El rojo que me das

Aquí, desde este cuerpo,

desde este amasijo de carne que me acerca

a tu amasijo de dientes,

sé que quiero el rojo que ofreces

y sé que vas a dármelo todo.

Saber es de listos,

pero saberse es de raposas,

de pequeñas bestias que buscan y encuentran,

que saben lo que piden y piden

y tienen.

Saberse es entregarse por completo al caos

de las manos ajenas

de los ojos tapados

y esperar con certeza la miel en la lengua

como agua en un desierto.

Y aquí, desde este cuerpo de animal salvaje,

de animal sediento,

cae la gota y el pecho se abrasa,

aprieta la mano y el gemido se ahoga

muerde el diente

araña la uña

ata la soga

y el cuerpo responde.

El rojo que me has dado es mío,

el nombre que le he dado es tuyo.

Es esta la complicidad silenciosa

en la que me rindo

y me gano

si te tengo.

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