
Primero que nada, un saludo a todos los lectores y lectoras de Altavoz Cultural y un amor para Rut y Ferki por brindarme este espacio privilegiado. Yo soy Mikel y me pasaré todos los meses por aquí con un artículo de la que es mi mayor pasión en esta vida: el Hip Hop.
Esta debería ser mi carta de presentación, estimado lector, estimada lectora. No sabía cómo hacerla, cómo empezar, y me decidí por una review de Valladolor, el último trabajo del vallisoletano Erik Urano. Sin embargo, finalmente me he decantado por escribir la carta de presentación que menos me gustaría escribir. Y es que el pasado día 11 de septiembre nos dejó Jesús Bibang aka Jota Mayúscula, y me gustaría contaros la huella que dejó en un chaval enamorado de esta movida.
Jota estuvo allí cuando se puso la primera piedra del Hip Hop en este país. Fue un pionero y el arquitecto de todo lo que en España ha surgido desde mediados de los 90, siguió a los mandos de El Rimadero en Radio 3 hasta el final de sus días, siempre apoyando a los talentos emergentes de la escena. He leído muchas despedidas y homenajes a Jota estos días y, desde toda la humildad que hay en mi corazón, me gustaría que la mía sirviese de presentación ante vosotros.
Llevo ya casi media vida siendo un ávido oyente de rap y empecé como todos los chavales de la periferia de Madrid de mi generación, ajenos a los movimientos de la escena underground de la capital, a finales de la década de los 2000. Escuchábamos SFDK, Nach, Falsalarma, VdV… Pero allá por 2009 o 2010, la música de Swan Fyahbwoy comienza a extenderse y los chavales empezamos a petar Sonido Campeón, tema en el que también suena un tío al que nadie en mi entorno, ignorantes, conocíamos: Supernafamacho. En aquellos momentos la figura del productor nos era casi desconocida, pero Jota Mayúscula ya se había hecho un hueco en nuestros cascos sin saberlo.
Yo siempre fui de los más curiosos de mi entorno, y paralelamente a Sonido Campeón descubrí, a raíz de Zenitown, De cacería y a CPV. La ostia, en CPV estaba el gordo que cantaba con Swan. Y el DJ del grupo era un negro al que ya puse nombre y cara: Jota Mayúscula empezó a estar presente en mi vida. Empecé a escuchar Madrid Zona Bruta y Grandes Planes y flipaba no sólo con las letras. A raíz de que algunos amigos empezaron a rapear y a hacer freestyle yo ya pegaba más la oreja a las instrumentales, y fue en estos discos de CPV en los primeros que noté cómo la instrumental hilaba los conceptos que desarrollaban las letras, pese a ser producciones comprensiblemente básicas.
En 2012 CPV vuelve a juntarse y lanzan Siempre, con unas instrumentales bastante más elaboradas. Yo ya tenía diecisiete años y prestaba mucha más atención a los detalles. Empecé a atisbar el carisma de Jota en sus intervenciones en los temas, sobre todo recuerdo con cariño El hombre metrónomo XII, me hacía muchísima gracia la soltura con la que fluía soltando sus muletillas sobre el beat. Y recuerdo llorar con Líneas torcidas por su mensaje, pero también por su instrumental. Aquel año pude ver a CPV en directo en el Boafest. Fue increíble.
Los años fueron pasando y seguí ampliando cada vez más mis horizontes musicales, pero CPV y Jota seguían allí. Recuerdo gastarme los escasos datos que tenía en el móvil escuchando Ya estamos muertos en YouTube fuera de casa. Recuerdo sacarme el carnet de conducir con El funeral en bucle en la cabeza, estar borracho a las nueve de la mañana en las fiestas de mi pueblo cantando Grandes planes con uno de mis mejores amigos, ir con De cacería a toda ostia con las ventanillas bajadas. Jota siempre estaba allí a los platos.
Es curioso porque pocas veces llegué a escuchar El Rimadero, a las horas que emitía yo estaba con los chavales en la calle. Pero al enterarme del fallecimiento de Jota, mi primer recuerdo fue estar con El Rimadero en los cascos mientras cenaba con mis chavales en un kebab porque aquel día el invitado era alguien que me gustaba mucho.
Poco antes de la cuarentena volví a petar Madrid Zona Bruta durante un par de semanas cada vez que cogía el coche, y volví a escucharlo varias veces yendo y viniendo del trabajo esta semana pasada. Realmente es un buen sonido. Realmente, Jota, creaste un sonido inmortal. No por rompedor, al final era un boom bap muy básico, pero abriste una brecha en un país mayormente rockero en el que la música negra estaba muy denostada. Hay quien me llama pureta por afirmar esto, yo creo que tengo memoria y sé quién estuvo aquí antes que yo. Sé que para que C. Tangana lo pete en las listas de éxitos, otros como Jota se partieron la cara para ser tomados en serio. Y si ser pureta es estar agradecido a nuestros padres, sea.
No me gustaría extenderme mucho más. Jota Mayúscula fue un hombre que pese a levantar la sucursal de esta cultura en nuestro país nunca perdió la humildad. Un hombre que tristemente fue apartado de la memoria colectiva por la fea costumbre española de renegar de tus mayores y sin embargo la puerta de su estudio siempre estaba abierta. Jota, Jesús, nunca vamos a olvidarte. No pueden hacer nada, negro, porque ya estamos muertos. Rest in beats el hombre metrónomo del flow extraplanetario. Hasta siempre, Jota Mayúscula.
por Mikel Alonso de Armiño