¿Quién es Paula Moreno Caracena desde lo no-poético?

He estado reflexionando sobre esta pregunta y he llegado a la conclusión de que podría darte infinitas respuestas, o lo que es lo mismo, ninguna. Es curiosa la tesitura en la que se encuentra una cuando le piden que se defina a sí misma, porque esto conlleva una serie de búsquedas internas sobre el “ser”, sobre la identificación y demás movidas que parece una tarea prácticamente imposible. Yo hoy me he levantado a las nueve de la mañana, he puesto una lavadora, me he duchado, vestido y maquillado y he ido al centro de la zona donde vivo para comprarme un par de libros y sentarme en mi cafetería favorita a responder estas preguntas. Todas esas acciones, todo lo que he hecho en una mañana, y que hago cada día, ¿define realmente lo que soy? No lo sé. Podría decirte que odio poner lavadoras, que me encanta comprar libros y acumular lecturas y que esta cafetería particular es mi favorita. De hecho, quizás lo que más me “identifica” como Paula en mi círculo cercano es que me gusta escribir y leer; aunque claro, esa identificación es tan amplia que incluye a miles y millones de seres humanos del mundo y, por tanto, encasillar mi “ser” en “soy alguien que escribe y que lee” o “soy alguien que odia poner lavadoras” significa no proporcionar ningún tipo de información relevante sobre mí. Podría quizás responder a esta pregunta desde un punto de vista orteguiano, configurando un conjunto que contenga todos mis rasgos físicos y personales, mis gustos, mis experiencias… pero claro, aparte de resultar narcisista, sería también irrelevante, pues todo es subjetivo y cambiante, y quizás lo que me gusta hoy no me guste mañana. Quizás, para dar una respuesta que resuma un poco estas divagaciones, diría que no tengo ni idea de quién soy, pero que eso es algo que cada vez más estoy aprendiendo a disfrutar. Creo que abandonar la falsa claridad de ideas que me acompañó siempre cuando era más joven es lo que más me identifica en este momento de mi vida. Ese no saber, esa incertidumbre y esas ansias de aprendizaje sobre el mundo y sobre mí misma, son probablemente los rasgos que configuran mi persona hoy, en este momento, a mis veintidós años.

¿Qué define a la poeta? ¿Qué tres palabras no deberían faltar en un estudio sobre su poética?

Aquí quizás nos encontramos en una situación parecida a la de la pregunta anterior… aunque no voy a entrar de nuevo en peligrosas divagaciones sobre el ser y la identificación, no queremos aburrir a nadie con lecciones de filosofía barata. Algo de lo que estoy segura en cuanto a lo que escribo es que es honesto, simplemente porque es la manera que tengo de ser, de expresar lo que me va pasando por dentro. De hecho, muchas veces me enfrento a cierta dificultad en encontrar una sincronía entre lo que escribo y lo que digo; cualquier persona que me conoce un poco sabe que hablo muchísimo y me cuesta callarme, pero realmente pocas veces “digo” cosas de manera honesta, me resulta difícil mostrar esa parte de mí en general a la hora de relacionarme con el mundo. Todo esto tiene mucho que ver con lo que comentaba antes sobre las cosas que nos identifican como seres únicos e irrepetibles, como nosotros. Pienso que al final todos llevamos una fachada con la que presentarnos al mundo: “Yo soy Paula, leo muchos libros, me gusta pintarme los labios, pienso esto, esto y aquello, no me gusta poner lavadoras”… Al final esas declaraciones son construcciones de uno mismo que sirven como herramientas sociales, muchas veces acompañadas de barreras que impiden la entrada a aspectos más internos de uno mismo; si nos conocemos en una cafetería porque nos presenta un amigo puedo decirte que me encanta leer, pero es bastante improbable que te diga que en numerosas ocasiones en mi vida me he refugiado en los libros y en la ficción para alejarme de mí y de mi propia vida porque en ese momento me resultaba insoportable vivir conmigo misma… En resumidas cuentas, es difícil mostrar nuestras debilidades y nuestra vulnerabilidad al mundo sin barreras, y yo he encontrado en las páginas un lugar donde hacerlo, un espacio donde derribar barreras y despojarme de la fachada con la que me presento al mundo y que, en realidad, no es más que una parte muy superficial de todo lo que tengo dentro. De este modo, lo que define mi poética es, al fin y al cabo, la incapacidad de expresarme de otra forma que no sea escribiendo.

 En cuanto a la segunda pregunta, lo cierto es que me cuesta imaginarme a alguien realizando un estudio sobre mi escritura. Hablando con mi padre sobre estas preguntas le decía en broma “joder, ni que fuese yo Góngora”, aunque he de decir que resulta agradable ponerse en esa situación. Yo pienso que mi poesía es aún demasiado joven, como yo, para poder definirse de una forma clara. Creo que cada cosa que escribo cambia y que mi estilo está en pleno proceso de creación, que estoy en pura búsqueda. Aun así, he preguntado a algunas personas de mi entorno, ya que a raíz de esta pregunta me ha resultado muy curioso saber qué tres palabras definen mi escritura a día de hoy. Mi tutora de la universidad me ha dicho que le parece “disturbing” lo cual me complace muchísimo; mi padre me ha dicho “existencial”, aunque claro, ¿qué es existencial? Por último, si tuviera yo que definir mi poesía de alguna manera, diría que es íntima.

¿Qué podemos encontrar a grandes rasgos en Anatomía de una mariposa (La Carmensita, 2020)? ¿Cómo se gesta y cómo llegas a su versión final?

Anatomía de una mariposa es un conjunto de textos que viajan entre la poesía, la prosa poética y la no ficción. A grandes rasgos, diría que es una reflexión sobre la relación entre alma y cuerpo desde una perspectiva intimista. El poemario está dividido en varias “secciones” que van encabezadas por una definición de un concepto, como puede ser origen, amor o mujer. Cada sección incluye poemas o textos que están relacionados de una forma u otro con el concepto al que pertenecen. Respondiendo a cómo se gesta este poemario, diría que nació a partir de estos textos que bauticé como definiciones. Hace justo dos años nos pidieron en una clase de la universidad que escribiéramos un poema fuera de lo común y a mí se me ocurrió la idea de definir conceptos desde mi propia perspectiva y convertirlo en una especie de texto poético. A raíz de eso empezó a formarse en mi cabeza la idea de escribir un libro lleno de definiciones y que contuviese poemas y textos en prosa que estuvieran todos relacionados entre sí. El germen de este poemario se encuentra en un proyecto que escribí en inglés y que titulé “El Evangelio de Eva” y que fue mi trabajo final para la asignatura que mencioné antes. Ahí estaban todas las definiciones y algunos poemas que finalmente descarté para este poemario. Mi padre, mi fiel lector, me pidió que le tradujese las definiciones para poder leerlas y, a raíz de esas traducciones, empecé a darle forma a un conjunto que titulé Mariposa y que fue realmente la primera versión del poemario. Fue en otoño del año pasado cuando me puse a trabajar en el proyecto y a formar una idea más clara de lo que quería escribir y en primavera de este año terminé de escribir todos los textos y lo titulé Estudio anatómico de una mariposa. Al final encontré un punto medio entre ambos títulos y así surgió Anatomía de una mariposa. La última versión del poemario contenía todos los textos que contiene ahora, pero estaban divididos en tres secciones: definiciones, poemas y reflexiones. Finalmente decidí mezclarlo todo y se quedó con la estructura que comenté al principio.

¿Cuánto tiene de autobiográfico y cuánto de observación externa, hacia fuera?

Diría que tiene bastante de autobiográfico, en cuanto que al final la mayoría de poemas que escribo suelen nacer de mi propia experiencia. Para mí, hilando con lo que decía antes, la poesía es el canal donde me siento más cómoda y libre a la hora de verbalizar sentimientos y también de entenderlos. Diría que este libro nace de muy adentro pero que existe también una conexión intrínseca con el exterior y lo que me rodea. Toda la estética del libro es una construcción que he realizado a partir de un imaginario muy definido y que me interesa bastante, en el que hay constantes alusiones a la espiritualidad, al catolicismo y a la idea del mito; todo ello está relacionado con la imagen que tengo del mundo y del arte y la cuál quería explorar a fondo a través de diferentes temas. En conclusión, diría que este libro es una mezcla entre introspección y observación, aunque siempre con la intención de ser honesta con mis entrañas.

¿Cómo te sientes al ser la primera autora de la editorial La Carmensita? ¿Por qué decidiste enviarles el manuscrito a ellas?

 Lo siento absolutamente como un honor. El hecho de que alguien que está comenzando su proyecto editorial deposite en mí la confianza de abrir su catálogo con mi trabajo es una de las cosas más emocionantes que me han pasado.

Cuando escribí Mariposa lo dejé en un cajón durante bastante tiempo porque me parecía una colección demasiado personal como para publicarla. Sin embargo, mi padre y mi mejor amiga Carmen me animaron durante meses para que lo mandara a alguna editorial, aunque yo seguía sin estar convencida. Hubo un día en que Carmen me mandó un link a la web de La Carmensita y me comentó que era una editorial nueva y que tenían abierta la recepción de manuscritos. Las dos nos quedamos absolutamente prendadas con la estética y su propuesta de “editorial de poesía que saca las sillas al patio para recitar con las vecinas”. Carmen y yo somos muy de sentarnos en el patio, en la terraza o en un bar a charlar y a recitar y pensé que esta era la editorial perfecta para mis letras. Fue entonces cuando me animé y les envié el poemario.

¿Cómo valoras el hecho de que sea una editorial de mujeres y para mujeres?

 Pienso que es una propuesta muy valiente y necesaria. Creo que el trabajo que hacen Irene y Lana es fantástico ya que están reivindicando activamente el papel de la mujer en la literatura y en el mundo editorial, no solo con sus publicaciones, sino también con las colaboraciones que realizan, su trabajo en redes sociales recomendando autoras y artistas y sus diversos proyectos como las tote bags, los prints o el calendario. Este fue uno de los motivos por los que me decidí a mandarles el manuscrito a ellas, ya que como estudiante de literatura y como autora creo firmemente en esta reivindicación de mujeres, de autoras, de artistas, de que, al fin y al cabo, exista una igualdad real a la hora de recibir oportunidades.

Como autora, ¿qué crees que le falta y qué le sobra al mercado editorial actual?

Algo que me agrada muchísimo ver cómo cada día se expanden más y más los catálogos en editoriales pequeñas e independientes y también en grandes sellos, creo que es una realidad que la literatura actual es cada vez más diversa y que colectivos oprimidos históricamente cada vez tienen más lugar en el mundo editorial. Sin embargo, creo que es necesario despojarse de ciertas etiquetas que, al fin y al cabo, excluyen y oprimen este tipo de textos, los encasillan en una determinada temática y no les permiten mezclarse con la literatura típicamente masculina, occidental y heterosexual en catalogaciones más generales. Hace poco leí una novela, Dictee, de Theresa Hak Kyung Cha que mi universidad había catalogado como “novela femenina”, cuando en realidad se trata de una novela histórica experimental que pinta un retrato demoledor de la situación de muchos inmigrantes coreanos en China y en la que se tratan temas como el lenguaje, el aislamiento o los efectos de la guerra sobre la población. Esta novela, de haber sido escrita por un hombre, probablemente habría sido calificada como ficción histórica, y creo que este es un problema que se da con muchos tipos de textos diferentes. Pienso que debería existir un cambio radical en este tipo de catalogación; por ejemplo, las colecciones de “novelas románticas” deberían ampliar sus horizontes más allá de Orgullo y Prejuicio y similares; hay miles de historias de amor que, por no ser heteronormativas, están recluidas en secciones apartadas de editoriales y librerías. Me gustaría más ver una inserción real de estos textos y una catalogación más equitativa y honesta con sus diferentes realidades.

Por otro lado, creo que sobra la fijación que tienen a veces ciertas editoriales con la presencia en redes sociales de sus autores. Muchos instagramers, twitteros o youtubers se han introducido en el mundo editorial con grandes sellos y han experimentado un nivel de ventas altísimo a pesar de, en muchos casos, la dudosa calidad de los textos. Con esto no quiero decir que una persona que se dedique al mundo de las redes sociales no pueda escribir y publicar, todos somos libres de hacerlo; pero sí que pienso que en muchas ocasiones es más determinante para algunas editoriales la presencia de esa persona en redes sociales y su número de seguidores que la calidad de sus escritos, cuando por otro lado existen miles de autores con muchísimo talento y esfuerzo que no consiguen esas oportunidades por no ser conocidos en Internet.

¿Qué ha cambiado desde Eurídice y los astros (Ediciones en Huida, 2017) hasta Anatomía de una mariposa? ¿Qué se mantiene?

Ha cambiado todo. Cuando escribí y publiqué Eurídice y los astros venía de pasar un año muy tormentoso en Madrid en el que tuve que abandonar la universidad y volver a mi casa en Cádiz a recuperarme de una etapa muy dura. Estudiaba primero Filología Hispánica y mi vida consistía en ir a clase, salir de vez en cuando con mis amigos e ir a terapia. Eurídice es un poemario que nació sin ninguna pretensión más allá de expresar cómo me sentía en aquel momento y que no fue una unidad hasta el final, cuando decidí recopilar algunos poemas y ponerle un título. Cuando escribí Anatomía de una mariposa llevaba más de un año en Londres, estudiando y trabajando a la vez y viviendo por mi cuenta en un país extranjero. Mariposa nació a partir de una idea clara, de un concepto, desde el principio tenía la pretensión de ser un conjunto con sentido y coherencia. Me gusta pensar también que este segundo poemario es más maduro y original que el anterior, con más fuerza y belleza. Supongo que lo que se mantiene es esa necesidad de ser honesta conmigo misma, de escribir para entender y de intentar verbalizar.

¿Cómo ha influido o influye en tu ejercicio escritural la formación académico-creativa que tienes y que estás desarrollando?

En estos dos años y medio que llevo estudiando Escritura Creativa y Literatura Inglesa he aprendido y descubierto muchísimo y, sin duda, eso se refleja en lo que escribo. La formación que estoy recibiendo está inherentemente unida a mi faceta de autora, ya que en las distintas asignaturas que he tenido durante la carrera he podido explorar numerosas formas y técnicas que me han permitido ir encontrando y desarrollando cada vez más mi estilo. Con la práctica de la escritura de diversas maneras no solo estoy aprendiendo qué hacer y cómo, si no también qué no hacer y qué no encaja conmigo, y eso me está permitiendo encontrarme como autora y definir qué tipo de textos quiero escribir y de qué manera.

¿Cómo afecta el idioma y la convivencia del inglés y el español en tu día a día a tu ejercicio como autora?

Generalmente es una de las cosas que más aprecio de mi vida en Londres, ya que me fascinan los idiomas y siempre me ha encantado el inglés. En mi día a día es curioso porque se mezclan ambos idiomas y a veces no sé si estoy hablando uno, el otro, los dos a la vez, o una mezcla horripilante de ambos. Tengo a veces la sensación de que se me olvida el español e intento leer en español mucho para no perder vocabulario. En cuanto a mi ejercicio como autora es muy interesante ir descubriendo cómo cambia mi forma de escribir en un idioma y en otro. Por ejemplo, muchas veces he escrito algo en inglés para un trabajo de la universidad y, cuando he querido traducirlo al español, no me ha gustado nada el resultado, no encaja porque no es la forma en que me hubiera expresado en español, o quizás ni siquiera he tenido esa necesidad de expresar eso concretamente en español, pero sí en inglés. Esta convivencia de los dos idiomas me está permitiendo descubrir mucho más mi faceta creativa porque siento que el haber añadido otro idioma a mi ejercicio de lectura y escritura ha supuesto una expansión de mi pensamiento y algo, generalmente, muy positivo. También es cierto que en ciertas ocasiones me resulta difícil escribir en inglés, sobre todo poesía, ya que a veces encuentro la palabra perfecta para lo que quiero expresar en español, pero no me cuadra la traducción al inglés, o no tiene sentido en ese contexto particular. El hecho de escribir en otro idioma es sin duda un reto la mayoría del tiempo, pero es también una herramienta muy útil para descubrirse a una misma como autora.

Sabemos de tu intención de publicar una novela en un futuro próximo: ¿de dónde nace esa dualidad narrativo-poética? ¿Te resulta sencillo bifurcar inspiración y técnica orientadas a uno y otro género? ¿Serías capaz de decantarte solo por uno?

Cuando era niña y adolescente solía escribir bastante más narrativa que poesía, me gustaba mucho inventar y contar historias y escribía muchos relatos. Después de cumplir 18 pasé una época muy extraña en mi vida en la que no me nacían historias, perdí la capacidad de inventar; lo único que escribía era por pura necesidad y eso casi siempre nacía en forma de poesía. Sin embargo, nunca he perdido esa pasión por contar historias, es una de las cosas que más disfruto hacer y llevaba muchísimo tiempo buscando una forma que me permitiera explorar ciertas historias de forma sincera. Le he dado muchas vueltas y al final, hace unos meses, una historia nació en un instante en mi cabeza, es como si llevara dentro de mí mucho tiempo y de repente se estuviera manifestando, entonces todas las ideas que tenía sobre escribir una novela se unieron en un concepto y empecé a darle forma. Supongo que siempre he tenido esas ganas dentro, pero han estado dormidas durante mucho tiempo. La poesía es mi forma de ser más verdadera, pero las historias son mi pasión, supongo que esa dualidad es un poco lo que me hace ser yo misma.

En cuanto a esa bifurcación de inspiración y técnicas, me resulta sencilla en cierto modo porque cuando se me ocurre una idea soy capaz de darle cierta forma para que encaje en un género u otro, aunque quizás me resulta más fácil utilizar la inspiración para escribir poesía y para escribir narrativa tengo que esforzarme más y usar más la creatividad.

Si tuviera que decantarme (aunque con mucho dolor), elegiría la poesía. No puedo vivir sin poesía.

¿A quién lee Paula Moreno Caracena? ¿Qué libro tienes a mano ahora mismo?

Leo, sobre todo, autoras. Desde hace unos años he hecho un esfuerzo por descubrir y leer literatura escrita por mujeres, ya que la mayoría de libros que leí durante mi adolescencia fueron escritos por hombres. No he dejado atrás autores que siempre me han fascinado, como García Lorca, García Márquez, Kafka o Cortázar, pero sí que he incluido activamente muchísimos textos de mujeres que pienso que necesitan reivindicarse dentro de la literatura. Entre mis favoritas están Sylvia Plath, Virginia Woolf, Alejandra Pizarnik, Adrienne Rich, Carmen Laforet, Emily Brontë, Deborah Levy, etc.

Ahora mismo estoy leyendo muchísima poesía de Emily Brontë y releyendo por tercera vez Cumbres Borrascosas, también leyendo crítica y biografía sobre ella, ya que estoy escribiendo mi TFG sobre su obra y últimamente la tengo hasta en la sopa (en el buen sentido). En mis ratos libres estoy leyendo una novela que se llama Bonjour Tristesse, de Françoise Sagan y poesía de Emily Dickinson. También me gusta mucho leer artículos y pequeños ensayos que voy encontrando y que me interesan; un poco de todo en definitiva.

¿Qué consejo le darías al autor que tiene algo bueno preparado y no se atreve a enseñarlo y proponerlo como publicable?

Le diría que adelante con ello. Una vez fui a una conferencia y uno de los periodistas ponentes dijo algo que llevo desde entonces tatuado en el cerebro. Nos contó una experiencia personal que tuvo con una historia que nadie quiso publicar y con la que estuvo años intentando llegar a algún medio; finalmente un director importante de cine le compró la historia para hacer una película. Tras contar esto nos dijo: “si tenéis una historia en vuestro corazón que sabéis que merece la pena, no la abandonéis nunca.” Esa frase se me quedó grabada para siempre. Si has escrito algo que sabes que merece la pena, confía, porque alguien más confiará también en algún momento.

¿Cómo es tu proceso escritural? ¿Te dejas llevar al cien por cien por las musas o eres selectiva y autocorrectora durante el propio desarrollo del texto?

Quizás un poco de ambas cosas. Suelo llevar conmigo un cuaderno siempre por si se me ocurre alguna idea o verso, ya que generalmente me guío bastante por lo que me inspira en ese momento. Para la universidad intento ser más metódica (dentro de mi inevitable caos) y organizarme a la hora de escribir, aunque siempre intento escoger momentos del día y lugares en los que sé que la inspiración es más fácil de conseguir, como mi cafetería favorita o la cocina de mi casa tanto en Cádiz como en Londres. Mi rutina suele ser la siguiente: me gusta que haya luz natural, por lo que suelo escribir por las mañanas o temprano por la tarde, me preparo una taza de café, me siento en la mesa de mi cocina y coloco mi ordenador, el libro que sea necesario en ese momento, mi cuaderno y mi bolígrafo a mano y me recojo el pelo. Paso bastante tiempo editando y corrigiendo, es una de las cosas que más disfruto: me gusta imprimir lo que sea que haya escrito y coger un boli rojo y empezar la carnicería. Llega un punto en el que tengo que “conformarme”, porque si no me pasaría la vida en un ciclo sin fin de autoedición y corrección.

¿Qué esperas de tu reciente poemario? ¿Qué esperas de ti en 2020?

 Mi poemario ya no es mío, es de cualquiera que se adentre en él y lo haga suyo. De él espero que vuele hasta donde tenga que volar. De mí espero seguir escribiendo y leyendo, terminar la carrera y comenzar una etapa nueva que aún no sé qué será. De mí también espero seguir siendo cada vez más feliz.

Para concluir, vamos con unos picotazos:

¿te da miedo el fracaso? ¿Y el éxito?

Realmente no comparto el concepto de fracaso y éxito como una consecuencia de algo. Creo que en la vida tomamos algunas decisiones acertadas y otras erróneas, que a veces nos llegan momentos de euforia, otros de melancolía, que la vida es un vaivén eterno que nada es permanente. No le tengo miedo a eso. No me da miedo caerme porque ya conozco el abismo, tampoco me da miedo ser feliz. Yo he pasado mucho tiempo en mi vida temiendo a la idea que tenía del fracaso; ahora lo que intento es huir de esa idea, destruirla de mi interior porque realmente no creo en ella. Bienvenidas sean todas las hostias que da la vida, que con ellas me estoy construyendo un refugio, una casa, una manera de ver la vida que se aproxime lo máximo posible a la sinceridad y al amor. Y bienvenidas sean todas las alegrías, que al final son los cimientos.

¿Qué canción suena en tu cabeza cuando te lees? ¿Cuál hubieras puesto de fondo en el momento en el que te dijeron que te publicaban Anatomía de una mariposa?

Depende. Generalmente Gold In Them Hills de Ron Sexsmith u Open Season de High Highs, quizás porque son las que más escucho cuando escribo. Cuando recibí el email de mis queridas Carmensitas hubiera puesto la canción Deséame suerte de Vetusta Morla.

¿Quién te aguanta cuando estás irascible? ¿A quién echas de menos ahora mismo?

Mi madre es la que más me aguanta cuando estoy irascible. Echo de menos a mi perra Abbey porque es la única con la que no puedo hablar por teléfono cuando estoy en Inglaterra.

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