En mi caso, escribo poesía cuando las emociones que me asaltan o los momentos que he vivido son tan importantes que siento que tengo que “hacerles justicia” y guardarlos de una forma en la que su esencia no se pierda.

La atención al detalle que ofrece la poesía, esa sutileza, esa verdad y esa pasión con la que puede describirse hasta el sentimiento más retorcido y también el saber que no tenemos por qué entender lo que estamos leyendo para sentir cómo algo en nuestro interior se remueve, eso es lo que la hace una forma de expresión única.

¿Cómo valoras el panorama literario actual, especialmente su ámbito poético? ¿Qué percepción tienes de la situación de las poetas?

Siento que hoy en día se está haciendo un grandísimo esfuerzo por que la poesía sea más visible, dando voz a autoras nuevas y a editoriales independientes, sacando adelante diferentes proyectos para impulsarla. Es fácil encontrar una comunidad de poetas con contenidos de gran calidad por redes sociales, pero tengo la sensación de que la poesía sigue siendo, en contraposición a la narrativa, la gran incomprendida.

Aun así, aunque en un marco general la poesía se haya quedado por el camino, algo que me fascina es la ilusión y la pasión con la que las autoras y editoras impulsan su reconocimiento, cómo se va cediendo espacio a este arte con mimo y cariño. Posiblemente sea eso lo que todavía me anima a escribir y a querer compartir lo que escribo.

Seguimos venerando e idolatrando a autores y autoras que hace largo tiempo dejaron de pisar nuestra tierra y siento que deberíamos hacer ese pequeño esfuerzo de levantar la vista y prestar atención a las nuevas voces, que tienen mucho que decir.

¿Qué proyectos literarios tienes a corto y medio plazo? ¿Dónde podemos encontrarte, leerte y seguirte?

Ahora mismo mi único proyecto es reconectar con la poesía. No tengo intención de publicar próximamente porque mi ritmo de escritura es más bien lento y espaciado, pero sí que tengo un poemario corto en la recámara, terminado y corregido, a la espera de que decida qué hacer con él.

Hace unos cuantos años podíais encontrarme por la plataforma de Poémame, pero hoy en día mi cuenta allí está inactiva y no tengo nada parecido por donde compartir lo que escribo. Aunque no tenga un espacio específico para hablar sobre literatura y/o poesía, sí que es cierto que la red social en la que soy más activa y en la que es más probable que me encontréis publicando algún poema suelto es Twitter (podéis encontrarme en @Cruithne3753_). Si en algún momento decido crear alguna página para publicar mis poemas, será por ahí por donde avisaré a la gente.

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