-Associació Bronca-

   Enerio Dima es uno de los mayores talentos de la nueva narrativa breve en español. Lleva años produciendo textos de suma originalidad, sólida garantía de literatura de calidad, proponiendo mundos y personajes que asaltan el cielo de los nombres socialmente avalados. Cambiamos sus letras y alabamos a esta autora por su virtud de conservar intacto su duende para generar misterio, para producir una elevada experiencia inmersiva y para exhibir desde el underground artefactos de contundente impacto.

   Debemos, antes de comenzar a hablar de esta joya de la mitología pastoril llamada El barranco de la encantá, agradecerle a Kadmon su confianza ciega y, de paso, su exquisito gusto por las historias buenas y bien contadas. Gracias por abastecernos de cultura, querido amigo. Brilla fuerte esa Bronca, como brilla fuerte esa Pathosformel.

   El barranco de la encantá cuenta una fabulosa historia de amor imposible enmarcada en época de entreguerras, en una meseta que arrastra el conflicto morisco mientras recibe el choque frontal contra el francés. La muchacha pastora Dori, asistida por su perrete Tranco y su mejor compañera de labores Jacinta -un personaje fundamental para descargar argumental y emocionalmente el permanente foco que sostiene la mirada a una genial Dorita-, recupera en su espíritu el impulso más íntimo de infancia: el del amor y la sexualidad destapada en terreno prohibido que se revelará más imposible aún: inalcanzable.. 

   Hallamos la calidez en la reunión de pastores amigos, en el entrañable recuerdo del padre Eusebio y en la siempre tendida mano de Jacinta. Hallamos, en contraposición, los vientos fríos de la discriminación, la desgraciadamente intrínseca repudia contextualizada en costumbre social, hábito feroz de época, rincón y gentes, de la incomprensión y su suspenso solo sostenible a lomos de la fantasía (la locura, la enfermedad). El maltrato a lo diverso ha sacudido tiempos y espacios con la dureza de la ignorancia, la cerrazón y la sátira más afiladas. Dori sobrevive a muchas lanzas, a muchas dagas que amenazan su costilla de enamorada.

   Su responsabilidad ovejera se fusionará con su insaciable curiosidad en un descenso a otro mundo, a una dimensión de apariencia aterradora, de visión trastornada, de magia inaccesible y belleza. Allá la aguarda Fátima, el polo que electrifica la secuencia completa al contacto con Dori. Su personaje, desarrollado identitariamente en tres actos verosímiles magistralmente combinados, es todo un hallazgo extraordinario que trasciende el relato de Enerio Dima para hacerle ese favor que solicita voz en grito Clara Dies Valls en su prólogo pro-Mitología: la forma de conservar nuestra cultura, nuestra historia y palpar con ánimo nuestro futuro pasa, indiscutiblemente, por nuestra capacidad para contar y promover el mito.

   La labor de Bronca y la labor de la autora se reparten elogios en un banquete que celebra el amor, la buena literatura breve y la necesidad de permanecer en la retina y el oído de quienes nos sobreviven. La historia de Dori es una perla entre el barro, El barranco de la encantá es un fruto riquísimo cuyo jugo siembra y cuyo sabor cautiva todo paladar.

Altavoz Cultural

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