Por una poesía del hábitat
Ramón Campos
-Kaótica Libros-

Si abrimos el recientemente inventado “Manual sobre todo lo que la poesía puede hacer por ti” hallaremos en las páginas centrales, en negrita, cursiva y subrayado, RAMÓN CAMPOS. Esta fantasía collage superdimensional que nos entrega el Universo Kaótica vence cualquier intento de acotar, restringir o sobornar el lenguaje y su bendita funcionalidad como arma. En el asunto que nos ocupa, el portador, un RC implacable, lo sujeta con una firme creencia entre sus ojos: hacer de esta nuestra Tierra un espacio mejor, mucho más digno, justo, salubre, fértil y hermoso.
Contradiciendo este inicio arrullado en libertad, debemos espolvorear algunas claves morfoestructurales para sacarle el máximo partido a la experiencia lectora: primero nos encontraremos con un prefacio brillantísimo, precioso e incomparable con ninguno propio de obras pasadas o futuras: el concepto dinámico de la transición añorada árbol-bosque ocupa las primeras páginas para seducirnos como esa original impresión que en términos romanticones llamaríamos “flechazo”.
No obstante, este prefacio no es sino uno de los innumerables trucos que guarda RC en su despensa de poeta; por identificar de manera muy superficial algunas de sus estrategias -y dejarles el fondo del mar verde a los seguro rápidamente atraídos lectores post reseña-, podemos hablar de: siete puntales sobresalientes en la faceta estructural, entre ellas una secuencia de bloques argumentales del cuerpo poemático abanderadas por diversas ligazones al verbo DECIR, un genial epílogo y… ¡un ultílogo! ¡Gloria a ti, Ramón, de parte de todxs lxs filólogxs del mundo!
Si apartamos con suavidad esos pilares, descubrimos lo que es una “órbole”, aullamos de asombro con lo que nos espera al girar la página -una nueva rama nos golpea sin avisar-, desentrañamos el collage gráfico brutal para rebozarnos como nunca en riqueza y malabar tipográfico…
En un ahora acosado por monstruos de calibre ChatGPT y amigos, hacemos nuestro el lindo mantra que aflora en la falda de tantas páginas conforme trotamos por el primer tercio de Oikos: “y dice mi papá que ya sacabó que ya nostá la guacaya pa panqueques”. Contra el poderío cibernético, las voces eternas: tan vistosas, sonoras y soleadas como la de Riechmann -pensamos en su manantial-, entre otras que participan en la multimodal construcción del saber de tallo ecoliterario que sostiene nuestra mirada en su máximo grado de gustoso picor.
La revolución es una cualidad, no una consecuencia: RC anticipa hoy muchísimas de esas vías comunicativas que mañana serán mariposas adultas. La fuerza de su discurso -su morder la tierra-, proyectada hacia la re-conquista de un hogar tan anhelado como idílico -por desgracia tan utópico, pero un poco menos gracias a sus semillas-, cruje una tras otra las barreras que pretendan contener el mismísimo discurrir de la naturaleza.
Reconocemos que hemos leído esta obra de arte con la boca abierta. Ojalá el empeño de RC forje un ejército -de hojas, de ramas, de libélulas, de flores, de individuos concienciados-. Por lo pronto, nuestra minúscula misión es recomendar con todo el corazón una propuesta que se agranda en los ojos y se aloja bajo las costillas.
Altavoz Cultural