
El amor por el Arte encuentra en Arrebol Poesía un manantial. Por segundo año consecutivo esta fabulosa plataforma dedicada a la difusión y promoción de la Poesía ha parido entre flores un diamante: una publicación en forma de fanzine que hará las delicias de los amantes del verso y la diversidad estética.
En esta segunda entrega el late motiv que atraviesa la obra es el Viento: la premisa es la Libertad, el proceso es el Movimiento, la esencia es nuestra. En este segundo volumen podemos encontrar la representación de una iniciativa hermosa: ilustración y poesía se besan desde las bases de la convocatoria hasta las páginas que recogen la huella de los labios mezclados, fundidos.
La máxima expresión de tal complicidad rebosa las páginas en aquellas composiciones artísticas que retratan ambas bocas: Fincipio, de Leire Olkotz; Araña, de Sophie Rovas; La ciencia de los pájaros, contribución de Altavoz Cultural con la que hemos alcanzado una nueva cima personal.
De 1957 a 1999, desde Venezuela hasta A Coruña, pasando por Santiago de Chile, Gijón, Tafalla o L’Alcudia, los poemas y las ilustraciones se suceden en el recorrido paginado que describe este viaje ventoso y libre, hacia las estrellas y el olor a mar.
Las ilustraciones de Sandra Castell Royo, Marta Dorado, Axel Jiménez, Inés Paniagua Frechilla y Elvira Roiteguitrufan el lirismo de Leila Abidar, Chus Álvarez, María Arbeloa, Lorenzo Asensio, Pablo Blanco, Verónica Durán, Sonia Elizondo, María G. Dionis, Óscar Guzmán, Aida Jiménez, Isabel Logroño, Enrique Morte, Arantxa Murugarren Arenillas, Irene Nicolás, Pablo Asier Ovelar, Ana Sánchez y Nicole Scavino.
Todas son una, una simboliza todas. La figura femenina se eleva sobre el conjunto, sobrevuela poderosa cada rincón de estos lienzos, plasmada entre líneas y a todo color.Destaca la nutrida participación de Navarra, la recurrencia al verbo volar en sus muchas imágenes y la identidad de un yo que se alimenta de aire, de ventanas, de mirar por, a través, de romper cualquier barrera o límite físico; estamos ante una obra de una emotividad extraordinaria.
La delicadeza y la sensibilidad de las formas envuelven un mensaje severo, grave, seco en tiempos de dificultad, de preocupación y añoranza de vientos pasados, así como de deseo de vientos futuros.
La introducción realizada por el equipo de Arrebol Poesía, a la que debemos sumar el escogido prefacio musical de“Cuatro vientos”, de Danit, presenta escrupulosamente esta intención natural: el Viento es nuestra llave para avanzar, nuestra arma para alejar tormentas que nos han robado vida y nuestro vehículo para no dejar de crecer.
El fantástico trabajo de diseño, maquetación e ilustración de cubierta corre a cargo de Axel Jiménez Tenorio. La selección de textos nos remite a Marta Castaño -beso gordo para ti-, Aida Jiménez, Maite Moreno y Pablo Asier Ovelar. ¡Y vaya selección! Comencemos.
Abrimos el muestrario poético con Sueños olvidados, de Leila Abidar: la conversión del yo soñador fracasado en duna desértica que encuentra en la luna su fortuna y en sus recuerdos, un motivo para seguir existiendo. Su musicalidad es contagiosa, cantarina, perfecta. Un poema de los de antes.
A continuación nos topamos con Altavoz Cultural y su ciencia de los pájaros, en la que se configura una realidad tejida entre cemento urbano y aires azules lejanos. La casa de los pájaros es el lugar elegido para la huida de este mundo que nos devora desde abajo.
El tercer integrante de la antología se corresponde con Altano, de Chus Álvarez: homenaje a ese viento que acude desde el mar para abrazar la tierra y volver por su camino. La descripción de tal travesía de ida y vuelta no puede ser más original, completa y atractiva. ¡Viva el Altano!
La siguiente composición pertenece a María Arbeloa: Precuela construye un primer viento. Ella es Eva y muerde la manzana, ella es Eva y espera, valiente e incontenible, cualquier soplo que pretenda derribarla desde la absurda imposición del bien sobre el mal cuando ambos conceptos no son escritos por nosotros.
Le sucede El verano. Las canciones, de Lorenzo Asensio: ¡y qué buen sabor a atardecer! Genial ejemplo de la pluralidad morfológica que adquiere el protagonista de este fanzine, en el que trota de la brisa al huracán, de la caricia al impacto. Las relaciones humanas, apadrinadas por Paul Valéry, como creadoras de viento.
La Invocación de Pablo Blanco nos acerca a las manos de la deidad, de ese todopoderoso Viento que nos gobierna y asume como meras partículas móviles. Queremos, anhelamos su acción sobre nuestro cuerpo. Este poema es un himno y merece piedra y cincel en alguna cumbre muy alta.
El Noroeste es el punto cardinal elegido por Verónica Durán, de Vigo: qué dulzura, qué auténtica belleza. El sentimiento de indefensión, de inocencia y fragilidad, cristaliza en nuestros huesos en esta página inmaculada.
Sonia Elizondo nos habla de Relaciones pasajeras desde el eje divisor de doble cara que es el viento: el que une y produce vs. el que desliga y obstruye. La bonita crudeza tiñe cada renglón.
María G. Dionis nos presenta la Maldición de la niña de los ojos oscuros: tremenda composición a caballo entre la fábula y la leyenda urbana. Confesamos nuestra instantánea predilección por este texto. Bravo.
Avanzamos hasta los versos de Óscar Guzmán, que desde Murcia nos regala ese baile ventoso de la amada por ojos del amado, el admirador o el pretendiente si extremamos la metáfora de la mujer al más inalcanzable de los vientos. Pura poesía.
Por su parte, las Coordenadas de Aida Jiménez nos visten de naturaleza en una oda de agradecimiento a ese causante de tan especiales momentos. El viento es aquí un patrón generoso que nos dota de sensaciones. Perfecta ilustración del conjunto de la obra.
En el Aquelarre del viento Isabel Logroño, primera autora re-conocida altavocista por lecturas anteriores, nos invita a una ruta nihilista por los pedazos de nuestro más profundo ser, aderezados con saliva, pétreos como heridas. El viento se contempla, se siente, al fondo, en la inmensa profundidad del final.
A continuación Enrique Morte “elige ser” del viento, elige las múltiples virtudes que nos ofrece el elemento aéreo, todas las cualidades que completan tantos y tantos afanes humanos por llegar, alcanzar, subir y ser. Excelente poema.
Asistimos al Baile de luciérnagas que nos propone Arantxa Murugarren Arenillas y acabamos encantados, llenos de luz entre las sombras, llenos de paz y abrazados a nuestra mayor intimidad. Brindemos por ese impresionante final: “¿Y si son los árboles quienes abrazan al viento? / ¿Y si soy yo quien ha de desnudarse de tristeza?”.
Sigue Irene Nicolás, segunda autora re-conocidaaltavocista y querida amiga de nuestra plataforma: le canta a la hija del viento, que se ha marchado dejando un irreparable vacío. Esta magnífica evocación de la emancipación familiar nos ha atravesado. Gracias, Irene.
Anteriormente mencionada por su mixtura artística, Leire Olkotz nos empapa de magia: todo, absolutamente todo, es brillante en su aportación. Su semántica, su simbología y su sentido lírico se suman a una combinación preciosa de palabra y dibujo. Estamos ante la idílica captación del Fanzine #2 de Arrebol Poesía.
El amor como un atropello -Pablo Asier Ovelar- supone la gran ruptura, el gran golpe al lector ensimismado entre brisas y vuelos. Qué necesario y qué bien dicho. Ole, Pablo.
Llegamos hasta Araña, de Sophie Rovas: el arte gráfico vuelve a acompañar -y apoyar- la sintaxis trucada. Qué bello trazo para presentarnos a tan hábil sastre en manos de mujer e hilo de ocho patas.
Desde Valencia aterriza en estas páginas Ana Sánchez, quien nos coge de la mano para soltarnos frente al mar, frente a ese mar cuya presencia nos acaricia el rostro en forma de viento salado. Sentimos debilidad por Valencia, nuestra segunda casa -te queremos, Valeria Navarro-. Gracias, Ana, por esta fotografía idónea de esta parte de nuestra alma.
Cierra nuestro periplo una genial Nicole Scavino -apunten fuerte su nombre-: El viento es una quejida que no se iráactúa como sublime epílogo de la antología comentada. Elegía en do de pecho. La inmensidad del Pacífico nos refleja en la vida. El viento sana, tal vez, una parte. Qué extraordinaria despedida.
Pamplona, agosto 2020. Somos otra oportunidad más.
Madrid, septiembre 2020; con pleno cariño:
-Altavoz Cultural-