“El arte de la magia debe tener la finalidad de elevar la cuota de felicidad
en el mundo, en los demás y en nosotros mismos”
-Juan Tamariz-
Magia, esa gran desconocida que nos admira y fascina, que nos pone de buen humor y nos crea ilusión, seamos más o menos escépticos, seamos más o menos gruñones. Todas las artes tienen sus adeptos, pero creemos que la magia es uno de esos extraordinarios universales que, como el humor, nacen desde nosotros y alcanzan más allá de un gusto, una etiqueta o una preferencia explícita. Es puro sentimiento, pura emoción.
Nuestra tradición nos traslada un aroma a habilidad manual, a trucos de bar, a apuestas sobre dónde está la moneda, el garbanzo o el guisante. Nos trae un sabor a calle, a broma, a puro juego, a conquista seductora y a chisteras; da igual el orden. La gracia, el arte, incluso el llamado “duende” tan presente en otros ámbitos experimenta un notable crecimiento visual en estos menesteres ilusionistas.
Es harto difícil hallar referencias, archivos, documentos que recojan una vasta tradición perceptible a simple vista: hemos hablado con nuestros mayores, visto algún recopilatorio en Internet, compartido gustos y rememorado la infancia. Desde este enclave, lo más honesto que podemos decir es que haberlo, lo hubo, que eso que nos cuentan de que “pues fuimos a aquel pueblo y allí vimos actuar a un mago hace treinta / cuarenta años es absolutamente revelador: por una parte, nos introduce en un marco de misterio literal sobre qué fue, cómo fue y, sobre todo, quiénes fueron; por otra, nos sugiere un tratamiento -además de respetuoso- realista, paradójicamente, en tanto en cuanto literal, sin adornos ni cuentos, pero con toda la contundencia posible.
Juan Tamariz es el nombre más repetido -por los de fuera (padres, amigos, conocidos) y por los de dentro (magos, compañeros, periodistas culturales)-. Su brillantez, aclamada por bocas de todo el globo, honrada con los más distinguidos premios -incluido el Premio Mundial de Cartomagia de 1973, dentro del circuito del Congreso Mundial de Magia-, heredera del fabuloso Arturo de Ascanio, ha sido, si bien la innegable base de su reconocimiento, solo una parte de la merecidísima coincidencia en la mención de tantos.

Maestro de maestros, Tamariz ha logrado mantener durante su tan extensa como triunfal carrera la esencia de todo mecanismo mágico: el sentimiento de inocencia, la conservación del espíritu infantil, la ilusión en los ojos del que le observa danzar entre cartas y violines, sea más pequeño, más grande, más niño o más adulto.
Esa inocencia de la que hablábamos antes se mezclaba con un fantástico didactismo para los más pequeños: somos de la generación Magia Borrás, sí, una de tantas como ha habido. El boom comercial y la aplicación educativa se dieron la mano a través de diversos formatos que acercaban al ámbito familiar el misterioso mundo de los magos: todo un gran motivo para reunir a amigos y parientes alrededor de aquellos cubiletes y aquella varita que vestían al mayor ilusionista del salón de casa.

Le debemos a los medios, especialmente a la televisión, haberse ocupado de contribuir a ese acercamiento del universo mágico de una forma cotidiana, espontánea, gracias a la cual se ha ido asentando en nuestra memoria algún que otro recuerdo de veladas alrededor del televisor, de espectáculos presentados en festivales, Talent Shows, de reportajes y documentales -estos más recientes- sobre los artistas del truco y la desaparición.
Resulta inevitable no mencionar en este punto al magnífico y siempre sonriente Jorge Blass, la cara mediática de la magia, el primer gran guía de esa mixtura fondo-forma entre magia y televisión como combinación constante, recurrente, una vez superado lo esporádico de la aparición de un artista del gremio en fechas señaladas y solo en ellas. Jorge Blass abre ese panorama -le recordamos en nuestros primerísimos 2000- desde la naturalidad, desde el paso hacia el espectador, hacia su curiosidad.
Dicho cambio en la direccionalidad artista-sorprendido ha ido afianzando paulatinamente una reclamación de los servicios de los profesionales en muy diversos escenarios -teatros (el más clásico de todos), fiestas de cumpleaños, eventos de empresa-, hasta el punto de elevar el disfrute de las sesiones de magia a un estatus casi privilegiado, exquisito, digno de pabellones a rebosar, también digno de celebridades entusiasmadas por ver volar a escasos centímetros las manos del protagonista.
En este contexto, la magia ha visto crecer múltiples focos de desarrollo: el humor, la multidisciplinariedad o la psicología son tres elementos habituales, catalizadores de estilos tan propios como brillantes. Desde el Mago Marín hasta Luis Piedrahita, pasando por Héctor Mancha o Yunke, la oferta personalizada es sublime: la expansión de la profesionalización y la visibilidad del arte de la magia ya no sorprende a nadie.
Antonio Díaz, El Mago Pop, es una de las máximas figuras de nuestra historia. Capaz de sorprender al mismísimo Stephen Hawking, sus espectáculos colman los teatros de las ciudades más importantes y, lo que es más preciado aún, suponen la primera experiencia para esas nuevas generaciones de curiosos que no cuentan con más de 10, 12 ó 14 años.

El Mago Pop es la imagen de la magia española: hemos dejado atrás -bien guardado, con mucho cariño- un pasado abrazado a gigantes como David Copperfield o Houdini como única vía de deleite a -gran- excepción de los anteriormente mencionados artistas nacionales; va en nuestro carácter: lo de fuera siempre es lo mejor, la moda, el éxtasis. Esta mala manía ha conocido un nuevo argumento en los programas del mago Dynamo -maravilloso, por cierto- El Mago Pop ha constituido una firme línea paralela a esta importación: lo mejor, con perdón, también está aquí.
Esa internacionalización a la inversa, esa exportación del producto mágico nacional, alcanza cotas -doblemente- insospechadas a través de la gran figura de Inés la Maga: decimos ‘doblemente’ porque no solo estamos ante un talento extraordinario capaz de asombrar a cualquier mirada del mundo, sino porque además estamos ante una de las profesionales que representa la consecución del éxito femenino en un terreno en el que, lamentablemente, no hemos tenido ocasión de aplaudir a muchas mujeres. Inés representa ese doble triunfo y, como ella, nombres como Amèlie o Melanie suponen un eco cada vez más poderoso al pronunciar la palabra “magia”.

Hasta ahora hemos hablado de la magia como una fuente de fascinación, incluso de cierto humor, en definitiva de sonrisas, de claridad tras el impacto. No obstante, debemos guardar estas líneas para homenajear a esa otra magia que nos provoca en el durante -en ocasiones también en el después- la sensación opuesta: la fascinación por miedo, tensión, alarma -incluso aceptamos esa dualidad que le está repicando en la cabeza al lector: “magia blanca” vs. “magia negra”, con muchas comillas y libre de pretendida molestia.
Luis Pardo. ¡Ay, Luis Pardo! Uno de los mejores mentalistas de la historia. Originalidad, riesgo y puro asombro apuntalan una cabeza privilegiada, digna de análisis por todos los incrédulos con bata blanca y microscopio. Representa lo imposible, lo antinatural; nos dirige por rincones propios hacia nuestro yo más primitivo, más humano, más hermosamente terrible.
Recibido con muchísimo honor en Altavoz Cultural junto a su querida Mistress Minerva ( https://altavozcultural.com/2019/10/26/luis-pardo-y-mistress-minerva/ ), este genio del siglo XXI ha conquistado -en persona, virtualmente y en diferentes medios audiovisuales- la mente de innumerables amantes de las sensaciones fuertes, de lo inexplicable, de la oscuridad.

La complejidad de sus actuaciones refleja una realidad cada vez más patente: la magia avanza con los magos. En la actualidad podemos encontrar asociaciones, fundaciones, medios y portales web dedicados a la expansión de este arte, a su aspecto más humano y generoso -como cura, como ayuda, como esperanza-, y a la demostración de que todos podemos sentirnos un poco magos:
https://www.fundacionabracadabra.org/es/
Fuentes consultadas:
-Nuestros mayores, cuya palabra es hecho y ley.
-“Magos españoles con más de 60 años”-La Dama inQuieta:
-Documental “MAGIA DE CERCA”-Canal Odisea:
-Artículos sobre Magia en Cadena SER:https://cadenaser.com/tag/magia/a/